CORAZÓN DE ARENA

Capitulo1

- AAAA... AAAAA... AAAATCHOOOOO!

Todo en la mesa retumbó y varios papeles y rollos salieron disparados a causa del fuerte estornudo. Enseguida alguien golpeó en la puerta del despacho.

- Te encuentras bien Gaa... ¡ay madre!

Un preocupado Kankuro se dirigió de inmediato hacia la mesa del Kazekage, el cual tenía la cabeza apoyada sobre la mesa y mostraba los ojos colorados como tomates. Una voz grave y rasposa salió de los labios de Gaara.

- Kan... kuro, no me encuentro nada bien, vete.

- De eso nada, ¿a ver? – Kankuro le puso la mano en la frente – Joder, ¡si estás ardiendo! ¿qué demonios haces trabajando? Ahora mismo te vienes conmigo y...

- No... debo terminar esto.

Su hermano no le hizo caso y le ayudó a que se levantara para llevárselo. A consecuencia de eso, la arena intentó impedírselo, pero fue un vago intento, la arena cayó al suelo.

- (Vaya... si que está débil) – pensó Kankuro preocupado, jamás había visto a su hermano en semejante estado febril.

Apoyado sobre Kankuro, ambos se dirigieron hacia el dormitorio de Gaara y su hermano le tumbó en la cama.

- Estoy bien... no te molestes – insistía Gaara mientras que su cara decía lo contrario.

- Estás enfermo, necesitas descanso – indicaba muy serio Kankuro mientras buscaba mantas en un armario.

Mientras que Kankuro ayudaba a Gaara a desvestirse y meterse en la cama, este último le aferró del brazo antes de que se marchara.

- Que venga ella, ella podrá...

- ¿Pero qué dices? Aquí tenemos buenos ninjas médicos y...

- No. La quiero a ella, es una orden.

A pesar de mostrarse con mala cara, el semblante serio del Kazekage no daba lugar a opción. Pasaron unos tensos segundos hasta que Kankuro se resignó y sonrió con malicia.

- Está bien, será como tú dices, ella vendrá, te lo prometo, aunque tenga que ir yo solo a Konoha y traerla a rastras, todo sea por verte feliz.

El Kazekage mostró una débil sonrisa y se metió entre las sábanas. Kankuro le puso unas mantas por encima y se marchó. Al poco rato Gaara cayó en un profundo sueño.

Un águila atravesó el claro cielo de Konoha y se adentró en el edificio de la 5ª Hokage. El aviso llegó inmediatamente a Tsunade, la cual hizo llamar a dos kunoichis a su despacho. Ambas se presentaron de inmediato ante ella y vieron a una Tsunade muy seria, tenía los dedos entrelazados y los codos apoyados en su escritorio, siempre adoptaba esa postura cuando se trataba de algo extremadamente importante.

Shizune también se encontraba allí, con gesto preocupado.

- Hinata, Sakura, os he hecho venir para encomendaros una misión – respiró hondo – requerirá de los conocimientos médicos que has aprendido, Sakura – dijo mirándola directamente a ella.

- Oh, vaya...

La Hokage prosiguió.

- Nos ha llegado un aviso urgente de Sunagakure, al parecer el Kazekage se encuentra gravemente enfermo. Por los síntomas que me han descrito se cuál es el remedio y ya lo he preparado para ti. - Entonces Tsunade mostró un maletín con todas las medicinas e instrumental necesario.

- ¿No tienen ninjas médico allí? – preguntó vacilante Hinata.

- Sí, pero no con nuestros conocimientos, además fue orden expresa del Kazekage el solicitar ayuda a Konoha, el aviso fue muy explícito en ese tema.

- (Gaara...) – pensó Sakura extrañada.

- Hinata, tú la acompañarás y ambas iréis a someterle a este tratamiento que os pongo por escrito – indicó la Hokage desplegando un rollo. – Ahora partid de inmediato.

Por el camino, ambas kunoichis se desplazaban saltando de rama en rama, para ir lo más deprisa posible. Apenas hablaban entre ellas, Sakura parecía preocupada, sumida en sus pensamientos, hasta que Hinata se decidió finalmente a preguntarla.

- Sakura... ¿te ocurre algo?

La kunoichi tardó un rato en responder, tenía los labios apretados y semblante serio, golpeó fuertemente con el pie una de las ramas, haciéndola crujir.

- ¿Por qué precisamente él? ¿Y por qué me mandan precisamente a mí? Hinata, vamos a andarnos con cuidado, esto no me huele bien...

(Sakura auténtica: ¡shanaroooo! ¡Por qué me toca a mí siempre salvar el culo a los de la Arena!)

Mientras tanto, en el despacho de la Hokage...

- Tsunade sama, ¿por qué no las has indicado la información completa del mensaje? Sakura se preguntará que por qué ella...

- Son jóvenes – interrumpió Tsunade apoyándose sobre el respaldo de su asiento – Así será más divertido, ¿no crees Shizune?

Ton-ton gruñó en los brazos de Shizune y esta asintió con la cabeza, sonriente.

Al llegar a Sunagakure, dejaron que Sakura reconociese al Kazekage. Ambos se encontraban solos en la habitación y Sakura se quedó sin habla al verle. No se esperaba aquello, toda imagen pasada de resentimiento hacia Gaara del Desierto pareció esfumarse en un instante. Le vio tendido en la cama, con los ojos cerrados, débil y sudoroso, indefenso... por lo que en vez de guardar más rencor, se compadeció de él, al fin y al cabo ahora sabía que era del todo humano, que aquel demonio que dormitaba en su interior ya no existía.

Vacilante, Sakura se acercó a él y le puso la mano en la frente, estaba ardiendo. Utilizó su chakra para enfriarle un poco. De repente Gaara abrió los ojos y en un acto reflejo se aferró al brazo de Sakura, la cual dio un respingo.

- Estás... aquí. Has... venido...

- Pues claro que he venido, me lo ordenó nuestra Hokage. ¿Quién te ha puesto todas estas mantas encima? No las necesitas – dijo Sakura mientras las apartaba para intentar enfriar un poco el cuerpo del ninja.

Al intentar incorporarse, Gaara se destapó por completo, al parecer se había quitado la parte de arriba de su pijama por exceso de calor. Sakura le miró de reojo y sintió un leve punzamiento en el pecho. Ahora, Gaara tenía un cuerpo más musculado y unas gotas de sudor recorrían su pálida piel. La mirada nerviosa de Sakura no pasó desapercibida a ojos del Kazekage.

Inmediatamente la kunoichi fue a por el maletín proporcionado por Tsunade y se puso manos a la obra. Mientras, Gaara se sentó en el borde de la cama mientras se llevaba una mano a la cabeza.

- ¿Te duele?

El Kazekage asintió. Sakura buscó entonces en el maletín y le dio una pastilla para que se la tomase con un poco de agua. Mientras lo hacía Sakura buscó una pequeña linterna y posteriormente le miró los ojos, oídos y garganta.

- Esto si que es extraño... creo que sólo tienes una gripe, nada más. Tienes que procurar descansar más y dormir un poco, se nota que apenas duermes.

- Hasta hace bien poco no podía... pero ahora ya duermo algo. Me cuesta adaptarme al sueño.

- En fin, ¿tienes algún síntoma más o sientes dolor en algún sitio?

- ¿Dolor?

Al decir esto, Gaara apartó la mirada y agachó la cabeza cerrando los ojos, pensativo. Inspiró hondo y aún sin abrir los ojos cogió la mano de Sakura y se la llevó a su pecho desnudo, al corazón. La kunoichi pudo notar en la palma de su mano los rítmicos latidos del ninja.

- Siempre me duele aquí... Haruno Sakura. – susurró Gaara, ahora la miraba directamente a los ojos.

La kunoichi no supo qué responder, se quedó petrificada, no se esperaba una respuesta como aquella y menos de él... algo se revolvió en sus tripas.

- Pero mucho me temo que entre esas medicinas que has traído no encontremos la cura.

- ¿La cura?

- Yo necesito... desesperadamente, esa cura. La única que puede sanar las heridas del corazón, la única cura... que tú me puedes dar.

Pasaron unos tensos segundos y ambos se miraron fijamente, Sakura no supo qué decir, el mensaje fue claro, directo, y una mirada verde y vidriosa le estaba taladrando, haciendo que su corazón aumentase el ritmo.

Pero antes de que pudiese reaccionar alguien llamó a la puerta y entró. Era Hinata y llevaba una bandeja donde descansaba una enorme jeringuilla, la aguja era tan larga que se salía de la propia bandeja.

- Bueno, hora del pinchacito – anunció Sakura sonriente al ver que Hinata se acercaba a ellos.

El Kazekage miró fijamente la bandeja y sonrió maliciosamente, pensando, "menuda pérdida de tiempo", aunque en el fondo no pudo disimular una pequeña angustia sobre lo que se le avecinaba. Mirando hacia otro lado Gaara extendió el brazo. Sakura fue a clavarle la inmensa aguja y... "poc".

- Uy, que raro, no puedo pincharte... que rara tienes la piel, parece una coraza... ¡espera un momento! – Sakura retrocedió sosteniendo la aguja en alto – ¡estás utilizando esa técnica tuya! ¿a que sí? – comenzó a decir enfadada.

(Sakura auténtica: ¡Que fuerte es! A pesar de que está enfermo ¡¡aún es capaz de hacer algo así! ¡Tsugoooiiiii!)

- ¿Acaso me estabas subestimando? – Gaara sonreía satisfecho, alardeando de su gran habilidad para defenderse.

Entonces, Hinata se acercó a Sakura y la habló al oído, ambas se retiraron un momento para hablar en susurros. Tenían que seguir estrictamente con el procedimiento impuesto por Tsunade y algo tenían que hacer si el Kazekage no se doblegaba al tratamiento. Tomaron una decisión y asintieron con la cabeza. Esta vez Hinata sostenía en alto la jeringuilla y Sakura estaba a su lado, ambas se acercaron al Kazekage lentamente... el cual cambió la expresión de su cara y abrió mucho los ojos.

- ¿Qué... qué vais a hacer?

Con la mano que tenía libre, Hinata realizó un sencillo sello... "¡Byakugan!" Gaara sintió que le estaba estudiando detenidamente con esa mirada e instintivamente se tapó un poco más con la sábana, tenía la sensación de que Hinata podía ver a través de su cuerpo. Se sintió muy molesto pero estaba demasiado débil como para querer replicar, por lo que mantuvo silencio. De nuevo Hinata habló a Sakura al oído. Por el movimiento de sus labios sólo pudo decir dos palabras, y de pronto Gaara vio como Sakura asentía con la cabeza.

Entonces, Sakura hizo un gesto con la mano a Hinata para que se detuviese y esperase, para posteriormente acercarse a Gaara y dirigirse lentamente hasta su oreja, el ninja no se movió.

- Yo... respecto a lo que me estabas diciendo antes... yo... yo... ¡¡¡¡¡¡ AHORAAAAAAA !

Aquel alarido dentro de su oído hizo que Gaara bajase por un instante la guardia. A la velocidad de un rayo, Hinata se abalanzó sobre él, la arena no pudo protegerle, la kunoichi le bajó los pantalones del pijama y le clavó la aguja directamente en la rabadilla.

Fue la primera vez que la aldea de Sunagakure oía un grito tan bestia proveniente de su Kazekage, estaba claro que Gaara no estaba acostumbrado a sentir dolor o ser herido y mucho menos enfrentarse a un pinchazo de semejante calibre. Si no estuviese tan débil podría haber sido capaz de asesinar a las kunoichis en aquel momento.

- ¿Como... habéis podido? – susurró Gaara tirado en la cama boca abajo y sujetándose las nalgas. – Nunca había sentido un dolor tan horrible... ya me imaginaba que con esa técnica tuya localizarías mi punto débil, argh...

- Espero que ahora no nos odies por ello – dijo Sakura satisfecha y con una amplia sonrisa en la cara. (Sakura auténtica: Shanaaaaroooooooooo, que culito tiene el niñooooooooo!)

Mientras Gaara intentaba subirse de nuevo los pantalones boca abajo en la cama, Sakura y Hinata se dirigieron hacia la puerta, ambas muy sonrientes, dispuestas a marcharse.

- Dejemos descansar al Kazekage, Hinata, que aquí ya hemos visto lo que teníamos que ver – dijo Sakura con retintín y alzando bien la voz en las últimas palabras.

El Kazekage las miró resoplando sobre la almohada, sus ojos destellaban con verdadero odio.

(continuará)