Acabé los exámenes~ Eso merece un intento de momento adorable padre-hijo.
Estoy de buen humor porque el otro día me dijeron que había un fic mío en una página de Face de Lost Canvas (daban crédito y todo) y desde entonces a veces me sorprendo sonriendo como una idiota. Siempre es gratificante ver que a alguien le gusta lo que una escribe. Iba a actualizar algo de otro fandom, pero... Aquí estoy.
Disclaimer: The Lost Canvas no me pertenece.
Ilias de Leo adoraba a su hijo. Regulus era una pequeña bola de energía que correteaba por el monte persiguiendo animalillos y que daba brincos intentando alzar el vuelo como las aves que surcaban el cielo. El niño era un ser puro e inocente y el orgulloso padre se juró que protegería dicha inocencia, pero no estaba resultando ser una tarea fácil. Su hijo era muy curioso, como era normal en alguien de su edad, y no dejaba de hacer preguntas que Ilias no sabía bien cómo responder. El sabio caballero conocía las respuestas a la perfección; lo que no tenía muy claro era cómo explicar ciertas cosas al pequeño para saciar su sed de conocimientos sin acabar con esa inocencia anteriormente mencionada. A veces parecía misión imposible.
—Papá, ¿de dónde vienen los bebés?
El joven padre no estaba preparado para semejante pregunta. Simplemente no lo estaba. Preferiría enfrentarse a las tropas de Hades en su totalidad por sí mismo antes que responder a eso. No. Los niños no deberían aprender a hablar tan rápido. Deberían permanecer calladitos al menos hasta los quince años. Seguro que entonces la paternidad sería algo mucho más fácil, pensó mirando al niño de ojos azules que estaba sentado en su regazo.
—Vienen de la naturaleza—respondió, esperando que fuera suficiente.
—¿De dónde? ¿De los ríos? ¿De los bosques? ¿De las flores? —Regulus siguió preguntando, intentando visualizar cómo sería un bebé materializándose de la nada sobre un lecho de rosas. No tuvo mucho éxito, pero le dio tiempo a su padre para pensar algo que decir.
—Del viento. El viento es el mensajero de la tierra.
Ilias sonrió al ver a su hijo abrir los ojos como platos, como si algo hubiera hecho click en su cerebro. El niño se quedó mirando hacia el cielo, intentando relacionar lo que su padre le había contado con algo que había oído en una aldea cercana. Todo tenía sentido.
—Los bebés vienen del viento—repitió en un susurro—. Y las cigüeñas los llevan hasta sus padres. ¡Todo encaja! ¡Por eso eres el papá más listo del mundo!
Con un suspiro, el caballero de Leo se sintió como si acabara de esquivar a la muerte. Su pequeño seguía siendo un ser inocente y él había quedado como un padrazo. Cuando recibía semejantes halagos, casi se arrepentía de desear que los niños no hablaran hasta la adolescencia. Casi.
—Papá, ¿qué diferencia hay entre los chicos y las chicas?
Definitivamente, su hijo nunca debió aprender a hablar a tan temprana edad.
