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Por fin después de mucho tiempo me he decidido a escribir esta idea que traía en mente, es una precuela de mi otra historia "Nunquam", espero que te agrade porque cuidé muchísimos detalles para ser lo más fiel posible al libro número 6 de J. K. Rowling, incluso puedes echarle una ojeada y ver que todo cuadra, hasta el más ínfimo detalle =D. Además estaría encantada de que me dieras tu opinión (y lo podrás hacer, presionando el botón de "Go" que está al final de la página), ¡MIL GRACIAS!

Introducción: Porque en los libros siempre estamos con Harry, es tiempo de develar los secretos de los que ni él ni muchos otros personajes se enteraron jamás, es tiempo de revelar la verdad al mundo y mostrar la cara oscura de ciertos personajes, sus secretos y más ocultas mentiras están aquí, a tu disposición. Es el sexto año, Harry ha adquirido un libro de pociones que perteneció al "Príncipe Mestizo", pero eso no es lo más importante, lo más importante es que de Ron por fin ha brotado esa adolescencia candente que había guardado por tanto tiempo, y con quien la descarga es con Lavender, guapa e inteligente, aunque crédula, Gryffindor, Hermione no es capaz de pasarlo por alto, se siente traicionada y abatida, está triste y despresiva porque todo lo que ella creyó se ha ido por la borda; por el otro lado, Draco Malfoy ha sido forzado a convertirse en mortífago y le han encomedado la tarea de asesinar al mismísimo Dumbledore, está frustrado y enojado, su padre está en la cárcel y él no tiene ni la más remota idea de cómo cumplir a los deseos del Señor Tenebroso; los terribles sucesos que emergen con estos dos personajes, son los que los van orillando a refugiarse en las más bajas pasiones, como un consuelo de su terrible realidad.

Disclaimer: Todos y cada uno de los personajes de esta historia pertenecen a J. K. Rowling. Sin embargo todo lo que escribí aquí está en mi imaginación, Rowling debe tener otro universo en la cabeza, pero para esto es lo que en realidad sucedió, y en "Nunquam" lo que pasará.


- ARCANUS -

Memorias de los condenados


Capítulo I: Lágrimas de dolor


La noche había caído un par de horas atrás, la sensación de angustia y desgracia estresaban el estómago de Hermione, aunadas al silencio tenebroso que le brindaba la oscuridad. Lejos de la sala común, en algún rincón de algún pasillo del sexto piso, se encontraba ella, sentada, hecha un ovillo, recargada en la pared mientras abrazaba sus piernas con fuerza, tristeza e ira, sus lágrimas caían lentamente sobre su regazo, con cuidado de no hacer ruido al respirar, de no anunciar su sufrimiento.

¿Por qué tenían que ser las cosas así? En cuarto se lo había dejado bien claro al imbécil aquel, después del escándalo del baile de Navidad se lo había dicho, se le había insinuado. Pero era un auténtico idiota, y por su idiotez era que no podía evitar seguir llorando, porque una cosa era ser ingenuo y otra ¡IDIOTA! ¡Y Ron Weasley era un IDIOTA! ¡Lo era! ¡Y de lo más idiotas, si cabía! ¡Ojalá que el ataque de los pájaros lo haya dejado bien marcado! ¡Para que recuerde que con Hermione Granger nadie se mete! ¡Que se jodiera!

Aún así, no podía evitar pensar lo bonita que se había puesto Lavender ese año, hasta cierto punto podía comprender por qué Ron la había preferido a ella. Pero eso sólo había contribuido a bajar su autoestima, porque eso la hacía pensar que Lavender era más bonita que ella, y entonces se sentía como un esperpento cuya única cualidad era tener cerebro, y vaya que tenía cerebro, no fuera por Lavender que ni siquiera era capaz de notar las falsedades de la profesora Trelawney, al grado de sentirse superior por "saber cosas que otros no saben", sí, Lavender estaba hueca a su parecer, pero ¡ah! ¡Qué bonita se había puesto ese año!

Aunque claro, esa era sólo la percepción de una Hermione Granger dolida, porque Lavender en realidad no era una tonta, tampoco era tan inteligente como ella, pero al menos no era una completa inútil. Y aún así, de todas las chicas, la más cercana a Ron era ella, así que por derecho merecía ser la más encariñada con él, al menos, ¿no? Pero ¡NO! El muy cabezota andaba todo el rato libre con la tal "Lav-Lav", ¡ridículo!

El insensible pelirrojo revolcándose con Lavender en el sillón de la sala común, ¡si al menos se manosearan en privado! ¡Pero NO! ¡Con un carajo! ¡Hasta parecían orgullosos de besuquearse frente a todo el mundo! Y ella, Hermione, lo odiaba por eso, por ser un maldito exhibicionista, y lo odiaba por ser un idiota, y lo odiaba porque a pesar de todo lo seguía queriendo, y entonces se odiaba a sí misma, por no ser capaz de dejar de querer al pelmazo aquel.

Entonces, decidida a seguirlo odiando y queriendo a la vez, pero a rescatar algo de la dignidad que le quedaba, se levantó de golpe y chocó contra lo que le pareció "nada".

Cayó fuertemente de nuevo sobre el suelo y chocó su cabeza sobre la pared, tardó unos segundos en abrir los ojos y darse cuenta de que, con quien había chocado, no era nada más ni nada menos que el mismísimo Malfoy. ¡Maldita suerte la suya! Tener que venirse a topar con otro infeliz, ¡faltaba más! Esto era el colmo, después de lo que sea que dijera Malfoy, ella recogería su dignidad del suelo, le daría la espalda y se iría por donde vino, sin prestarle la menor atención.

Pero Malfoy no la insultó, estaba absorto en sus pensamientos, mirándola fijamente, pero como si realmente no la estuviera viendo a ella. Había caído sobre su trasero y tenía las manos apoyadas detrás de él, envuelto en lo que parecía una capa de color plateado. Hermione cayó en la cuenta de que se trataba de una capa de invisibilidad, pero eso no fue lo que más la impresionó, no.

Lo que impresionó a Hermione más allá de que Malfoy apareciera de la nada y no la insultara, era que tenía los ojos hinchados, rojos y húmedos. Ella conocía ese síntoma, porque ella misma lo sufría a menudo desde que Ron andaba con Lavender: acababa de llorar. Con los ojos como platos no pudo dejar de mirarlo, pues el blondo simplemente no reaccionaba.

— ¿Malfoy? —preguntó casi en un susurro— ¿estás bien? —no es que en realidad le importara, pero lo que sea que le estuviese pasando no era un lloriqueo falso como el del tercer curso, cuando Buckbeak lo había atacado. Entonces la intrigaba que hubiera algo que en verdad lograra perturbar al impasible Malfoy.

Al escuchar esas breves palabras, Malfoy sólo parpadeó y de pronto pareció conciente de lo que estaba pasando. Sin decir palabra, se levantó de donde se encontraba y caminó en dirección contraria a los baños de chicos. Hermione, aún boquiabierta, lo observó alejarse como si todo aquello hubiera sido una ilusión, como si en realidad no hubiera sucedido, así que decidió que pretendería que nunca había pasado, y no diría una sola palabra de lo que había visto.


Draco estaba desesperado, lo del collar no había funcionado, y ya estaba al borde de la decadencia. ¿Qué se supone que hiciera? No había forma... no... Dumbledore era muy difícil de engatusar, él lo sabía. Pero su cerebro se había vaciado, no sabía ya qué hacer, faltaba poco para que el lord Tenebroso lo volviera a amenazar, y él estaba hueco, tendría que volver a la Sala de los Menesteres para seguir intentando arreglar el armario evanescente.

Algunos días después se encaminó a la biblioteca para ver si hallaba algo útil, aunque lo dudaba bastante. Pero dado que el armario evanescente simplemente no daba de sí, quiso darse algunas esperanzas al buscar información.

Después de un rato de rebuscar en las estanterías sin tener éxito, escuchó que Potter y la sangre sucia se encontraban sentados en alguna de las mesas y que discutían sobre algo que tenía que ver con filtros de amor.

— ¿Cómo puede ser que esas chicas hayan entrado filtros de amor en el colegio? —preguntó Potter.

— Fred y George los han enviado camuflados como perfumes o pociones para la tos —explicó la castaña—. Forma parte de su Servicio de Envío por Lechuza.

— Veo que estás muy bien enterada.

— Lo explicaban en la etiqueta de las botellas que nos enseñaron a Ginny y a mí el verano pasado —respondió, oyéndose algo molesta—. Yo no voy por ahí poniéndole pociones en el vaso a la gente, ni fingiendo que lo hago, lo cual viene a ser...

— De acuerdo, de acuerdo —contestó cortando el morocho para que la chica no se alterara demasiado—. Lo que importa es que están engañando a Filch, ¿no? ¡Esas chicas introducen cosas en el colegio haciéndolas por lo que no son! Por tanto, ¿por qué no habría podido Malfoy introducir el collar?

Malfoy sintió una fuerte apuñalada en el estómago, así que Potter sospechaba de él. ¿Cómo era eso posible? Si había sido en extremo cuidadoso para no darse a notar.

— Harry, no empieces otra vez, te lo ruego —renegó Granger, lo cual le sorprendió sobremanera, se supone que Granger era la alcahueta de Harry Potter, así que... debería apoyarlo, ¿no es así? Entonces eso significaba que nadie respaldaba a Potter en su teoría, lo cual lo mantenía con cierta tranquilidad.

— Contéstame. ¿Por qué? —insistió el cara rajada.

— Mira —dijo Granger tras suspirar—, los sensores de ocultamiento detectan embrujos, maldiciones y encantamientos de camuflaje, ¿no es así? Se utilizan para encontrar magia oscura y objetos tenebrosos. Así pues, una poderosa maldición como la de ese collar la habría descubierto en cuestión de segundos. Sin embargo, no registran una cosa que alguien haya metido en otra botella. Además, los filtros de amor no son tenebrosos ni peligrosos...

—Yo no estaría tan seguro —masculló Potter.

— ... de modo que Filch tendría que haberse dado cuenta de que no era una poción para la tos, y ya sabemos que no es muy buen mago —llegó el momento, era suficiente por hoy, el cerebro del blondo comenzaba a fabricar algo, así que decidió que era tiempo de partir—; dudo mucho que pueda distinguir una poción de...

Los gryffindors guardaron silencio y por un momento creyó que lo habían visto escapar entre las oscuras estanterías, pero la vieja Pince había aparecido de repente y le había salvado el pellejo, lo cual aprovechó para salir corriendo hacia el pasillo y encaminarse hacia su sala común.

Pero Hermione no era ninguna tonta y después de mucho pensarlo, llegó a la conclusión de que definitivamente la señora Pince no tenía ningún asomo de cabello rubio y asumió que lo más probable era que Malfoy hubiese estado escondido tras los estantes escuchándolos, ¿por qué Malfoy? Porque de haber sido cualquier otra persona, no habría tenido la necesidad de escapar a hurtadillas.