Disclaimer: Los personajes son únicamente de Stephenie Meyer. Yo solo los utilizo para crear mis propias historias y usar la cabeza :D
ESME
Hoy fue un día común y corriente en la escuela, me hicieron un examen de inglés, y me fue muy bien.
Hablé con mis amigas, me reí con algún relato gracioso, pero como todos los días me sentí poco apreciada, como si fuera la chica tonta del grupo.
Las amistades no son algo seguro. Nunca sabes si te quieren como tú esperas, o si por dentro piensan cosas que no te dicen en persona.
Ya daba el día por finalizado aunque solo faltaban 5 minutos para que sonara el timbre, por lo que comencé a ordenar mis cosas y decidí irme sola.
En la vereda estaba lleno de chicos y chicas como todos los días, una aglomeración de gente poco saludable que te impedía pasar no era algo agradable, pero era lo de siempre, no había nada que hacer.
Apuré el paso y llegué al metro, bajé las escaleras y al pasar por el torniquete mi mochila se enredó con uno de los fierros.
Escuché a unos chicos reírse, y sin mirar atrás continué mi camino disgustada.
Al bajar las escaleras tropecé y casi me caigo, no entendía por qué se me empezaba a poner tan difícil el día que se suponía que estaba terminando.
Iba con mi abrigo puesto, era tan pomposo que al ponerme la mochila me sentía incómoda, a eso agreguémosle que estaba apurada por llegar pronto a mi casa y estar un rato a solas en mi habitación.
Ya en el tren saqué un libro y al desocuparse algunos asientos me senté y comencé a leerlo.
De pronto sentí una mirada insistente clavada en mi rostro, pero no me atreví a levantarlo por pura timidez.
Sin embargo me di cuenta de que existía la posibilidad de mirar el reflejo de la ventana, entonces me encontré con la mirada de un chico alto, delgado, de cabello rubio y ojos celestes.
Me quedé unos 5 segundos observándolo a través del reflejo y luego de sonrojarme decidí continuar con el libro, pero la verdad es que me fue imposible.
Solo intentaba calmar los nervios y relajarme, porque soy algo, neurótica a veces, claro.
Durante 15 minutos mantuve pegada la vista en el libro, y fingía leer, pero en el fondo esperaba que anunciaran la estación en la que debía bajarme para poder salir corriendo y respirar con tranquilidad.
Cuando llegué a la estación fui una de las primeras y más urgidas por salir del tren, caminé a paso rápido y subí las escaleras sin el menor cuidado de tropezar, cosa que me cobró la cuenta.
Caí de rodillas de forma patética, formando un taco de gente que pretendía subir.
El muchacho rubio se acercó y me dio la mano sonriendo amistosamente, la cogí algo avergonzada, pronuncié un "Gracias…" y me fui corriendo.
Mis padres me dicen que para tener 13 años de edad soy muy alterada, y también algo rara. Pero eso no es cierto, es solo que me dedico de lleno al estudio y no tengo tiempo para mejorar mi carácter.
En la noche me dediqué a escribir en un cuaderno todos los sentimientos que pasaron por mi corazón en tan poco rato, y me quedé pensando hasta la medianoche en el chico al que hoy conocí.
Mi pequeña pieza de paredes verdes era el lugar en donde yo imaginaba todos mis sueños, y era también el lugar en donde algunas veces rompía el esquema de pensar únicamente en la escuela y soñaba con lo que sería estar enamorada.
Porque nunca en mi vida me he enamorado, más de una vez he creído que sí, pero eso no fue más que un error.
La gente puede gustarte, atraerte, o solo llamar tu atención, pero el amor es una palabra muy grande.
Dejé algunos de mis libros en la repisa que está junto a mi cama, y apagué la lámpara procurando dormir.
El sueño me invadió, me coloqué los audífonos de mi reproductor, y comencé a soñar con la dulce melodía de la música clásica…
CARLISLE
Aún recuerdo el rostro de esa bella niña de pelo color caramelo y rostro triste.
Había un resplandor oculto en sus ojos, y no pude evitar mirarla. Ella leía un libro, deseé que me mirara pero eso no ocurrió, quería ver mis ojos en los suyos. Y no pude.
Pasaron 15 cortos minutos que se me hicieron la nada misma mientras la observaba, cuando llegamos a la estación en la que debía bajarme, ella salió de las primeras casi corriendo, sin darme oportunidad alguna de hablarle.
Decidí alcanzarla y cuál fue mi sorpresa al verla tropezando en la escalera. Me preocupé un poco, aún no la conocía pero no quería que se hiciera daño.
Toda la gente se apelotonó detrás de ella reclamando por la "imprudencia" pero yo determiné que ellos fueron los incomprensivos que no tuvieron paciencia.
Subí rápidamente y la ayudé a levantarse. Una sonrisa se extendió por mi rostro cuando caí en la cuenta de que ella debía coger mi mano para ponerse de pie, y cuando mi piel tocó la suya sentí que no había nada más alrededor.
Pronunció un "Gracias" muy bajito y se fue corriendo, huyendo otra vez. De mí, supongo.
Al llegar a mi casa mi padre estaba leyendo y al levantar la vista se puso feliz de verme.
-¡Hola, hijo mío!
-Hola, papá, ¿cómo estás?- pronuncié alegremente.
-Muy bien, querido. En la cocina está tu cena, luego ven a ayudarme a copiar estos versículos.
Le obedecí de inmediato, me dirigí a la cocina y me comí unos deliciosos tallarines con carne preparados por mi padre.
Él era un pastor anglicano, y en su tiempo libre traducía la biblia al italiano. Gracias a él yo conocía ese idioma y podía ayudarle en el arduo trabajo que se había propuesto hacer.
Trabajamos por 3 horas y luego fui a acostarme. Me quedé pensando en la pequeña, era muy linda, había algo en su rostro que me emocionaba.
Le calculé unos 13 años, no mucho, solo 3 años menos que yo.
Comencé a imaginar mi vida soñada y me vi como un gran doctor con una hermosa y amplia familia.
Luego el sueño se apoderó de mí y no supe nada más hasta el día siguiente.
ESME
Había despertado hace aproximadamente 10 minutos, y ahora miraba el techo algo atolondrada. Hoy no quería ir al colegio, tenía algunos ramos difíciles y no tenía ganas de intentar aprender.
-¡Esme! Es hora de levantarse- dijo dulcemente mi querida madre.
Ella se parece mucho a mí, es prácticamente igual a mí-salvo porque ella ya superó lo de ser poco sociable-
-¡Ya!- grité para luego levantarme con pereza e ir a la cocina por mi desayuno.
Me bebí un vaso de leche y comí algo de pan, luego fui a bañarme, y me puse a hacer tareas.
Pasó el rato y llegó la hora de almorzar, y luego, la hora de ponerse el uniforme de la escuela.
-Apúrate, hija, vas a llegar tarde- decía mi mamá de forma apremiante.
-Si, si, ya estoy lista- le dije mientras miraba el reloj.
-Procura volver de inmediato porque tu papá vuelve de España esta noche.
-Ajá- dije besando su mejilla y saliendo por la puerta principal.
Caminé hacia el metro y luego de 20 minutos llegué a la escuela.
-Hola, Esme- dijo amablemente Lucy, una niña muy agradable que se sentaba junto a mí.
-Hola, Lu
- ¿Hiciste la tarea de Biología?
-Oh, sí, y tú?
-Sí!- dijo muy orgullosa, ya que ella siempre olvidaba hacer las tareas.
-¡Qué bien, Lucy! Estoy muy contenta por ti- le dije de forma sincera.
-Gracias Esme – dijo sonriendo.
Luego de esa pequeña pero amena conversación esperamos a que nuestro profesor llegara y de ahí hasta la salida no hablé con nadie más, bueno, sí hablé con alguien, con mi profesor jefe.
Ya habíamos pasado Biología, Trigonometría, Francés, Química, y Español. Cuando ya era hora de irse, mi profesor de Español, que a la vez era el responsable del curso, se acercó a mí y me dijo que debíamos hablar.
-Bueno, dígame profesor.
- Esme… He notado que, eres algo, cerrada con tus compañeras. No compartes con nadie, y de cuando en cuando hablas con tu compañera de puesto. Estás todo el día sola y creo que lo mejor es que te cambies al otro curso, probablemente allá te den un recibimiento tan cálido que tus relaciones mejoren.
-¿Qué? ¡No! No quiero cambiarme! Quiero quedarme aquí!
-Pues entonces tendrás que demostrarme que puedes integrarte y ser más participativa.
-Pues se lo demostraré- dije enfadada, dando media vuelta y yéndome de inmediato a mi casa.
Por supuesto que no me cambiaría de curso, la otra clase estaba llena de niñas superficiales y arrogantes, en cambio en mi curso, aunque no compartía con casi nadie, las chicas me permitían encerrarme en mi mundo.
Había tardado mucho en adaptarme un poco y no tendría que empezar de cero, eso sí que no.
Me subí al tren sin darme cuenta si no hasta 5 minutos más tarde, en que choco con alguien.
-¡Podría tener cuidado?- digo algo molesta.
-¡Disculpe! ¡No fue mi intención, señorita!- dijo una melodiosa voz.
Alcé la mirada y me encontré con el chico de ayer, que miraba algo avergonzado hacia el suelo.
-Oh, no se preocupe, es solo que ando de mal humor.
Sonreí y luego me fui a sentar, y acto seguido el muchacho se sentó junto a mí.
-Qué descortés de mi parte, no me he presentado- dijo graciosamente- Soy Carlisle Cullen.
Dijo extendiendo su mano a modo de saludo.
-Bien, soy Esme Platt-
-¿Podría saber yo por qué estaba usted molesta? – dijo curioso.
-Sólo tuve un mal día, y por favor, llámame Esme, me haces sentir vieja- comenté antes de reír un poco.
-Muy bien, Esme. Y dime, ¿Cuántos años tienes?
CARLISLE
-¿Podría saber yo por qué estaba usted molesta? – dije mirando curiosamente a sus ojos.
-Sólo tuve un mal día, y por favor, llámame Esme, me haces sentir vieja- me dijo en un tono muy simpático.
-Muy bien, Esme. Y dime, ¿Cuántos años tienes? – pregunté con el fin de confirmar la edad calculada por mí.
-13 años…- dijo avergonzada- ¿y tú?
-16 – sonreí- Ah, ahora que recuerdo, espero que ayer no te hayas hecho daño en la escalera.
Esme puso una cara de pena, y solo dijo "No, no fue nada, y gracias por tu ayuda" concluyó para sonreír tímidamente.
-Por nada, es lo que todo caballero debe hacer- dije amistosamente.
Luego de unos minutos llegamos a la estación en la que debíamos bajarnos. Salimos del tren y subimos las escaleras.
-¿Y en qué escuela estudias?- pregunté de improviso.
-En la que está en la calle 40. Es solo de chicas. ¿ Y tú?
-En el instituto de la calle 15.
- Mmm… es bastante lejos.
-Pues, sí.
Caminamos hacia afuera de la estación y ya era hora de despedirse, yo debía tomar un bus y ella debía caminar.
-Fue un gusto haberte conocido, Esme- dije tiernamente, y algo nervioso.
-Lo mismo digo. –Dijo sonriendo.
Besé su mejilla, me di vuelta, y sin girar atrás me dirigí a la parada de buses.
ESME
A diferencia de ayer, mi día había terminado muy bien, llegué a mi casa tan feliz, tan feliz, que mi mamá me miraba extrañada y aprovechaba cada ocasión que tenía para besarme y abrazarme, ya que yo aceptaba sus cariños solo en momentos de felicidad.
-Esme, ve a tu habitación y tráeme … mm… tu cojín- dijo mi mamá improvisando con tal de que yo fuera a hasta allí.
Estaba tan alegre, pero tan alegre, que poco me importó que me pidiera algo absurdo. Así que fui a mi habitación y al abrir la puerta encontré a mi padre frente a mí con los brazos abiertos.
-¡Papá!- grité emocionada de verlo y corrí a sus brazos.
-Mi niña, no sabes cuánto te extrañé!- dijo besando mi cabello.
-Fueron largos dos meses sin verte, papito, de verdad que me hiciste mucha falta.
-También me hiciste falta, mi pequeña. Pero ya estoy aquí…
Papá era el único con el que compartía mis penas, ya que mi mamá era tan perjudicialmente feliz que solo tenía oídos para escuchar buenas nuevas. Si le contaba mis aflicciones de seguro deprimiría su ánimo tan tierno.
En cambio papá, él sabía todo pero todo de mí, y era la única felicidad de mi vida.
Salí de mis pensamientos mientras el abrazo se mantenía, y entonces mi madre entró a la habitación.
-Muy bien chicos, este encuentro merece una rica cena.
Esta vez comimos en el living-comedor, ya que ahora sí estábamos todos.
Mamá y papá comenzaron a hablar de todo lo que había pasado en estos dos meses, y luego mamá dice:
-Esme llegó muy feliz hoy- dijo esbozando una sonrisa que mostraba sus perfectos dientes.
-Umm… ¿Será porque llegué yo? ¿O porque algo le habrá pasado hoy?- dijo con una atisbo de malicia en sus ojos.
-Hahahahah! Porque llegaste tú!- dije riendo nerviosamente.
Luego de cenar, vimos una de mis películas favoritas de la infancia, los tres abrazados en el sillón, hasta que me dio sueño y me fui a acostar no sin antes despedirme de un beso en la mejilla de mis padres.
Dormí toda la noche como un verdadero angelito, soñando con flores, mariposas, y con cosas muy tiernas, a diferencia de cada noche que había pasado en mi vida.
Espero que les haya gustado el primer capi! :) La verdad esta historia se me ocurrió un día que volvía del liceo. Escribí como un resumen general pero algo en mi mente me dijo "no, tonta, para qué vas a escribir esto, nadie lo va a leer". Así que aborté la idea.
Peeero un día hablando con mis amigas Luna y Javiera decidí reabrir el proyecto y escribirr! :D
Porque Luna me dijo "Tienes que hacer ese fic! Y cuando grande serás escritoraa!" y yo "aww! _ "
Jojojo Ya no pesquen mis locuras :D
Saludoos a todo el mundo. El capi 2 ya lo tengo pero lo subiré solo si hay gente que lee el primero ps porque o si no de qué sirve ! e_e
Con amor :D Jacky!
