Disclaimer: Los personajes de Sailor V y Sailor Moon no me pertenecen en absoluto, son de la gran Naoko-sensei. Yo los tomo prestados solo para entretener, sin fines de lucros.
Notas de autora: Este fic participa del "reto navideño del grupo Ladies Kou", mi pareja sorteada fue KaitouXMinako.
Palabras: 3.326 sin contar disclaimer, título y notas de autor.
Ratin: T.
Género: Angst.
Plot: Navidad en el Milenio de Plata. Universo Alterno.
Post-Milenio de plata, trama a futuro.
Capítulos: Uno y un epílogo.
Protas: Kaitou Ace/Saijou Ace – Sailor Venus/Minako.
Menciones de fondo: Princesa Serenity, Principe Mamoru, Sailor Mars, Júpiter y Mercury. Menciones de Kunzite relacionadas con Sailor Venus.
"Pasado y Futuro: As de navidad"
Capítulo único
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[Contigo no hay hastío.
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Contigo no hace frío.
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Contigo no hay distancia que nos pueda dividir.
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Contigo mi enseñanza.
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Contigo mi esperanza.
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Contigo en mi destino sé que puedo revivir.
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Aunque la tierra pare de girar.
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Aunque tus años me pudieran alejar.
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Aunque tu mano no me llegue a tocar.
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Yo sé que estas,
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Yo sé que estas.]
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Milenios atrás, el milenio de plata resplandecía en su máxima potencia. El reino de la Luna y de la Tierra vivían en armonía, siempre respetando las condiciones que se habían decretado de que tanto uno como el otro no podía intervenir en los problemas del otro exceptuando casos extremos.
Y hablando de máximo esplendor en cuanto al reino lunar, la reina Serenity había anunciado en las ya acostumbradas cenas, que para navidad, los reyes y los súbditos de la Tierra, llegarían a la Luna en un día terrestre a celebrar los festejos.
Los pálpitos de la princesa Venus aceleraron de solo pensar que su Kunzite estaría en horas con ella, compartiendo lo que sería una de las primeras celebraciones de navidad en el reino lunar, ya que era la primera que eso pasaría.
Por otro lado, una punzada le dio en su pecho, cuando por su mente sonó el nombre de su "adonis" venusiano, ahora parte de los Shitennou.
Danburita, de nombre, Kaitou Ace, fue un amor platónico para ella antes de tomar su lugar como líder de las sailor scouts. Él arriesgaba su vida por ella, y la protegía de todo aquél que quisiera dañarla en cualquier sentido.
Pero… su deber se anteponía a lo que ellos quisieran que sucediera. No se sabía si era amor, simplemente Venus tenía un gran cariño y gran estima por él, y Kaitou le retribuía de la misma manera.
Había sido su soldado más fiel, pero cuando la convocatoria para ser la líder de las scouts había llegado a manos de su progenitora, Afrodita, todo se había terminado para ella, dejando atrás una familia y un pueblo al que, por razones obvias, debía renunciar, y eso significaba, renunciar al amor.
Ahora que caía en la cuenta, Venus tenía mucho tiempo de no ver a su adonis. Supo por medio del general Kunzite que sería el quinto Shitennou a prueba para proteger la vida del príncipe Mamoru.
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Todo estaba listo para recibir a los reyes y a todo el séquito de la Tierra. El cuerpo de Venus temblaba. Ni ella sabía porque.
La mano de la princesa Marte tocó su hombro, haciéndola sobresaltar en su lugar. Su cara estaba pálida, su respiración era agitada, a la vez que sudaba.
—Venus, te ves mal, ¿te sientes bien? Sí quieres, le reporto a la reina de tu estado…
—No te preocupes Mars — dijo ella con una sonrisa fingida para aparentar que no tenía nada —. Estas cosas me emocionan… más por Serenity… claro.
Mars no se lo creyó, pero en silencio, respeto las palabras de su líder, aunque ella como segunda al mando, debía ayudarla. Era su obligación.
Mientras que los reyes ya habían pasado en el desfile de gente, apareció el príncipe Mamoru, y detrás de él, los cinco generales.
Kunzite, como el líder, luego Zyocite, Jedite, Neprhite y Kaitou pasaron por delante de las scouts.
El corazón de Venus subió y bajo tantas veces que hasta ella misma perdió la cuenta. Sus ojos no hicieron más que verlo pasar delante de ella, y se encontró con que él… la estaba mirando, haciéndole sentir un fuego interno en su cuerpo.
Las cataratas de sensaciones eran indescriptibles. Mars, ni lenta ni perezosa, siguió con la mirada lo que Venus venía observando, y para su clara sorpresa, no era Kunzite.
—Kai— la boca de Mars fue tapada, interrumpiendo lo que iba a decir, por la mano enguantada de Júpiter, que con discreción, negaba con la cabeza y le pedía con la mirada que se callará.
Pero la diosa de marte, en vez de enojarse, le sonrió a medida que la castaña le fue bajando la mano, como si tramará algo.
Las mejillas de la rubia estaban teñidas de un rojo carmesí muy brilloso por cierto… y notables también ¿por qué no? ¿Y por qué será también?
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El almuerzo navideño estaba listo. Solo faltaban los invitados de honor.
Las sailor scouts se encontraban escoltando a sus reyes y a su princesa detrás de las sillas correspondientes.
— ¡Chicas! Tomen asiento por favor — pidió dulcemente la reina Serenity. Algo que fue inesperado para ellas, ya que por protocolo, no participaban de estos eventos.
La líder tomó la palabra.
—P-pero su m-majestad…
—Es una orden — dijo dulcemente y luego les sonrió la reina —. Quiero que participen hoy, que dejen de ser las Sailors de mi hija Serenity, y que sean como mis hijas, porqué son tan parte de esta familia… más que mi propia familia.
Las chicas simplemente agradecieron con la cabeza y se sentaron en la mesa, de más está decir que estaban apenadas.
En la cabecera estaba sentada la Reina Serenity, a un costado su hija Serenity, y en orden desde la líder, seguida de Mars, Júpiter y Mercury.
Por la otra puerta, entraron los reyes de la Tierra, el príncipe Mamoru, y los shitennou.
Venus tomó otro respingo al cruzar miradas con el último de los shitennou. Éste estaba serio, no mostraba algún signo amistoso. Simplemente había frialdad en sus ojos verdosos. No el brillo que Sailor Venus recordaba.
Una punzada filosa y fuerte le había dado en su corazón, y por reacción, miro a su princesa, con una sonrisa fingida obviamente.
La que no estaba excepta de esto, era Sailor Mars, que no le sacaba la mirada de encima.
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El almuerzo había transcurrido normalmente. Kunzite estaba sentado frente a la diosa de Venus, y al cruzar alguna que otra mirada con ella, la respuesta no era la habitual. En las pocas ocasiones que se habían encontrado, siempre había sonrisas, guiños, invitaciones nocturnas y clandestinas incluso, con el "no-apoyo" de sus compañeras Júpiter y Mars.
La excusa siempre era, "escoltar a la princesa y al príncipe Mamoru-san".
Pero esta vez, la presencia de Kaitou había opacado un poco las cosas. Claramente, Kunzite no tenía ni un pelo de tonto, y se había percatado enseguida. Algo que simplemente le molesto, pero que tampoco intentaría meterse, ya que simplemente, sabía que este nuevo general venía del mismo planeta madre de su "prometida".
Después del postre, la reina dio la orden de dispersarse por el reino, y anuncio la reunión y el ritual de copas para las once de la noche.
Inmediatamente que la princesa se puso de pie, atrás le siguieron Venus, Mars, Júpiter y Mercury, sin perderle el paso. Era obvio que en el jardín, se encontraría con su gran amor.
Pero se notaba un atisbo de incomodidad en la rubia venusiana. Un comportamiento que sus compañeras jamás habían visto de ella, pero que simplemente la dejaron pasar.
El reflejo del Sol en la Luna había empezado a bajar de a poco, las chicas no sacaban sus ojos de encima de la princesa del reino y del príncipe terrestre.
—Venus — la princesa, de una forma un poco infantil, corrió hacia ella donde estaba ella, con una gran sonrisa, que iluminaba el lugar donde estuviera. Venus no pudo evitarlo y se sintió contagiada de eso —. Iré un momento a la fuente —Venus estaba parada frente a una columna, pero sin mirar nada en especial. Menos mal que Mars decidió intervenir, porque la rubia en-realidad no sabía muy bien donde estaba parada.
—Yo iré — Mars le apretó el hombro a Venus.
— ¿Sucede algo? — preguntó la princesa al ver la reacción de la morocha y notar que la rubia no sabía ni que decir.
—Sailor Venus está un poco estresada princesa — le dijo la diosa de Marte con mucho respeto. Luego la tomó de los hombros —. Vamos, vamos, antes de que la Reina nos llame — sin dejar que la princesa dijera algo, la llevo directo a la fuente, se giró un poco para ver a su líder y dejarla tranquila de que nada iba a pasarle a su princesa.
Venus se llevó las manos a la cara. Todo le daba vueltas.
Sola. Se había quedado sola.
Relajo su espalda contra una de las columnas y su cuerpo se fue desplazando hasta quedar sentada en el piso.
Alguien se arrodilló a su costado.
— ¿Por qué tan triste, gran Diosa Venus?
Le preguntó una voz masculina, que ella conocía muy bien. Y que le hizo erizar el bello de su nuca, creyendo que en este momento, no la escucharía.
Lentamente, levanto la mirada, hasta encontrarse con la mirada grisácea de Kunzite.
Obviamente, ese hombre estaba algo desconcertado, porque no imaginaba ese tipo de encuentro y menos en ese tipo de ocasión, dónde se suponía, sería una noche de amor y paz.
La princesa Venus no podía hablar a esas alturas. Kunzite pasó una de sus enguantadas manos dulcemente por la mejilla de la muchacha, teniendo como respuesta que ella le tomará la mano, como si su vida dependiera de ello.
Desde algunos arbustos cercanos a estos, Kaitou observaba atentamente la escena, apretando su puño con impotencia, pero soportando el momento.
Una sonrisa de parte del general, alivio un poco a Venus.
—Escondido desde las sombras, no lograrás nada—Júpiter, se acercó al oído de Kaitou. El platinado no reacciono como para responderle, pero esas palabras eran tan ciertas—. No perderás nada con hablarle.
El peliplateado lo pensó, el problema era que Kunzite no se despegaba de ella.
Nephrite llegó a ellos, sonriéndole a Júpiter, y tomando el hombro de su colega.
—No te preocupes si es por él. Kunzite hace la vista gorda nada más.
E inmediatamente, Nephrite salió de donde estaba, para llegar a Kunzite y Venus. Eso hizo que la Sailor se pusiera de pie, seguido del general.
—El Rey Mamoru, nos está llamando — dijo directamente. Luego hizo una reverencia a la diosa de Venus, y ella la devolvió.
—Vamos— Kunzite no quito su vista de Venus, quedando un poco preocupado de dejarla sola.
Finalmente los dos generales marcharon hacía el palacio, dejando a una desolada Venus, a la intemperie.
La mano de Júpiter se posó en el hombro del último general.
—Es tu momento — dijo en un tono amenazante —. Sabemos tu historia, más no tus intenciones… que te quede claro.
Kaitou asintió ante la advertencia de la castaña. Se puso de pie y camino lentamente hacia Venus.
Ella sintió unos pasos acercándose, y su frente sudo como nunca antes. Kaitou, de su bolsillo, fue sacando una carta "As de corazones", aunque su mirada permanecía fría. Venus se frotaba los brazos, no hacía frío pero ella estaba nerviosa de la situación, cerró los ojos para no verlo, porque sí lo hacía… moriría de amor por él… como tuvo que morir su corazón alguna vez.
Y como ella se rindió, también su cuerpo, se había paralizado, todo su ser no le respondía.
¿Qué iba a hacer? ¿Se iba a acobardar una vez más como lo había hecho cuando renuncio a todo, incluso a su amor?
Pero cuando quiso darse cuenta, el As de corazones estaba frente a sus ojos. Venus no quería voltear a verlo.
—No me lo hagas más difícil, Minako — ese nombre. ¡Ese maldito nombre con el que cariñosamente la llamaba cuando intimaban!
—Saijou — fue lo único que pudo responder la rubia.
— ¿Aún… puedo llamarte "Minako"? — dijo tiernamente Kaitou, ablandando su mirada, más no su tono de voz.
—Minako, es un nombre que me trae recuerdos — respondió, tratando de evadir su pregunta, luego prosiguió—. Esto está mal. No deberíamos estar aquí… a-a escondidas de todos…y-y — Kaitou la silencio, llevando un dedo a su boca, mientras la acorralaba contra la columna, haciéndola sentir más nerviosa.
—No pensé volver a verte, honestamente lo digo — Kaitou bajo lentamente su dedo índice, apoyando su mano con la carta contra la columna, mientras que con la otra, acariciaba el pelo de Venus. No la dejo responder, ya que eso había dolido —. Tampoco creía que podía estar en este lugar. ¿Tienes idea de lo que sentí al verte marchar?
La rubia negó con la cabeza.
Se debe de sentir… como me siento yo ahora… con el corazón partido, y un frío en el cuerpo. Un dolor desgarrador en el pecho y con ganas de arrancarte el corazón.
Kaitou fijo su mirada en los orbes celestes, sonrió amargamente, y se detuvo de acariciar el pelo de Venus. Ella respiraba nada más, con lágrimas en los ojos.
—Shhh. No es momento de llorar — Venus no pudo descifrar si era irónico o sí lo decía en verdad.
—Kaitou… yo… mi deber… — sus palabras no estaban en orden, mientras rompía en llanto. El peliplata no pudo aguantarse en limpiarle las lágrimas —. Tú no comprendes, y no comprendiste que mi deber… mi destino… ya estaba trazado.
—Podías decir que no.
—Pero no podía.
Kaitou sintió un gusto amargo por la decisión en sus palabras.
—Tu deber era para con nosotros…
—Mi deber es proteger a mi princesa — Venus no dejaba de llorar, algo que al hombre le partía en mil pedazos, pero no bajaría su hombría ante esta situación —. Mi amor es hacía ella.
Claramente, él entendió el significado de ese "amor".
— ¿Y nosotros? ¿Tu pueblo? ¿Tu familia? ¿Yo? ¿Algo de eso importo?
— ¿Crees que no? — respondió ella en un hilo de voz, sin bajar su mirada.
—No. Nunca más has vuelto. Solo supimos que serías la líder de las guerreras de la Luna.
—Saijou — intentó débilmente mantener la cordura —. No es momento de hablar de eso.
— ¿Y cuándo lo será? — Kaitou golpeó la columna, Venus se mantuvo firme y manteniendo la calma —. No habrá nunca más un encuentro. Porqué después de esto, la Luna y la Tierra, estarán en guerra.
Venus sabía del don de la videncia que tenía Kaitou a través de las cartas, y que en muchas ocasiones, lo que él decía, se cumplía… menos que su amor, no sería correspondido. Le sorprendió, ya que al parecer, todo venía bien, pero esto fue como un golpe duro hacía ella. Y sobre todo a su princesa.
—Saijou, no puedes decir eso…
—Escúchame bien, Minako. Me importas, y demasiado, y sé que me meteré en muchos problemas, pero ya nada más importa, solo me importa verte… aunque sea por última vez.
Los ojos de la venusiana se iluminaron, y su corazón palpito con mucha más fuerza. Ella dejaría fluir la situación a estas alturas.
—Quería decirte, que aún, desde las sombras, te sigo amando — la voz de Kaitou se fue quebrando, al igual que su entereza —. Tuve que soportar verte cerca de Kunzite. Nunca lo imagine de ti. Siempre creí que tú me seguías amando.
Más dolor.
—Tal vez, tú no valgas mis lágrimas, pero yo jamás podré olvidarte. Nunca. Ni esta ni en la otra vida. Estamos destinados, a no ser correspondidos.
Correspondidos.
—Dame la oportunidad, esta noche, de sentir tus labios, de tocar tu piel… déjame amarte, solo hoy.
Su corazón se detuvo, al igual que su respiración. Venus quería decirle que ella sentía lo mismo. Que ella jamás lo pudo olvidar, que siempre fue todo para ella.
Por cosas del destino, mal o bien, Kaitou miró hacia arriba, haciendo que ella lo siguiera con la mirada, hasta encontrarse con un muérdago.
Venus se había olvidado que todo el palacio estaba decorado con miles de ellos. Y Justo allí, tenía que estar uno. ¡Maldita sea!
—No es fácil esto para mí. De repente llegas a ser parte de los shitennou, estás aquí, delante de mí, me dices todo eso, y luego… me quieres besar; ¿Por qué haces esto? — su voz termino de resquebrajarse.
—Linda Minako. Soy débil. Lo sabes — la sonrisa amarga, había cambiado a una de tristeza —. Suena enfermo ¿no? Pero… llegué hasta aquí, por ti. Porque quiero… que volvamos a estar juntos, antes de que todo pase. Aún tenemos una oportunidad.
—No puedo hacerlo — con mucho dolor respondió Venus, llevándose una mano al corazón, como sí eso doliera y, además, haciéndole doler de la misma manera o peor a Kaitou —. Y créeme que me dolerá, y lo lamentare.
Sin previo aviso, esta vez fue ella quien lo beso.
El peliplata no lo espero, y menos de la rubia… pero él no tardó mucho en corresponderle, cerró los ojos por un momento, mientras pasaba una de sus manos por su mejilla. Sentir sus labios calientes, como aquella vez, cuando se despidieron… sentir la dulzura y la amargura, algo que no era cómodo, pero a la vez, se sentía en el cielo. Era un beso incomodo, inseguro, pero con muchas fuerzas, afianzador, como si sus vidas, dependiera de ese beso. Kaitou trato de reconfortarla para que se relajara, y que los dos, pudieran tocar las infinitas estrellas con las manos, al mismo tiempo. Era su momento de amar, porqué más de eso, otra oportunidad no había… o tal vez sí. El futuro era incierto hasta ahí
Pero de repente, sintió un líquido tibio rozar sus dedos.
Cuando los orbes verdes enfocaron bien, encontraron lágrimas derramando por el rostro de Venus. Enseguida se detuvo, y al encontrar sus miradas; la rubia quiso ocultarse llevándose sus manos a su rostro, pero Kaitou no se lo permitió, limpiando sus lágrimas tibias con besos y con sus manos.
— ¿Por qué? — fue lo único que quiso saber Kaitou, confundido, enojado, feliz… muchos choques de sentimientos se cruzaban.
—Porqué… — Venus tirito del llanto —, aunque se acabe el mundo — le sonrió con profunda tristeza —. No puedo estar contigo.
Kaitou quería creer que ella solo estaba confundida por la emoción, pero vio en sus ojos la sinceridad de cómo lo decía… y no había titubeos en sus palabras. Resigno nuevamente todo lo que él creía que no debía resignar, todo lo que había apostado para jugarse por ella. Todo lo que él había sacrificado también lo tenía que tirar a la basura.
¿Otra vez? ¿Renunciar al amor?
—Saijou — ella susurró tiernamente, mientras se fundían en un abrazo, aun estando en shock —. Quiero disfrutar, de esta navidad, aunque sea… viendo tu rostro feliz… y eso dejará mi alma en paz cuando deje este mundo, y lo dijo como si lo tuviera asumido.
Cuando Kaitou quiso responder, la voz de Mercury los interrumpió.
—Es hora del brindis… — gritó cerca de ellos, pero sin verlos.
Lo único que pudo hacer, es tomar su mano, para ayudarla a levantarse, volvió a limpiar sus lágrimas, y dijo:
—Seré feliz, si sé que tú lo eres — él le clavó su mirada verdosa, para cerciorarse que lo decía enserio y esperando su respuesta.
Venus, le sonrió, como sí la pregunta de Kaitou, fuera la pregunta más tonta… pero la más hermosa del Universo entero.
—Claro que lo soy. Soy feliz, por tenerla a ella…
Trago duramente saliva.
—Espero… que en la otra vida… pueda hacerte feliz — lo último lo dijo en un susurro, tirando el As de corazones por algún lugar. Obviamente, la rubia no lo había escuchado, porqué se había adelanto, y Kaitou, sonrió nuevamente… pero con tristeza.
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Cuando dieron las doce, todos chocaron sus copas al grito de ¡Feliz navidad! El único que se quedó quieto, viendo todo, fue Kaitou. Vio a Venus sonreírle a su princesa, chocar sus copas con ella, y abrazarla. La veía feliz. Mucho más que feliz que en otras ocasiones.
Entonces, comprobó que su futuro, era muy cierto. Y que aunque diera sus esfuerzos al máximo, al menos en esta vida, su amor, no sería correspondido.
—Mi deseo de navidad —el susurro de la rubia, llego a sus oídos, haciéndolo palidecer, al sacarlo de sus pensamientos —, es que en la otra vida, pueda pasar otra navidad, a tu lado. Sin tener obligaciones, ni nada que se interponga entre nosotros… Te amo… Saijou.
Ella se alejó de él, lo miró, le sonrió, y le hizo una pequeña reverencia. El general entendió que era la despedida definitiva, y después de saber que vendría una guerra entre la Tierra y la Luna; allí era dónde iba el punto final, y que no había forma de sacarlo.
Al menos, habían deseado lo mismo, para una próxima navidad… después de dejar sus almas descansar, por un milenio…
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Hasta el fin del mundo te iría a buscar
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De ti nada me puede separar
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Cruzaría los siete mares hasta llegar a ti.
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Hasta el fin del mundo te seguiré
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Donde sea que estés yo te encontrare
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Nada en mi es más, importante que vivir junto a ti.
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Un milenio después…
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Continuará.
Notas finales:El próximo capítulo, será el epílogo y final. No se crean que voy a dejar esto así…
Espero que les haya gustado. Es la primera vez que hago un fic de esta pareja muy poco explotada en el fandom.
¡Les deseo suerte a las participantes del reto!
Saludos.
Yuki Lunar.
