Hola a todos. Este es mi primer fic de Gravitation, así q a saber lo q
puede salir de esta mente enferma mía... ^^ En fin, espero que os guste.
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Volvamos a la época en la que Yuki aún se llamaba Eiri, antes del viaje a Nueva York, antes de su profesor, antes de Shuichi, antes de todo. Volvamos al verano en el que Eiri tenía quince años y todavía era feliz.
El joven Tohma Seguchi subía las escaleras de la casa de verano de los Uesugi. Había ido a devolverle un libro a Eiri-san, pero su padre le dijo que los chicos no estaban en casa, sólo Mika.
- Bien, se lo dejaré a ella. Así podré saludarla. Hace ya días que no la veo ^_^
- Claro Seguchi, sube. Ella también estará contenta de verte.
No se podía dejar escapar a un chico así. Había que procurar tenerlo contento y conseguir el compromiso para su pequeña. Un padre nunca debe descansar en lo que se refiere a procurarles un buen futuro a sus hijos. Especialmente si es una hija porque, después de todo, si no la casaba bien, ¿qué sería de ella?
- Mikaaaaaaaa, cómo est... ^^''
Tohma había abierto la puerta de la habitación para encontrarse a Mika en una extraña postura de contorsionismo, con un bonito vestido de verano... que tenía media espalda abierta. Por lo visto tenía problemas con la cremallera.
- Ups¡¡ Creo que debí haber llamado... ¿Vestido nuevo, Mika-san?
- Em. . . Sí. . . Me lo estaba probando y. . .
Mika se había puesto ligeramente colorada. Se la veía muy incómoda por haberla cazado en aquella postura tan grotesca. Parecía que quería decir algo más pero que había cambiado de opinión justo antes de que las palabras salieran de su boca.
- ¿Te ayudo con eso? – Tohma señalaba la cremallera de la discordia.
- S-sí. Gracias.
El rubio (e inesperado) visitante entró en la habitación luciendo su habitual sonrisa. Uf, menos mal que se había ofrecido él. La excusa de la cremallera ya estaba muy sobada y, aunque no era realmente una excusa, podía parecerlo. Y de lo que menos ganas tenía ella era de quedar como una de aquellas estúpidas que revoloteaban constantemente a su alrededor, acosándole con sus tonterías. Especialmente después de que le viera haciendo cosas raras para abrochase el maldito vestido.
Los dedos de Seguchi recorrieron lentamente su espalda, fríos y cuidadosos, haciéndola estremecer. Cerró los ojos para disfrutar de aquella sensación, sintiendo que su respiración se hacía más pesada, y cuando aquellos dedos llegaron a la nuca, tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para contener un suspiro de placer.
- Bien, esto ya está. A ver, déjame verlo ^_^
El chico se sentó en su cama para observarla de arriba abajo. Alabó con entusiasmo el vestido, su buen gusto para la ropa, le preguntó si se lo pondría al día siguiente cuando fueran todos juntos a comer, la hizo darse una vuelta y pasearse de punta a punta de la habitación, riendo y aplaudiendo, celebrando el estar disfrutando de un "desfile para mí solo".
- Es un bonito vestido, Mika-san.
La joven Mika estaba de pie frente a él. La expresión seria y responsable que la caracterizaba, la que le habían impuesto unas obligaciones demasiado duras para su edad, había vuelto a su cara.
- ¿Tú crees?
- Por supuesto ^_^
Mika seguía quieta frente a él. Su mirada se había vuelto más intensa.
Con decisión, la chica levantó los brazos para alcanzar la maldita cremallera, rogando a todos los dioses en los que ya no creía que no volviera a jugársela. ZZZZZZZIIIIIIIIIP Por suerte, era más fácil de bajar que de subir. La verdad es que estaba sorprendida de ella misma, pero no sentía nada de vergüenza. Como la cosa más normal del mundo, bajó los tirantes del vestido y dejó que se deslizara a lo largo de su cuerpo, hasta caer al suelo.
Ahora estaba en ropa interior frente a él, completamente tranquila y segura de sí misma.
- ¿Y yo, crees que soy bonita?
Mika se sabía guapa. No despampanante, pero sí guapa. Había notado como la miraban los hombres por la calle con la ropa ligera de verano. Desde luego, de un modo muy diferente de como la miraban (o mejor dicho, no la miraban) el año anterior, cuando parecía un palo vestido y les sacaba una cabeza de altura a todos los chicos de su clase. Eran miradas de codicia. . . de hambre. . .
La sonrisa de Tohma no languideció ni un ápice. El chico la miraba como quien valora un cuadro, con frío interés. "Bueno, ¿y qué esperabas, estúpida? Está harto de verte en bañador." Mika se amonestaba mentalmente, empezando a preguntarse si estaba haciendo el ridículo.
- Por supuesto que sí, Mika-san. Siempre he pensado que eras una chica muy bonita.
No fue aquella frase, ni el tono de su voz, ni su postura, que no había variado en absoluto. Pero hubo algo, algo intangible, que hizo que le aire entre ellos se volviera más denso. Y Mika supo que había ganado, al menos la primera batalla.
Se sentó en la cama junto a él. Echó el cuerpo un poco hacia atrás, apoyando su peso sobre las manos, cruzó las piernas de la manera que su padre tantas veces le había repetido que no era propio de las señoritas, y se le quedó mirando unos segundos, desafiante.
- Mentiroso.
- Pero. . . ¿Por qué mentiroso, Mika-san? ^_^
- Tú no piensas nada de mí.
- Jajajajaja. . . Mika–san, hay muchas cosas que yo pienso, pero que no digo – Se acercó más a ella – Y entre ellas está. . . – Sus grandes ojos verdes sostenían la mirada de su amiga de la infancia, con un brillo pícaro. Empezó a deshacer la cola de caballo en la que ella se había recogido el pelo y, mientras seguía hablando, acomodaba su bonito cabello castaño a los lados de su cara – . . . el hecho de que siempre he creído que eras una chica preciosa. Sí, preciosa – Se apartó un poco, para admirar su obra - ¿Y yo? ^_^
Así que ahora le tocaba a ella. La mirada hambrienta de los hombres que acababa de recordar se apoderó de sus ojos. ¿Le estaba preguntando si le encontraba guapo? Por supuesto que no. Preguntar semejante obviedad no hubiera sido propio de Tohma Seguchi. Tohma le estaba preguntando si pensaba coger lo que su mirada codiciosa le estaba diciendo que quería. Y lo pensaba coger. Por primera vez en mucho tiempo, iba a hacer lo que de verdad quería, pensando sólo en ella. Seguchi sería suyo, y no pensaba esperar a tener ningún documento firmado para tenerle.
Mika se acercó más a él, hasta que sus narices casi se tocaron. Levantó una mano para retirar los mechones rubios de su frente, acariciar con las puntas de los dedos la mejilla de Thoma, su piel de porcelana, con un ligero tono rosáceo, tan suave. . . su nariz, sus labios, . . .
- Precioso. . . – Dijo en un suspiro – El ser más precioso que he visto jamás. . . – Y los labios de Mika se posaron sobre la eterna sonrisa, que enseguida fue acariciada por su lengua. La boca de su ángel rubio respondió al beso con voluptuosidad, su lengua acarició la suya sin ninguna reserva ni asomo de timidez, proporcionándole más placer del que nunca se había atrevido a imaginar, los labios carnosos y húmedos de Tohma devoraban los suyos con calmada precisión. Notó la sonrisa aún presente en aquellos labios cuando se desplazaron por su mejilla, el lóbulo de su oreja, su cuello. . .
No había de qué preocuparse. Su padre era muy permisivo si de Seguchi se trataba. Le dejaría quedarse en su habitación todo el tiempo que quisiera. Podía recrearse desabrochando poco a poco su camisa, deslizar las manos sobre su blanco pecho, disfrutar de sentir aquel cuerpo de marfil sobre el suyo. . . Thoma podría hacer lo que quisiera con ella y nadie les molestaría.
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Bien, hasta aquí el primer capítulo. La historia ya la tengo más o menos pensada, pero se aceptan todo tipo de sugerencias, recomendaciones, correcciones, tomatazos. . . Siempre ayudan ^^
En el siguiente capítulo tengo pensado que Tohma se vea bastante más perverso que en este.
Pues esto es todo por ahora, me retiro a consultar a las musas. Espero q os haya gustado.
Saludos a todos.
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Volvamos a la época en la que Yuki aún se llamaba Eiri, antes del viaje a Nueva York, antes de su profesor, antes de Shuichi, antes de todo. Volvamos al verano en el que Eiri tenía quince años y todavía era feliz.
El joven Tohma Seguchi subía las escaleras de la casa de verano de los Uesugi. Había ido a devolverle un libro a Eiri-san, pero su padre le dijo que los chicos no estaban en casa, sólo Mika.
- Bien, se lo dejaré a ella. Así podré saludarla. Hace ya días que no la veo ^_^
- Claro Seguchi, sube. Ella también estará contenta de verte.
No se podía dejar escapar a un chico así. Había que procurar tenerlo contento y conseguir el compromiso para su pequeña. Un padre nunca debe descansar en lo que se refiere a procurarles un buen futuro a sus hijos. Especialmente si es una hija porque, después de todo, si no la casaba bien, ¿qué sería de ella?
- Mikaaaaaaaa, cómo est... ^^''
Tohma había abierto la puerta de la habitación para encontrarse a Mika en una extraña postura de contorsionismo, con un bonito vestido de verano... que tenía media espalda abierta. Por lo visto tenía problemas con la cremallera.
- Ups¡¡ Creo que debí haber llamado... ¿Vestido nuevo, Mika-san?
- Em. . . Sí. . . Me lo estaba probando y. . .
Mika se había puesto ligeramente colorada. Se la veía muy incómoda por haberla cazado en aquella postura tan grotesca. Parecía que quería decir algo más pero que había cambiado de opinión justo antes de que las palabras salieran de su boca.
- ¿Te ayudo con eso? – Tohma señalaba la cremallera de la discordia.
- S-sí. Gracias.
El rubio (e inesperado) visitante entró en la habitación luciendo su habitual sonrisa. Uf, menos mal que se había ofrecido él. La excusa de la cremallera ya estaba muy sobada y, aunque no era realmente una excusa, podía parecerlo. Y de lo que menos ganas tenía ella era de quedar como una de aquellas estúpidas que revoloteaban constantemente a su alrededor, acosándole con sus tonterías. Especialmente después de que le viera haciendo cosas raras para abrochase el maldito vestido.
Los dedos de Seguchi recorrieron lentamente su espalda, fríos y cuidadosos, haciéndola estremecer. Cerró los ojos para disfrutar de aquella sensación, sintiendo que su respiración se hacía más pesada, y cuando aquellos dedos llegaron a la nuca, tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para contener un suspiro de placer.
- Bien, esto ya está. A ver, déjame verlo ^_^
El chico se sentó en su cama para observarla de arriba abajo. Alabó con entusiasmo el vestido, su buen gusto para la ropa, le preguntó si se lo pondría al día siguiente cuando fueran todos juntos a comer, la hizo darse una vuelta y pasearse de punta a punta de la habitación, riendo y aplaudiendo, celebrando el estar disfrutando de un "desfile para mí solo".
- Es un bonito vestido, Mika-san.
La joven Mika estaba de pie frente a él. La expresión seria y responsable que la caracterizaba, la que le habían impuesto unas obligaciones demasiado duras para su edad, había vuelto a su cara.
- ¿Tú crees?
- Por supuesto ^_^
Mika seguía quieta frente a él. Su mirada se había vuelto más intensa.
Con decisión, la chica levantó los brazos para alcanzar la maldita cremallera, rogando a todos los dioses en los que ya no creía que no volviera a jugársela. ZZZZZZZIIIIIIIIIP Por suerte, era más fácil de bajar que de subir. La verdad es que estaba sorprendida de ella misma, pero no sentía nada de vergüenza. Como la cosa más normal del mundo, bajó los tirantes del vestido y dejó que se deslizara a lo largo de su cuerpo, hasta caer al suelo.
Ahora estaba en ropa interior frente a él, completamente tranquila y segura de sí misma.
- ¿Y yo, crees que soy bonita?
Mika se sabía guapa. No despampanante, pero sí guapa. Había notado como la miraban los hombres por la calle con la ropa ligera de verano. Desde luego, de un modo muy diferente de como la miraban (o mejor dicho, no la miraban) el año anterior, cuando parecía un palo vestido y les sacaba una cabeza de altura a todos los chicos de su clase. Eran miradas de codicia. . . de hambre. . .
La sonrisa de Tohma no languideció ni un ápice. El chico la miraba como quien valora un cuadro, con frío interés. "Bueno, ¿y qué esperabas, estúpida? Está harto de verte en bañador." Mika se amonestaba mentalmente, empezando a preguntarse si estaba haciendo el ridículo.
- Por supuesto que sí, Mika-san. Siempre he pensado que eras una chica muy bonita.
No fue aquella frase, ni el tono de su voz, ni su postura, que no había variado en absoluto. Pero hubo algo, algo intangible, que hizo que le aire entre ellos se volviera más denso. Y Mika supo que había ganado, al menos la primera batalla.
Se sentó en la cama junto a él. Echó el cuerpo un poco hacia atrás, apoyando su peso sobre las manos, cruzó las piernas de la manera que su padre tantas veces le había repetido que no era propio de las señoritas, y se le quedó mirando unos segundos, desafiante.
- Mentiroso.
- Pero. . . ¿Por qué mentiroso, Mika-san? ^_^
- Tú no piensas nada de mí.
- Jajajajaja. . . Mika–san, hay muchas cosas que yo pienso, pero que no digo – Se acercó más a ella – Y entre ellas está. . . – Sus grandes ojos verdes sostenían la mirada de su amiga de la infancia, con un brillo pícaro. Empezó a deshacer la cola de caballo en la que ella se había recogido el pelo y, mientras seguía hablando, acomodaba su bonito cabello castaño a los lados de su cara – . . . el hecho de que siempre he creído que eras una chica preciosa. Sí, preciosa – Se apartó un poco, para admirar su obra - ¿Y yo? ^_^
Así que ahora le tocaba a ella. La mirada hambrienta de los hombres que acababa de recordar se apoderó de sus ojos. ¿Le estaba preguntando si le encontraba guapo? Por supuesto que no. Preguntar semejante obviedad no hubiera sido propio de Tohma Seguchi. Tohma le estaba preguntando si pensaba coger lo que su mirada codiciosa le estaba diciendo que quería. Y lo pensaba coger. Por primera vez en mucho tiempo, iba a hacer lo que de verdad quería, pensando sólo en ella. Seguchi sería suyo, y no pensaba esperar a tener ningún documento firmado para tenerle.
Mika se acercó más a él, hasta que sus narices casi se tocaron. Levantó una mano para retirar los mechones rubios de su frente, acariciar con las puntas de los dedos la mejilla de Thoma, su piel de porcelana, con un ligero tono rosáceo, tan suave. . . su nariz, sus labios, . . .
- Precioso. . . – Dijo en un suspiro – El ser más precioso que he visto jamás. . . – Y los labios de Mika se posaron sobre la eterna sonrisa, que enseguida fue acariciada por su lengua. La boca de su ángel rubio respondió al beso con voluptuosidad, su lengua acarició la suya sin ninguna reserva ni asomo de timidez, proporcionándole más placer del que nunca se había atrevido a imaginar, los labios carnosos y húmedos de Tohma devoraban los suyos con calmada precisión. Notó la sonrisa aún presente en aquellos labios cuando se desplazaron por su mejilla, el lóbulo de su oreja, su cuello. . .
No había de qué preocuparse. Su padre era muy permisivo si de Seguchi se trataba. Le dejaría quedarse en su habitación todo el tiempo que quisiera. Podía recrearse desabrochando poco a poco su camisa, deslizar las manos sobre su blanco pecho, disfrutar de sentir aquel cuerpo de marfil sobre el suyo. . . Thoma podría hacer lo que quisiera con ella y nadie les molestaría.
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Bien, hasta aquí el primer capítulo. La historia ya la tengo más o menos pensada, pero se aceptan todo tipo de sugerencias, recomendaciones, correcciones, tomatazos. . . Siempre ayudan ^^
En el siguiente capítulo tengo pensado que Tohma se vea bastante más perverso que en este.
Pues esto es todo por ahora, me retiro a consultar a las musas. Espero q os haya gustado.
Saludos a todos.
