Disclaimer: ¿Adivinen qué? Guess what?... No me pertenece RK! Apuesto a que los sorprendí con la noticia! n.n Solo por eso, les dedico este capítulo.
Algo loco, obviamente AU porque... bueno, ustedes sabrán por qué. Si se los digo ahora, ¿Qué chiste tendría el capítulo? Wuju! Capítulo armado con dos mentecillas malvadas, créditos a: anypotter y ka13ms.
...Ciruelo Blanco...
Estaba haciendo frío, mucho frío. Los pequeños copos de nieve se situaban uno a uno sobre mis hombros, aunque en realidad no lo sabía, no lo sentía. No podía verlos, apenas y puedo mantenerme en pie, tratando de mantener la vista enfocada en mi único enemigo. Aunque cada segundo que pasa, el negro reclama las orillas de mi visión. La sangre se lleva mi energía y la katana se hace más pesada, mientras mis entumecidos dedos luchan por el agarre de ella. Cada respiro me acerca a la muerte como dar pasos hacia un acantilado.
-¿La muerte acercándose cada vez más?...
El viejo hablaba. Podía ver sus labios moverse pero en realidad no sabía lo que decía. Lo único de lo que podía estar hablando era de mi muerte, algo tan predecible para todos.
-¿O una muerte instantánea?
El hombre sonrió.
-Deberías al menos decidirlo-
Eso sí lo había escuchado. Mi mano izquierda reaccionó un poco, temblando. Mi enemigo siguió observándolo con actitud seria, pero sin perderme un momento de vista. Tenía que hacer algo, tenía que encontrar la manera.
-Así que no puedo ganar…- encontré la voz, traté de que no se escuchara tan cansada como me sentía. Exhausto. –Estás en lo correcto acerca de eso-
En otra situación, nunca le hubiera dicho a un adversario eso. Nunca hubiera mostrado mi debilidad, dándole a un contrincante nuevas fuerzas de seguir, ahora que sabía que tenía una oportunidad. Pero el viejo hombre ya lo sabía. Su rostro era una perfecta señal de victoria, y yo ya me sentía derrotado.
Pero no puedo dejar las cosas así. Mi motivo seguía siendo fuerte, no se había desvanecido después de todo. Sigo aquí por ti, no me daré por vencido tan fácilmente. No cuando te juré proteger, esto no se acabará mientras yo siga en pié, mientras él siga en pié. Mis manos están entumecidas, pero aún así continuaré.
-Si pudiera matarlo al mismo tiempo…-
Esta es mi única oportunidad. No hay tiempo de pensar en otra cosa.
-Entonces una muerte rápida- él ya está listo.
Yo no tengo tiempo. Apenas puedo seguir en pie. Pero:
-Si no puedo valerme de mis sentidos…- cierro mis ojos, esperando cuando la respuesta viene a mi –Me sacrificaré a mi mismo- lo siento anata –Y arriesgaré todo en el último golpe- lo siento, en verdad. No hay otra forma. No volveré a interferir en tu camino, habrás cumplido con tu cometido desde un principio, podrás ser feliz.
En solo un movimiento, tus dos obstáculos serán eliminados. Yo me encargaré de que él se vaya conmigo.
-Lo siento Tomoe- siento haberte quitado tu felicidad –vive en la nueva Era- En la que me he esforzado en construir a costa de la felicidad de muchos, de mi propia alma –Y sé feliz…- ese será mi consuelo.
Solo debo concentrarme, y asestar.
-¡Aquí voy, AAAH!- perdóname, anata.
Puedo sentir mis piernas, aunque sea por este último momento. Puedo sentir el frío contra mi cara, puedo oler la fresca esencia del bosque completamente y la turbia combinación de sangre, mi sangre. Incluso puedo sentir que él está sorprendido, quizás no esperaba que yo pudiera mover aún y menos alzar mi katana.
-No, él no está sorprendido de mí…-
¿De qué…? Levanto mi katana, listo. Cerraré mis ojos, toda la energía, hasta la más mínima deben concentrarse en el golpe.
-Eso es…- algo más atravesó mis sentidos.
Voy demasiado rápido, no puedo parar. Solo siento la resistencia de la katana al estar cortando, entonces acerté.
-Esa esencia…-
La conozco, conozco esa esencia. Una fuerza oculta me ayudó a abrir los ojos, tenía que comprobarlo.
-Ciruelo blanco-
Mi katana terminó de caer. Al igual que, dos cuerpos. Algo rozó mi mejilla, pero no importaba. No le presté la más mínima atención porque, te veo. Anata…no.
No puedo, no…no pude. Clavé la katana en el suelo y me dejé caer de rodillas, acercándome a tu cuerpo ensangrentado. Mis manos temblaban, por el frío, por el cansancio, pero creo que más aún por el miedo que tenía. Un miedo que no había sentido desde hacía largo tiempo. Y con él venía otro sentimiento.
-Tomoe… - te tomo entre mis brazos, pero tú estás sonriendo –Por qué…- No te comprendo, ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué? ¡¿Por qué? -¿Por qué?- apenas puedo creerlo. No, ni siquiera puedo creerlo. ¿Por qué te interpusiste entre los dos? ¿Por qué? Yo estaba dispuesto a dar mi vida por ti, para que pudieras encontrar una nueva felicidad, una que te durara por el resto de tus días.
¿Por qué te interpusiste en el camino?
Lo único que quería, era que fueras feliz.
Y ahora en mis brazos, a pesar de todo mi dolor, el dolor que me causa el haberte herido. Tú me sonríes, como si nada pasara. Como si no te hubiera atravesado con la misma espada que juré protegerte. Con la misma con la que he matado tantos hombres, despiadadamente. Tratando de no mirar atrás. ¿Por qué me sonríes? Ahora te he quitado la felicidad dos veces.
Levantas tu mano hacia mi rostro, sin apartar tus ojos de los míos. Hay sangre en tu mano. Pusiste tu mano en mi mejilla, algo líquido corrió entre tu palma y mi mejilla. Lo puedo sentir.
¿Por qué estás sonriendo? ¿POR QUÉ? ¿Cómo puedes encontrar la felicidad en todo esto?...¿Cómo puedes encontrar felicidad en la muerte?
-Está bien… así que por favor, no llores…-
No puedo evitarlo, no. Esto que hice, no… está mal, está mal. No debiste interponerte, no era tu lugar. Yo iba a morir por ti.
No, por favor, anata. ¡No cierres los ojos! ¡Por favor, no te des por vencida!
Tu mano está perdiendo poco a poco la fuerza en mi mejilla, hasta que resbala.
¡NO, POR FAVOR!
-To…mo…e…-
¡No me dejes!
-¡TOMOE!-
"Está bien… así que por favor, no llores…"
Tengo que contradecir tus palabras –No está bien…- No -¿Cómo puede estar esto bien?- Dime cómo -…Si alguien debería de haber muerto, debería haber sido yo, el asesino…- El asesino -¿Cómo puede estar bien que tú hayas muerto?...-
-Tomoe…-
Perdóname.
Aprender el arte de la espada no sirvió del todo. No para mis motivos iniciales. Planeaba abrir el camino a la nueva era, una era en la que las personas pudieran vivir tranquilas. Donde nadie muriera por una causa injusta. Donde los niños pudieran jugar libremente y andar por las calles sin preocupación alguna.
Cuando empecé a tomar vidas, mi motivo seguía siendo el mismo. Pero mi causa estaba tomando otro rumbo. Me obligaba a pensar que quitando vidas, estaba protegiendo otras. Pero no era así, mi Shishou me lo había advertido. Y ahora cargaba con las consecuencias de la vida que llevo, que elegí y que ahora no podría dejar hasta el final.
"Después de la muerte de Shishio Makoto"
Kenshin abrió los ojos, escuchando por un momento los sonidos del exterior muy temprano en la mañana. Aves, o simplemente el viento abriéndose paso entre la ciudad. Los pasos de personas que comenzaban con su vida en las primeras horas del día. Ajustó su vista a la luz que entraba por la ventana de su habitación en la Aoi-ya y se quedó recostado por unos momentos, pensando en lo que había soñado.
Usualmente, no trataría de pensar en su pasado. Aunque siempre sería parte de él, trataba de ignorarlo. Y ese tipo de sueños no se presentaban muy a menudo. Ciertas veces era cuando presentía el peligro, cuando algo malo se acercaba. Prueba de ello fue aquella vez que recordó su pelea con Saito durante el Bakumatsu y el lobo se había aparecido en su realidad durante las siguientes horas.
No pensaba que éste sueño que había tenido fuera premonitorio, era algo imposible. Pero el hecho de haber soñado con ella despertaba en él una inquietud que no había tenido desde hacía un largo tiempo. Algo que todavía no aprendía a ocultar muy bien, pues uno de los sucesos más dolorosos y marcados de su pasado, era su muerte. De ahí partían un sinfín de decisiones que había tomado por un bien mayor, por la memoria de ella.
Aún así la imagen no se iría, el recuerdo de ese trágico día lo seguiría por algunos días, hasta que su mente se pudiera enfocar en otra cosa o simplemente olvidarlo. Pero no olvidarla en el sentido literal, no. Ella siempre estaría presente el resto de su vida, ella siempre estuvo presente desde aquél trágico día. La sakabatou que lo acompañaba en parte por ella.
"¿Piensas seguir asesinando…?"
¿Por qué la estaba recordando ahora? Hacía pocos días que había ido a visitar su tumba y ahora regresaría a Tokyo. No tenía mucho sentido que su recuerdo viniera ahora.
-¡BUSU! ¡No recuerdo haber dicho que quería que me despertaras en la mañana!-
Al parecer, él no era el único despierto ya. Y si no se apresuraba a detener eso, todo Kyoto estaría despierto a una inusual hora. Debía levantarse, cambiarse y calmar a Yahiko. El joven podía tener el mismo temperamento que su maestra, y cuando ambos chocaban, todo a su alrededor sufría.
¿Por qué había dormido en futón? Desde que pudo levantarse, poco después de que terminara el incidente de Shishio, Kaoru había insistido que durmiera como debía, pues no sería conveniente para su salud que lo hiciera contra la pared. El pelirrojo por supuesto había expuesto su inconformidad y le había dicho que no se preocupara, pero cuando la joven kendoka le dijo que se quedaría en su habitación hasta asegurarse que obedeciera, no tuvo más remedio que hacerlo por su propia cuenta. No quería preocuparla más.
Kaoru era una gran razón para continuar adelante.
El doctor Genzai hacía como de costumbre en los últimos días, una visita al dojo Kamiya. Solo para asegurarse de que todo estuviera bien, claro. Generalmente, sería Megumi la que haría esas visitas, pero como ahora ella también había partido a Kyoto desde hacía unas semanas, quedaba bajo su responsabilidad este tipo de trabajo. Aunque obviamente no le molestaba, después de todo, era un favor a Kaoru. Ella cuidaba de sus nietas cuando él andaba fuera, y las niñas adoraban estar con ella.
…y Kenshin.
Ayame y Suzume seguían preguntando por él todos los días, y lo único que podía hacer para calmarlas era prometerles siempre que al día siguiente regresaría. Después de todo, lo último que supo de él fue que estaba gravemente herido en Kyoto y por eso Megumi había partido hacia allá. Además de eso, no había recibido noticias nuevas.
Una vez que se aseguró que todo estaba bien, al haber recorrido todo el dojo, cerraba bien la puerta de enfrente.
-Ano… sumimasen-
El viejo hombre detuvo lo que estaba haciendo cuando escuchó que alguien lo llamaba. Se giró para encontrar a una hermosa mujer, de cabellos negros al igual que su mirada. El doctor Gensai le sonrió amablemente.
-¿En qué puedo ayudarla, señorita?-
La mujer nerviosamente arrugó el papel que traía entre manos, antes de contestar.
-Busco a alguien llamado Himura, ¿Lo conoce?-
El doctor Gensai parpadeó un par de veces confundido, antes de sonreír un poco triste. Si bien no sabía todavía nada del rurouni, esta mujer se veía algo ansiosa por encontrarlo.
Mientras pasaban los segundos en que no contestaba, ella sintió que sus manos sudaban ¿Le diría que sí lo conocía? ¿Que se encontraba ahí? O quizás como todos los demás:
-"Oh si, Himura. El rurouni de cabello rojo con una "X" en su mejilla, lo siento, pero hace un tiempo que se fue, señorita"
-¿Y no dijo a donde iría?-
Casi siempre era la misma historia. Iba un paso detrás de él. A veces estaba tan cerca, y otras demasiado lejos. Había intentado viajar sin parar por varios días, pero él al parecer había pensado en lo mismo, así nunca lograba interceptarlo. La información que le era enviada siempre, se había perdido y ahora debía continuar ella sola si quería volver a verlo de nuevo.
El destino parecía confabular en alejarlos, de nuevo.
-Ahora se encuentra en Kyoto- respondió al fin el hombre mayor, dando un suspiro. Antes de poder decir algo más, la mujer se inclinó levemente agradeciendo la información y emprendió su camino.
No dijo su nombre, no dijo lo que quería con el ex-Hitokiri.
En el poco tiempo que Kenshin llevaba en el dojo, el doctor Gensai podía decir que la gente que pedía información sobre él, la mayoría de las veces era con la razón de retarlo a una pelea, darle alguna mala noticia o causarle daño. Él no daría por obvias razones información tan importante, como que el pelirrojo no se encontraba por el momento, pero había leído un anhelo en sus ojos oscuros y no había percibido peligro en ella.
Además, cuando se referían a Kenshin, generalmente preguntaban por "Hitokiri Battousai" y no por su verdadero nombre. Poca gente lo conocía de esa manera.
Lo que trajo su pregunta, ¿Quién era esa mujer? Todo lo demás, estaba de lado.
Sin mencionar que se había retirado antes de que pudiera decirle que era probable que regresar en los próximos días. Solo probable.
Aseguró la puerta de entrada, comenzando su camino a la clínica. Sin poder quitarse la imagen de aquella mujer, de cabellos y ojos negros. Pálida tez de rasgos finos, kimono blanco, obi-age color rojo y obi azul oscuro. Algo le decía que la volvería a ver.
Alguien tan misterioso, no se puede perder por tanto tiempo.
-¡Adiós Misao, prometo escribirte pronto!- gritó Kaoru mientras el tren avanzaba, ondeando su mano.
La kunoichi siguió corriendo mientras pudo, despidiéndose de los visitantes de Tokyo. Kenshin, Sanosuke y Yahiko sonreían, hasta que se desaparecieron de su vista por la distancia a la que iban. Deseaba poder verlos pronto, habían pasado un gran tiempo juntos a pesar de que solo fueran peleas y conflictos.
Eran buenas personas.
Pero por ahora, debía regresar al Aoi-ya para tratar de hacer a cierto shinobi sonreír. Dando unos pasos, todavía mirando sobre su hombro por donde había desaparecido el tren, emprendió su camino. Aunque no duró mucho.
-¡Ah, Gomen!- se disculpó cuando chocó con una mujer por ir tan distraída.
Solo recibió una pequeña sonrisa, antes de que la persona con la que había chocado, se retirara. Observó por unos segundos algo sorprendida, hasta una pequeña ventisca se hizo presente removiendo un poco su cabello, y ropas.
Una inusual esencia llegó a su olfato.
¿Ciruelo blanco?
Si entendieron hasta aquí, es que soy una fregonería de escritora :D (nah, mentiras, es mi ego hablando) Si no entendieron, pique el botón de aquí abajito, ese que dice "Review this Story/Chapter" ese que les guiña el ojo! Ayy, no se hagan que no lo ven... si está muy bonito!
Domo Arigatou karen-kohai, n.n esta historia ha salido de la imaginación de las dos ;) Review if you want me to continue, review if you want to kill me, review if you are happy! C´mon! Click the sexy button with green letters n.n
any
