Konnishiwa~~

En su momento una chica me dedico un KisIta y yo quisé devolverle el gesto con éste fice que de un shot se transformó en un Two- shot ^^u

La idea para escribirlo surgió cuando estaba (en ese entonces) en la clase de Filosofía, pareciéndome muy perfecta la idea de utilizar la percepción sensitiva para hablar de los sentimientos de Itachi, por que bueno, éste fic fue el primero de mí movimiento: "Itachi- coladito- por Kisame- kun" xD

Corregido y aumentado quiero compartirlo con ustedes, esperando que les guste y lleguen a leerlo hasta el final pese a que es demasiado larga la primera parte.

Advertencias: Lemmon (como se me fue la lengua escribiendo tanto contenido quedo muy corto, además de que el lemmon no se me da muy bien y a veces hasta me da pereza escribirlo ¬¬)/leve OoC (y es que antes me pasaba por el arco del triunfo las personalidades, bueno, todavía lo hago ^^u).

Disclaimer: Kisame ni Itachi me pertenecen, son propiedad absoluta de Masashi Kishimoto y éste es sólo un pequeño tributo de una devota fan a su magna obra:


Percepción sensitiva I.

No había sido demasiado tarde, para cuando pudo asimilar con certeza aquel fervoroso sentimiento, que repercutía progresivamente en lo más profundo de su alma, y esa no era la primera vez que era preso de ese tipo de emociones. Que le evocaban, a las amenas primaveras, durante las cuales, tuvo la satisfacción y la notable dicha de caminar a la par de una tersa y delicada mano femenina.

Pero si había algo en concreto por lo cual indagar, y que señalar, como un teorema totalmente diferente en todo esto, era el género en disputa del causante indirecto por el cual, sus días se vieron severamente ajetreados de un momento a otro. Debido a que un singular ostramiento le forzó a recabar- en un exhaustivo y meticuloso análisis- el factor de la razón regente que le tentó a desviarse de lo que pareciera ser algo alarmante e inaudito a primera vista.

No sabía expresar exactamente el dilema en cuestión, por el cual estaba metido hasta la médula de bochornosas escenas de sugestivos sueños y pensamientos totalmente contradictorios, que le inmiscuían enormemente a él; y no es que fuera precisamente el enigma del milenio por el cual tuviera que pasar noches enteras de desvelo. Hasta poder resolverlo, sino que, debía de tener por los menos una idea, un poco más clara, de cuan enserio iba todo esto, para así, estar enteramente convencido de que no estaba del todo mal, el simple hecho, de que decidiera proseguir tan o más instintivamente que ese sentimiento. En cuanto al problema revelado.

Sentimiento que llego a dominar gran parte de su vida en tan poco tiempo. Generando extrañas sensaciones en su cuerpo y en la hechura de su mente. Una vez que emanó de su marchito corazón. Con esa característica potencia que solo era capaz de concebir el amor en un joven de su- aún- tierna edad.

¿Admiración? ¿Consideración? ¿Fraternidad?

Había pensado en todas las posibilidades que le llegasen de imprevisto a la mente, pero ninguna parecía dejarle conforme, ó tan si quiera una pizca de convencimiento, y eso se debía a que por más evasivas que le buscase al dichoso planteamiento la realidad era que, aquellos títulos estaban extremadamente lejos de enunciar con todas sus letras la tentativa que le hacía virar- todo el tiempo- de forma cuidadosa, y discreta, sus rubíes hacía el rostro aquel de duras facciones y tonalidad enfermiza.

Ese mismo por el que nunca quedaba completamente conforme de delinear y vislumbrar a cada día que pasaba a su lado.

Así, más tarde que temprano lo fue asimilando, y una vez que pudo pronunciarlo dentro de su mente le pareció haberse sentido un poco más tranquilo, pareciendo dejar por un solo momento de cargar todo el peso que estaba acumulándose, en lo amplio de su espalda.

—…yo… él me gusta — Pensó tan propiamente que, pareciera que alguien le fuese a descubrir en el acto, si lo mencionaba relajadamente aun dentro de su mente.

Pero así era él, reservado e intachable a cada instante, sin importar que por dentro estuviese echo un martirio, ya que al final de cuentas no había pasado por ANBU tan sólo por el uniforme, sino que era igual o más adiestrado que la gran mayoría de ellos, e incluso, más de lo que fueron sus superiores.

Porque él era el tipo de persona que obedecía sin debatir, sin tentarse siquiera un poco el corazón, sin miramientos, porque obedecer era todo lo que él conocía para poder ser un buen ninja. Igual que en su época dorada, cuando era libre y un hombre respetado por una buena proporción de sus allegados.

Sin embargo, y lo que muy pocos sabían del tema era que obedecer no era más que una especie de artimaña que sólo él sabía emplear con maestría- por riesgoso que esto fuera- con la única finalidad de colocar todas las piezas del tablero a su favor. Quizás un tipo de arte al final de cuentas.

Reconocerlo había sido el primer pasó, eso estaba declarado, pero lo siguiente, y un poco más importante que lo antes mencionado, era el hecho de qué es lo que deseaba hacer al respecto, ó mejor dicho, con palabras más determinantes: que tan lejos había considerado que procedería en cuanto al asunto.

Al principio, decidió que tomaría la ruta más fácil, la de "escape", pero tan pronto se había dado cuenta de que esto no funcionaba y que en el peor de los casos, sólo conseguía adentrarlo aun más a su mente- además de notar lo burdo e infantil de su optativa-, termino por optar por algo mas "apropiado" para hacerle frente a ese tipo de encrucijada, puesto que, no sólo por tratarse de un sentimiento que pudiera que llegara a ser algo absolutamente pasajero- a últimas fechas- le ameritaba menos importancia, de manera que, luego de pensarlo de forma más certera un par de veces decidió que debía de... confesarlo.

Sabía bien que lo que estaba decidiendo en el último minuto era algo un tanto extravagante. No era que fuese a retomar los acontecimientos amorosos de la Academia, que dejo pasar tan solo por ceder a los caprichos de su empedernido padre, por hacerle el más destacado de todos. Era más concretamente buscar la manera de resarcir algo que bien se podría cortar de raíz una vez resquebrajado desde su cimentación.

No era más un puberto en la edad de la punzada, y no era que se tratase de algo trascendental ni menos que eso, simplemente su altercado más evidente era que no podía mirarlo directamente a la cara, sin evitar sonrojarse notablemente por culpa de su blanquecina piel, misma que le delataba en el acto; y aunque fuera solo un poco, siempre tenía que terminar huyendo para que éste no lo notase. Previéndose que tampoco podía escucharle hablar tan cerca de él, sin estrecemecerse de los pies a la cabeza.

El susodicho ni señas daba de presentir lo que provocaba en su compañero, pero ¿Cuánto podía llegar a tardar en hacerlo?

Ya había sido sumo el tiempo que llevaban juntos, y cada cual aprendió de forma impertinente, y diferente-cual tipo de aprendizaje- a explorar en el "todo" del otro.

Eran muy pocas las palabras que llegaban a cruzar aleatoriamente a lo largo de cada día, pero era más que suficiente para que pudieran comprenderse, ya que la unión de ambos era tal que, podían llegar a entenderse aun en el silencio, como pocos llegarían a igualarles algún día.

Itachi se tomó sus reservas para el primer acercamiento: una misión más a la cual partirían a medio día, y en la cual, estaba decidido ha hablar de ello con Kisame, y todo habría estado bien de no ser que…

— Sasori acompáñales, después de todo, él es quien ocupara el puesto de Oroshimaru — profirió la neutral voz del poseedor del rin´nengan, durante la reunión de esa mañana.

— De acuerdo.

— No es necesario que él nos acompañe. Nosotros dos podemos apañárnosla bien estando solos — Esas fueron palabras que le habría gustado musitar, en el momento justo en el que los labios, que eran bellamente adornados por ese par de piercings metálicos, silenciaron tras dar su veredicto final, pero curiosamente tan imprudentes afirmaciones provenían del monstruosamente alto tiburón, de siniestros rasgos marinos.

— ¿Acaso no fui claro? — Inquirió desenfadadamente el cabecilla de la organización, sin levantar la voz más de lo suficiente para ser escuchado por los invocados. — Pueden ir de una vez.

Dicho esto último, sólo quedaron los restos de una espesa nube blanca, difuminándose por donde minutos antes se postraban el supuesto Dios de Amakegure y su ángel mensajero. Dando por enterada su retirada y su nula disposición por lidiar con las diferencias que sus vasallos enunciaban.

Los únicos presentes en la conferencia habían sido los elementales y el jefe marionetista. Aparte de ellos, no restaban más que los inmortales, quiénes se encontraban de cacería, para la recaudación de fondos, que tan bien se le daba administrar al ninja de la cascada. En su doble labor de colaborador dentro de Akatsuki.

Aparentemente no estarían de vuelta sino hasta después de una larga jornada de estancamiento dentro de territorios desconocidos. E igualmente era notable la inigualable ausencia del misterioso espía- de bizarra apariencia-: Zetsu, el cual era innegable no imaginar que se hallaría atado a su tediosa tarea, de recaudar información.

— Bien — Su prepotente mueca ventilaba su acerrada dentadura, mientras blandía en alto su espada, — Al parecer no tendremos problemas con esto, haré que ése chico acepte lo quiera así o no.

— ¡Daos prisa! — Ordenaba la áspera voz del encorvado hombre, que les había tomado la delantera. — No me gusta demorar ni hacer esperar a nadie.

— Je ¿A dónde crees que vas de chulo? Cuando ninguno de los dos te ha nombrado líder — Corría para seguirle muy de cerca, al momento de percatarse de su evidente lejanía. No muy dispuesto a acatar mandato alguno que no proviniera de Pain, sin siquiera darse cuenta de que las pupilas sangre observaban cuidadosamente toda su trayectoria.

Itachi odiaba admitirlo, sobre todo porque el ninja de la niebla se la pasaba fanfarroneando en todo momento, pero por vez primera, estaba de acuerdo en que la compañía del jefe marionetista estaba sobrando.

Durante la travesía, del sol raso atestiguando el firme paso del trío de ninjas renegados, se les vio caminando ininterrumpidamente por una desolada vereda de esmeraldas follajes. Custodiados por el acompasado graznido de las aves, que surcaban los cielos de la espesa zona. Dominada por una rebosante ringlera de arboledas pobladas de jugosos manzanos. Erigiéndose de entre frondosos pastizales, que cubrían perfectamente los cuerpos enteros de sus invasores, viéndoseles a cada cual, luchando muy a su personal manera, para poder hacerle frente al fastidioso deber de ser rodeados por la maleza.

Por su parte, el espadachín fue cortando habilidosamente con el filo de su espada el longitudinal pastizal, que si bien, no le estorbaba del todo, gracias a su extraordinaria altura, no por eso le dejaba de fastidiar que prolongará la lentitud del trayecto. Camino por el cual también pasaba tranquilamente, y sin hacer uso de un solo movimiento innecesario- pero llamativamente varios centímetros atrás de él- su secuaz. El cual observaba que igual o más campantemente que él, Sasori tan sólo doblegaba los arbustos con la fuerza equilibrada de su peso sobre el, sin que su apenas visible estatura se viese afectada por ello.

En una constante lucha por asumir el liderazgo, puesto que, mientras Kisame aprovechaba su lentitud para ir al frente del jorobado hombre, a éste solo le bastaba parar en seco sus pasos para fijar su taciturna mirada hacía alguna otra dirección, y cambiar tan pronto quisiera- y mejor le pareciera- el rumbo trazado. Dejando varios metros atrás a quiénes frente a sus ojos no eran más que un par de niños. De los cuales, el sentido de competitividad se acrecentaba en su ahora declarado rival. Ese que estaba tan empeñado en que la equidad prevaleciera ante la hostilidad que transpiraba por los poros el desgarbado ser artificial, sin notar una vez más que, su compañero estaba mucho más pensativo y distante de lo usual.

Será lo mejor — Se repetía una y otra vez así mismo, dejando escapar la idea de hablar lo que tanto le estaba perturbando por dentro, a cada minuto que pasaba.

No era importante, lo sabía, pero una especie de nudo se apoderaba de su garganta, y una marejada de emociones se desbordaban con gran intensidad por todo su cuerpo, cada vez que reparaba en este hecho, sin dejarle más opción que decirlo ó seguir torturándose en el silencio, por causa directa de sus propios sentimientos.

Quizás entonces su necesidad era más ese desahogo personal, que tenía la obligación de expresar, en lugar de tener la vaga idea de anhelar cambiar ese título de "compañeros" al de "amantes", referencia que para ser precisos no había cruzado ni antes ni ahora por su mente — Esto es agobiante — Se llevaba una mano a la frente, masajeándose la cien, a consecuencia de la punzada de dolor que le taladraba la cabeza.

Su mirada que había permanecido fija al suelo, y su mente que yacía ausente, no le permitieron darse por enterado de cuando fue que ambos cambiaron la ruta hacía la aldea de la roca; y le habían dejado fuera de vista.

Itachi permaneció quieto, mirando hacía todas direcciones, pero no cobro seña de ningún tipo sobre el malhumorado shinobi de la arena y del sarcástico espadachín de la niebla.

No le sorprendía; a Sasori cumplir la misión le parecía algo que debía de ser llevado a cabo a la perfección y claro estaba, al pie de la letra, aludiendo sus inesperados cambios de dirección a la orden de traer con ellos hasta Akatsuki, a un tal Deidara de jutsus explosivos, sin tener que armar líos con ninjas de la región. De modo que evitaba en todo momento ir hacía un combate seguro.

Entre tanto que, Kisame tan sólo demostraba no ser apto de trabajar con otro que no fuera el Uchiha.

Torpe Kisame —El alba se estaba asomando por el horizonte, con tal brillo que sus pupilas se perdieron por un par de instantes en sus acinceladas tonalidades naranja. Tan despreocupado se encontraba que estaba olvidándose completamente que de no alcanzarlos pronto podrían dejarlo fuera de la misión, aunque claro, eso no le importaba en demasía, si recordaba que los tres tendrían que llegar al mismo punto en común.— Torpe — Se repetía, pero no era esta vez refiriéndose al legendario espadachín, sino más bien a él mismo. Tan torpe como para ir y enamorarse de él. — ¿Pero… cuando fue… qué…? — Lo comprendía, pero era totalmente diferente, esas emociones, no, no concordaban para nada con las que llego a sentir por sus contadas novias de la aldea.

Se sentía extrañamente incapaz de tomar la iniciativa, de poder verlo a la cara y aguantarle la mirada… se sentía débil, tan débil que ni siquiera podía reconocerse así mismo, y tal vez esto era porque está vez se trataba de un hombre y no de una mujer. Cosas equidistantes concretamente.

Amar no estaba en sus planes, ni siquiera sabía porqué fue a pasarle eso, pero…

— ¿Itachi? — Se giro en torno suyo, tan pronto escucho la aguardentosa voz a su espalda, y le vio ahí frente de él con varias interrogativas marcando su semblante, al igual que en él suyo, pero no dijo nada, permaneció estático, desviando su mirada de la suya. Descuidado movimiento del que se arrepintió minutos más tarde.

Su mirada se centro entonces en ese fornido pecho, que era a dónde su incompetente tamaño le permitía llegar del cuerpo opuesto. Atrapado una vez más en ese mar de nervios y la tormenta en el vaso de agua que le suponía tenerlo a escasos centímetros de él. Pensando en lo raro que se sentía a su lado.

— Vamos ¿Qué ocurre hombre? Date prisa — Sin una sola pizca de entendimiento en cuanto al mal que le provocaba al silencioso joven, tomó la pequeña mano de éste, y le llevo a marcha forzada hacía donde iba sin aceptar retrasos el jefe marionetista.

No notaba ni siquiera lo encendidas que se tornaban sus mejillas con el simple roce de su mano tirando de la suya, ni lo acelerado que palpitaba su corazón, que de no existir sonido en el mundo prevalecería únicamente el latir de ese órgano vital.

¿Perder o ganar? ¿Qué fundamento permanecía en todo esto?

¡Debes decirlo…! ¡Debes decirlo…! ¡Debes decirlo…! ¡Debes…!

Su mente le ordenaba hacerlo, más la voz se había escapado de su garganta, y no le garantizaba la debida potencia para decirlo.

— Yo… — Soltó inaudible, apenas en un susurro que el crujir de las ramas, agitadas por el viento, opacaron y perdieron en el tiempo, por lo que no le miro inmutarse, seguía caminando tan apresuradamente que incluso, no le importaron los tropezones que estuvieron asaltando al Uchiha a cada instante, sin que parará de caminar con paso decidido. Acción justificada en gran parte por sus notables deseos de no perder ante el marionetista. — Yo…— Prolifero con más fuerza acompañando su voz, pero lamentablemente fue ignorado de manera sorpresiva. — Kisame — Dijo firme. — ¡Kisame! — Y ya perdiendo la paciencia desistió del contacto. — ¡Basta! — Se negó a dar un paso más hacía al frente, con el alma en un hilo.

Al acontecer aquel arrebato, el aludido poso su mirada en el portador del sharingan, viendo por primera vez una expresión que nunca antes se habría imaginado que sería apto de mostrar el implacable rostro del muchacho, mucho menos delante de él.

Duda era la palabra que definía dicha expresión, una duda que quemaba las entrañas de Itachi por decirlo todo de una buena vez por todas.

No era miedo, ni vergüenza, ni mucho menos los principios morales con los cuales fue inculcado desde infante los que le frenaban el habla, sino más bien, lo que vendría después de todo esto entre ellos dos, y aun así, las palabras surgieron por cuenta propia de sus labios.

— Escucha, yo… estoy enamorado de ti — Tan sencillo y preciso como lo dijo, sentía "ese" algo especial por él, que de negarlo sería un grave error y de seguir callándolo se vería todavía abordado por aquella sensación que hacía trizas su interior.

Espero algo, lo que fuera, le daba igual si se trataba de un puñetazo o alguna blasfemia. De cualquier forma solo tenía claro que quería saber que era lo que opinaba al respecto, pero no coexistió más que un súbito y sepulcral silencio entre ellos. El rostro de azulada tez, que en un principio mantuvo una mueca de sorpresa, por la altiva voz e inesperada reacción de éste, fue transformándose en una expresión seca y enajenada, que no revelaba más que su indiferencia en cuanto al tema.

— Me largo — Soltó escuetamente, convirtiéndose en lo último que le escucharía decir, antes de que éste echara a andar con o sin su compañía, a alcanzar al shinobi de la arena.

A Kisame le había parecido un disparate, algo poco propio de un chico como Itachi; un tema al que no supo enfrentarse correctamente, y al cual, se le facilito darle la espalda, para escapar tan pronto sus piernas se lo permitieran. Similar al que huye de un compromiso nupcial que ha sido arreglado.

Simplemente no podía decir nada de un asunto que primeramente tenía que analizar, corroborar y luego decidir la forma en la que tendría que conciliar, sin embargo, algo se originó de forma casi espontánea, algo que él jamás se espero y que Itachi no planeo, sino que, fue un arranque que obligo al de cabellera azabache a retener a su compañero, jalando de su capa.

No iba a conformarse con eso, y tenía que detenerlo haciendo y diciendo cualquier cosa, todo para que ahora la duda de saber lo que pensaba no le matara los nervios.

— Espera — Murmuro por lo bajo, — acuéstate conmigo.

Apresurado, tal vez, y ambos lo habían concordado dentro de sus pensamientos.

Las pupilas del espadachín se clavaron en él, en cuanto fue capaz de girarse y verle con el rostro cabizbajo y las mejillas completamente rosadas. Ruborizado hasta las orejas, aun sujetándole con su mano un pequeño tramo de la capa.

Se sentía estremecer, sin atreverse a ver la forma con la que le miraba, pero las palabras estaban dichas, y de alguna forma esto más que ser un morbo deseo de consumar un acto carnal era más una petición para auto descubrirse así mismo y conocer la intensidad de sus propios sentimientos.

Nada en particular escondido que no fuera solamente eso.

— Dame una oportunidad de aclarar lo que siento — Sus dedos fueron aflojando el agarre, hasta que la oscura tela quedo totalmente plegada; — Solo eso —. Lentamente fue alzando la cabeza, para así, posar sus rubíes en la mirada inmaculada que estaba en shock por su confesión. Hasta que finalmente ambos se miraron mutuamente, sin emitir palabras.

— ¿Cuánto más planean hacerme esperar? — Rugió al fondo la voz de Sasori, cortando de tajo el contacto visual de los elementales. — No tienen remedio. Esta a punto de oscurecer, acamparemos hoy y continuaremos mañana — Ninguno dijo nada, tan sólo cuando el interlocutor dio por enterado sus planes se dedicaron a seguirle, cada cual a uno de sus costado. Silenciosos, sumergidos en sus propios pensamientos, sin ánimos de retrasar o cuestionar nunca más sus decisiones.

Ahora había algo mucho más importante que eso y aquello era la proposición indecorosa que se atrevió a confesar la comadreja a su secuaz. Dando por hecho un extraordinario distanciamiento, tanto en su relación de equipo y de afectividad.

El impaciente hombre había inspeccionado lo suficientemente bien el área, para conducirlos hasta las profundidades de esa inmensa espesura, la cual, estaba siendo recubierta por las tinieblas a medida que sus pasos se alargaban.

Hasta vérseles llegar en donde un conjunto de rocas- que se desbordaron de una gigantesca montaña, formando una semi curva- les aportarían las bases de un poco más de seguridad. Siendo allí mismo donde hallarían finalmente su descanso; estableciéndose bajo el yugo de la luna menguante, que se equiparaba sobre el firmemente, repleta de constelaciones que destellaban con fuerza, atrayendo la atención de alguno de ellos de vez en cuando.

Sitio en donde escucharon el murmullo de la apacible naturaleza cobrando vida, por cada fibra de sus alrededores, que de estar desierto no significaba que todo careciera de existencia.

Todo era uno y uno era todo y ellos lo sabían, admirando la belleza de ese misterioso saber.

— Alguien tiene que vigilar — Hablo con bastante claridad, bajo la pañoleta negra que cubría gran parte de su cara, dando a entender que esa noche él no estaba ni disponible ni dispuesto a ejercer guardia.

— Lo haré yo — Se postulo el tiburón. Hablando con tal naturalidad que por un solo instante a Itachi le había parecido una mentira que se hubiese declarado al espadachín, y peor que eso, haberse atrevido a pedirle que tuvieran sexo.

Pero si había sucedido, y el ninja de la niebla quería aprovechar esa oportunidad, teniendo muy en cuenta- y a sabiendas- que lo que paso le quitaría el sueño durante toda la velada, y que lo mejor sería aprovecharlo para meditar un poco más a fondo las cosas. Sobre todo porque el Uchiha sería su compañero por siempre o eso estaba decidido hasta que alguno de los dos cayera en batalla.

Fue así que, escalando en breve la corteza del tronco del árbol más alto- y cercano- termino por acomodarse con samehada al hombro, sobre una de sus resistentes ramas. Lugar en donde tenía el campo de visión total de ése oscuro y siniestro bosque a sus expensas.

Itachi había comprendido que lo que menos quería era estar cerca de él, y no iba a intentar nada más al respecto. Al parecer, tendría que olvidarlo, así como tenía que olvidarse de que las cosas retornarían a la normalidad aun cuando no volvieran a tocar el tema

Estaba arrepentido, lo suficiente para darse cuenta de que guiarse por sus impulsos era un punto totalmente descuidado que debía revertir, y todo parecía indicar que él tampoco podría dormir.

º

Itachi — Inexorable e inaudito era una de las escasas veces en las que se le podía ver así a Kisame. Pensando en el portador de las míticas pupilas caleidoscópicas, el cual, se daba cita con ímpetu en uno de los pasadizos de su vida, y solo tenía que detenerse una milésima de segundo para asimilarlo y darse cuenta de tremendo lío que se había armado, sólo porque se le había declarado ¿Itachi?... y le había pedido hacer el amor el mismo ¿Itachi? — Debo estar alucinando — Murmuraba, agitando la cabeza lo suficiente para poder espabilarse.

Ya era de madrugada para ese entonces, y la fresca brisa que daba de lleno en su rostro le hizo cerrar momentáneamente los ojos, para nuevamente abrirlos, antes de que se dejase dominar por el cansancio y cediera al sueño.

— Eso es imposible… — Espeto en un suspiro, y sin siquiera saber la razón o el porqué, se vio tentado a virar sus ensombrecidas orbes blancas hacía donde yacía dormido su compañero.

Sentado apropiadamente- sin perder la compostura- sobre el frío pastizal repleto de silvestres florecillas color lila, recargando su cuerpo sobre una de esas incómodas y duras rocas erguidas a su espalda, pero que connotaba una expresividad de tal serenidad que hacía suponer que dormía entre laureles.

No podía negarlo, era un joven por demás apuesto, de rasgos finos y suaves, de piel fresca y blanca, sin marcas de algún tipo de impureza; y sedosa cabellera negra. Además de ser poseedor de unas pupilas verdaderamente cautivadoras, sin mencionar lo tentador de sus apetecibles labios color cereza.

Así como también era dueño de un cuerpo delicado y bien formado.

Tan bien parecido y educado era, que no parecía incomprensible ver que la mirada de hombres y mujeres se viesen tentadas a girarse descaradamente para admirarle, por lo que pensar que él- siendo totalmente opuesto a todos ellos- había despertado sin haberlo incitado o planeado, una leve llama de interés en alguien de su porte, le intrigaba. Realmente no sabía si sentirse halagado u ofendido.

¿Hacer el… con…Itachi…? — Indiscutiblemente tenían que hablarlo, y eso era algo que sabía de ante mano. Las cosas no podían comenzar a desembocarse de su rumbo solo para darle la libre entrada a los estragos. Así que, tomando una prominente fuente de aire matinal, para llenar de una sola pieza sus pulmones, se hizo del valor suficiente para encararlo, y ponerle fin a tan bochornosa contrariedad.

Al descender del árbol- y acomodando a samehada para aplacarla a su espalda- se acerco sigilosamente hacia donde ambos Akatsuki yacían dormitando, y se cercioro primeramente de que el jefe marionetista- quien curiosamente dormía de pie, al igual que un sonámbulo- realmente se encontrase adentrado hasta el quinto sueño. Teniendo que conformase con la duda de saber si lo estaba o no, ya que su estado era todo lo que le dejaba en respuesta.

A primera vista no había indicio alguno que demostrara lo contrario, pero no olvidaba que esos eran hábitos ninja al final de cuentas, esos mismos hábitos de los que no estaba cien por ciento seguro de que la comadreja estuviera ejerciendo el mismo uso, pero conociéndole apostaría lo que fuera a que solo estaba fingiendo su estado de somnolencia, y encaminándose de este modo hasta plantarse frente de él, y sin dar más rodeos a la trama, se dirigió a su persona. Asumiendo que el muchacho le escucharía atentamente.

— Ven conmigo— Musito bajo, — Necesitamos hablar — Sorpresivamente, tan pronto sus labios fueron sellados, los orbes rubíes se mostraron esplendorosos a sus ojos, y tan mecánicamente como le fue posible atendió a su llamado, poniéndose de pie. Algo que hizo ver al ninja de la niebla que a leguas le conocía, al igual que a la palma de su mano.

Al vislumbrar aquello, y sin inmutar ni un solo músculo de su cuerpo, el espadachín dio media vuelta, para así, conducirle a alguna parte lejos de allí. Donde consiguieran entablarse, sin que necesariamente Sasori tuviera que enterarse del "asuntillo" que le tenía relativamente agobiado, desde que le fue inmiscuido dentro de el, puesto que, si sus deducciones no fallaban, al igual que precedió con su secuaz, éste tampoco se encontraría en los dominios de Morfeo.

La mente del ninja de la Hoja dio un vuelco inesperado, jamás se habría imaginado que eso llegaría a pasar, no cuando paso de largo su proposición y se le había notado bastante ofendido.

¿Pero cómo no estarlo? Kisame jamás había dado pie a que se tomase ese tipo de confianzas desmesuradas.

Él tampoco lo entendía y no estaba muy seguro de querer razonarlo a esas alturas. Simplemente deseaba irse por las bases del conocimiento más erradicado y darse paso a lo desconocido por gracia propia de sus sentidos.

Después de todo, aquel que no percibía el todo con sus cinco sentidos no podría negar ni afirmar sus conocimientos, o eso era lo que estaba empeñado a demostrar.

En un abrir y cerrar de ojos los elementales habían llegado cerca de donde nacía un arroyo, cuyo lugar se podía espetar a las escamosas pieles de un largo desfile de truchas destellar, del mismo modo que lo hacían los diamantes bajo el agua. Por fuerza ilusoria del brillo de la luna, llenando de una tenue y fervorosa luz blanca aquel prado desierto de maleza.

E Itachi había estado observando todo ese tiempo la amplia espalda de su compañero, para finalmente reencontrarse con el semblante de gruesas facciones, el cual, no mostraba más esa burlesca sonrisa que tanto le representaba, sino que, se le veía serio, pareciendo que estuviera preparándose para elegir las palabras adecuadas con las que daría inicio a la contienda.

— ¿A que diablos quieres llegar con todo esto Itachi- san?— Cuestiono escuetamente, sin un solo ápice de delicadeza en sus palabras. Tan insensible y directo como le había sido posible.

Bien, había decidido que lo hablaría, que no huiría de igual forma que lo hizo durante la cúspide del ocaso. Evento en el cual se hizo de oídos sordos para no aceptar su realidad, lo cual significaba que ya había decidió sabiamente que no era válido ignorar todo aquello que lo comprometiera, pero eso no quería decir que sería dócil, sobre todo porque ese no era su punto fuerte.

No era más un muchachito de dieciocho años al igual que él. Veintinueve años ya eran los que le respaldaban y no iba a caer tentado por esa androginia de la que estaba dotado el shinobi de Konoha.

No, esa época en las que pudiera haber sido tentado por las delicias de la carne ya no le hacían perder la cordura con tanta accesibilidad.

— ¿Qué es lo que piensas?

— ¡Yo pregunte primero!— Respondió enseguida. Ahora cuando todas las piezas del tablero estaban tendidas sobre la mesa no iba a permitirle que cambiara de juego.

— Todo esta dicho, no hay nada más que quiera agregar— Preciso y decidido hasta en los terrenos del amor. Ya le comenzaba a molestar que se mostrase tan engreídamente seguro, pero suponía que tenía gran parte de razón. No iba a ponerse a recitar algo que ya le había dejado más claro que el agua, y ahora solamente era turno suyo de ponerle un punto y aparte a todo ese embrollo.

Decisiones ¡Oh, benditas y mal logradas decisiones! Había pensado inequívocamente que todo iría cuesta arriba tras enfrentar la problematización como todo un hombre, pero lamentablemente se había metido hasta el cuello en una encrucijada sin alternativas.

No le gustaban los hombres, ni siquiera llegaba a fijarse en alguno, sin importar cuan presentable fuese su aspecto físico o superficial galanura; y tendría que haber respondido eso. Tan certero como: "los tíos no van conmigo". Igual de inquebrantable que Itachi defendía sus ideales, pero… estaba indeciso al tenerle de frente, tras no haberle mirado largo tiempo por gracia del incidente pasado, y sus ideas empezaban a flaquear. Lo cual indicaba que ¿Estaba comenzando a dudar…?

¿Pero que mierda estoy haciendo? — Se repetía mentalmente, desviando sus pupilas del hombre al que tenía delátenle suyo. No iba a permitirle que leyese la duda en sus ojos.

— ¿Y bien? — Cuestiono el Uchiha de pronto, ante su inquietante silencio, ese que aceleraba impresionantemente los latidos de su corazón, aun cuando no lo demostrase frente a sus ojos.

Tan "impecablemente" volvía a disfrazar sus emociones delante de otros.

Había algo, lo sabía, no importaba si quería negarlo, él era una parte suya. Ambos eran peculiarmente parecidos en varios aspectos que de no serlo jamás les habrían emparejado, pero ¿Aquello sería lo suficientemente importante para que cruzase la línea hacía otros horizontes...?

Tenía que pensarlo.

— ¿Qué más va a ser? — Soltó al acto, llamando poderosamente su atención. Manteniéndole pendiente de ese mismo hilo del que a duras penas se sujeto cuando se le declaro; — ¡No me gustan los hombres y no estoy planeando tirarme a uno!

… pareciera que mil agujas se interceptasen en su corazón… una realidad y quizás una absoluta verdad que le había caído encima, al igual que un balde de agua fría.

…había sido rechazado…

Le había parecido sumamente cruel la forma en la que el espadachín estaba llevando a cabo las cosas, pero era algo aparentemente normal, tomándose en cuenta que no todos los días alguien a quien creías haber conocido a fondo te confiesa y te involucra en aspectos que son llevados de una manera más que precipitada.

No le culpaba por ser descortés y altanero, Kisame no estaba obligado a corresponder a sus sentimientos, y… tan inexplicablemente como había sucedido, resintió un terrible vacío en su pecho, que se abrió camino en sus entrañas, simulando a un abismo que le estremeció tortuosamente. No estaba preparado para su rechazo ni para escuchar su respuesta, pero estaba satisfecho.

Ahora podré estar en paz — Bufo en alternativa, para apaciguar la ruptura que sufrió su alma. Un vil sarcasmo rescatado de su desgracia, tristemente patético — Bien.

¿Eso había sido todo…?

No estaba esperando que reprochara, que se enfadara, ni mucho menos que se montará un drama, Itachi no era así. Apenas y era expresivo.

Muy pocas fueron las ocasiones en las que conversaban. Nada en especial que no tuviera que ver con las misiones, pero… ¿Qué lo aceptase así sin más? ¿Sin un mínimo de rencor o inmutación? ¿Totalmente deshumanizado, cómo un ser con cuerpo pero ciertamente carente de alma? Ya le estaba costando recordar cual había sido el tema a abordar.

Por ahora no podía creer que un par de horas atrás le había observado completamente pasmado por la visión de verle sonrojarse tan perceptiblemente, ¿Lo habría alucinado?, no, no había sido así. Realmente había observado sus blancas mejillas ruborizarse enormemente. Cobrando una tierna expresión de vulnerabilidad que debía admitir le hizo sentir una sensación extraña revolviendo su interior. Anhelando estrecharle entre sus brazos, y que quizás hubiese hecho de no ser que Sasori les interrumpió

Lucia frágil, al igual que un ser indefenso. Reteniéndole de la capa, y suplicando a gritos ahogados su cariño.

Simplemente cautivador.

¿Pero que diantres? — Trago en seco, sacudiendo nuevamente su cabeza; — ¡No puedo estar pensando en esto! — Esa era la segunda vez que se detenía a indagar de esa forma en su compañero, situación que había comenzado a preocuparle. Para fortuna suya aquel no fue capaz de denotarlo, y tal cual sucedía en las reuniones de la organización, cuando todo estaba dicho y hecho, Itachi pasó a retirarse a sus deberes. — Ah — Así, le miro caminar tan parsimonicamente de vuelta a donde habían abandonado al shinobi de la arena.

— Aún así me permito decir que te encuentras equivocado — Inquirió el portador del sharingan varios centímetros al frente.

— ¿Qué?

— No hay manera de que te adelantes a lo que tus sentidos no han demostrado, pero te sedo toda la palabra en cuanto a no planear acostarte con uno — Ladeo la cabeza, sólo un poco para verle de soslayo a lo largo de su declaración.

— ¿? — Sus orbes se ampliaron gradualmente con su infalible deducción, pero tan pronto cayo en la cuenta de a lo que realmente quería llegar con todo eso, soltó una pequeña risa de sorna. — Se a lo que quieres llegar Itachi- san, y no voy a caer en tú juego

— ¿Cuál juego? — Interrogo ignorando su acusación.

— No me gustan los hombres — Sentencio. — No importa si me acuesto contigo eso nunca cambiará.

— Pruébalo.

Esa había sido la gota que derramo el vaso, había caído en sus sucio juego de cualquier manera, y ahora mismo el rumbo de la discusión tenía que ser llevado por él nuevamente, y no más por el de pupilas rubí, claro estaba, si deseaba terminar con todo eso.

Se había enrojecido tenuemente. Hacerlo con él… tocar ese cuerpo tan preciado para los demás. Ese sueño inalcanzable para tantas personas que quedaron prendadas de su belleza. Explorar el sexo de otro hombre… ¿Solo para probar algo carente de valor e importancia?

Daba igual, le había retado y se lo iba a demostrar, sin importar cuan lejos tuviera que llegar para hacerlo. Todo porque ya estaba cansado de sus palabrerías.

Y su cuerpo poseído por una ceguera irrefrenable, amordazando sus sentidos, le indujeron a tomarle con rudeza del brazo, y arrojarlo de cara al suelo.

Una malévola acción que llevo a cabo tan ágilmente que, para cuando Itachi se dio cuenta de ello, ya estaba atrapado bajo su imponente figura.

— ¿Qué… estás haciendo? — Cuestiono, intentando salir de su aprehensión, pero éste se hizo de sus muñecas con tal fuerza que le retuvo contra su voluntad, apegándolo al suelo.

— Voy a demostrártelo — Reveló, llevando una de sus manos hacía la empuñadura de samehada, y blandiendo su espada de está forma, desgarró con el escamoso filo de dicha arma la tela de la capa, junto a la camiseta negra que cubrían el abdomen de su compañero. Dejando de está atroz manera su blanca espalda al descubierto, y a un incrédulo Itachi totalmente enmudecido.

Lo había pensado, le haría suyo, si, pero eso no quería decir que sería gentil, sobre todo porque era un hombre a quien iba a poseer y no le parecía que el trato debiera de ser el mismo, no podía concebirlo, además de aguardar de forma incierta a que Itachi desistiera de su firme idea de que el conocimiento era otorgado por lo que captasen los sentidos.

— Entonces hazlo…— Respondió bajo. Kisame no pudo verlo porque Itachi estaba apresado bajo su cuerpo, dándole la espalda forzadamente, pero pudo sentir que le había destrozado en alguna parte de su corazón.

Más no titubeo, ni siquiera se sintió arrepentido de lo que estaba haciendo. ¿No había sido él quien lo quiso así? Entonces pensó que debía de aceptar todo lo que hiciera con su cuerpo.

Lentamente beso su espalda, probando de esa tersa piel blanca que se estremeció, tan pronto le pudo sentir lamiendo cada minúscula parte de su piel, sensación que le provoco arquearse levemente y soltar un vago suspiro, que se coló por los oídos de su captor, quien no perdió oportunidad de estimular sus suaves pezones con las manos. Los cuales se habían endurecido por la fría caricia del viento.

Itachi levanto por inercia sólo un poco las caderas, rozando con ello la entrepierna del tiburón, el cual, tomándolo como una provocación por parte suya, restregó su sexo contra él, para masturbarse. Desabotonando el pantalón de la comadreja para intentar despojarle de la molesta prenda. Mientras lamia con lascivia el lóbulo de su oreja. Consiguiendo intimidar a su victima, el cual, presuroso, detuvo sus manos para que no le quitase los pantalones.

— Espera.

— ¿Qué pasa? ¿No querías que te follara? — Interrogo divertido de ver que la tonalidad de sus mejillas se teñían de un carmín intenso, y la entonación de su voz sonaba un poco angustiada. Algo que solo le excitaba más y más.

Tenía un poco de vergüenza, debía de admitirlo, y no por el simple hecho de no ser virgen quería decir que fuera un desvergonzado, sobre todo cuando ahora se encontraba a punto de entregarle su cuerpo a un hombre, el que sería el primero en su vida y quizás el último, pero que para él no se trataba de cualquier hombre, sino de Kisame, de quien desafortunadamente se hallaba completamente enamorado.

En sus fantasías. Delirando dentro de esos húmedos sueños que le inducían a masturbarse pensando en él, todo era totalmente diferente, no era para nada parecido a como se estaban originando las cosas. Situación donde el espadachín le estaba desnudando lo más presurosamente posible, cual bestia saciando sus instintos carnales.

¿Pero cómo detenerlo, cuándo él mismo le había orillado a ceder a sus provocaciones?

Tampoco podía pedirle que fuera noble por ser esa la primera vez en la que mantendría contacto con alguien de su mismo sexo. Cuando no prevalecía el más mínimo sentimiento de aquel destinado para él.

Así que, retomando por brusca y dolorosa que fuera su realidad, soltó las grandes y recias manos de su secuaz, permitiéndole bajarle el pantalón, ajustando a ello su opaco bóxer. Dejando a la vista del ninja de la niebla las torneadas y largas piernas que jamás se habría imaginado vislumbrar, ni mucho menos poder tocar. Dejándole algo embelesado, al admirar su perfecto y redondo trasero, que ligeramente levantado le estaba excitando a tope, tanto que sus pupilas le visualizaron minuciosamente, de igual modo que un depravado analizando el festín que devoraría en cuestión de minutos.

Puesto que, ese cuerpo era verdaderamente majestuoso, no tenía que pensarlo demasiado para suponer que era lo más incitante y bello que había visto a lo largo de su infinito listado de encuentros ocasionales, con mujeres que para nada competían con ese cuerpo que le hervía la sangre, y había comenzado a despertar su miembro instintivamente.

Y aun careciendo de los atributos que adoraba hacer suyos de las féminas, la desnudez de Itachi era incomparable.

No podía creerlo, pero estaba ya deseoso de él. Observándolo notablemente ansioso por tocarlo, y sin perder un segundo más, acaricio con la yema de sus dedos las firmes nalgas que yacían tibias.

Apretándoles y aproximándose en su recorrido peligrosamente hasta esa cálida y estrecha entrada que contorneo paseando sus dedos sobre ella, arrancándole en el acto sonoros suspiros a su compañero, el cual, sintió repentinamente la húmeda lengua del tiburón lamiendo su ano, quien, separando sus nalgas, se daba paso entre ellas. Haciendo palpitar de placer aquella zona de su cuerpo.

E Itachi jadeaba cada vez más alto, cuando amenazaba con introducir su inquietante lengua en su virginal cavidad anal. Aferrándose a la hierba sobre la que yacía su cuerpo desnudo.

Ahhh… mmm… ah.

No podía negar lo mucho que estaba gustándole, y Kisame estaba llevando a cabo una gran labor lamiendo su ano. Esa pequeña y rosada entrada que masajeo con la lengua, y que también lubricaba superficialmente con su saliva.

— ¿Realmente lo estas disfrutando? — Una de sus manos apreso el pene del perdido azabache, el cual no pudo notarlo, hasta el momento en que este comenzó a frotarlo de arriba hacia abajo, con tal habilidad que sus gemidos estaban fuera de control, al igual que su extraviada lucidez.

Sufrir de dos asaltos consecutivos de ese tipo ya era una gran delicia como para poder negarlo, y avergonzado, no se digno a contestar a lo que aquel preguntaba con afán de retroalimentar su ego.

Pero no importaba si no lo mencionaba, Kisame lo sabía y con eso le bastaba, así que, brindando un poco de presión en la punta de su miembro le impartió de una polifacética diversidad de exquisitas sensaciones que variaban en cuanto a intensidad y táctica, un goce único y completamente nuevo; ni siquiera él que lo había realizado por acción propia de su mano había sido capaz de dar con la parte exacta que le enloquecía, ni darse las debidas atenciones que tanto le hacían falta.

Viéndose paulatinamente con su miembro completamente erguido, el cual se había endurecido y necesitaba de sus caricias para liberar toda la libido que había estado acumulándose en su cuerpo por estar con él, por sentir su fornido cuerpo sobre él suyo, dominándole, derritiendo cada recóndito de su piel con sus manos y lengua.

Ahh...mmmhh...

Haciéndole sentir completamente dichoso de sumirse a sus caprichos.

Ahhh...

La mano del espadachín estaba estrujando deliciosamente su falo, provocando con ello que se revolviera bajo su cuerpo, pero éste, que le estaba sujetando por la cintura, le impedía escapar e interferir, sobre todo cuando ya estaba a punto de correrse en su mano.

Y dando una última sacudida a ese pedazo de carne caliente e hinchado, Itachi termino eyaculando, y bañando con su espeso semen la pálida mano del culpable de haberse llevado con ello sus últimas fuerzas, y dejándose caer sobre la hierba, tan sólo se le escucho jadear pausadamente, sin un ánimo por levantarse.

Esa había sido la primera vez que se venía con tal intensidad, que decir que lo había disfrutado enormemente era poco.

— Que rápido te has corrido — Musito su espectador, con una sonrisa de sorna. — Bueno, ahora me toca a mí — E inesperadamente le giro, para ver de frente esos orbes rubíes que condolían aun por el goce recibido. Resaltando con creces por el suave rubor que recubría sus mejillas, excitándolo bestialmente con la añorada visión de penetrarlo y hacerlo gritar de placer su nombre una y otra vez.

De manera que percibió que su propio miembro estaba más que erecto, tan solo por contemplar la frágil entrada que desfloraría en breves instantes.

El portador del sharingan observo que éste se colaba entre sus piernas. Exponiendo su hinchado pene a la vista de cualquiera, tras descender las prendas que sofocaban ese músculo de su cuerpo que se mantenía rígido.

Sus piernas se encontraban bastante separadas, y ya sabía que era lo que venía a continuación. Algo que estaba esperando y deseando, por lo que no objeto nada, aun cuando las pupilas del tiburón develaban un brillo aterrador. Uno que le hizo suponer que se debía a que Kisame estaba pensando que estaría planeando echarse para atrás. Lo cual acertó, y vio demostrado cuando le sujeto con fuerza de las muñecas, y le mantuvo apegado al pasto.

¿Pero cómo huir? Cuando ya no le cabía la menor duda de que lo amaba, y que ser tomado por él le haría infinitamente feliz, pese a que a él solo le restará la satisfacción de dominarlo.

No, no le importaba e iba a conformarse con ser suyo esa noche, porque sólo le bastaba comprobar si estar en ese aspecto con el espadachín le haría sentir bien… y la respuesta parecía ser que tornaría positiva.

En el último minuto, y sin que se lo esperase, Itachi se libero de sus manos y rodeando emotivamente su cuello se fundió con él en un profundo beso que no tuvo siquiera tiempo de responder a tiempo Kisame, porque tan pronto Itachi lo había hecho, separo sus finos labios de los suyos.

— Ahora sé que es lo que siento — Susurro en un suspiro cerca de su oreja. Dejándole por un momento con varios dejos de duda perturbando su mente. Vislumbrando el rostro del Uchiha, con las mejillas sorpresivamente enardecidas, cerrando sus ojos y esperando a ser penetrado. Con su corazón latiendo de algo diferente a sus anteriores corazonadas, y eso era la emoción y adrenalina que corroía a su cuerpo entero tan solo por estar a su lado, de una forma muy distinta a las otras.

Porque esa unión era su felicidad…

Una vez que le penetro, el ninja de la niebla comenzó a embestirle salvajemente. Entrando y saliendo de su interior en un vaivén que arrebato una oleada de gemidos a Itachi, el cual se aferro a él con suma fuerza, de solo sentirle dentro tan atrozmente.

— Aaaagggh… que… estrecho… eres…— Jadeo Kisame, al sentir como las contracciones que provocaba su invasión apretaban paradisíacamente su falo, el cual fue incrementando su apogeo.

— ¡Ki… same!— Gritaba, sintiendo que ese hinchado miembro desgarraba su interior sin la menor sutileza, una tortura que se fue transformando en una adicción en cuanto daba con ímpetu contra su zona más erógena.

Abrazándole, jadeando y gimiendo incontrolablemente, mientras el tiburón le tomaba por la cadera con ambas manos para así hundirse más en su interior.

Con sus cuerpos en contacto directo.

Sofocándose por el calor, y esas sensaciones, una tras otra haciéndoles sufrir espasmos de puro y verdadero placer pasional, con aquellas poderosas embestidas que nublaron sus sentidos al punto de que juntos perdieron la noción del tiempo y de las cosas.

Algo especial que definitivamente recordarían como la mejor experiencia de sus vidas. Porque el espadachín no encontraría amante igual que le provocase tanta locura y desenfreno, mientras que Itachi aprendería que hacer el amor con quien uno ama es lo más hermoso de todo.

Y tras una estocada final, Kisame se vino dentro de Itachi, en una cálida corriente que lleno de satisfacción a ambos ninjas.

El espadachín respiro profundo, recobrando la serenidad, al ver que Itachi estaba sumamente exhausto, y qué dejando de sujetarle estaba dispuesto a descansar para recargar fuerzas, así pues, saliendo de su interior con delicadeza, se puso en pie, contemplando lo que había hecho, ó mejor dicho, concibiendo el cuerpo del delito que le cegó al punto de que termino- sin haberlo imaginado- cumpliendo los caprichos de un niño, que ahora mismo dormía tranquilamente.

Se acomodo la ropa, sin pensar, tan sólo moviendo sus manos para abotonar su pantalón y cubrirse del frío, observando en el peor de los casos que estaba asomándose el sol por el horizonte ¿Tanto tiempo había pasado sin que lo notase? No podía creerlo, pero así había sido, y ya nada lo podía revertir.

Maldita sea — Maldecía mentalmente, por ser capaz de dejarse llevar por sus instintos en lugar de la razón, pero no podía negarlo, lo había disfrutado y la culpa de saberlo le mataba. Jamás lo había planeado.

"ahora sé que es lo que siento"

Las palabras de Itachi se estaban repitiendo en su mente, saturándole de él, de su esencia, de ese delicado cuerpo que tomó y del que se sació… de su abrazo… de ese beso que nunca previó… y que…

Sus labios —Ese beso que inexplicablemente despertó su interés, y que hubiese querido probar un poco más. — ¡¿Pero qué…? — tan pronto cayó en la cuenta de lo que estaba pensando, devolvió sus inmaculadas pupilas al cuerpo de Itachi, al cual cubrió con su capa una vez se saco de encima.

El hecho de que fuera un hombre no quería decir que no fuera a ser amable con él para que no pescase un resfriado, ó con eso intento engañarse ante la ternura que le daba verlo sumamente frágil.

º

— ¡¿Cuánto más planeaban hacerme esperar? — Rugió Sasori, intentando atravesar con su aguijón a ambos Akatsuki, de no ser que el espadachín le detuvo interceptando su espada.

— De cualquier forma ya estamos aquí — Inquirió Kisame; — Se más cuidadoso con lo que apuntas porque no voy a contenerme la próxima vez, y te hare trizas con mi samehada — Revelo, acomodando su espada dentro de su funda, en el instante en el que el jefe marionetista contrajo su arma al interior de su capa, tan sólo avizorándole dedicarle una mirada llena de rencor antes de avanzar.

— Más vale que no me hagan perder más tiempo — Sentenció.

— ¡Joder! — Y virando sólo un poco sus pupilas para ver el rostro de su compañero- el cual no había dicho ni una sola palabra desde que habían retornado- sintió un poco de incomodidad. Sólo recordaba haberle esperado hasta que despertase, y entregarle su capa, al haber hecho trizas su ropa superior, no teniendo más remedio que andar con su holgada camiseta. Observando que este caminaba dificultosamente a lo largo del trayecto. — Quizás sea culpa mía — Recordaba lo rudo que le había embestido, pero no pudo evitarlo, había estado realmente excitado y no pudo contenerse más, no cuando le tenía con las piernas abiertas y con esa provocativa mirada posada sobre la suya… pero eso era algo que pasaría y lo sabía, por el momento se preguntaba si acaso Itachi había decidido hacer a un lado sus sentimientos por él.

"ahora sé que es lo que siento"

¿Qué es lo que quiso decir realmente con eso? — Se cuestionaba una y otra vez, — ¿Será que…? — Y entonces se petrifico; — ¿Por qué me importa tanto si aun le gusto o no? Eso no tiene nada que ver conmigo, quería que lo follara y lo hice, eso es todo.

— He estado esperando para escucharlo — Soltó de pronto, postulándose delante del espadachín.

— ¿El qué?

— ¿Aun puedes decir lo mismo? — Kisame no tuvo que pensarlo demasiado para darse cuenta de que era lo que su secuaz esperaba escuchar. Y para su entera sorpresa no pudo decir ni una sola palabra a favor ni en contra.

Naturalmente lo había estado pensando mientras Itachi dormía. Pensaba en lo bien que se había sentido a su lado, hablando sexualmente desearía tener más encuentros de ese tipo con él, pero… en el amor…

Ese beso.

Sin duda le había cautivado y robado el corazón.

— ¿Y bien? — No sabía porqué lo estaba preguntando, si claramente se había dado cuenta de que el tiburón sólo obtuvo placer de su entrega, pero deseaba con el corazón latiéndole a mil por hora que sus corazones se sincronizasen del mismo modo que sus cuerpos.

— En realidad yo…

— ¡Daos prisa de una maldita vez! — Gritaba el marionetista, contemplándoles desde la lejanía. Rompiendo con ello con todas las ideas del espadachín.

— Sabes bien cual es mí respuesta — Se apresuro a decir, antes de adelantarse completamente sonrojado, intentando no aceptar ese sentimiento que estaba descubriendo.

Después de todo tendrían todo el tiempo del mundo para hablarlo, y para que pusiera en claro sus ideas.


Esta fue la primera parte, y al leerlo se habrán dado cuenta de que Itachi quedo súper-mega-ultra- uke, pero no pude evitarlo, muy a pesar de eso siempre quise escribir algo de los elementales (así los llamo yo) junto a Sasori, y tras descubrir que hicieron una misión juntos no pude evitar pervertir la idea x3 jejejeje

Estoy escribiendo otro Two- shot en el que Sasori participará con ellos dentro de su marioneta Hiruko (¿?) como en este fic, e intentaré darle más participación con Kisame.

Bueno, yo espero que les haya gustado muy a pesar de que la historia no diga mucho en sí, en fin, hasta la otra, ja ne~~