Hola chicas, comenzamos un nuevo fic. Se titula Las hojas de otoño, es portugués y su autora es swenajaxx.
Sinopsis: En una noche de otoño, tras sufrir un accidente, Emma Swan, bastante conocida en el mundo de la moda, queda bajo los cuidados de la doctora Regina Mills. Los cuidados se extienden fuera del hospital, de una forma diferente. El otoño es la estación en que caen no solo las hojas de los árboles, sino también en que las personas se enamoran.
Capítulo 1
Por tercera vez, Emma apartó su atención del infernal tránsito de Nueva York para rechazar una de las llamadas de Killian. Se detuvo en el semáforo y miró al cielo extremadamente nublado, señal de una cercana tormenta. Incluso con el móvil en modo silencio, la pantalla del mismo llamó su atención, mostrando el nombre del petulante novio que llamaba una vez más.
Hacía semanas que la relación empezó a turbarse más de lo normal, Killian insistía en decir que Emma ya no le prestaba la atención suficiente, o que ya no lo trataba como al comienzo del noviazgo. La disculpa de la rubia era siempre la misma: trabajar demasiado, cuando en realidad lo que más quería ella era distancia. Ya estaba harta del cuidado excesivo del novio, de los mensajes y llamadas durante todo el día, de cómo él no soportaba pasar un día sin verla, de los celos absurdos que, a veces, lo ponían agresivo, y de su desconfianza. Emma ya no sentía atracción alguna por Killian, mantenía la relación por dos motivos, que creía justos para continuar con esa mentira: el primer motivo era no herir a Killian que siempre demostró amarla demasiado, y el segundo era la comodidad.
La cuestión es que la comodidad pasó a incomodarla, y la diseñadora intentó de todas las formas, mostrarle al novio que solo era suficiente con cambiar algunas cosas para que la relación durara más. Aunque ya no sintiera nada por el hombre, aún conseguiría mantener la relación si hubiera algo más de espacio. Además, ya estaba acostumbrada a tener a alguien.
Perdida en medio de sus pensamientos, solo se dio cuenta de que el semáforo había cambiado cuando algunos coches de atrás le pitaron. Dobló la esquina en dirección al edificio donde vivía, y una vez más el nombre de Killian apareció en la pantalla. Apartó una de las manos del volante, cogió el móvil tirado en el asiento del pasajero y por fin, a disgusto, atendió la llamada.
-¿Dónde estás, Emma?- preguntó Killian con un tono nervioso
-Casi llegando a casa- respondió revirando los ojos. Si él pudiera verla, le daría un ataque ante ese gesto
-¿Y por qué no atiendes a mis llamadas?
-Quizás porque estoy conduciendo, o presto atención al tráfico o a ti. Y adivina cuál prefiero.
-Tenemos que hablar, Emma
-Sí, tenernos que hablar- concordó. Dejó todos los motivos para continuar con eso, sintió nauseas al imaginarse junto a él en la cama, o incluso un simple beso. De repente, estuvo dispuesta a acabar con todo, pero sabía que no sería tan fácil.
-Llego a tu apartamento en unos minutos. Vamos a resolver esto para que todo esté bien de nuevo- su tono de voz era firme, sin embargo aún con esperanzas.
Emma protestaba en silencio. Quería conversar para poner punto y final de forma civilizada, no quería arreglar las cosas. Todas sus teorías de que sería difícil acostumbrase a la vida de soltera de nuevo se fueron por el desagüe de repente. Parecía como si una bombilla se encendiera de repente en su cerebro, ya no tenía motivos para proseguir. Sería injusto para ambos mantener algo que ya no le agradaba, y aún peor, usarlo solo para suplir sus necesidades carnales, que ahora ya ni quería.
-Killian, creo que será mejor que hablemos mañana. Estoy cansada- mintió. No había hecho nada para cansarse, si quisiera, estaba dispuesta para cualquier cosa.
-No, ya has decidió tú demasiadas cosas en esta relación. Es mi turno, Emma, voy hasta ahí y vamos a encontrar una solución para nuestras peleas.
-La solución es que respetes mi espacio, cosa que no sucede desde hace un tiempo- soltó lo que estaba atragantado en su garganta desde hacía días, y solo en ese instante se preguntó qué le había llevado en algún momento a querer mantener esa farsa.
-¡Soy tu novio, Emma!- soltó al otro lado de la línea, haciendo que Emma apartara el móvil de la oreja.
-¡Eres mi novio, no mi dueño!- dijo lo obvio
-¿Tienes a otro, no? Admítelo, Emma, siempre has dejado ver que no te conformabas con uno solo- la acusó
La rubia agarró el volante con más fuerza, sintiendo su sangre hervir de tanto odio. ¿Quién se creía él para pensar que ella podría traicionarlo?
-¡No tengo a nadie, pero debería!- dijo bajo, esperando que él no lo hubiera escuchado, si no las cosas iban a empeorar.
-Todo eso es la falta que te hago en la cama, podríamos resolver eso, pero siempre tienes dolor de cabeza- sintió nauseas al escuchar sus palabras. Estaba sorprendida de hasta dónde podría llegar él, y consigo misma por haber pensado en algún momento que sería una buena idea soportar a su novio porque antes le había demostrado cariño. Killian estaba completamente alterado, sacando conclusiones erradas y acusándola de cosas que no había hecho, y aún peor, culpándola por la falta de sexo. ¿Hasta dónde podría llegar esto si no hubiera cambiado de idea?
-Es ridículo lo que voy a hacer ahora, pero no mereces más que esto…- respiró hondo, para proferir con ganas todas las palabras que enseguida vendrían y acabarían con todo. Nunca había imaginado que terminaría la relación por teléfono, pero era más fácil hacer tal cosa, solo era acabar la llamada, apagar el móvil y ya no tendría que escuchar más las protestas del ex novio. Iba a empezar a hablar cuando escuchó una frenada y no tuvo tiempo en pensar en nada más.
El coche de Emma fue golpeado en el lateral por otro coche que iba alta velocidad. En segundos, perdió poco a poco todos sus sentidos.
Ya era la cuarta vez que Regina entraba en aquel cuarto, mirando a la paciente en el mismo estado. Observó a la rubia que tenía un sueño causado por sedativos, una de las piernas rotas y debajo de la ropa del hospital, un curativo debido a la cirugía. El suero goteaba gradualmente, todavía en su comienzo. Regina lo había colocado minutos atrás. Miró la pantalla que marcaba sus latidos y se sentó en una silla al lado de la cama.
Sentía admiración ante la belleza de la mujer adormecida en la cama. Incluso con la piel más pálida de lo normal, la pierna enyesada y la ropa del hospital continuaba linda. Regina pensó que, quizás, fuera la paciente más hermosa que ya hubiera pasado por aquel hospital.
Sabía que su accidente había sido causado por distracción mientras hablaba por el móvil, y no entendía cómo alguien tan inteligente en el mundo de la moda, podría olvidarse de una regla tan simple. Sí, Regina la reconoció en el momento que cogió el expediente de Emma, sabía que su marca era conocida, tanto que en su armario había algunas prendas firmadas por ella misma.
La doctora se levantó de la silla y caminó hacia la ventana del cuarto, abrió la persiana, observó de lejos los árboles que, poco a poco, veían sus hojas teñirse de tonos más cálidos, y en breve pintarían el suelo de Nueva York.
Emma abrió los ojos, parpadeando varias veces con dificultad para mantenerlos abiertos a causa de la luz. Extrañó el lugar en que estaba, intentó mover las piernas, pero una de ellas estaba inmovilizada. Vio la aguja en el dorso de la mano y llevó los ojos hasta el suero que aún goteaba. Solo entonces percibió la presencia de una mujer de espaldas a ella.
Regina suspiró, volvió a cerrar la persiana y se giró despacio, viendo a una rubia aturdida que respiraba con cierta dificultad.
-La Bella Durmiente finalmente ha despertado de su sueño profundo- Regina dijo en medio de una sonrisa, caminando a paso lento en dirección a Emma.
-¿Sería un tópico decir que no sé lo que hago aquí?- el tono de voz de Emma era bajo
-Es un tópico, pero merece una explicación- Regina volvió a sentarse al lado de la cama -¿No se acuerda de nada?
Emma forzó la memoria buscando un recuerdo, pero consiguió un resultado incompleto.
-Recuerdo estar terminando mi noviazgo con una llamada.
-¿Mientras conducía, verdad?- Regina sonrió de canto mientras Emma asentía -¿Acaso la señorita no sabe que eso no se debe hacer?
-Estaba siendo difícil ignorar tantas llamadas- Emma torció la nariz.
-Un coche chocó contra el suyo y si le echa un vistazo a su cuerpo, podrá ver los resultados.
Emma levantó la blusa al sentir dolor en el abdomen, encontrándose con un curativo.
-Me duele- susurró
-Se ha roto una pierna y ha tenido una hemorragia interna. Ha tenido suerte de no morir, señorita Swan.
-¿Hace cuánto que estoy aquí?
-Es el tercer día. Cada vez que se despertaba, fue sedada, su presión se salía de lo normal y tuvo comienzos de convulsión.
-¿Y por qué no lo recuerdo?
-Porque su cerebro apenas está razonando ahora- Regina se levantó de la silla, aún sin apartar los ojos de los verdes de Emma –Su recuperación no será repentina. Aún tiene que hacerse algunos exámenes y quedar en observación. Pediré que avisen a su familia.
-Ok. Doctora…- hizo una pausa buscando la placa y se dio por satisfecha cuando la encontró en el uniforme de la mujer –Mills
-Más tarde paso a ver cómo está. Espero que se alimente cuando le traigan la comida, no se vive solo de suero.
Emma asintió una vez más y vio cómo la morena salía del cuarto. Respiró hondo al reparar en la situación en que estaba y por culpa de Killian. De repente, se encontró pensando en la doctora responsable de su caso, ¿qué hacía en su cuarto antes de que despertara? No estaba realizando ningún procedimiento, solo miraba por la ventana y cuando Emma despertó, ni siquiera la tocó.
-¡Emma!- la mujer de cabello corto entró en el cuarto, seguida de su marido
-¡Mamá, papá!- Emma respondió en el mismo tono y sonrió
-¿Qué te ha pasado? ¡Por Dios, Emma, casi nos mata del susto!- Mary afirmó en tono exagerado, acariciando el cabello de la hija.
-Lo importante es que está bien y pronto se recuperará, ¿verdad?- David se inclinó, dándole un beso en la cabeza a Emma que asintió
La relación con sus padres era algo envidiable, cada uno era prioridad en la vida del otro. Emma creció en un ambiente que desprendía amor, cuidado y atención. Mary y David, aunque eran adolescentes cuando la tuvieron, supieron perfectamente cómo criarla, y el resultado no podría haber sido mejor. Emma se convirtió en una mujer que desprendía educación y bondad, se volvió alguien reconocido en el mundo de la moda en Nueva York y su carácter independiente dejaba a cualquier con la boca abierta.
-¿Te duele mucho?- Mary señaló el cuerpo de Emma que negó con la cabeza
-Solo siento un pequeño dolorcito en donde está la cirugía, y siento agonía por no poder mover la pierna.
-Por favor, nunca más cojas el móvil mientras conduzcas. Si acaso te dejo acercarte a un coche cuando salgas de aquí- dijo David haciendo reír a las dos mujeres.
-Sobre todo porque voy a salir del hospital andando- Emma ironizó aún riendo.
-Ya es hora de que contrates a un chófer o te muevas en taxi.
-Estás exagerando, querido, ella está bien- Mary acarició la espalda del marido.
-Prométeme atención doble en la carretera.
-Papá, no soy una adolescente, ya entendí
-Antes de que tu padre te saque de tus casillas, vamos a salir para que entre una persona que está como loca por verte. Volvemos para despedirnos –lo padres de la rubia salieron del cuarto, dejándola sola de nuevo, situación que duró pocos segundos.
Un Killian con cara de arrepentimiento entró en el cuarto y sonrió al ver a su novia despierta y aparentemente bien. Emma cerró los puños, el imbécil que tenía delante era la última persona a la que quería ver.
-Me quedé tan preocupado, mi amor- se acercó a la cama y se inclinó para besar sus labios, sin embargo, acabado besando su mejilla, ya que ella giró el rostro.
-¿Ah, sí, de verdad? ¿Entonces mi falta de sexo ya no te importa? ¿Has encontrado al otro por los pasillo del hospital?- demostró toda su rabia en sus ironías y su rostro serio.
-Perdóname, estaba fuera de mí. Jamás habría dicho aquellas cosas si no estuviera nervioso- él buscó su mano, pero la apartó bruscamente.
-Si no hubieras llamado tantas veces, no estaría aquí toda debilitada. ¡No habría casi muerto!
-Tenía miedo de perderte, Emma, discúlpame- usó su mejor tono de voz para convencer a Emma de que realmente estaba arrepentido.
-¡Ya me has perdido!-Emma fue corta y seca
Regina entró en el cuarto por quinta vez en el día, tal y como le había dicho a Emma. Y esta vez fue porque realmente tenía que volver.
-No es justo, Emma, ¿todo este tiempo de relación tirado? Te amo.
-Márchate- Emma intentó mantenerse calma, pero no era posible. De tan apretadas que tenía las manos, sus propias uñas marcaron su palma.
-No, vamos a conversar…- imploró
Regina, que asistía a todo desde la puerta, decidió intervenir a favor de Emma, que ya estaba más nerviosa de lo que debería.
-No es bueno para ella que su presión se altere como está pasando ahora mismo. ¿Puede darnos permiso?- dijo de forma imponente. Emma contuvo una sonrisa cuando Killian asintió y salió del cuarto.
-Muchas gracias- dijo Emma de forma aliviada
-Los hombres deberían entender cuando una mujer dice que no. Su novio parece alguien bien egoísta
-Ex novio- la corrigió
-Creo que él no acepta ese nuevo título
-Peor para él- dijo en tono de indiferencia -¿Puedo sentarme? Me duele la espalda
-Perdóneme, debería haberme dado cuenta antes –Regina se dio prisa en ayudar a Emma a sentarse. Con cuidado, apoyó una mano en la espalda de la rubia, ayudándola a cambiar de posición y arregló las almohadas -¿Está cómoda?
-Sí, gracias- Emma sonrió y Regina hizo lo mismo involuntariamente
Sin decir ninguna palabra más, la doctora sacó la aguja de la mano de Emma, dejándola colgada a un lado del soporte del suero.
-La enfermera vendrá pronto para ayudarla a tomar el baño y yo volveré a hacerla la cura, a veces ellas no son tan cuidadosas- Regina miró la plancheta en su mano y volvió a mirar a Emma –También debe tomar algunas medicinas más tarde.
-¿Ya hay más o menos una previsión de alta?
-Aún no. Su caso fue de gravedad, como le dije antes, necesitará quedarse en observación por un tiempo hasta tener certeza absoluta de que está lista para volver a casa.
-Claro- respondió en tono desanimado
-Bueno, señorita Swan, nos vemos después
-Emma, por favor, llámeme Emma
-Lo haré- Regina sonrió –Nos vemos después entonces, Emma- la forma en cómo la doctora pronunció su nombre hizo sonreír a la diseñadora. Su nombre sonó de forma diferente en su voz. Emma pensó que, quizás, sonara sensual.
Apenas había salido la morena del cuarto, cuando los padres de la rubia entraron de nuevo. Se despidieron debido a que la hora de visitas ya había llegado a su fin, pero antes le preguntaron el motivo del trastorno de Killian, y finalmente dejaron sola a Emma, absorta en sus pensamientos, en cuán difícil sería lidiar con un ex novio que no aceptaba el fin. Conocía a Killian lo suficiente para saber que no tendría paz cuando saliera del hospital.
