Papa volvió a casa y nos despertó de nuevo. Siempre grita y hace daño a mama. Ella siempre me dice que me esconda.

Son las cuatro y media de la mañana. Todavía me tiemblan las piernas. Me duele el costado. Tengo un enorme nudo en la garganta. ¿Por qué no soy capaz de terminar esto? Hace años que deje de creer en los: te quiero cariño, lo hago por tu bien.

Sí, lo hago por mis hijos... Mentirosa. Si lo hiciese por los niños estaría a kilómetros de él. Suspiro, me miro al espejo y me limpio el rastro de lágrimas. Estúpida. Estúpida. Estúpida…

Otra vez este estúpido cabrón. Ojala fuese capaz de levantar yo también la mano, pero no soy lo suficientemente fuerte y lo único que hago es hacerme el dormido. Siempre me hago el dormido esperando a que toda la puta mierda que me rodea deje de existir.

Tch… he vuelto a terminar en el mismo bar de siempre. El trabajo me supera y al llegar a casa volveré a encontrarme con la misma mierda. Una estúpida mujer que no sirve para nada y un hijo que se acojona cada vez que me ve. Soy una mierda. Aun así sigo bebiendo. Llego a casa y descargo toda mi furia en mi mujer.

Las acciones son como bolas de demolición. Destruyendo sueños, vidas… así como lo hacen con edificios. Algunos edificios se vuelven a construir, mejores de lo que eran. Pasa lo mismo con las vidas, solo que algunas quedan estancadas o simplemente dejan de existir.