¡Hola! Soy nueva y hasta ahora nunca había escrito un fanfic. Me gusta mucho el canon «korrasami» y voy a intentar contribuir a la larga lista de buenos fanfictions que hay sobre el tema.

Sed buenos, porfi.


Cuando Asami atravesó la entrada principal sintió que el estrés del trabajo se quedaba fuera, como un perro guía que pasa la noche en el felpudo esperando el regreso de su amo. Tras cruzar el umbral cerró la puerta y avanzó por el vestíbulo, sus botas de tacón repiqueteando en el suelo de mármol.

El buen humor la invadió paulatinamente mientras subía las escaleras de camino a su habitación, consciente de que, tras una ducha y un gran abrazo de Korra, sería una persona nueva.

Al pensar en Korra se le vinieron a la cabeza imágenes muy vívidas de la noche anterior y no pudo evitar sonrojarse. Aunque hacía ya unos meses que habían vuelto del Mundo de los Espíritus, y a pesar de que apenas se habían separado desde entonces, Asami solía enrojecer de vergüenza al rememorar sus cálidas noches con Korra. Por las mañanas siempre mostraban nebulosas negras, violetas o granates de distintos tamaños en varias partes del cuerpo, y tenían que asegurarse de que todas quedaban ocultas al salir de casa.

Por eso Asami aquel día llevaba un pañuelo oscuro anudado en el cuello, a pesar de que la temperatura exterior era agradable y no se había puesto la chaqueta. La llevaba atada a la cintura, como una capa corta ondeando detrás de su trasero; así mostraba una camiseta blanca ceñida a su delgado torso y unos brazos torneados, blanquecinos como el resto de su piel.

Contempló su reflejo en el espejo de uno de los pasillos del piso superior y se recolocó un par de mechones antes de seguir su camino hacia su habitación. Desde que se había levantado por la mañana, hacía ya muchas horas, abandonando en la cama a una Avatar dormida y vulnerable, se había pasado la mañana trabajando con sus manos en piloto automático mientras su cabeza no paraba de girar en torno a Korra.

Korra y su cuerpo oscuro, cálido; sus acogedores y fuertes brazos, meciéndola, envolviéndola en un vaivén cada vez más brusco mientras…

Asami detuvo sus pensamientos justo al alcanzar la puerta de su dormitorio. Intentó controlar su propio cuerpo, masajeándose levemente las mejillas para borrar cualquier rastro de culpabilidad mientras regañaba a su cerebro por hacerle pensar ese tipo de cosas en aquel momento.

Probablemente Korra estaba cansada y necesitaba reposo. Sería una tarde tranquila de caricias.

Asami abrió la puerta esperando a ver a la Avatar, dormida o despierta, pero no estaba allí. La decepción le bajó un poco el ánimo y, tras observar durante unos segundos la cama hecha y vacía, decidió dirigirse al baño para ducharse, cuando alguien la agarró de repente. Unas manos como tenazas de hierro le sujetaron los brazos detrás de la espalda y le taparon la boca para que no gritara, amenazantes.

En medio de la confusión y el pánico, Asami notó un olor familiar que provenía de cerca. 'No te asustes' una voz conocida le susurró al oído. 'Soy yo'.

El miedo la abandonó de repente, aunque la adrenalina permaneció en su cuerpo alerta. La mano que la dejaba muda se retiró. 'Por dios, Korra…' pero Asami no pudo continuar. La misma mano que la tenía presa la obligó a girar sobre sí misma y la empotró contra la pared, aplastando sus suaves pechos contra el papel pintado de color ocre. Se le escapó un pequeño jadeo y boqueó un par de veces mientras se le aceleraba la respiración.

La otra mano volvió a hacer acto de presencia, le arrancó el pañuelo del cuello sin ninguna gentileza y comenzó a atarle las muñecas detrás de la espalda con movimientos bruscos, cortos y prácticos, inmovilizando a Asami por completo mientras la empujaba contra la pared con el peso de su propio cuerpo. '¿Qué…?' consiguió balbucear.

Pero la Avatar no perdió el tiempo.

La obligó a darse la vuelta y arrodillarse frente a los pies de la cama, sujetándole las muñecas entrelazadas con una mano y agarrando su melena negra con la otra. Se agachó tras ella, admirando el esbelto cuerpo de la mecánica, y aproximó unos labios oscuros a su oído.

'Asami…' susurró con una voz sensual. 'Asami… estoy muy mojada…'.

Asami tragó saliva y algo caliente como el infierno le bajó por el estómago hasta más allá de las caderas.

'Te necesito… llevo todo el día esperándote, y ahora no voy a dejarte escapar'. Notó cómo Asami se encendía y esbozó una sonrisa lasciva que la morena no pudo ver. Siguió susurrándole al oído. 'Necesito que me ayudes… pero tienes que obedecer todas mis órdenes… ¿lo has entendido?'. Asami asintió y Korra dio un breve tirón a su melena, provocando que alzara la barbilla. '¿Lo has entendido? No te oigo…'. 'Sí' consiguió responder Asami finalmente. 'Sí…'.

'Muy bien'.

Asami notó que las manos dejaban de sujetarla y bajó la cabeza. Su ropa interior comenzaba a estar húmeda. Vio cómo Korra pasaba de largo y al enfocar bien y darse cuenta de que estaba semidesnuda, se le paró el corazón. No llevaba más que la capa marrón de pelo de la tribu del agua anudada a la cintura, y un estrecho sujetador negro cubriéndole parcialmente los pechos. Sin ningún otro tipo de ropa interior.

El deseo y la excitación la hicieron enrojecer de la cabeza a los pies y Asami sintió que la temperatura de la habitación subía por lo menos diez grados más. Korra se sentó en el borde de la cama, justo frente al cuerpo arrodillado de Asami, y apoyó las palmas de las manos en el edredón blanco de plumas. Entonces separó las piernas con lentitud inusitada, revelando el tesoro que escondía entre los muslos y recreándose en el movimiento de apertura ante Asami, que la miraba encendida de deseo. Por si la invitación no era lo suficientemente clara, Korra ordenó: 'Asami… cómeme'.

Ella no dudó. Gateó como pudo con las manos atadas a la espalda y se acercó a Korra hasta que pudo rozar sus rodillas con los hombros. Las piernas abiertas de la Avatar estaban calientes y eran un tentador refugio tras un día agotador. Inmediatamente rozó sus muslos con los labios, adentrándose más y más en aquel terreno peligroso, pero una mano impaciente le quebró los planes. 'Sin besos' le dijo, agarrándola de la melena como si le hubiera hecho una cola de caballo. 'Quiero tu boca ahora'.

Y tiró de Asami, haciendo que sus labios rojizos se encontraran bruscamente con su entrepierna.

Asami decidió no perder más el tiempo. Entreabrió la boca y su lengua húmeda recorrió unos labios que no eran los suyos, abriéndolos con urgencia y encontrándose con un tipo distinto de humedad. Escuchó un breve jadeo en respuesta a su exploración y continuó con la búsqueda, repasando en profundidad cada pliegue, sin olvidarse ninguno. Cuando alcanzó el clítoris con la punta de la lengua notó que el brazo de Korra se tensaba y su puño agarraba con más fuerza de su cabello.

Motivada, Asami empezó a lamer rápidamente y con pequeñas sacudidas, entreteniéndose con la sinfonía de gemidos que Korra creaba para ella, cada vez más fuertes, mientras su estómago desnudo exponía los músculos tensos y perlados de sudor. La respiración de Korra se aceleró tanto que parecía que iba a explotar. 'Asami… joder…' gimió, y llevó la mano que tenía libre a la cabeza de la morena, empujando su boca aún más contra su sexo.

A Asami le resultaba difícil maniobrar sin poder hacer uso de sus brazos y sus manos pero se las apañó para conseguir que Korra se pusiera aún más caliente. Notaba su humedad en la lengua y el paladar y pronto hubo tanta que resbaló por su barbilla y su cuello en estrechos regueros como gotas de lluvia.

Los gemidos y jadeos de la Avatar pronto se convirtieron en verdaderos gritos de placer, tan ensordecedores que Asami terminó de empapar su propia ropa interior sólo de escucharlos. Decidió poner fin a ese ritmo tan frenético y separó la lengua del clítoris de Korra durante unos instantes, recobrando el aliento mientras esperaba una reacción.

'No te atrevas a parar…' gimió Korra, amenazante. 'Ni se te ocurra…'.

Pero Asami no tenía intención de parar. Antes de que terminara de hablar ya había pegado la boca a su coño de nuevo, esta vez abarcándolo en su totalidad, y había iniciado una serie de lametazos tan lentos y profundos que sintió cómo Korra se derretía por completo en su boca.

Tanteó la estrecha entrada con la punta de la lengua y fue premiada con un nuevo gemido, desgarrador y apremiante, así que durante los siguientes minutos se dedicó a introducirle la lengua una y otra vez, recreando el movimiento de vaivén que habían efectuado la noche anterior, cuando sus cuerpos estaban pegados y sus caderas chocaban entre sí. 'Ah… ahhh… Asami…'.

Korra empezó a arquear la espalda y Asami supo que estaba cerca.

Volvió a centrar toda su atención en el clítoris que palpitaba ante ella y lo atrapó entre los labios, comenzando a succionar lentamente mientras lo rozaba con la lengua. Los alaridos de Korra se volvieron ensordecedores; sus manos, inamovibles como tenazas selladas, le habrían arrancado la melena si se hubiera atrevido a separarse de su sexo. Sin embargo, era lo último que Asami pensaba hacer.

Notó cómo los fluidos de Korra le desbordaban la boca y le corrían por el cuello y el escote, escapándose entre sus pechos y aumentando su propia excitación, mientras los gemidos de la Avatar hacían temblar los cimientos de la mansión.

Aceleró el ritmo de succión y el roce con la lengua y Korra empezó a temblar; de alguna forma su cuerpo sacó fuerzas para encerrar a Asami entre sus muslos húmedos, en un último acto semi-inconsciente, antes de que Asami chupara una vez más y Korra estallase en un orgasmo incontrolado, rompiéndose la garganta en un gemido profundo mientras su cuerpo alcanzaba el culmen del placer, alzando las caderas para obtener un último lametazo más, antes de perder toda la energía y desplomarse casi sin vida, exhausto, sobre la cama. Asami, un par de segundos más tarde, se separó lentamente de su entrepierna; las manos de Korra no ofrecieron resistencia.

La morena se limpió los labios como pudo, aún sin brazos, y gateó sobre la cama hasta alcanzar la cabeza de Korra. Ésta jadeaba aún, con el pecho subiendo y bajando a un ritmo enloquecedor.

Asami dejó que su pulso se calmara y, cuando el corazón de Korra comenzó a trabajar a una velocidad normal, acercó sus labios a su oído y susurró con voz lasciva:

'¿Preparada para la segunda ronda?'.