Hola a todas mis lectoras…. Primero que nada quiero disculparme con todas ustedes por lo que ha ocurrido con TIEMPOS… (Mi otro fanfic), la inspiración por terminarlo realmente se ha ido muy lejos y no he tenido realmente muchas ganas para hacerlo, estoy feliz por sus mensajes y porque les ha gustado tanto, espero que lo entiendan y puedan seguir esperando por él

Ahora lo que me trae aquí, acabo de escribir este fanfic desde hace algunos meses, y no me decidía a subirlo hasta que estuviera completo para no dejarlas esperando nuevamente, pero luego de leer tantos comentarios he decidido hacerlo más pronto jejeje espero que les guste ya que es un poco diferente sin embargo mantengo mi interés por el RENxTAMAO como lo notaran cuando lo lean

Algunas advertencias….

Al inicio es algo lento pero es necesario para el desarrollo de la historia y si me conocen sabrán que todo tiene un motivo, jejeje ademas que me gusta detallar las cosas para que se puedan imaginar todo jeje

Está situado en un universo alterno por lo que eso de shamanes no está incorporado y la Tamao que veran es algo mas... bueno leyendo lo entenderán

No he decidido agregar lemon todavía así que es apto para la lectura de todas y todos

En fin… espero que lo disfruten, iré subiendo los capítulos pero daré tiempo a recibir sus respuestas, el feedback de ustedes es muy importante para mi jejeje

Besos y espero que realmente les guste

KIRA-ISHIDA

IMPERIO

Por las grandes y majestuosas escaleras del palacio, descendía una bella joven de mirada melancólica, seguida unos pasos más atrás, por un sequito de doncellas de compañía y sirvientas vestidas de violeta y celeste, algunos guardias con ropajes azules y verdes, llevando con ellos largas lanzas y espadas en sus cinturones. Sus rostros, al igual que él de la joven, mostraban una absoluta tristeza.

La joven que bajaba lentamente cada peldaño, para ella en ese momento, hubiera sido mucho mejor que el tiempo se detuviera, por su expresión parecía dirigirse hacia su propia ejecución, algo totalmente contrario y en contraste con el hermoso día de primavera que acababa de empezar, los bellos ropajes que lucía, y la tranquilidad y gracia con que caminaba.

Aquellos que la esperaban en la entrada del majestuoso palacio quedaron asombrados al verla, incluso los guardias que se encontraban sobre sus caballos, no podían apartar sus miradas de ella. Su belleza era realmente notoria y peculiar a lo que ellos acostumbraban; sus largos cabellos color rosa, solo sujetos con algunos peines de plata, brillaban con el sol; sus grandes ojos color cereza se notaban claros y puros, y su piel pálida similar a la porcelana más fina era algo que no había forma de describir y dejar de apreciar, esa joven estaba sin lugar a duda a la altura de la realeza a la que pertenecía

La joven por su lado, contrario a lo que se apreciaba por su bella imagen, parecía casi estar en otro mundo sin siquiera percatarse de la forma en que era observada con admiración. Para ella, no importaba la forma elegante en que iba vestida; usar ese hermoso traje de color rosa pálido bordado en hilo de plata, que dibujaban bellas flores de cerezos y mariposas por las orillas, era algo que ya no tenía relevancia ni sentido.

Solo pensar que hacía algunos días atrás estaba totalmente complacida con las ropas que llevaba en ese momento era algo que ahora le causaba irritación y le costaba creer; cómo había admirado ese hermoso traje, que permitía ver completamente unas mangas largas de seda blanca que formaba parte del traje, y la bella y larga falda que tenía los mismos bordados en la parte baja y cubría sus piernas por completo, dejando ver solo las pequeñas zapatillas al mismo tono pero con bordados blancos, sin ninguna duda ahora estaba a punto de odiarlo, gracias a que había sido enviado por el imponente rey de Goguryeo unas semanas atrás, hecho que ella había acreditado a solo un obsequio hacía ella por su cumpleaños y para estrechar relaciones entre ambos reinos.

Aun se recriminaba a si misma por haber aceptado ese obsequio, por su ignorancia, ingenuidad y mala fortuna… lo que se notaba firmemente en su rostro que mostraba un reflejo totalmente diferente a la alegría que transmitía todos los días y que seguramente hubiera lucido con esas elegantes y costosas ropas, si no hubiera llevado otro significado el portarlas.

Cualquiera diría que con unos bellos ojos como esos, enmarcados en esas largas y finas pestañas, la linda joven sería capaz de enamorar a quien se cruzara en su camino, cosa que después de verla en persona, podía ser confirmada por los propios hombres que la esperaban al final de la escalera; su expresión no solo era dulce sino totalmente angelical, y gracias a ella, los guardias habían quedado más que atónitos, sin embargo ella ya no podía siquiera pensar en sonreír, mucho menos en enamorar a alguien, ya que a pesar de su belleza, ahora le estaría prohibido pensar en amar, y de solo saberlo, sus ojos que siempre solían ser vivaces y luminosos, parecían haber perdido todo su brillo y mostraban signos de lágrimas.

Se sentía extrañamente enferma, incluso su rostro que normalmente no necesitaba maquillajes para sobresalir, en ese minuto había sido cubierto por esos productos, pues no había otro modo de quitar la palidez que tenía, la cual ahora había sido escondida de forma hermosa bajo el color rosa del rubor en sus mejillas y labios.

A cada paso que daba solo sabía que deseaba regresar por el camino que había recorrido, girar y subir rápidamente esos amplios y elegantes escalones que ya había bajado, y emprender otra vez el camino rumbo a su cámara de descanso; a todas las habitaciones que habían sido su hogar durante esos 20 años de vida y que ahora debía abandonar por una orden y obligación con la corona real de Gaya a la cual servía...

Sin ser capaz de hablar con nadie, su mente era su única compañía que deseaba y sus pensamientos los únicos amigos que sabía tendría desde ese minuto en adelante, porque al salir de las grandes paredes que la protegían y mantenían segura y feliz, estaría sola, dependiendo de si misma y sin poder confiar en nadie más que en si misma…

-"Debí haber nacido siendo la princesa de un gran país, eso hubiera sido lo ideal, en estos momentos en que mi corazón sufre de aflicción y angustia" – pensaba la joven mientras descendía –"¿qué podría hacer para huir ahora?, esta situación me domina, necesito ayuda, por favor…"- caminaba en completo silencio mientras la distancia se hacía cada vez más corta.

-" Desearía estar rodeada de soldados armados"- su mente se oponía con fuerza mientras sus manos se presionaban una contra la otra, apoyadas con elegancia delante de su vestido –" así ellos me protegerían y resguardarían del futuro desgarrador que me espera en solo unas semanas"- suspiro con tranquilidad, intentando mantener la compostura

Su sirvienta personal a su lado, sabía lo que la joven tenía entre sus pensamientos y estaba tan temerosa como ella, sobre todo al escuchar lo que la joven sentía sobre toda la situación que ocurría unos días antes

La joven miraba hacia adelante aunque sus ojos no parecían fijos en ninguna cosa –"creo que eso me habría hecho mucho más feliz que mi situación actual, en la cual no tendría que estar a punto de ser casi vendida a un reino que no es el mío, incluso preferiría la muerte a esto"- pensó al llegar a los últimos diez escalones, deteniéndose por unos segundos, ante la mirada atenta de su escolta, tal vez esperando que el tiempo se detuviera junto con sus pasos y algún milagro ocurriese.

Dio un vistazo hacia la entrada del palacio a varios metros de ella, allí la esperaba un hermoso y elegante palanquín, color rojo cereza (signo de realeza), adornado con imágenes de dragones y símbolos reales de la familia imperial de Goguryeo, el bello transporte estaba custodiado por un sin número de guardias y sirvientes que no conocía y que pertenecían a esa gran nación…

-"Quiero seguir viviendo en Gaya, no en ese lugar donde solo seré un adorno, un objeto de uso y recreación visual para alguien despreciable" – pensaba mirando hacia adelante –"cada uno de mis pasos serán controlados por ese hombre que no he visto ni siquiera una vez en mi vida"- ese pensamiento la estaba atormentando mucho más que cualquier otro.

Una semana ya había pasado desde que se había enterado de ello al recibir la orden de dejar su hogar y viajar al reino de Goguryeo.

-su alteza… ¿Qué será de usted?- murmuró Morphine una de sus doncellas que caminaba tras ella, mirándola preocupada, ella conocía a la perfección como se sentía su princesa, ya que era su confidente y quien cuidaba de ella, por eso no podía dejar de observarla con temor y completa pena, la joven delante de ella sería enviada a un lugar lejano donde no podría acompañarla y eso la desesperaba.

La doncella miro hacia adelante al ver como los ojos de la joven se fijaban en el palanquín y también lo observó, esos hombres se la llevarían y lo más probable es que no la viera en mucho tiempo, tal vez nunca más.

Por su lado, la joven princesa solo tenía en sus pensamientos encontrar una solución para lo que le sucedía, sin embargo aunque había estado pensándolo durante todo el tiempo luego de haber recibido la noticia aun se mantenía sin encontrar algo para salvarse a sí misma y de paso evitar que algo malo le ocurriera a su reino…

-"¿Por qué mi nación no es quien rige actualmente el destino de los otros?"- pensó, ya con algo de desesperación –"si la autoridad de mi padre fuera incuestionable… entonces los 3 grandes reinos colindantes no serían más que meros espectadores de nuestra grandeza y se arrodillarían ante nosotros, tal como ellos piden que hagamos obedientemente, así no tendría que ser obligada a esto y podría seguir viviendo felizmente aquí y no en Goguryeo"- pensó la joven, dando un suspiro al llegar abajo.

-mi princesa… ya es hora de…- iba a decir lady Shin, la doncella que estaba a cargo del cuidado de la joven princesa pero la joven la detuvo antes que siguiera hablando

-ya lo sé… solo… espera unos segundos…- se escucho la leve voz de la joven, quien antes de comenzar a caminar, miro hacia el cielo y respiro profundo – déjame respirar por última vez, el aire del gran palacio de Gaya…- agrego la joven con tranquilidad, buscando resignación en esos momentos y así no caer en la total desesperación, de ahora en adelante debía mantener la cabeza fría

-su alteza… perdónenos por no ser lo suficientemente…- dijo uno de los guardias personales de la joven mientras las sirvientas comenzaban a derramar lágrimas, la joven giró su rostro hacia ellos

-no digas eso… esto no es culpa de nadie…- el guardia solo bajo la mirada no pudiendo soportar el ver a la princesa en esa situación, la joven sonrió con tristeza y luego miro a sus doncellas - no lloren… este es mi destino y debo aceptarlo… por el bien de la familia real y el pueblo de Gaya…- agrego la princesa, intentando darle calma a sus sirvientes… - ya es suficiente con que yo este triste por abandonarlos…- agrego, sonriendo para evitar que ellos se descorazonaran al verla partir, una de sus sirvientas principales se secó los ojos con las manos y luego de hacer una inclinación asintió ocultando su rostro, provocando que las demás hicieran lo mismo, la joven princesa giro su rostro hacia adelante –tal vez esto sea lo mejor, nuestro pueblo estará seguro y ya no tendré que sufrir por culpa de ella… - agrego en un susurro, antes de mirar nuevamente hacia la entrada del palacio - bien… adelante…- agrego y comenzó a caminar con elegancia y lentitud

-mi princesa hay algo que…- agrego lady Shin, la joven solo asintió levemente sin hacer ningún movimiento para observar hacia atrás

-en mi ausencia… por favor cuiden de mi hermano… él… se sentirá solo sin mi… también a mi padre… él… por favor no permitan que se sienta triste…- agrego la joven, mientras avanzaba por el largo camino que la llevaba al palanquín

-si su alteza…- agrego la mujer al ver a la joven retomar un semblante serio y decidido, la princesa suspiro con tranquilidad y volvió a sus pensamientos

-ya no podemos hacer nada más que afrontar esto… - agrego la princesa con calma luego de respirar profundo

-"Verme a punto de abandonar el castillo de mi familia, luego de descender por esa gran escalinata, que anteriormente solo bajaba con rumbo a los campos de entrenamiento o para acompañar a mi hermano fuera del palacio a recorrer la cuidad en secreto, es algo que aún no puedo creer, y menos que ahora voy rumbo a un lugar que sé, detestaré en lo más profundo de mi corazón"- la princesa presionó sus puños contra el hermoso vestido color rosa –"esto me hace más infeliz que todo lo que pueda haberme lastimado en el pasado, incluyendo la muerte de mi amada madre, los malos tratos de la nueva reina y las palabras duras de mi hermana"- pensó la joven con tristeza

Llevaba recorrido casi la mitad del camino de la enorme entrada del palacio e interiormente rogaba porque algo detuviera sus pasos, tal vez que su padre apareciera y dijera que ya no debía marcharse… pero sabía que eso jamás sucedería…

-"ser usada… para el placer de un hombre frío, arrogante y cruel... que solo vive en batallas y que seguramente ve a las mujeres como objetos de satisfacción… esto me desagrada y hace que odie más este destino"- la princesa había recibido poca información de lo que le esperaba a parte de verse a sí misma casada con alguien desconocido por lo que había intentando por todos los medios enterarse de qué clase de persona era su futuro esposo.

Su padre no había sido de mucha ayuda y solo había podido obtener de él algunas palabras de calma luego de haberle dado la información sobre su decisión y petición del rey de Goguryeo, que consistía en ser unida en matrimonio al príncipe heredero de la corona, en otras palabras ser su esposa y la princesa heredera al trono de esa nación.

Enterarse de eso la había dejado totalmente impactada, sobre todo porque segundos antes había recibido un obsequio del rey de ese imperio que no había logrado comprender ya que ella jamás lo había visto; aunque tontamente y sacando sus propias conclusiones pensando que el rey de Goguryeo había quedado muy complacido con la información sobre el viaje de sus emisarios al reino y que deseaba estrechar relaciones con Gaya a través de ese hermoso obsequio de cumpleaños para la princesa mayor, de la cual había escuchado era hermosa y que poseía extraordinarias cualidades y talentos.

Cuando el rey de Gaya escucho a su hija decirle aquello no tuvo más opción que explicarle a la princesa sobre como había ocurrido todo; una semana antes de la ceremonia al dios sol de Gaya, él había recibido un mensaje del rey de Goguryeo en el cual le informaba que él mismo viajaría como parte de la comitiva de su nación porque deseaba hablar sobre una futura alianza comercial, pero que lo haría en forma secreta para evitar cualquier tipo de emboscada o ataque durante el viaje contra su persona y que en esos momentos estaban teniendo algunos problemas con el reino de Silla y también con Baekje, por ello pedía su discreción y que nadie se enterara de su presencia durante esa festividad.

La joven se sorprendió al escucharlo aunque lo que el rey dijo después la dejo mucho mas atónita; Durante su viaje y la ceremonia, el rey de Goguryeo había quedado sorprendido por ella, sobre todo al observarla realizar el ritual de bendición y cantar todos versos en idioma antiguo, además en el banquete la había visto cantar y tocar el haegeum y a su hermana menor danzar y tocar el Gayageum con total armonía, dejándolo ambas completamente impresionado, razón por la cual, al reunirse en secreto con él, le había comentado su idea de sellar la alianza por medio de un matrimonio, proponiéndole hacerla a ella la esposa del príncipe heredero al trono de Goguryeo, algo que había dejado al rey de Gaya sin palabras por el significado de ello.

Al escuchar aquello la princesa comenzó a comprender todo aunque una duda salto a su cabeza, ¿Por qué el rey de Goguryeo la había preferido a ella en lugar de a su hermana menor, la que era conocida por ser mucho más hermosa y cautivadora que ella?, esa duda no pudo dejarla de lado y sin poder callarla, la expuso en voz alta hacia su padre, por supuesto el rey de Gaya entendió su comentario, y recordó lo ocurrido cuando le había comentado a la reina sobre la propuesta del rey de Goguryeo.

La reina también había quedado sorprendida por la elección, y se notaba ciertamente molesta e indignada porque la elegida había sido ella y no su hermana menor puesto que parecía ser que el rey de Goguryeo había alabado a ambas destacando la belleza y talentos de las princesas de la misma forma, razón por la que la reina había dicho que era mejor opción la princesa más joven quien no padecía ninguna enfermedad, sin embargo el rey de Goguryeo se había negado a su sugerencia, y a pesar de que no había hecho distinciones, su juicio e impresión de ambas le habían llevado a elegirla a ella por sobre su hermana menor como mejor opción para su hijo.

La princesa sabía que la reina reaccionaría así, de acuerdo a las circunstancias era lo único que debía esperar, después de todo era normal que una madre deseara para su única hija una vida como la que la princesa tendría al convertirse en la reina de Goguryeo, por lo cual le parecía entendible su insistencia de que fuera la princesa más joven quien se desposara con el príncipe heredero de Goguryeo, y a pesar de saber que la reina no la apreciaba, por primera vez en su vida habría sido realmente feliz por ser ignorada y dejada en segundo plano para favorecer a su hermana, sin embargo el rey de Goguryeo se había negado, transformándola a ella en la consorte de su hijo mayor, sin siquiera preguntar su opinión sobre el asunto.

El rey de Gaya por su lado, había presenciado en esos pocos días que su hija no estaba teniendo una vida realmente feliz, y a pesar de que él había intentado suplir el lugar de su antigua esposa y madre de sus hijos mayores, desposándose con la reina actual, esta no había mostrado en ningún momento aprecio ni cariño por ellos, lo cual lo llevo a tomar la determinación de alejarla de ella lo antes posible y la oportunidad apareció gracias a las palabras del rey de Goguryeo, por lo que sin dudarlo termino, aceptando la propuesta y luego de explicarle en detalle sobre la unión con el príncipe intento consolarla aunque realmente no sabía que decir para intentar contener la angustia que podía notar en el rostro de su bella hija, lo único que pudo agregar fue decirle que había sido casi obligado a ello, de esa forma, la joven no podría negarse, además agrego a sus palabras que el príncipe con quien se casaría era conocido por ser valiente, fuerte e inteligente, despertando la curiosidad y la preocupación de la joven princesa ya que esa información no había sido suficiente para ella que de por sí era muy desconfiada.

La desconfianza había llevado a la princesa a buscar más información fuera de palacio y también entre los guardias imperiales, logrando obtener una descripción que no le había gustado para nada. Según había podido averiguar, el heredero a la corona de Goguryeo, era un joven educado, pero para la guerra; experto en artes marciales y armas, criado para ser arrogante y creerse superior al resto, además había escuchado decir que él dedicaba la mayor parte de su tiempo a entrenarse y volverse cada vez más fuerte, obviando cualquier tipo de actividad que no fuera destinada a la guerra y la política que lo ayudaría a regir su nación.

La princesa había estado tan preocupada por ese tema el último tiempo que incluso ponía más atención a las conversaciones triviales de su hermano con sus amigos, y a algunos comentarios que antes de esa situación habría pasado de largo por la poca relación que tenían con ella, sus clases y sus prácticas, ahora incluso se habían vuelto mucho más interesantes y perturbadores de lo que creía, cuando los escuchaba hablar sobre los reinos colindantes como hacían siempre que su hermano debía viajar a alguno de ellos o regresaba de sus visitas.

Según las palabras del príncipe de Gaya, el heredero a la corona de Goguryeo era ciertamente arrogante y frío, desconsiderado y cruel con los menos afortunados, siempre creyéndose dueño de la verdad sin aceptar las equivocaciones de los otros. Al escuchar eso la princesa pareció desfallecer ¿Cómo podía ella terminar unida a alguien así?

Luego de todos los comentarios escuchados, solo pudo concluir que su vida estaba acabada, el solo pensar en tener que entregar su castidad y pureza a alguien que, según también había escuchado ya tenía una concubina no oficial, le parecía inaceptable

Tal vez su hermana aceptaría esa situación por ambición y la posición de reina que tanto deseaba su madre, pero ella estaba segura que no lograría aguantar, sobre todo porque en Gaya no existían esas tradiciones barbáricas de tener más de una mujer solo por ser miembro de la familia real, como había podido leer en algunos documentos antiguos sobre la realeza de Goguryeo, algo que ellos llamaban "concesiones a la monarquía".

Todo eso la había dejado perpleja y la había llevado a concluir que no podía ser para nada una buena persona o un joven virtuoso con el que deseara casarse y que por ningún motivo lograría tener una relación feliz y una vida pacífica junto a él, además hasta ese momento no había podido saber nada sobre su apariencia lo que también le había hecho pensar que si ya había participado en varias batallas tal vez estaría marcado de alguna forma, tendría alguna cicatriz horrible o sería un bruto sin educación ni modales para tratar a una joven de su clase…

Y por si eso no fuera poco, luego de las palabras comentadas por su padre comenzó a recordar a las personas del banquete y si estaba en lo correcto con su suposición el rey de Goguryeo era un hombre que había estado incluso frente a ella, y de los que recordaba de la ceremonia y la fiesta, ninguno poseía una apariencia especialmente atractiva… salvo el líder de la delegación, pero aun así todos esos hombres en general eran toscos y poseían unas expresiones frías y serias hasta lucir aterradores… y con eso podía imaginar perfectamente cómo podría verse su supuesto príncipe… quitándole de la cabeza incluso la leve esperanza de que por lo menos fuera atractivo…

Su mente divagó tanto durante ese tramo de camino que solo noto que estaba llegando a la entrada del palacio cuando ya solo faltaban unos pocos pasos, y uno de los hombres de la escolta se acercaba a ella, uno que ya había visto unos momentos antes junto a su padre, entonces llegó junto al palanquín donde ese guardias vestido de negro y rojo, colores de la guardia imperial de Goguryeo, hizo una inclinación hacia ella en forma de saludo formal, rápidamente el hombre que antes había conocido se acerco a ella, ese hombre traía una expresión bastante seria según lo que su padre había dicho era quien lideraba al sequito, al analizarlo vio mejor la armadura que vestía, seguramente tenía un alto rango, él se arrodillo frente a ella y se apresuro a hablarle

-su alteza soy el comandante Basón, guardia personal del príncipe Ren- agrego el hombre aun arrodillado, la joven escuchaba sus palabras con atención – su alteza el príncipe no pudo venir por usted… por favor perdónelo pero tuvo un asunto de gobierno muy importante que atender en Silla…- la princesa no dijo nada aunque se sintió extrañamente dividida entre dos sentimientos; uno de tranquilidad ya que lo que menos hubiera querido es que ese hombre estuviera en ese lugar durante ese momento tan triste para ella, y por el otro lado tenía un extraño sentimiento de indignación y enfado al saberse tan poco importante para el que sería su esposo que ni siquiera era capaz de viajar hasta allí por ella

-puedo darme cuenta perfectamente cuales son las prioridades de su alteza el príncipe de Goguryeo…- dijo la princesa, Morphine, la doncella de compañía de la princesa se sorprendió, se notaba que la joven estaba ciertamente molesta algo que no esperaba ver, aunque le pareció entendible por la situación, la joven miro al guardia nuevamente ya que este también se notaba sorprendido por sus palabras que daban a entender que la joven se sentía insultada e indignada por la muestra de desprecio hacia su persona, seguramente su alteza el príncipe tendría muchos problemas cuando llegaran y el rey se enterara de tal agravio, aunque de cierta forma él mismo se lo había buscado al ignorar a su prometida para ir a Silla en busca de su actual amor que había viajado caprichosamente al enterarse que él se casaría con una princesa extranjera

-será un honor escoltarla a Goguryeo no debe preocuparse por nada, confíe su seguridad a nosotros…- agrego el comandante antes de volver a inclinar su cabeza ante ella, la princesa solo asintió y no dijo nada más…

Espero que les haya gustado jejeje hasta aqui quedamos por hoy

nos vemos en el siguiente capitulo

amp de ahora en adelante contestare sus reviews en el propio fanfic

byebye