Prólogo: The end is where we begin
Viktor se había despertado temprano.
Yuuri se dio cuenta al abrir los ojos y no encontrarlo a su lado, con la boca entreabierta y luciendo plácido.
Viktor babeaba cuando dormía.
Yuuri bostezó, tanteó el buró a su lado hasta encontrar sus lentes y se los colocó antes de decidirse por sentarse, ponerse de pie e ir al baño.
Descalzo, se colocó la primera prenda que encontró, además de su ropa interior.
La camisa de Viktor fue lo que cayó en sus manos y no dudó un solo segundo, dejando los primeros dos botones libres, porque sí.
Casi se arrastró por el pasillo, recordando, por la ausencia de sonido, que Makkachin, el precioso caniche de Viktor, estaba pasando tiempo de calidad con la veterinaria desde el día anterior. Suspiró, extrañado el escándalo que el can armaba casa mañana, ya que no volvería hasta dentro de un par de días como mínimo.
El estómago de Yuuri gruñó y el pelinegro cambió de ruta, hacia la cocina ahora.
Se detuvo al ver salir a Viktor, perfectamente vestido, camisa negra, pantalones grises, zapatos oscuros, con dos tazas en mano, una azul y la otra violeta.
—Buenos días —sonrió ampliamente Viktor en cuanto posó su mirada azulada sobre Yuuri—, linda camisa.~
—Cállate —lo cortó Yuuri y escuchó a Viktor reír, solo para verlo acercarse y recibir la taza azul que extendió en su dirección, besando sus cabellos como extra—, y buenos días, también.
—Alguien durmió bien.~
—Alguien tiene hambre.~
Viktor rio con más fuerza y asintió, tomando un sorbo de su café negro recién preparado.
—¿Panqueques?
—Por favor —asintió Yuuri.
—Okey —le guiñó Viktor, y lo guió al interior de la cocina, en donde lo hizo sentir y no ayudarle en absoluto.
~•~*~•~
—Por cierto —comentó Viktor mientras desayunaban—, llegó una invitación para una reunión de graduados.~
—Felicidades.
—¡Yuuri! —Viktor se erizó—, ¿no quieres ir? Es el mes que viene.
—Voy a estar ocupado ese día.
Viktor entrecerró los ojos.
—Ni siquiera dije la fecha.
—Voy a estar ocupado el resto del año, y de los que queden hasta mi muerte.
Viktor suspiró.
—Y pensar que cuando te conocí no eras más que un lindo cerdito, y mira lo salvaje que te volviste.
Los lentes de Yuuri brillaron.
—Eso se debe a que me tocó un lobo como compañero de habitación —declaró Yuuri—, si no aprendía a aullar, sería devorado.
—Fuiste devorado igual.
—No, yo devoré al lobo.
Viktor sonrió de medio lado.
—Supongo que es una forma de decirlo.
~•~*~•~
Mientras limpiaba, todavía con nada más que la camisa blanca ajena puesta aparte de sus bóxers, Yuuri encontró un álbum de fotos. Y lo habría ignorado de no ser porque Viktor también lo notó.
Al minuto siguiente se encontraba entre las piernas del platinado, abriendo el condenado recordatorio de la época en que sus destinos se cruzaron.
—¡Mira! —rio Viktor—, ¡la foto de cuando te hice la broma de la espuma!
Yuuri resopló.
—Oh, vamos, Yuuri —Viktor acarició los cabellos ajenos con su nariz—, sonríe.~
—¿O qué?
Viktor no tuvo que meditarlo.
—Ocurrió una templada mañana, lo recuerdo porque seguía en cama, porque era sábado y...
Yuuri gimió.
Oh no.
Gracias por leer.
