Disclaimer: Dragon Ball ni sus personajes me pertenecen...
Sólo otro día
(Just another day)
Un fic de Juuhachi-gou y Mirai Bulma
Traducción por Apolonia
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Prólogo
"Hay Vida subterránea"
Lo siento alrededor, lo siento en mis huesos
Mi vida está en la línea cuando no estoy en casa
Cuando salgo a la puerta la jungla está viva
No confío en mis oídos no creo en mis ojos
No me enamoraré no puedo arriesgar la apuesta
Porque los corazones son frágiles juguetes demasiado fácil de olvidar
El anciano sacó el dinero y se lo entregó a las ansiosas manos. Él y los demás miraban ansiosamente lo que contenía el recipiente, esperando que fuera suficiente. Había sido duro, muy duro, juntar todo el dinero. Las cosas fueron difíciles, habían sido difíciles durante años. Desde que su hogar fue destruido, nada había salido del todo bien. La mayoría de los que habían escapado estaban aquí, pero no todos, y cada rostro que no estaba entre sus números solo hacía que el dolor se renovase.
Al menos el conteo estaba hecho. Lentamente una cabeza dentro de un casco de armadura asintió. "Es suficiente," dijo una voz, hueca por el casco. "Bueno, a decir verdad, es un poco menos, pero lo podré estirar. Veo que no tiene sentido en pedirles más, y están muy cerca. Puedo cobrar otras cosas si es necesario."
El anciano asintió, aligerando su sombría expresión, un murmullo de alivio que dirigió al grupo. "¿Necesitas una descripción?"
"No es necesario." Detrás del rostro tapado por el casco, una fina sonrisa apareció y desapareció. "Confíen en mí, hemos escuchado de este problema en particular antes. Es sólo que nadie ha podido juntar el precio suficiente para una solución. Nuestra solución, en realidad. Pero para que conste, necesito que el dictaminen exactamente los términos bajo los que me están contratando, para remitirlo a mi cuartel general, así el contrato puede ser terminado."
El anciano asintió de nuevo. "Mi nombre es Tena, y soy uno de los Ancianos del Consejo que gobierna nuestra gente. Yo y los demás miembros del Consejo fuimos seleccionados por nuestra gente para contratar sus servicios de justicia sobre la persona responsable de la destrucción de nuestro mundo, Shimo, y la casi exterminación de nuestra gente, los Shimo-jin. Queremos retribución... ¡Queremos venganza!"
"¿Y el nombre de esta persona es-?"
"Vegeta. Príncipe Vegeta de los Saiyajin."
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Parte uno
"Asesinato en el Aire"
Es sólo otro día, hay asesinato en el aire
Me arrastra cuando camino lo huelo en todas partes
Es sólo otro día donde las personas se aferran a la luz
Para ahuyentar el temor que viene con todas las noches
"¡YAAAAAAA!"
Piccolo ni siquiera abrió los ojos. Simplemente se enderezó y lo eludió en el último segundo, dejando que la gritona forma se disparara a su lado, luego se giró y disparó una ráfaga de ki en dirección a agresor. Falló, por supuesto, pero para ese momento se había quitado su turbante y capa y tomado una postura defensiva, sonriendo. "Tienes que hacer algo mejor que eso para tomarme con la guardia baja."
"¿Qué hay de esto?" Gohan se abalanzó en una impecable orquilla y se lanzó hacia el Namekseijin, con los brazos ampliamente extendidos. Mientras Piccolo lo eludía, Gohan ejecutó una maniobra en el medio del aire y se arrojó sobre los hombros de su mentor, arrastrándolo en el medio del aire con un gran y exuberante abrazo. "¡Lo tengo, Señor Piccolo!" gritó él, riendo.
"¡Gyaahhh sal de mí!" Tomando los brazos de Gohan por turno, Piccolo lo hizo dar vuelta en un movimiento de judo y lo dejó en el suelo, luego voló hacia el joven y lo tomó en un gancho. "Ahora quien tiene a quien. ¿Eh, niño?"
"No me sacuda," jadeó Gohan, todavía riendo. "¡Me rindo!"
"Mejor por ti, antes que me ponga rudo contigo." Piccolo lo soltó, pero no antes de pasar una mano a través del cabello de Gohan. No que hiciera mucha diferencia; tan pronto como los dedos salieran del cabello oscuro los mechones se asentarían de nuevo en su patrón acostumbrado. "No está mal. A 500 metros lejos de mí ya sabía que estabas ahí. ¿Has estado practicando ocultar tu ki otra vez?"
"Sí." Gohan se inclinó apoyando su espalda. "Papá dice que es útil"
"Sí, bueno... tiene un punto. Hay veces que no quieres anunciar donde estás a nadie con la mitad de ingenio que Kami les dio." Piccolo miró a Gohan cuidadosamente. "¿Te sientes bien? ¿No más malas noches después de lo de Bardock?"
"¿Hm? —Oh... sí." Gohan bajó la vista, mirando a una brizna de césped. "Yo... creo que lo he superado todo, Señor Piccolo. Fue bastante malo al principio, pero seis meses hacen una gran diferencia."
"Hacer que te quiten tu cuerpo de ti no es realmente fácil de manejar. Lo hiciste bien, luchando contra él."
"Sólo desearía..." La voz de Gohan se hizo casi un susurro. "Desearía haber sido capaz de detenerlo antes que lo lastimara."
"Sobreviví, ¿o no?" Deja de martillarte la cabeza con eso, Gohan. Pudieron haber sido tus manos, pero no fue tu decisión. ¿No creés que soy lo suficientemente inteligente como para entender eso?" Sin dudarlo, el Namekseijin puso una mano en el hombro del muchacho. "Tú y yo, niño, hemos pasado por demasiado como para eso. Así que olvídalo."
"Sí. Quería decirle que lo sentía antes, pero ha sido bastante difícil encontrarlo."
"Sí, he estado pasando mucho tiempo en el Paraíso con Dende. Enseñándole un par de cosas. De hecho, voy a volver a ir mañana por la mañana de nuevo."
"¿De verdad? ¿Por qué?"
"Bueno, sabes que cuando morí Kami también lo hizo. El viejo Kami, quiero decir. Así que Dende fue elegido como su reemplazante, y Kami y yo nos fusionamos en un solo ser otra vez. Pero Dende no tuvo muchas oportunidades de aprender muchas cosas de como ser Dios, así que he estado mostrándole lo que puede hacer. Una de las cosas en las que hemos estado trabajando es en re-crear las Esferas del Dragón."
"¡Genial!" Gohan saltó para ponerse de pie, con los ojos iluminados. "¡Eso es genial Señor Piccolo! ¿Le puedo decir a los demás?"
"Seguro. Sería una Buena idea que le digas a Bulma para que tenga listo el Radar del Dragón y las junte cuando hayamos terminado. Estarán activas cuando las terminemos, y lo último que necesitamos es que un muchachito de lata que quiera ser dictador ponga sus manos en ellas. Creo que Pilaf todavía andá por algún lugar, y todos sabemos lo mucho que quiere conquistar el mundo." Piccolo sonrió. "No es que sea una gran amenaza, pero es persistente."
"Sí." Gohan se inclinó de nuevo, mirando a las nubes. "Es bueno estar bajo ellas otra vez," dijo suavemente. "Extrañaba la manera en que olía el césped... ¿Señor Piccolo? ¿Cree usted que sería un buen maestro?"
"¿Qué, un sensei? ¿Estás pensando en abrir un dojo?"
"No. Sólo, usted sabe, cosas regulares. Leer y escribir, matemáticas, ciencia... algo así como de medio tiempo. Ayudar a los niños, sabe."
Piccolo estudió a su protegido. "¿Es esa tu manera de hablar o la de tu madre?"
"Ehm... tal vez un poco de ambas." Gohan suspiró. "No es que quiera decepcionar a papá, pero,¿usted sabe? No soy simplemente el peleador que él es. Él se mantiene diciéndome que soy demasiado poderoso, y de alguna manera casi nunca lo sentí. No lo puedo ver en mí mismo. Pero al mismo tiempo hay algo en mi corazón que cree cada palabra, y cuando estoy peleando, quema como el mismo sol. A veces siento que estoy atado a dos caminos, ¡pero no es así como debe ser! Papá me dejaría ser cualquier cosa que quisiera ser, ¿entonces porqué estoy tan confundido?"
Sentándose, el Namekseijin miró a Gohan un largo rato antes de responder. "Tu padre no es un hombre común, Gohan. Luchar es uno de sus más grandes amores, es como siempre se ha visto a sí mismo: Son Goku, el guerrero. Pero fuertemente atado con eso está la idea de que luchar tiene que significar algo. Siendo un guerrero por no otra razón más que luchar y matar, esa no es la forma de Goku. Es un don, su don, y él quiere más que cualquier otra cosa para dar. Dar un poco más de él a su mundo, a su familia, y a su arte, todo incluso su vida si es lo que se necesita.
"Tú, piensa... has estado atado entre dos mundos justo desde el comienzo. Por un lado, una vida humana, el mundo humano, como tu madre quiere; por otro lado, una vida Saiyajin, donde a veces todo gira entorno si o no puedes tomar otro golpe más, ganar una pelea más. Goku nunca tuvo que hacer elección de donde y como vivir. Tu sí. Tuvimos que despertarte y sacudirte para sacarte de tu camino de niño demasiado pronto, pero no había otra opción. La Tierra necesita tu fuerza Saiyajin. Tú solo necesitabas el resto de ti mismo también. Porque tienes mucho más que ofrecer que solo tu poder de pelea."
"Sí..." El mínimo susurro. "Señor Piccolo... así me siento... me siento por dentro."
"Pero sería más fácil si él intentara obligarte, ¿no es cierto? Es casi como si no le importara. Pero ambos sabemos que eso es pura mierda." El Namekseijin suspiró él mismo, cruzando sus brazos y descansándolos en sus rodillas mientras miraba fijamente a través de la pradera. "Eres un misterio para tu padre, a veces, Gohan, pero no le importa entender todo lo que hacés o dices o eliges. Todo lo que verdaderamente importa es que seas feliz. Así que, para volver a la verdadera pregunta que hiciste, creo que Goku no tendría ningún problema si tu decides alejarte del ring de vez en cuando, por así decirlo, y vivir una vida normal. Porque esa es la opinión que necesitabas de mí. No si seas un buen maestro, sino cuanto le dolería a tu padre si le dijeras que esperas no tenés que pelear nunca más. No como hiciste frente a los jinzouningen."
"¿Cómo llegó a ser tan sabio sobre mí, Señor Piccolo?"
"Yo te crié, Gohan. Soy tu sensei. Y, podría ser sólo eso..." Piccolo se detuvo, agachando su cabeza. En una tranquila voz terminó, "Podría ser que tienes dos papás, uno de verdad y uno adoptivo." Entonces se puso de pie, sin mirar a Gohan deliberadamente. "He desperdiciado tiempo suficiente aquí. Tengo que proseguir"
"Sí, Señor Piccolo." La voz del joven hombre era más suave de lo que debía ser, pero no se agitaba, y Piccolo estaba orgulloso de él por ello. "Volverá pronto, ¿verdad?"
"Sí, cuando termine con lo que estoy haciendo. No estés tan ansioso de tener tu trasero pateado en otra sesión de entrenamiento. Y más te vale que seas capaz de acercarte más a mí la próxima vez, o realmente haré que te duela." Piccolo bajó su vista hacia Gohan mientras él se alzaba en el aire. "Porque no creo que vaya a dejarte ser suave. Vas a mantenerte luchando, ¿entendido?"
Gohan asintió, una sonrisa se desplegaba en sus facciones. "¡Síiiiii!"
Piccolo lo favoreció con una leve pero definida sonrisa antes de voltearse con un movimiento de su pesada capa blanca y acelerando en el alto cielo azul. Gohan saludó, pero Piccolo nunca volvió a mirar. Sin embargo, Gohan observó hasta que su adorado sensei se había ido.
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"Has estado terriblemente tranquila esta mañana."
Bulma se estiró, apoyándose nuevamente en su silla, y miró a la delgada rubia sentarse en el borde de la mesa. "¿Lo he estado?"
Juuhachi-gou movió su cabeza, su cabello moviéndose a un lado. Se había dejado crecer el cabello en los últimos meses; en lugar de su ex-recto y afilado corte justo arriba de sus hombros, caía en un largo derrame sedoso por su espalda casi hasta su cintura. "Más que lo usual, y sé que de hecho no es porque estés absorta en tu trabajo así que ni siquiera trates de decirme eso." Señaló al monitor delante de Bulma. "Ni siquiera creo que puedas encontrar un parpadeante cursor en una pantalla vacía tan fascinante."
Bulma suspiró cansadamente. "El verdadero secreto de la invención está en mirar pantallas en blanco hasta que las gotas de sangre comiencen a destacarse en tu frente."
"Pensé que ese era el secreto de escribir buenas ficciones."
"Esto también."
"Estás evitando la pregunta. ¿Qué te tiene tan pensativa? Pensé que las cosas iban bastante bien para un cambio." Moviéndose para estar más segura en la mesa, Juuhachi-gou alzó una agenda electrónica y presionó un par de botones para practicar un poco. "No sólo la economía de Ciudad Esperanza se está reafirmando, sino la cooperativa agrícola predice un gran crecimiento en esta temporada. Nadie va a pasar hambre este invierno, lo que será un buen cambio. En otras noticias, el padre de tu hijo no ha amenazado en matarme durante casi veinticuatro horas."
Bulma rió. "Oh, Juu-chan, sabes que Vegeta no va a hacerte daño."
"No hasta que le dé una maldita Buena razón, lo que no tengo ninguna intención de hacer." Juuhachi-gou dejó a un lado la agenda y levantó sus piernas sin esfuerzo, envolviendo sus brazos alrededor de ellas. Bulma la miró con una leve envidia —habían pasado años desde que podía estirarse de esa manera. "Sabes que sólo tolera mi existencia por ti."
"Y Trunks," Bulma señaló.
Juuhachi-gou sacudió su cabeza. "Vegeta podría discutir con él sin ningún problema. Podría ser capaz de convencer a Trunks que matarme sería lo mejor, si no fuese por ti. No estoy diciendo que Trunks sea de voluntad débil; él simplemente idolatra a su padre."
"Mmn. Siempre lo ha hecho."
"No suenas muy emocionada."
"Oh, no es eso, Juu-chan..." Bulma apagó su computadora y giró en su silla para encarar a su ayudante —su amiga. "Es sólo que antes... antes que todo se derrumbara, Vegeta no quería tener que ver mucho con Trunks. Estoy contenta que lo acepte como su hijo ahora, pero no fue siempre así."
"Comprendo. No ha sido fácil para ti, ¿verdad?"
Los ojos de Bulma se angostaron. "No," acordó ella suavemente. "No, no lo ha sido." Alzó su vista a Juuhachi-gou de Nuevo y mejoró visiblemente. "Pero ese no es el problema ya. Trunks y Vegeta se están llevando como un padre y un hijo deben —al menos parecen estarlo; realmente no sé mucho sobre las costumbres o los hábitos Saiyajin. Y además, Vegeta ha hecho bastante para entrar en clima desde que él, uhm, regresó." Rió suavemente.
"Es extraño pensar que son padre e hijo." Juuhachi-gou inclinó su cabeza y la descansó sobre sus brazos cruzados. "Físicamente, son casi de la misma edad."
"Eso es cierto," Bulma suspiró, mirando a otro lado. "Pero los Saiyajin no muestran mucho su edad de todos modos. Goku no cambió significativamente desde el momento en que se convirtió en un complete adulto a los dieciocho hasta que murió, y tenía casi treinta entonces."
"No como los humanos, ¿verdad?"
"¡Exactamente! Es—" Bulma se detuvo y miró a Juuhachi-gou con culpa. "¿Se nota mucho?"
"Sólo para alguien que te conozca. No has dicho nada sobre eso por meses, pero sé que aún te molesta."
"¿Qué soy mucho más vieja de lo que Vegeta es ahora? Bueno, sí me molesta, pero no hay nada que se puede hacer al respecto, ¿o sí? No puedo volver atrás el reloj. En lugar de lloriquear y quejarme sobre mi edad, debería estar contenta que a Vegeta parece no importarle que soy más de dos veces vieja de lo que él es ahora."
"Sólo físicamente. Y si los Saiyajin no envejecen de la manera en que los humanos lo hacen, habrías llegado a este momento de cualquier modo."
"Lo sé, lo sé" Bulma agitó una despectiva mano. "Oh, no me tengas en cuenta. Estoy siendo tonta. ¿Cómo están yendo las cosas entre tú y Trunks?"
Juuhachi-gou parpadeó. "¿Las cosas?"
"Sí, tú sabes... las cosas"
"Estoy esperando que me bese en cualquier día. No hemos dormido juntos todavía, pero todavía tengo la esperanza, si es eso lo que estabas preguntando."
"No lo era, y esa fue más información de la que realmente necesitaba, pero gracias," Bulma rió. "Me preguntaba porqué habías dejado crecer tu cabello."
"Para variar, supongo. No es que mucho sobre mí vaya a cambiar con el tiempo. Además, él se cortó su cabello corto de nuevo." Juuhachi-gou sonrió levemente y torció una pálida mecha de su cabello. "Pensé que si me veía un poco diferente, él podría aflojar un poco. Creo que todavía se siente... extraño... sobre nuestra relación. No puedo realmente culparlo, tampoco."
"Es muy resistente. Dale tiempo."
"Yo también." Juuhachi-gou se deslizó de la mesa y se puso de pie. "Iba a ir a la ciudad con Videl esta mañana para recoger las últimas entregas. ¿Puedo traerte algo?"
"No he comprobado los suministros, pero estoy casi segura que necesitamos un poco más de miso."
"Me fijaré en la alacena antes de irme." Juuhachi-gou acarició el hombro de Bulma levemente al pasar. "Por favor no te preocupes con respecto a Vegeta. Si él no quisiera estar aquí, creo que realmente no lo estaría."
"Gracias, Juu-chan." Bulma suspiró mientras la jinzouningen desparecía por el pasillo. "Oh, Juu-chan... has perdido el punto completamente." Cerró sus ojos para detener unas repentinas lágrimas. "¿Cuántos años me quedan para darle? ¿Diez? ¿Veinte? No más de treinta, sin duda... es tan injusto. Si sólo pudiera tener de vuelta el tiempo que hemos perdido de nuevo..."
Un sonido del exterior la hizo saltar para ponerse de pie y correr a la ventana. Llegó justo a tiempo para ver una oscura sombra alzarse en el cielo, desapareciendo en la amplitud del azul del cielo casi antes que pudiera identificar quien era. "¿Vegeta? ¿A dónde demonios se fue ahora?"
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Mr. Popo barría tranquilamente el inmaculado suelo de mármol del Salón Principal. No era que la casa del Dios de la Tierra requiriese de mucho mantenimiento, pero él encontraba las más simples tareas domésticas extrañamente satisfactorias. A Popo le gustaba una rutina establecida; le daba orden y dirección al día. Había servido al Viejo Dios, el primer Kami, por innumerables años. La actual residente deidad era mucho más joven que su predecesor –no sólo más joven, sino más innovador y a veces (tenía que ser admitido) elusivos incluso en su manera de conseguir que las cosas funcionen a su gusto. En los viejos tiempos, semejantes cosas nunca habían ocurrido.
Popo pausó su constante barrido y se apoyó en su escoba, mirando a las blancas baldosas del patio. ¿Cuántas veces Dende se había quedado de pie al borde de su palacio, mirando abajo a su torturada Tierra, sin esconder las lágrimas que salían de sus demasiados cansados ojos para su corta edad? ¿Cuántas veces Popo le había hecho recordar (amablemente, siempre amablemente) que la intervención directa podría bien destruir el planeta que él tan desesperadamente trataba de salvar? "Dejemos que las cosas tomen su curso natural," se repetía una y otra vez. "Todo tiene su propio tiempo."
Incluso la habilidad de hacer las legendarias Esferas del Dragón había estado más allá del joven Dios por demasiado tiempo. Piccolo, ahora una vez más unido con el primer Kami, había sido el primer protector de la Tierra en caer ante los jinzouningen. Capaz de escapar de la prisión del Infierno en virtud al hecho que fue mitad Dios, Piccolo sin embargo no tenía existencia material, por lo tanto las Esferas del Dragón hechas al comienzo del mundo habían dejado de existir en el momento de su muerte. Existiendo, pero no vivo, Piccolo no había sido capaz de darle el entrenamiento necesario a Dende para hacer sus propias Esferas del Dragón, y los Ancianos de Namek se habían rehusado rotundamente a ofrecer cualquier tipo de ayuda. "¿Por qué crear Esferas del Dragón para un mundo que está condenado?" fue su respuesta. Dende, y Popo, sabían algo más, pero no podían expresar la base de sus conocimientos a los Ancianos.
Ah, pero tanto había cambiado... en todos los años sin número Popo había sido la mano derecha de Dios, estos últimos doce meses habían sido los más alegres, los más satisfactorios. Ver a su amado Kami, el joven Dende, lleno de entusiasmo y con tanta confianza en sí mismo que se había negado por tanto tiempo en sus dos décadas de ser Dios —de hecho, ver a Dende siendo casi juguetón con la sutil influencia de los eventos, capaz de prestar finalmente, indirectamente, ayuda donde más se necesitaba... Hacía que el infinito corazón de Popo se llenara de alegría.
Una sonrisa agració completamente la boca de Popo mientras él miraba a Dende y Piccolo –restaurando a la vida y existencia– en la misma idéntica posición, cada uno sobre un metro por encima de las baldosas del patio. Sus antenas se torcían en silenciosa comunicación mientras información y energía era recibida y transferida del uno al otro. Entre ellos, descansando en las blancas baldosas debajo, había siete redondas, lisas piedras, grises sin forma alguna.
Mientras Popo miraba, el una vez y futuros dioses agachaban sus cabezas, moviéndose como uno solo, sus manos extendidas hacia el otro, con los dedos apenas tocándose. La energía visible sólo para un ojo entrenado fluía de Piccolo a Dende, luego de Dende a las piedras, las que comenzaron a brillar débilmente.
Una nueva presencia se acercó al borde de la percepción de Popo; él miró al este y vio a una forma vestida de oscuro rondando justo más allá del borde del patio, sobre el aire libre, observando. Popo lo reconoció de primera, por supuesto: Vegeta. ¿Qué es lo que podría querer posiblemente? Él nunca había sido un frecuente visitante en sus años como un Celestial; no parecía importarle mucho por la tranquilidad y la paz del palacio de Dende. Cualquier asunto que tenía con Dende, Popo pensó en eso como una rara muestra de consideración y modales por el ex Príncipe de los Saiyajin en esperar ahí, sin anunciarse, a ser observado. Tal vez Vegeta finalmente estaba aprendiendo sobre decoro adecuado. Eso sería un cambio bienvenido.
Si Popo pudiera haber leído la mente de Vegeta, sin embargo, hubiera sabido otra cosa. El Saiyajin no estaba ni un poco preocupado por los modales o propiedad; la única cosa que lo había detenido simplemente no la sabía, mirar a Dende, y demandarle que hiciera algo para arreglar con facilidad la mente de Bulma y sintió el poder crecer entre ellos. Y, a decir verdad, la curiosidad jugaba su parte; ¿por la inmensidad del universo que estaban haciendo, Piccolo y Dende, con esas piedras? ¿En qué juego estaban? Frunciendo el ceño, cruzó sus brazos y se quedó en silencio en el medio del aire, esperando ver exactamente lo que tramaba el par antes de persuadir a Kami —de una manera u otra— de hacer lo que pedía.
Un brote de poder llamó la atención de todos a los Namekseijin y su trabajo. Una pequeña sonrisa en el agraciado rostro de Dende —reflejada extrañamente en el de Piccolo, haciéndolo parecer angustiosamente como el primer Kami. Las frías piedras se alzaron en el aire, y una a una se volvieron de unas aburridas rocas grises a brillantes, claras esferas doradas. Estrellas —blancas, brillando y reluciendo como si fuera en un cielo nocturno— brillando vida dentro de cada esfera, cada una sosteniendo un número diferente, de uno a siete.
Dende y Piccolo abrieron sus ojos. "Muchísimas gracias, Señor Piccolo," Dende dijo en su suave tono.
Piccolo sonrió, pero era casi una verdadera sonrisa. "No lo menciones, muchacho."
Dende puso sus pies en el suelo y se volteó. "Mr. Popo," dijo, y aunque no elevó su voz sonó claramente en el Salón Principal, "¿podrías por favor...?"
No tuvo que terminar. Popo dejó la escoba en su lugar cerca de la chimenea y tomó una preciosa caja de ébano tallada del manto. Caminó a fuera, con su futuro andar engañosamente torpe, cargando la caja con él, ya abierta.
Dende ondeó sus manos y las Esferas del Dragón flotaron perfectamente al interior de rojo terciopelo de la caja. "Son hermosas, Señor Piccolo."
"Hey, tú eres el que las hizo, Dende. Yo sólo te mostré el camino."
"Mr. Popo, hasta que sea tiempo de distribuirlas, podrías poner la caja en—"
FWOOSH
Repentinamente las manos de Popo estaban vacías. Parpadeó, no muy seguro de lo que había sucedido en principio. Se había olvidado cuan rápido podía ser el movimiento Saiyajin en realidad.
"Oh." Dende bajó la vista a la oscura figura reduciéndose rápidamente de la vista en la distancia. "No importa, Mr. Popo."
"¡¿QUÉ DEMONIOS—?!" Dijo Piccolo sorprendido. "Vegeta, hijo de perra, ¡¡vuelve aquí con esas!!" Saltó al aire y voló tras Vegeta a toda velocidad.
Dende trotó hacia el borde del patio. "Señor Vegeta," dijo, muy, muy suavemente. "Regrese. Señor Vegeta..." Volteó sus amplios ojos hacia Mr. Popo, un destello de malicia se ocultaba en las profundidades de su alma. "Oh, amigo. No creo que el Señor Vegeta pueda escucharme."
Una de las comisuras del labio de Popo se torció. Soltó un suspiro. "Algunas personas nunca aprenden."
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"Ahhhhh..." Son Goku alzó su vista hacia el deslumbrante cielo y se embebió en el fresco aire y la luz del sol. "¡Creo que hoy iré a pescar! ¡Todavía necesito volver a practicar capturar peces con mi cola!"
"Eso suena como una maravillosa idea, Goku." Chi-chi bajó su vacía canasta de ropa y se estiró retorciendo un poco su espalda. "Ha pasado demasiado tiempo desde que no comemos pescado fresco para la cena... ¿qué es eso?"
Goku miró, con amplios ojos, mientras una pequeña negra figura se disparaba sobre la casa. "¡Oi! ¡Vegeta! ¡¿Por qué no apareciste a entrenar esta mañana?!" Momentos después, una segunda figura, esta mucho más larga arrastrando una capa blanca, casi rompiendo la barrera del sonido en tratar de pasarlo, persiguiendo a la primera forma acaloradamente. "Esa es una buena razón," dijo Goku. "¡Oi, Piccolo!"
"¡¿Qué en este mundo?!" Chi-chi se preguntó. "¡Goku! ¿A donde creés que vas?" continuó hasta que su marido alzó un pie en el aire.
Goku se detuvo. "¡Voy a ver que está sucediendo! ¡Parece emocionante!"
"¡No sin mi no lo harás!"
"¡Pero Chi-chi—!"
"¡La última vez que te permití perseguir a esos dos casi te haces matar por nuestro hijo!" Chi-chi se quitó su delantal y cruzó sus brazos. "No voy a permitir que te vayas de mi vista hasta que sepamos exactamente lo que está pasando."
"Oh, está bien —¡espera! ¡Tengo una idea!" Goku puso dos dedos en su boca y soltó un penetrante silbido. Momentos después, una nube dorada brillante subió por encima de las copas de los árboles y se abalanzó hacia el lado de Goku. "¡Ah, Kintoen! ¡Sabía que estarías por aquí en alguna parte!" Goku alzó a Chi-chi y la puso sobre la nube voladora, luego se puso él mismo tras ella. "Kintoen —¡sigue a ese Namekseijin!" Ordenó.
Chi-chi se movió y se aferró a Goku mientras la Kintoen aceleró a un paso que podría parar el corazón de cualquiera para perseguir a Piccolo.
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"¡BULMA!"
Tembló, soltando el vaso que sostenía. En el momento que el vaso golpeó el suelo y se destrozó, ella estaba en la ventana. Nunca había escuchado semejante urgencia en la voz de Vegeta. "¿Qué sucede?"
Sin una palabra, Vegeta se metió a través de la ventana abierta y tomó a Bulma por la cintura, sacándola de su laboratorio. Ella tembló cuando cayó al suelo, la distorsión de su aterrizaje hizo que apretara sus dientes. "¡Maldición, Vegeta—!"
"Cállate." La soltó, sacó la caja bajo su brazo, y la abrió, sonriendo mientras lo hacía. Que perfecta sincronización que has tenido, Kami, para recrear estas justo a tiempo para que yo les dé un buen uso, pensó. Bulma tuvo tiempo suficiente para preguntarse que era el poderoso resplandor dorado en su rostro y justo cuando llegó a manejar con la respuesta fue cuando él gritó, con toda la fuerza de sus pulmones, "¡Aparece SHENLON!"
"¡MALDICIÓN NO!" Piccolo estaba a una mano de alcanzar la caja cuando un intenso haz de luz blanca se disparó desde entre el grupo de las esferas. Una cadena de insultos en un idioma alienígena que sólo podía ser de profanidad Namek eruptó de los labios de Piccolo, ahogada por el repentino estruendo del trueno arriba.
El cielo se volvió negro mientras espesas nubes aparecían en su existencia, liberando relámpagos a través de sus profundidades. Bulma jadeó, su corazón se aceleraba mientras una figura familiar comenzaba a formarse —bueno, casi familiar... si Shenlon había sido enorme ahora, esta vez era masivo.
El cuerpo del Legendario Dragón parecía llenar el cielo de horizonte a horizonte, con sus partes torciéndose lentamente entre sí. Una masiva cabeza se agachó; la boca se abrió para mostrar inicuamente sus dientes curvos, cada uno del tamaño de una secuoya. Los claros ojos dorados eran del tamaño de las lunas, mirándolos desapasionadamente, tan antiguo como las estrellas y tan joven como el próximo momento.
Una profunda voz se elevó por encima del constante estruendo de los truenos, haciendo que las ventanas de la Corporación Cápsula temblaran desde su marco. "¿Quién invoca a Shenlon?"
"¡Genial!" Goku saltó de la Kintoen mientras descendía. "¡Hola, Shenlon! ¡Cuanto tiempo sin verte!" Saludó mientras la inmensa cabeza se inclinaba muy ligeramente en su dirección, reconociendo su presencia.
Chi-chi sólo miraba fijamente hacia arriba, con la abierta. "Oh... mi..."
"¿Qué diablos está pasando?" Juuhachi-gou saltó de su Aero coche; Videl la siguió, alzando su vista, apenas notando a donde estaba yendo.
"¿Quién invoca a Shenlon?" rugió el dragón nuevamente, tan fuerte que esta vez Bulma hizo un gesto de dolor.
"Yo, ¡lombriz sobre-crecida!" Vegeta gritó por sobre los truenos.
"¡Vegeta, Vegeta, Vegeta!" Bulma siseó de manera de advertencia. Él la ignoró.
La ponderosa mirada se movió ligeramente para centrarse en el Príncipe Saiyajin. "¿Cuál es tu deseo?"
Vegeta sonrió medio-importantemente. "Quiero que tú," dijo, "hagas que esta mujer," señalando a Bulma, "de la edad..." Lo consideró por un momento. "Has que esta mujer tenga la edad que tenía cuando conoció a Kakarotto por primera vez." Sus ojos se movieron hacia Goku y Chi-chi, quien todavía estaba sentada en la nube mirando hacia arriba, luego volvió a mirar al dragón y añadió, "Y lo mismo para la mujer de Kakarotto también. ¡Y date prisa con ello!"
"¡¿QUÉ?!" Goku gritó. "Vegeta, no—"
Fue interrumpido por un sonido que hizo que todos los presentes miraran hacia arriba, un sonido que impidió cualquier intento de de debate o discusión.
Shenlon, el legendario Dragón, estaba riendo.
Bulma tragó duro. Había visto aparecer a Shenlon muchas más veces que cualquier otro ser viviente, quizá, y había visto claras señales de emoción en el remoto ser anteriormente, pero nunca lo había escuchado reír antes. Mientras seguía maravillándose por la aparición, sintió que su piel comenzó a tirar, y el mundo a su alrededor desapareció en una reluciente luz blanca y dorada.
"Tu deseo," dijo Shenlon, todavía riendo, "¡¡fue concedido!!"
Con una ráfaga de radiante luz tan brillante como el sol del mediodía, Shenlon desapareció. La caja se destrozó en astillas en las manos de Vegeta, y las Esferas del Dragón se alzaron hacia el despejado cielo, disparándose en siete diferentes direcciones, y desapareciendo sobre el amplio horizonte. Las nubes se evaporaron mientras el último trueno sonó desvaneciéndose en el aire, dejando sólo detrás la calma del mediodía.
"Bulma..." El susurro de Videl rompió el silencio.
"¿Aa-aaa...?" Bulma se miró hacia abajo. Sus ropas le colgaban extrañamente, demasiados talles de más para ella ahora —excepto sobre la parte superior de su pecho, donde su camisa casi encajaba demasiado apretada. Alzó su vista y sintió su cabello —estaba largo de nuevo, largo como había estado cuando tenía dieciséis y se mantenía atado en una coleta. Tocó su rostro —era suave, sin líneas, la piel suave y juvenilmente fresca.
Con amplios ojos, miró a Vegeta. "¿Soy... yo... Vegeta...?" murmuró, perdida, luego quedó en silencio por la mirada en sus ojos. Por sólo ese momento había algo casi preguntándose y añorando en su mirada, como si él nunca hubiera visto algo o alguien que pudiera igualarla, y nunca soñó a alguien que pudiera encajarle tan perfectamente. Luego su habitual medio divertida, medio desdeñosa expresión volvió a su lugar como un escudo.
"¡Ese fue Shenlon!" Gohan dijo con emoción mientras él y Trunks bajaron al suelo. "¡Estábamos entrenando y vimos al Dragón aparecer!"
"¡Fue increíble! Era más grande que el Dragón del otro mundo —guh —geh —keh —¡¿¡¿¡¿Mamá?!?!?!" Trunks miró a su madre, quien era ahora cuatro años más joven, físicamente, que él mismo.
"Ninguna otra." Vegeta tomó un paso hacia Bulma, pero una mano en su hombro lo detuvo. Se volteó, molesto. "Qué—"
¡¡WHAM!!
Vegeta excavó una trinchera en el césped con su espalda. Bulma tembló, Trunks comenzó a avanzar, y Gohan jadeó, "¿Papá? ¡¿Qué—?!"
"¡¡¡VEGETA!!! ¡ERES UN ESTÚPIDO!" Goku estaba enojado. Estaba más enojado de lo que Bulma alguna vez recordó haberlo visto. "¡¿Tienes la osadía de llamarme a mí idiota?! ¡¿Para que demonios hiciste eso?! ¡¡¡¿Por qué no piensas antes de desear algo?!!!"
"¡Goku!" Bulma se puso frente a Goku, quien estaba a punto de ir de nuevo tras Vegeta. "¿Qué crees que estás haciendo?"
"¿Papá?" Gohan se detuvo y miró a su alrededor. Algo no estaba bien, pero no estaba del todo seguro si era capaz de saber qué. Repentinamente todos alrededor de él parecían molestos. Piccolo estaba enojado, pero eso no era nada particularmente nuevo y estaba seguro que su sensei le diría que es lo que estaba mal eventualmente. Su padre estaba furioso, lo que era algo nuevo y diferente. Vegeta, poniéndose de pie para salir de la zanja en la que Goku lo había metido de un golpe, parecía enojado —de nuevo, nada nuevo— pero también algo vagamente perplejo. Trunks estaba tratando de decidir la mejor manera de proteger a su padre, o quizá preguntándose si debía interferir en lo absoluto. Juuhachi-gou y Videl estaban mirando desde los lados, tratando de permanecer atentas a cualquier área de batalla potencial. Y sentada en la dorada nube, la Kintoen—
Él debía conocer esa niña... la que estaba sentada ahí, con amplios ojos, sus ropas colgando de su delgado cuerpo, demasiado grande para ella. Debía conocerla. Sabía que debía, pero no sabía porque hasta que ella lo miró con sus amplios ojos oscuros y vaciló inseguramente, "¿Go... Gohan...?"
Su voz inconfundible. La mandíbula de Gohan cayó. "¡¿¡¿¡¿Ma... Mamá?!?!?!"
"¡¡Maldito idiota!!" Goku gritó fuertemente a Vegeta sobre el hombro de Bulma. "¡¡Cuando conocí a Chi-chi ella tenía doce años!!"
"Goku... ¡Gokuuuuuuu!" Chi-chi gritó, finalmente acomodándose.
Con una final salvaje mirada a Vegeta, Goku giró sobre sus talones. Su expresión se suavizó y se dirigió hacia la niña sentada en la nube que flotaba. "Está todo bien, Chi-chi," dijo él. "Lo arreglaremos. Te lo prometo, de alguna manera lo vamos a arreglar."
Chi-chi se derrumbó contra el amplio pecho de Goku y se disolvió en lágrimas. Él la alzó y saltó a la nube. "Gohan," dijo, con el trasfondo de rabia todavía en su voz. "Vamos a casa. Tu madre, nos necesita en este momento."
"S-Sí, papá." Gohan miró a Videl, quien asintió entendiendo. Ve, gesticuló en silencio con su boca. Él le dio una agradecida, amorosa sonrisa y despegó después de sus padres.
"Sabía que nada bueno vendría de esto," Piccolo gruñó, y despegó en la dirección opuesta.
"Habla por ti mismo," Bulma dijo, revisando experimentalmente su ropa. "Quiero decir... pobre Chi-chi, pero... ¡wow...!"
"Si necesitas el auto para volver a la ciudad, Videl, se libre. Puedo recogerlo más tarde." Juuhachi-gou miró alrededor mientras Trunks aparecía a su lado.
"¿Qué... qué...?" le preguntó.
"No me preguntes, acabo de llegar." Juuhachi-gou se apoyó contra Trunks y sonrió mientras él ponía cariñosamente un brazo alrededor de ella. "Una cosa es segura, las cosas se van a volver mucho más interesantes por aquí de ahora en más."
Trunks gruñó.
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