Esta es una adaptacion que Blue Cherry me permitio hacer los meritos son de ella y su gran mente. Espero que les guste es algo fuerte asi que sobre advertencia no hay engaño
APOLOGY
by Blue Cherry
Solo una palabra, se hubiera llevado el dolor.
Con el beso amargo de aquel licor,
me hubiera bastado, mi amor.
―Ten cuidado― Susurre mientras entrabamos a su departamento.
Él solo camino tambaleante por la penumbra hasta el sillón, quitándose el saco y los zapatos, aflojo la corbata y se desabrocho los primeros botones de la camisa, mientras se recostaba en el sillón boca arriba.
―Ven aca― Me ordeno con su clásico tono de voz prepotente.
A pesar de su estado de ebriedad hablaba perfectamente, deje las llaves en la mesa de centro y me acerque al sillón.
―¿Qué?―
No recibí respuesta, en su lugar uno de sus brazos se enredo en mi cabello y el otro apreso mi cintura, sus labios atraparon los míos y en menos de un segundo ya me encontraba atrapada entre su cuerpo y el sillón, sus manos recorrían ansiosas y bruscas mi cuerpo y sus labios devoraban los míos de forma salvaje y lujuriosa, sus besos eran bruscos, brutos hasta el punto en que dolían y lastimaban mis labios pero eso no era impedimento para él, nunca lo fue, no lo sería ahora.
Cerré mis ojos disfrutando del contacto de nuestros cuerpos, de sus caricias y sus besos con sabor a alcohol.
Sólo una mentira, se viene conmigo a pasear.
Sentirme querida, en aquel abrazo en el mar.
―Lo siento Isabella, saldremos otro día― Murmuro con voz cansina.
―Pero lo prometiste― Me queje con voz chillona y lo escuche bufar del otro lado de la línea telefónica.
―¡Estoy cansado!― Me grito, me quede callada y lo escuche suspirar ―Vamos otro día ¿Si?― Murmuro más calmado y colgó la comunicación sin esperar mi respuesta.
Colgué el teléfono y tome mi abrigo, si estaba cansado tendría que ir a ayudarlo a descansar.
Entre al ascensor marcando el último piso, camine despacio por el elegante y desolado pasillo hasta llegar a su puerta. En cuanto puse la llave en la cerradura mi corazón palpito rápido y un mal presentimiento embargo mi cuerpo, como si una voz en mi cabeza me gritará que no entrará, que me fuera, que así sería mejor.
El departamento estaba completamente en penumbras cuando entre, quizás ya se había acostado, deje mi abrigo y las llaves en el sillón y subí las escaleras despacio a su habitación. Escuche varios murmullos y suspiros a medida que me acercaba a su puerta, sentí mi corazón detenerse y mis manos temblaron, no, era imposible, él jamás me haría algo así. Era cierto que hace días se comportaba extraño, de mal humor, pero él jamás me engañaría.
Abrí la puerta despacio y me quede petrificada, allí en la misma cama donde hicimos el amor varias veces, estaba él con una exuberante pelirroja que yo conocía perfectamente.
―¡Isabella, Isabella, espera!― Grito corriendo detrás de mi, mientras se ponía los pantalones e intentaba bajar las escaleras.
Corrí a la puerta intentando marcharme de allí, más el agarre en mi brazo me detuvo.
―¡Suéltame!― Grite y mi voz sonó quebrada y ronca, las lágrimas ya hacían gala de su aparición ―¡Déjame!― Grite intentando zafarme pero solo logre que sus dedos se incrustaran aún más en la piel de mis brazos.
―Hay Isabella, la cornuda siempre es la última en enterarse― Se burlo de mi la pelirroja bajando con su ropa a medio vestir.
―¡Largate!― Le grito él.
―¿Qué?― Comentó sorprendida, pero él tomo su cartera y la agarro de un brazo dejándola fuera del departamento y cerrando la puerta de un golpe.
―¡Idiota!― Escuche que grito mientras sentía sus tacos alejarse cada vez más de la puerta.
―Isabella-―
―¡Alejate de mi!― Lo interrumpí.
Estaba por irme por el mismo camino que la pelirroja cuando él se arrodillo frente a mi y me abrazo por la cintura, apoyo su frente en mi abdomen y me abrazo con fuerza.
―Perdoname― Susurro ―Perdoname, perdoname por favor― Volvió a repetir con las voz temblorosa.
Con el vestido azul que un día conociste,
me marcho sin saber si me besaste antes de irte.
―¿Y este?― Le dije saliendo del provador con un hermoso vestido blanco de fiesta.
Él solo me miro detenidamente, recorriendo mi cuerpo con sus ojos y provocandome un notorio sonrojo, se acerco a paso lento y elegante a mi y negó con la cabeza.
―No, este― Indico entregandome un sensual y elegante vestido azul.
Dio media vuelta volviendo con su pose altiva hasta la pequeña butaca que quedaba cerca de los vestidores. Yo por mi parte entre de nuevo al probador, me quite el vestido blanco y pude escuchar como su celular sonaba, estuvo hablando unos minutos y luego corto, no logré escuchar ya que hablo muy poco, muy bajo y con sus típicos monosílabos.
Tome el hermoso vestido azul entre mis manos, estaba por ponérmelo cuando la puerta se abrió de golpe.
―Debo irme― Dijo y beso mi frente ―Compra lo que quieras― Murmuro entregándome su tarjeta de crédito.
No alcance a contestarle cuando ya había desparecido de la tienda, suspire y cerré la puerta, siempre era lo mismo.
Te di mi corazón y tú lo regalaste,
te di todo el amor que pude darte y me robaste.
―¿Cómo pudiste?― Le grite mientras sentía como mis lágrimas resbalaban por mi rostro.
Pero no eran lágrimas de tristeza sino de frustración y rabia, pero más que nada conmigo misma.
―Ya cálmate― Murmuro fastidiado.
―¿Qué me calme? ¡Eres un desgraciado!― Le dije secando las lágrimas con el dorso de mi mano en un violento movimiento ―¡Maldito hijo de puta!―
Lo siguiente que sentí fue su puño estrellarse contra mi mejilla, caí sentada en el frío suelo mientras mi rostro ardía y unas finas gotas de sangre resbalaron por mi mejilla manchando el fino parque.
Sujete mi mejilla con mi mano derecha y lo mire incrédula de lo que acaba de hacer.
―Me golpeaste― Susurre sorprendida, él jamás me había hecho algo así.
―Te lo merecías― Dijo indiferente.
Me levante rápido y corrí a la puerta de salida, pero no llegue ni a medio camino cuando sus brazos me inmovilizaron, mi pecho golpeo duro contra la fría pared y sentí su cuerpo presionar el mío por la espalda.
―Tú de aquí no te vas― Siseo como una serpiente contra mi oído ―Tú siempre serás mía―
He rasgado mi vestido con una copa de vino,
hoy tu amor corta como el cristal.
Camine despacio al armario evitando tropezar con mis propios pies y le di un nuevo trago a la botella de whisky que él le había regalado a mi padre en su cumpleaños. Sentí el líquido quemar mi garganta a medida que pasaba por ella.
Abrí la puerta corrediza del armario. Allí estaba, ese hermoso y caro vestido azul, la botella resbalo de mi mano provocando un sonido sordo al estrellarse con el piso, que retumbo por toda mi habitación, desparramándose en la alfombra y mojando mis pies desnudos.
Tome un pedazo de vidrio, el más grande que encontré y lo apreté con mi mano, lo sentí clavarse en la palma de mi mano provocando un inmenso ardor, las gotas de sangre resbalaron por mi brazo, cayendo a la alfombra y mezclándose con el líquido amarillento.
Tome el delicado vestido entre mis manos y lo rasgue con el pedazo de vidrio roto, a cada trozo de tela que caía rota al piso, sentía como mi alma se desgarraba con ella.
En el cielo hay playas, donde ves la vida pasar.
Donde los recuerdos no hacen llorar,
vienen muy despacio y se van.
―No se porque soportas todo esto― Me reprocho con su dulce y suave voz.
―Por que no tengo otra opción― Susurre cerrando los ojos, como si eso evitara el dolor que sentía en ese momento.
―Deberías denunciarlo― Comento mientras pasaba el algodón bañado en alcohol por la herida de mi mejilla.
Apreté más los párpados, si eso era posible y tranque en mi garganta el quejido de dolor que rogaba por salir.
―Él va a matarme si lo denuncio, Alice―
Ella solo torció el gesto y me miro con profunda lástima, no me importaba, después de todo, ya estaba acostumbrada a esas miradas.
Sólo una caricia, me hubiera ayudado a olvidar,
que no eran mis labios, los que ahora te hacen soñar.
―Pensé que ibas a dejarla― Dijo ella y reconocí su voz al instante.
Me mantuve quieta detrás de la puerta esperando su respuesta.
―Ya te dije, no quiero― Respondió con voz fría y déspota ―Si te gusta así, bien, sino-― Amenazo.
―No, espera― Lo interrumpio ella.
No podía verlos pero podía apostar a que él tenía esa sonrisa de lado.
―No importa, ella podrá tener el título oficial de novia pero soy yo quien te hace gozar en la cama― Dijo con voz pícara.
Y lo siguiente que escuche fueron mis sollozos mezclados con sus gemidos.
Con el vestido azul que un día conociste,
me marcho sin saber si me besaste antes de irte.
Me desperté cuando los estorbosos rayos del sol golpearon mi rostro. Mantuve los ojos cerrados mientras bostezaba y estiraba mis brazos en una búsqueda inútil.
Cuando mis manos tocaron la almohada vacía sentí mi ya rota alma, romperse un poco más, deshaciéndose en miles de pedazos.
Abrí los ojos despacio y respire profundo tragando las ganas de llorar y ser más patética de lo que ya era, me levante despacio cubriendo mi desnudes con una bata que estaba a los pies de la cama.
Camine lento a la ventana, era un hermoso día, que contrastaba completamente con como me sentía, di media vuelta y note la pequeña hoja blanca sobre mi mesa de noche.
Tome la pequeña nota y distinguí su elegante y prolija letra:
"Esta noche.
Te amo"
Te di mi corazón y tú lo regalaste,
te di todo el amor que pude darte y me robaste.
Me desperté despacio evitando hacer ruido y lo contemple dormido, se veía tan pacífico y sereno, me sonroje al notar su cuerpo desnudo solo cubierto por las oscuras sábanas negras que solo lo cubrían hasta su cintura y los recuerdos de la noche anterior, solo lograron acrecentar mi sonrojo.
―Deja de sonrojarte, ya te acostumbraras― Murmuro abriendo sus hermosos ojos.
Yo solo agache la mirada, aún no acostumbrada a verlo así y él se acomodo sobre mi cuerpo, colocando ambos brazos a cada lado de mi cuerpo y sus piernas entra las mías.
―Tan inocente― Susurro contra mi oído ―No sabes lo que puedes llegar a provocar en los hombres― Termino y mordió el lóbulo de mi oreja.
Me miro a los ojos apoyando su frente contra la mía.
―Te amo― Le dije mientras acariciaba su mejilla, quitando los rebeldes cabellos que se apegaban a su rostro.
Él sonrio de lado, arrogante y prepotente y en sus ojos percibí un cierto brillo que no pude descubrir nunca de que era.
He rasgado mi vestido con una copa de vino,
hoy tu amor corta como el cristal.
Observe el caro y delicado vestido azul, roto y rasgado en la alfombra de mi habitación, estaba hecho tiras y se mezclaba con la sangre que caía aún de mi mano.
Sentía mi alma romperse cada vez más, como si me encontrará en un pozo negro y cada vez me hundiera más, formando un profundo vacío de desolación a mi alrededor.
Tome un nuevo trago de la botella de vodka recién abierta, cortesía de él, y no puedo describir lo bien que sentía el líquido cristalino al quemar mi garganta, adormeciendo mis sentidos y creando un falso estado de adormecimiento donde todo parecía estar bien.
Observe los trozos de tela mezcados con los vidrios rotos de la botella, tome uno con mi mano ensangrentada, se sentía tan bien, la sangre caía en forma de gotas sobre la alfombra y el ardor se había convertido en alivio desde hace unos minutos.
Apoye el trozo de vidrio sobre mis venas, desgarrando mi piel y sintiendo ese ardor placentero.
Las gotas cayeron como en cámara lenta manchando la alfombra y produciendo ese sonido como a "goteo" comencé a marearme, el piso tambaleaba y todo me daba vueltas, intente levantarme en vano y pronto descubrí que lo que temblaba no era el suelo, era yo.
Buena suerte en tu camino, yo ya tengo mi destino,
con mi sangre escribo este final.
Me acerque a paso lento, él estabas de espaldas a mi, tenía un vaso de whisky en su mano derecha y con la otra se revolvía el cabello, desordenándolo aún más.
―¡Mala agradecida!― Su grito inundo toda la estancia y el vaso se estrello contra la pared rompiendose en miles de pedazos y dejando una mancha en la pulcra pared blanca.
Se dio media vuelta y sus ojos furiosos chocaron con los míos, mirándome con odio y desprecio y a pesar de todo lo que me ha hecho, jamás me había mirado así.
―¡Largate!― Me grito con desprecio en su voz.
Me pare segura ante él y apreté el arma que tenía entre mis manos oculta en mi espalda.
―¿Qué no escuchas?― Siseo furioso acercándose a paso lento a mi ―Maldita perra― Dijo levantando su mano para golpearme.
―Esto se acaba hoy― Dije segura y coloque el arma entre los dos ―No dejaré que vuelvas a tocarme―
