¡Hola a todos! No sé hace cuando no me pasaba por acá y encima a dejarles una nueva historia! Sip!... No es broma, anduve trabajando en una historia, aprovechando que estoy de vacaciones y tengo tiempo. Y bueno me pareció una gran idea dejárselas antes de que terminara el año, y como abrebocas de este 2013 que inicia. Espero que les guste.

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EN TUS REDES

BY: Kagome-inu1982

Summary: Él era todo lo que quería un hombre, era el hombre de mis libros. La pasión emanaba de él y yo no quería más que sumergirme en ella. Sus redes se tejieron a mí alrededor hasta que fue imposible escapar. Aunque si soy honesta, tampoco quería hacerlo.

Inuyasha era el hombre de oro, todas las mujeres estaban tras él, pero por alguna razón el estaba tras ella. ¿Qué sucede cuando dos mundos tan lejanos se juntan? ¿Cuándo la edad se interpone entre el amor? ¿Y cuando el destino se empeña en alejar los deseos?

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Capitulo 1: Entrevista

- Kagome, son las ocho…

La suave voz fuera de mi cuarto me despertó automáticamente, más aún así no salgo del abrazo de mi cobija, estaba calentito ahí dentro y el frío mañanero no me atraía en absoluto. Sin embargo debía levantarme hoy era el día.

Lo había estado esperando un tanto nerviosa, pero de igual manera sabía lo que iba a venirse, las preguntas que hacen siempre, sobre tu estudio, tu familia, tu persona en general y cosas así y sabia lo que debía contestar. Había leído un poco de la empresa a la que iba, conocía lo que había estudiado, me sentía bastante segura, pero aún así una entrevista siempre causa ansiedad y un tantito de nervios. Era la tercera entrevista que tenía, estaba buscando donde hacer mi tiempo de prácticas, la pasantía de mi estudio, necesaria para graduarme.

La primera entrevista la había pasado, lamentablemente me necesitaban tiempo completo y no podía salirme de estudiar, no era esa la idea después de todo; la segunda había salido aparentemente bien, otros compañeros de estudio habían ido a éste mismo sitio, pero habían decidido que no querían a ninguno; bueno qué más daba, hoy era la tercera y por ahí decían, la tercera es la vencida.

Finalmente y después de quince minutos de auto examen en mi cama, me levanté. Me coloqué mis pantuflas de conejitos rosas, me acomodé la bata de mi pijama con la que siempre despertaba en las caderas y lancé un bostezo lleno de energía, a veces me gustaba hacer escándalo cuando me despertaba. Abrí la puerta de mi cuarto y salí a saludar al mundo.

- ¿Estás nerviosa? – me preguntó mi mamá mientras yo comía mi nutritivo desayuno.

- No sé que usar...

Ese era mi bendito problema, jamás en mi vida había trabajado, mi empleo implicaba cierto estilo de oficina en el vestir, un estilo que yo nunca había usado, así que era un poco complicado elegir que usar, no quería lucir muy informal, ni tampoco demasiado mayor, al fin y al cabo tan solo tenía 18 años.

- Nada muy complicado.

- Ese es el problema… - suspiré y terminé mi desayuno.

Me metí a bañar, no me demoré más de los quince minutos de rigor, tenía tiempo a mi favor, pero nunca se sabe, quería tener tiempo de sobra, no sabía dónde diablos quedaba el lugar y no quería perderme y llegar tarde, sería un desastre. La puntualidad es parte de la carta de presentación.

- Bien, ¿qué tal? – pregunté a mi madre, había optado por algo sencillo.

Una blusa manga larga de color gris oscuro, de cuello en V que se ceñía a mí figura, pero siempre dentro de las líneas del decoro, no quería mostrar mucho, el escote llegaba a la altura adecuada, no iba a apuntar a nadie con mis pechos. También me puse un pantalón de dril, de un color más suave, estos me quedaban un poco entallados, pero bueno, me gustaban como se veían. Para finalizar unos pequeños zapatitos a juego de un tacón bajo, nada ostentoso.

- Te ves bien, Kagome – me aseguró mi madre, complacida con la respuesta continué con mi cabello, una breve cepillada y cuadré un par de rizos aquí y allá, maquillaje, un poco de base y rubor para acentuar el color de mis mejillas.

- Deséame suerte…

- Llámame en cuanto salgas… - me dio un beso en la mejilla y yo salí disparada de mi casa.

Eran las diez y media de la mañana, iba con buen tiempo, debía tomar el tren y luego un autobús que me dejaría en la zona industrial que buscaba. Así me había explicado el chico que me había llamado, si no recordaba mal su nombre era Houjo, era quien actualmente hacía su pasantía allá y estaba por salir, yo estaba decidida a ocupar su puesto.

El viaje en tren no duró menos de media hora. Pronto me bajé en medio de la multitud y tomé la salida occidental de la estación, tal cual me decían las instrucciones dadas. Al salir, subí los peldaños para salir de la estación, afuera la autopista estaba congestionada, era un caos a pesar de no ser hora pico. Busqué con la mirada donde se suponía debía estar el autobús y ahí estaba, el numero era el correcto. Cuándo me dirigía con paso seguro para alcanzarlo este arrancó y yo maldije mientras corría para alcanzarlo.

- Disculpe… ¿pasa por el zona industrial? – pregunté al conductor quien se detuvo, afortunadamente.

- Claro que sí, señorita – sonreí agradecida, subí al autobús y saqué de mi cartera el dinero por el viaje, el bus estaba casi que vacío, le pedí al conductor que me dejara en el sitio preguntado y una vez asintió fui a buscar un asiento.

Me senté del lado de una ventanilla, debía aprender el camino, nunca se sabe, podría necesitarlo. El viaje en el autobús fue rápido, ni diez minutos llevaba cuando el conductor se detuvo en toda la esquina de un gran edificio y me llamó.

- Señorita es aquí…

- Muchas gracias… - sonreí y me bajé del autobús, que siguió su camino por toda la avenida. Miré el edificio, parecía ser un concesionario de autos, bueno la verdad lo era porque veía varios letreros de marcas de automóviles en la fachada baja del edificio. En fin, abrí la dirección y giré en la esquina del edificio.

Era la zona industrial de la ciudad, pero para serlo estaba bastante desolada. Una vez se dejaba la avenida atrás y el bullicio de los carros, todo se veía bastante tranquilo. Muchas compañías estaban distribuidas en la zona, bajé por toda la calle con la dirección en la mano. Finalmente, encontré lo que buscaba.

Un gran edificio de espejos me dio la bienvenida. Era tal cual me lo había descrito el chico al teléfono. "Es un edificio de espejos, con un pequeño jardín en la entrada, dos garajes laterales y una escalera en posición horizontal, cuyo frente es de color azul y tiene la dirección que te doy, en grandes letras doradas". Así era, exactamente, ahí estaba la dirección.

El lugar no era ostentoso, no tenía puertas giratorias, ni nada de eso. El lugar no tenía las puertas abiertas al público, para el que quisiera entrar. Éste era el lugar donde la magia pasaba, allí se editaban las campañas publicitarias más impresionantes que se podían crear. Los mejores agentes publicitarios estaban allí y yo quería ser parte de la Agencia Taisho.

Con una sonrisa en mi rostro, emocionada y sin saber la razón, tal vez eran los nervios colocándose a mi favor, no lo sabía; caminé por empedrado hacia la entrada y subí las escaleras con decisión. Miré mi reloj mientras lo hacía quince minutos para mi entrevista, era perfecto. Me coloqué frente a la puerta y toqué un pequeño botón que accionó la puerta y la hizo abrirse.

Al interior del edificio todo era blanco, paredes blancas, pisos blancos, todo blanco. La única excepción eran los sillones de cuero negro de la recepción, un par de macetas colocadas en lugares estratégicos y un enorme acuario en una de las paredes, armonizando con la vista.

- Buenos días… - escuché el saludo proveniente de un amplio escritorio, la recepcionista me sonrió y yo lo hice devuelta mientras me acercaba hasta el sitio.

- Buenos días, soy Kagome Higurashi, vengo para una entrevista, para la pasantía como auxiliar en la editorial

- ¡Ah claro!... – me dijo la mujer, no era demasiado joven, pero tampoco era una anciana, vestía de manera elegante, pero sin exagerar - Voy a llamar a Houjo…

Houjo, era el joven que me había llamado para decirme que mi hoja de vida había calificado y que tendría una entrevista.

- Toma asiento, ¿quieres algo de beber? – Me preguntó amablemente la mujer, yo negué la bebida, pero acepté sentarme – Houjo… Aquí Kagome Higurashi, para la entrevista. Viene en un minuto.

Se dirigió a mí con la última frase. La mujer era amable, sonreía con gentileza y me dedicó una sonrisa de disculpa mientras recibía una llamada.

- Hola, Kagome… - me giré hacia la voz.

Un joven que rondaba mi misma edad, quizá uno o dos años mayor, salió de una puerta de madera mas al fondo y con una sonrisa se acercó hasta el sofá, del cual ya me levantaba.

- Hola… - saludé con una sonrisa, estrechando su mano.

- ¿Llegaste fácil? – me preguntó mientras me instaba acompañarlo por las escaleras principales.

- Sí, pensé que sería más difícil, pero no – le dije mientras subía a su lado.

Llegamos a una segunda planta donde se veía muchísima más actividad. Gente dentro de oficinas de cubículos de vidrio a la vista de todos, otros en sus cubículos respectivos, con unas particiones metálicas; todos hablaban por teléfono o tecleaban en sus computadoras, pocos notaron nuestra presencia, pero los que lo hicieron, sonrieron en bienvenida. Sin mucho más, tomamos un segundo tramo de las escaleras.

- Te llevaré al salón de reuniones – me comentó – El edificio no es muy grande, tres plantas de oficinas, la última planta para gerencia y subgerencia, también hay una sala para conferencias y presentaciones, y ésta… la sala para reuniones y entrevistas, más pequeña, para menos personas.

Efectivamente el lugar era más pequeño, una pequeña mesa oval con cuatro asientos, un gran ventanal con vista a la ciudad y un par de cuadros adornando aquí y allá. En definitivamente algo sobrio y sencillo.

- Toma asiento, los encargados de la entrevista estarán acá en un minuto…

Al escuchar esas palabras mis nervios se dispararon. Aquí empezaba a padecer, mi yo interno comenzó a sudar de preocupación a la vez que se calmaba mentalmente, podía hacerlo.

- Muchas gracias… - le dije a Houjo antes de que se marchara y me dejara sola en la ventilada habitación. Tomé asiento y coloqué mi bolso sobre mis muslos, verifique que mi celular estuviera en modo vibrador y tomé un poco de aire. Podía hacerlo.

Pasaron cerca de dos minutos en los que nadie llegó. Miré los cuadros en las paredes, todos eran simples bodegones de frutas, por el rabillo del ojo capté una cámara de seguridad, decidí dejarla ir, no quería que me vieran nerviosa, quien sea que observara detrás.

- Buenos días…

Oh no, una voz masculina, era la primera vez que un hombre me hacia una entrevista, las demás habían sido chicas. En este entorno trabajaban varias mujeres. Bien, podía hacerlo, me dije mentalmente, el mantra que venía repitiendo para calmarme.

La voz sonaba animada, un tanto divertida, pero no por eso menos varonil. Me giré en mi asiento, pues la entrada quedaba a mis espaldas. Plasmé una sonrisa para recibir a mi interlocutor, pero no estuve preparada para lo que vi.

Se veía joven, más joven de lo que pensaría. Efectivamente la diversión en su voz estaba, porque me sonreía mientras tendía su mano. Estreché su mano con la mía y le devolví la sonrisa, un tanto sorprendida.

- Inuyasha Taisho… - se presentó y yo quise palidecer.

¿Taisho?, como el nombre de la agencia, debía ser una maldita broma. Tal vez no podía hacerlo.

- Kagome Higurashi…

Traté de calmarme por dentro. El sonrió ante mi respuesta y tomó asiento a mi lado izquierdo.

- Mis compañeros suben en un momento – comentó mientras dejaba una sencilla agenda de color azul sobre la mesa, junto con una pluma de color plateado.

Di un pequeño repaso mental al individuo, tendía a analizar a las personas. Y decidí que a pesar de su sonrisa divertida y de que había un extraña expresión en su mirada, que me ponía nerviosa. Me caía bien, además era guapo, bueno era muy guapo, tenía unos sedosos cabellos negros, vestía bien, no muy formal, cosa que me relajaba; tenía un sencillo pantalón clásico de color negro y una camisa hasta los puños de color azul claro, no usaba corbata, se veía bien.

- ¿Cómo estás?

- Muy bien, gracias – sonreí con suavidad mientras no dejaba de mirarlo a los ojos, el contacto visual era importante.

- Bueno días…

Un par de voces más hicieron aparición a mis espaldas, me giré para saludar a los recién llegados. Otro caballero y una mujer entraron al lugar.

- Mucho gusto, Midori Takeda – saluda la mujer con una sonrisa y toma asiento frente a mí, tiene una laptop en la mano, la cual abre.

- Señorita Higurashi, mi nombre es Miroku Houshi… un placer – saluda el hombre, un poco mas mayor que el primero en llegar, pero con unos ojos azules de ataque, él toma asiento a mi lado derecho.

- Buenos días… - contesté al saludo

- Bien, Kagome. Cuéntanos un poco de ti - comenzó la mujer a hablar y tuve tres pares de ojos frente a mí, mi cerebro comenzó a trabajar.

La pregunta típica, me di valor mentalmente. Mis neuronas respondieron y comencé a contestar, mi edad, mi familia un poco de esto y de aquello.

- ¿Piensas continuar con tus estudios? – me preguntó el señor Taisho.

- Claro que sí, deseo seguir con mis estudios de publicidad.

- ¿Sabes algo de la compañía?

- Sí, sé que hacen campañas publicitarias para importantes marcas a nivel nacional e internacional, perfumes, calzado, programas de televisión, son los responsables de la gran mayoría de campañas que se ven ahora en periódicos, televisión e Internet. También sé que están hace más de medio siglo en el campo.

- Leímos en tu hoja de vida que nunca has trabajado – dijo el hombre de ojos azules, Miroku - ¿Crees que eso sería un problema?

- Por supuesto que no – contesté con seguridad – Apenas cumplí la mayoría de edad hace un par de meses, así que no podía buscar trabajo, fue más restricción de edad que falta de empeño.

Después de unos diez minutos de preguntas cotidianas, la joven mujer se acomodó en su asiento y me miró.

- Tenemos una pequeña prueba, utilizamos algunos programas para el diseño de nuestras campañas publicitarias, en tu currículo pones que sabes usarlos, debemos estar completamente seguros – dijo la mujer brindándome una sonrisa para calmarme – Entonces, usa mi computadora…

La joven se levantó de su asiento al igual que él joven de ojos azules. Ambos se fueron a un costado hacía el ventanal y comenzaron a conversar entre ellos en voz baja. El señor Taisho me señaló el asiento que ocupara antes la mujer y yo fui a sentarme.

- Es una prueba sencilla, solo queremos ver cómo te desenvuelves con los programas de diseño, los gráficos y cosas así – me dijo en voz tranquilizadora mientras acercaba su asiento al mío.

El que acortara la distancia entre ambos me puso un tanto nerviosa. El olor de su colonia me inundó, era fresco, varonil y me recorrió como un cosquilleó justo hasta mi vientre.

Enfócate Kagome. Me regañó mi subconsciente trayéndome de vuelta a la realidad. Miré la pantalla de la computadora, tomé el pequeño mouse inalámbrico y me puse manos a la obra. El hombre a mi lado me iba dando indicaciones de lo que quería que hiciera. Mientras iba trabajando me iba haciendo más preguntas.

- Dijiste que te gustaba leer y el cine, ¿genero favorito? – me preguntó mientras yo maniobraba en la computadora.

- Terror y me gustan las novelas… aunque leo y veo de todo

- Muy bien, Kagome… - me dijo en cuanto terminé.

- ¿Listo?... Ven Kagome acompáñame, te mostraré las instalaciones – me dijo Midori con una sonrisa, yo asentí, tomé mi bolsa del asiento que ocupara antes y me despedí de ambos caballeros con un estrechón de manos - ¿Cómo te fue? – me preguntó la mujer quién me guió escaleras abajo.

- Bien – sonreí con confianza – Estuvo sencillo…

- ¿No te intimido Inuyasha?... Tiende a hacerlo – sonrió y yo la imité.

- No, fue bastante amable – aseguré.

Tuve un pequeño recorrido por las instalaciones, me presentaron a un par de personas quienes me sonrieron y saludaron con amabilidad. Después del breve recorrido, Midori me dejó en la recepción.

- Bien Kagome, nos estaremos comunicando contigo, fue un placer conocerte – me dijo con una sonrisa.

- ¿Cómo te fue? – Me preguntó la mujer de la recepción y yo contesté con amabilidad – Espero verte por acá de nuevo – me dijo y yo le creí.

Una vez afuera solté una gran bocanada de aire. No había salido tan mal, es más había salido muy bien. Deshice mis pasos a como había llegado, decidí que podía caminar hasta la estación. No quedaba muy lejos y ya no tenía preocupaciones.

Abrí mi bolso y saqué mi teléfono. Lo primero que hice fue llamar a mi madre. Le conté como habían salido las cosas y prometí darle más detalles cuando llegara a casa.

- Así que todo salió bien, me alegra mucho, seguro te llaman – me aseguró con una sonrisa.

- Eso sería maravilloso – le dije con una sonrisa mientras me tomaba un refresco – El lugar es genial, no hay demasiada gente, todos son muy amables.

- ¿Quiénes te entrevistaron?

- ¡Uy!... no te lo vas a creer, bueno no sé quien exactamente sea, pero el tipo que llegó primero a la sala, su nombre es Inuyasha Taisho…

- ¿Cómo la agencia?

- Sí… - asentí – No sé que hace exactamente en la agencia, pero tiene el apellido de los dueños…

- No leíste sobre la compañía…

- Sí, pero dice pertenecer a la familia Taisho y no sé que más cosas, no dice nombres puntuales…

- ¿Es un señor?

- Sí, bueno no. Es bastante joven tendrá unos veintiocho años o algo así.

- Bueno si te llaman, sabrás quién es…

- Espero que me llamen…

En realidad quería mucho recibir esa llamada. Realizar mi pasantía en la compañía de publicidad más importante del país y una de las más reconocidas a nivel internacional, sería como la cereza del pastel, simplemente perfecto.

El característico sonido del teléfono hizo aparición y como siempre corrí a contestar.

- Hola…

- Kagome, ¿por qué demonios no me llamaste?, ¿cómo te fue?

Era Sango, mi mejor amiga en todo el mundo. Habíamos estado juntas desde la primaria, nos habíamos graduado juntas, vivíamos relativamente cerca y estudiábamos hasta lo mismo.

- Me fue bastante bien – le contesté con seguridad – Pero bueno, nunca se sabe, debo esperar la llamada.

- Pero cuéntame, quiero detalles, ¿cómo fue todo?

Mi madre me lanzó una mirada y salió sonriendo para la cocina. Las conversaciones entre Sango y yo, siempre duraban horas y horas, era increíble la capacidad que teníamos para repasar miles de tonterías por teléfono.

- Todo salió bien, las mismas preguntas de siempre – comenté, ella sabía cómo era todo, había comenzado ya su pasantía en otro sitio, ya había ido a entrevistas como yo – Me entrevistaron dos hombres y una mujer…

- ¿Dos hombres?

- Sí, se veían bastante jóvenes – contesté - ¡Uy!, ahora que lo menciono, uno de ellos se apellidaba Taisho.

- ¿Cómo?... ¿el dueño te entrevistó?

- No sé si era el dueño, pero así era su apellido…

- Bueno, ni idea – ambas le restamos importancia al comentario - ¿Y cuándo te dan respuesta?

- Mmm dijeron que estarían llamando en unos días

Después de ese comentario estuvimos hablando de miles de cosas más. De su trabajo en otra agencia publicitaria, de situaciones graciosas que nos habían sucedido y así se fue casi una hora.

- ¿Terminó la conversación? – preguntó mi madre cuando entré bostezando a la cocina.

- Sí, ya sabes cómo es Sango, habla y habla…

- Al igual que tú… - me dijo sin dejar de cocinar.

- ¿Mañana tienes trabajo? – le pregunté y ella asintió mientras probaba el guiso.

- Sí, estarás bien después de que te consintiera todas mis vacaciones…

- Vamos mamá, adoras consentirme… - le dije mientras la abrazaba y metía mi dedo en la preparación –Está delicioso. Me voy a dar un baño y bajo a ayudarte.

La cena salió como siempre. Mi madre y yo vivíamos solas, no tenía relación con mi padre desde hace más de catorce años y estaba genial por mí. Entre mi madre y yo llevábamos la casa de maravilla y no necesitábamos un hombre molestando por ahí.

- Me voy a dormir – le dije en cuanto terminé de acomodar los platos ya lavados.

- ¿Segura? – me preguntó risueña.

- Bueno voy a revisar mi e-mail, tal vez lea un poco, ya veré… - le dije sonriendo, tenía un clase de obsesión con la lectura y siempre me acostaba demasiado tarde por estar leyendo, en mi defensa, no me daba sueño si no hasta bien entrada la noche – Buenas noches mamá

- Que descanses – me dijo mientras me perdía por el pasillo en busca de mi habitación.

Una vez en mi cuarto, tomé mi laptop y la encendí, mientras prendía me coloqué mi pijama, me cogí el cabello en una coleta alta y deshice mi cama para irme a acostar. Coloqué mi laptop sobre mis muslos y me recosté en el espaldar de la cama.

Últimamente navegar en internet no era muy divertido. Aún así hice lo mismo de siempre, revisé mi e-mail, había un par de mensajes interesantes; revisé mi red social, un par de fotos para ver, una solicitud de amistad de alguien que ni conocía y mucho de la misma nada de siempre. Cansada apagué la computadora, la coloqué en su sitio y tomé el libro que venía leyendo.

Leía novelas, tal cual había dicho en la entrevista. Pero mis novelas tenían una peculiaridad, todas tenían un alto contenido sexual. Había unas con más contenido que otra, pero todas tenían algo. Me gustaban mis novelas, me gustaban las historias, en los libros había todo tipo de personajes, mujeres atrevidas o tímidas, y los caballeros… Bueno bastaba decir que todos eran una bomba sexy, ya quisiera yo o cualquier mujer uno de esos en la vida real. Pero era una novela al fin y al cabo.

Todas las mujeres deberían leer una de esas novelas en su vida. Yo me sorprendía cada vez que leía una, era como un buen manual, no sólo de relaciones, si no también respeto al sexo. Sí, el sexo. No era que yo fuera una experta en el tema, es más era un tanto virgen, bueno con un tanto me refería a que era virgen del todo, sólo había tenido un par de novios durante mis años de instituto y en mis estudios universitarios había salido con uno o dos chicos, solo citas, nada serio. El resto de mis compañeras de estudio tenía novios, sí NOVIOS, en plural.

A mí la verdad no me atraía la idea de estar acostándome con el uno y con el otro, quería algo más. ¡Un momento!, con ese "algo más", no me refiero a mariposas revoloteando en la panza o a un príncipe azul en un caballo blanco, me gustaban las novelas, no vivía en una. Pero si había algo que quería que tenían todas las novelas y que estaba segura que las mujeres podríamos tener. Quería un hombre que encendiera mi sangre, quería un hombre con el que pudiera sentir el deseo de acostarme; no uno de esos que te endulzaban el oído con promesas de amor, porque no estaba muy seguro de que quisiera el amor o de que en realidad este me quisiera a mí.

Solo quería pasarla bien con un chico que me encendiera de deseo. Eso sonaba un poco raro, sabía que todas las chicas querían amor, un romance de corazones y flores, y yo quería algo igual, pero no ahora; y obviamente el actual estilo de acostarse con todos hasta hallar al indicado no era una opción llamativa para mí.

"¿Estás pensando en sexo?". La pregunta asaltó mi cabeza. Bueno eso era nuevo, si pensaba en sexo era porque estaba leyendo un libro con contenido explicito, y mi libro ya descansaba sobre mi mesa de noche hacía como media hora, en ese instante me hallaba acostada en mi cama tratando de atrapar el sueño.

"¿Por qué piensas en sexo?". Ahí estaba otra vez, mi consciencia hablando, como nos habla a todos, estaba un poco parlanchina.

- Duérmete ya, Kagome – me dije a mi misma dándome una vuelta en la cama.

Era hora de dormir, pero el sueño me rehuía, así que no había nada más que hacer. Cerré mis ojos y repasé los acontecimientos del día. Y para mi gran sorpresa lo primero que vi fue una sonrisa divertida, unos ojos brillantes de picardía.

"¿Estás pensando en él?". Mi conversación mental comenzó de nuevo.

No estaba pensando en él. Bueno sí, pero estaba repasando los acontecimientos del día y él hacia parte de uno muy importante.

Inuyasha Taisho. Se había presentado de manera simple, no había agregado el típico "mucho gusto" ó "un placer", le había ofrecido un apretón de manos amistoso, acompañado de una sonrisa divertida, pero ahora que rebobinaba y regresaba al momento recordé la mirada en sus ojos.

Había un brillo extraño en ella. Me había puesto nerviosa durante la prueba en la computadora, aunque toda su conversación casual era con el fin de amenizar la situación; sin embargo sus ojos, ¿de qué color eran?, ¿así de nerviosa estaba que no lo recordaba?

Recordaba su colonia. Tenía un aroma bastante fresco, varonil. También recordaba su voz, había estado sentado a mi lado durante la prueba, preguntándome cosas triviales, su voz era fuerte un tanto… ¿sexy?, bueno tal vez no era una buena palabra y menos para referirse al posible dueño de la empresa y al fin y al cabo uno de mis jefes.

- Kagome, ya no más – me regañé en voz alta, debía dormir, no podía estar pensando en ese hombre, no podía.

Y finalmente después de un par de cavilaciones extras y de decirme a mi misma que lo había hecho de manera excelente en la entrevista, me quedé profundamente dormida. No tenía ni idea lo que saldría de todo esto, ni la misma mínima idea.

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Bien! Ese fue el primer capítulo de esta historia. La verdad es que tengo varios sentimientos encontrados en este fic. Es bastante especial para mí, pero más adelante les diré porqué… Jaja! Espero que les guste, así como yo estoy adorando escribir cada párrafo.

Trataré de no mantenerme tan ausente este año, terminar el fic que tengo pausado y sacar este adelante.

No quería terminar el año sin darles un pequeño obsequio, de la única manera que puedo hacerlo con ustedes, y eso es escribiendo. Muchas gracias a todos y cada uno de ustedes, por su apoyo, no sólo este año 2012 sino por los años anteriores. A las personas que me dejan sus mensajes no solo por medio de FF. Sino que me escriben al Facebook o al e-mail, para mi es un honor el saber que hay gente a la que le gusta lo que escribo.

De nuevo muchas gracias! Les mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos para este año nuevo que comienza! FELIZ AÑO 2013! BESOS!