¡Hola! A quien esté leyendo ésto xD. Bueno, este fic nace por la urgente necesidad que nació en mí de saber el cómo Izaya conoció a mi querido Dotachin, además de que la gran mayoría del material yaoi que existe de Izaya es con Shizuo y en el tiempo post-universidad, aún cuando se pueden sacar muchísimas ideas de los días de estudio tanto de Izaya, Shizuo y Dotachin, como también de Shinra xDD.

Quiero aclarar que éste fic se basa ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE EN LA SERIE DE ANIME, en ningún momento utilizaré información de la novela.

El fic tratará sobre la relación que existió entre Izaya y Kadota durante la secundaria y es de carácter YAOI, a quien no le agrade este género, es libre de cerrar esta ventana y no leer.

Pese a ser éste un fic yaoi, la introducción es sólo éso, no verán aquí nada de acción aún, a menos que sus cabecitas lean entre líneas éso de lo que tengan hambre xD.

Ahora, sin más que agregar, ¡espero que lo disfruten! n-n.


Introducción

"Ah... qué molesto, todos los días es lo mismo" Pensó mientras observaba con expresión de fastidio en el rostro a la turba de estudiantes que se aglomeraba en la cafetería para obtener algo de comida. Sus manos en el bolsillo aún mantenían el dinero de su almuerzo preparado para sacarlo en el momento en que fuese a pagar por algo de comida, pero con tanta gente ahí, sentía que perdería todo el descanso esperando ser atendido.

-Kadota-san.

Escuchó de pronto una voz llamándole detrás de él, y, aunque voces, gritos y discusiones no eran lo que faltaba por esas horas en la cafetería, volteó un poco de forma descuidada, buscando con la mirada la fuente de aquella voz masculina que de alguna forma se escuchaba familiar. Y ahí estaba, el chico de su salón que disfrutaba de debatir con los profesores y verlos en aprietos ante sus propias palabras, el mismo que solía saltarse las clases y el mismo que destacaba en calificaciones. Orihara Izaya. Conocía su nombre porque era el que más se oía entre los alumnos del salón, ya sea por algunas chicas que quedaban embriagadas ante su inteligencia y su mirada, o por los chicos que sentían envidia de él. Sin embargo, ¿cómo sabía él su nombre? No era que él destacase mucho ni que fuera muy sociable, pues para él cosas como buscar amistades o novia eran irrelevantes y requerían de un esfuerzo que no estaba dispuesto a hacer, si las cosas venían a él las aceptaría y las viviría todo lo que le fuese posible, pero no era el tipo de personas que fuera tras objetivos tan banales. Así que, ¿por qué aquél chico conocía su nombre? Y más aún, ¿por qué le hablaba con tanta confianza?

-Orihara… Izaya, ¿verdad?

-Sí sí, el mismo –respondió el más bajo asintiendo con la cabeza y esbozando una enorme sonrisa alegre y amistosa- hoy traje demasiado almuerzo y he estado pensando en invitar a algunas de las chicas, pero ya sabes, los demás chicos no me verán con muy buena cara –desvió su mirada hacia un lado, quizás recordando algún episodio violento a causa de algún lío amoroso- así que me preguntaba si te gustaría almorzar conmigo –dijo volviendo a posar su mirada en los ojos del castaño.

Como si aquello hubiese estado planeado de antemano, sintió que la oferta le caía del cielo. Sonrió un poco y asintió, después de todo, era una buena oportunidad de conocerlo un poco más, al fin y al cabo, aquél chico había demostrado ser una persona bastante interesante.

Accedió almorzar con el pelinegro y se dirigieron ambos al salón, donde esperaba ya en su asiento la comida de la que antes le habló, lo que le hizo cuestionarse si realmente el otro había pensado en ofrecerle el almuerzo a alguna de las chicas de la clase o no. Cuando estuvieron ambos sentados y ya comiendo, comenzó a observar con atención las expresiones de Izaya mientras le daba a conocer de forma efusiva su opinión acerca del trabajo de los policías de Japón y sobre cómo dejaban muchas brechas que marcaban el camino de los bajos delincuentes que poco a poco comenzaban a desarrollar su inteligencia y comenzaban a transformar sus actos delictuales simples en complejos cursos de acción con el fin de obtener dinero de carácter ilegal. Parecía ser alguien muy bien informado. A simple vista se podía pensar que era el tipo de persona a la que le gusta tener conocimiento de todo tipo de cosas para criticar todo lo que se pare delante de él, sin embargo, a medida que la conversación avanzaba, la verdad parecía querer salir a la luz, una verdad mucho más profunda y tal vez algo oscura, pues no era muy común ver a un estudiante de secundaria hablar sobre suicidios y delincuencia con una enorme sonrisa traviesa en el rostro.

Cuando estaban acabando de comer, de pronto la mirada de Izaya se posó en sus ojos, una mirada curiosa, acompañada por una sonrisa interesada.

-Y dime, Dotachin, ¿Por qué no tienes amigos?...

-¿Dotachin? –pregunta algo contrariado ante el nuevo apodo que le había dado el otro, pero al ver que no se mostraba dispuesto a contestar, prefirió dejarlo pasar y responder a su pregunta- Pues… la verdad es que la razón es bastante sencilla.

Suspiró y llevó una de sus manos a su nuca, rascándose un poco mientras en su rostro reinaba una expresión de confusión, pues aunque la razón fuera sencilla, explicarlo con palabras era todo lo contrario, la gente solía tacharlo de extraño o antisocial fácilmente, aunque no es que eso fuese a afectarle, sino que simplemente prefería evitarse el mal sabor de boca y no acercarse a los demás. Con el tiempo quienes hacían esas preguntas dejaron de frecuentarlo y él estuvo mucho más tranquilo así, pues no le gustaban las complicaciones en su vida. Sin embargo, aquí había alguien que nuevamente estaba interesado en conocer sus razones.

Preparándose para una cara de decepción ante su respuesta, se dispuso a reunir sus ideas y expresarlas, aún si ello implicaba que esa persona acabase alejándose también.

-Considero que es algo problemático y banal buscar amistades –dijo secamente y casi sin expresión en el rostro.

Izaya mantuvo una expresión de sorpresa en el rostro por un par de segundos, los que a Kadota le parecieron eternos, pues, por alguna razón, la opinión de ése chico comenzó a importarle demasiado, tal vez porque ya había demostrado ser alguien sumamente inteligente, y, por lo mismo, el juicio que pudiese darle sobre su manera de pensar sería muy determinante en su forma de actuar de ahora en adelante. Tal vez no se esperaba una gran respuesta, nada muy filosófico si estaban hablando de él, pero, ciertamente, lo que obtuvo ante sus palabras lo dejó bastante desconcertado. Izaya reía. Reía como si lo que acababa de escuchar fuese la mejor broma que había oído. Luego de un momento riéndose, su expresión se vuelve más seria, aunque la sonrisa se mantenía inmóvil en su rostro, como una máscara.

-No me he equivocado contigo, Dotachin –dijo de pronto el pelinegro, rompiendo el silencio que se había formado luego de su risa- eres una persona muy interesante…

El bocado que se dirigía a su boca en ese momento quedó inmóvil en el aire, debido a que su mano también se detuvo, justo frente a su boca abierta.

De todas las respuestas que había recibido en su corta vida (y que no por ser corta el número era bajo), aquélla era, por mucho, la más insólita de todas. Estuvo a punto de replicar y preguntar de qué iban sus palabras… las que, por cierto, parecían tener una intención de trasfondo; sin embargo, justo cuando iba a hacerlo, la entrada del profesor en el salón les indicaba que el descanso había terminado, y sin que él se haya percatado, Izaya ya se estaba alejando con una sonrisa misteriosa y un "gracias por almorzar conmigo" en la boca. Se había escapado, pero no podría hacerlo al final del día.

Horas más tarde, cuando se disponía a levantarse de su asiento y dirigirse hacia el del pelinegro, se dio cuenta que éste ya se había escabullido del salón y escapado de las clases. Con un pesado suspiro decidió rendirse y resignarse al hecho de que aquel chico sólo estaba aburrido en el momento en que le ofreció almorzar juntos, así como otros también se habían acercado a él por aburrimiento.

Nunca se había esforzado por tener o retener una amistad, parecía entender desde pequeño que las personas, así como llegaban, se iban, y que impedir que caminen por su propio camino sólo crearía y alimentaría día a día el rencor en el corazón ajeno. Por eso, nunca intentaba detener a alguien cuando los veía alejarse o tomar distancia… o era eso, o simplemente le daba pereza, teoría que, a su parecer, tenía tanto o más peso que la otra. Pero, fuera cual fuese la explicación a su actitud, no tenía planeado hacer una excepción esta vez, por lo que, camino a casa, optó por bostezar y olvidar el asunto.

Aquella noche, ya en su hogar y a punto de dormirse, la última imagen que vio luego de cerrar sus ojos fue la del rostro y la sonrisa de aquel chico… y su voz… con las últimas palabras que escuchó de él.

"No me he equivocado contigo, Dotachin, eres una persona muy interesante…"


¡Espero que les haya gustado n-n! Si es así, por favor dejen review para alentarme a seguir escribiendo x3 ya que ésto es sólo el principio n.n esperaré sus opiniones~.