Naruto © Masashi Kishimoto

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Conociendo a mis hijos

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Prólogo

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Los doctores y enfermeras pasaban de un lado a otro, entrando de una habitación a otra, poniendo nervioso a cierto ninja naranja, se mordía constantemente los labios y pisoteaba el suelo con sus sandalias ninja. Dejó todo su trabajo para poder estar ha lado de ella, rezando a todos sus seres queridos ya fallecidos que la cuidaran en ese momento tan difícil y que no ocurriera una tragedia. Este hospital tenía la suerte que aquella persona no empezara a gritar de desesperación, se fastidió estar sentado en la sala de espera y comenzó a caminar de un lado a otro en busca de nuevas noticas tanto buenas como malas… Luego observó un anunció donde estaba un cigarro siendo tachado y debajo de ese dibujo viene el típico lema de «No fumar». A él nunca le agrado el humo de los cigarros, lo repudia, pero había escuchado que es bueno contra los nervios extremos y en esos instantes deseo probar un cigarrillo… Aunque esto lo llegue a matar.

—Naruto…

La voz de una muchacha surgió en los pasillos del hospital, inmediatamente Naruto ignoró ese logo tan repetitivo y su mirada se concentró en la ninja medico de cabellos rosados. Sakura Haruno, una de los mejores médicos que tenía este mundo ninja y su mejor amiga de la infancia, no tenía un buen aspecto en su rostro y eso no le agrado al Uzumaki. Naruto no quería escuchar esas palabras, porque eso era imposible… Sakura la salvaría, confiaba en ella y poseía una gran esperanza en su corazón… Todo estaría bien, ¿verdad?

—Lo siento Naruto—habló Sakura sintiéndose demasiado inútil, algo que no le había pasado durante mucho tiempo—. Pero Hinata…—luego tragó un poco de su saliva al tratar de refrescar su garganta y se preparó para la siguiente escena—… Falleció.

— ¿Eh?—preguntó sorprendido el séptimo Hokage—. Eso es imposible… Es una broma, ¿verdad Sakura-chan?

—Hice todo lo posible—aclaró Sakura apartando la mirada—, pero fue demasiado tarde. En serio Naruto, lo siento.

Naruto sintió que todas sus fuerzas se desvanecían, la palabra «falleció» sonó como ecos dentro de su cabeza torturando de mil maneras, las piernas temblaron bruscamente perdiendo así el equilibrio y cayendo de rodillas al piso; Hinata murió, su esposa murió por una extraña enfermedad y él no pudo hacer algo útil por su amada.

¿Qué debía de hacer?

De repente, las lágrimas que tanto quiso contener salieron con rebeldía en sus ojos, formando en cuestión de segundos se formó un pequeño charco de lágrimas en el piso. No le importaba que la gente lo vea llorar, no le importaba que por ser el Hokage muestre debilidad; perdió a la mujer que tanto amaba y ahora todo el mundo feliz que creyó que duraría varios años se ha hecho añicos.

«Neji… perdóname…—se maldijo Naruto, luego dio un puñetazo al suelo—… No la pude cuidar»

Entonces sintió un poco calidez en su cuerpo, el rubio observó sorprendido que su amiga Sakura le daba un abrazo; Sakura se siente culpable, sin embargo no debía derramar las lágrimas en frente del Uzumaki ni de otro familiar de sus pacientes fallecidos, eso es parte de la crueldad de una médica y ahora debía de ser fuerte para su amigo, es lo poco que puede hacer ella.

—Naruto, tienes que ser fuerte…—empezó hablar la Haruno con un tono consolador, luego abrazó con más fuerza a su amigo—. Hazlo por Hinata, hazlo por tus hijos.

Naruto suspiró, secó sus mejillas y pensó en cómo explicaría a sus hijos que su madre acaba de fallecer… ¿Qué podría hacer? ¿Cómo podrá hacer el papel de madre y padre al mismo tiempo? Ahora estaba en un gran aprieto, pero estaba dispuesto dar a todo para estar con sus hijos en esta situación tan difícil.

—Sí, es cierto Sakura-chan.

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