Disclaimer: Naruto no me pertenece, es creación de Masashi Kishimoto.
"Desde Entonces"
Nota: Universo Alterno.
Capítulo 1.
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Hoy parecía ser de esos días donde la suerte está de tu lado, de esos días donde encuentras a las personas que buscas.
Con una mano en el bolsillo, y la otra sosteniendo un pedazo de papel bastante arrugado, Sasuke Uchiha caminaba con una ansiedad incontrolable acumulada en su pecho.
Corroboró la calle donde estaba: un pequeño cartel le indicaba la dirección que había estado buscando toda la tarde. Paseó sus ojos por toda la calle, mirando con detenimiento cada casa o local de negocio que ocupaban su campo de visión. Se detuvo de pronto, al ver el letrero con el nombre de la cafetería que tenía como objetivo.
Cruzó la pista rápidamente, vio una vez más el papel que llevaba consigo y le sonrió levemente.
Hoy la encontraría.
Entró y el sonido de la campana anunciando la llegada de un nuevo cliente llamó la atención de algunas personas dentro de la cafetería. Lo primero que Sasuke hizo fue darle una rápida vista al local, no, ella no se encontraba allí; pero ese lugar es el que ella solía frecuentar, según el dato que le habían dado.
—Buenas noches, disculpará la molestia, pero ando buscando a una persona —llamó la atención de una mujer mayor quien vestía un mandil atado a su cintura.
La anciana lo miró curiosa, jamás lo había visto en su cafetería. Por su aspecto, parecía ser un hombre de negocios, vestía bastante elegante y no parecía ser del tipo de consumidor habitual en un negocio tan pequeño como el suyo. Vio que estiraba un papel y de un momento a otro, lo colocó frente a su rostro arrugado.
—¿La conoce? —preguntó con seriedad —Es una cliente recurrente de su cafetería.
Frente a la anciana, un perfecto dibujo de una mujer de rasgos delicados llamaba su atención. El papel se mantuvo tres segundos frente a sus ojos, luego el hombre de misteriosa apariencia bajó el brazo, aún con el papel visible y estirado al alcance de su vista.
—¿La ha visto? —volvió a repetir, esta vez, con un tono más profundo de voz.
La anciana dueña del local negó con la cabeza, murmurando una pequeña disculpa de cortesía. Sasuke volvió a insistir, esta vez, mencionándole que le daría algo de dinero si le ayudaba a encontrarla. La señora le explicó brevemente que con gusto lo podría ayudar, si tan solo supiera de quién estaba hablando. Sasuke resopló y se retiró sin despedirse.
La anciana lo vio irse rápidamente, mas no dijo nada por su descortesía. Por la vitrina lo vio marcharse; como una sombra se perdía entre la gente. Su voz, su aspecto, el dinero que le había ofrecido, todo él le indicaba peligro; y no podía poner en peligro a su cliente más frecuente a quien le había agarrado algo de cariño.
Una vez pasado el temor, retomó sus labores en la cafetería, aún con la imagen del papel en la cabeza. No sabía qué le había sorprendido más, si el dibujo tan bien detallado y real, o que la mujer del papel haya sido la misma joven doctora que solía consumir en su local.
¿Pero qué quería ese hombre con ella? Parecía no tener buenas intenciones, al menos eso lo confirmó cuando el hombre le tendió algunos billetes.
En cuanto la viera, se lo diría, solo esperaba no asustarla.
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A paso elegante caminaba con destino a su casa, sus blancos tacones resonaban contra la vereda empedrada de la calle.
Había sido un día agotador, los niños que habían llegado a su consultorio no se habían portado muy colaboradores y por ello, el chequeo médico se le había dificultado. Afortunadamente existían las paletas, y no existía dulce que no hiciera milagros con los caprichos infantiles. Sacudió la cabeza de lado a lado, los lloriqueos aun persistían en su mente.
En días laborales como esos, solo podía relajarse comiendo una gran porción de tarta de manzana, y quién mejor que la anciana Chiyo para prepararlas, incluso ella misma alardeaba que ese postre era su especialidad.
Dobló la esquina para llegar a la cafetería, pero recordó irritada que no había llevado dinero en efectivo.
—Ah, qué fastidio —maldijo recordando que esa pequeña cafetería aún no habilitaba el pago por tarjeta.
Por temor a la delincuencia, había decidido hace mucho tener todo su dinero guardado en una tarjeta de crédito y francamente no se le antojaba ir a un cajero automático para retirar tan poco dinero.
En cuanto pudiera lo haría; por ahora, no contaba los minutos para llegar a su casa, quitarse los zapatos y tomar un café mientras veía su novela favorita.
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Sasuke siguió el camino que le había señalado un joven en la calle. Fue una suerte haberlo encontrado cuando preguntaba en el parque por la mujer del papel, pero lo que de verdad resultaba ser una verdadera suerte, era que la mujer retratada tenga la cabellera rosa; daba por hecho que mujeres de esa ciudad y con ese color de cabello las podía contar con los dedos de una mano, eso solo le facilitaba la búsqueda.
Después de algunos minutos, encontró el edificio que le habían señalado. Era de cinco pisos, con la fachada algo despintada, y al parecer, con muchas habitaciones. Se alejó un poco y pudo observar que el marco de algunas ventanas eran adornadas por pequeñas macetas.
Esperó pacientemente que alguien saliera para poder preguntar por la mujer. La oportunidad se dio de inmediato, cuando vio a un hombre de tez morena y oscuro cabello largo salir del edificio. Para su mala suerte, el hombre cerró la puerta rápidamente, con actitud recelosa.
Se acercó al hombre sin pensarlo dos veces, siendo esta tal vez, la oportunidad que tanto había esperado.
—Disculpe, ando buscando a esta mujer…
El hombre no lo dejó continuar porque elevó su mano a modo de desplante. Este giró y continuó su camino, Sasuke lo siguió y lo alcanzó del brazo, sintiendo en las palmas de sus manos el relieve de las cicatrices de aquel hombre. Aun si su cerebro le gritase que podría tratarse de una persona de mal vivir, su mano no se retiró del brazo que sujetaba.
—No brindo información sobre la gente que se aloja en mi departamento —respondió agrio aquel hombre. Con sus ojos oscuros parecía advertirle de algo peor.
Sasuke advirtió las cicatrices que el hombre tenía en su rostro. Una cicatriz en particular le llamó la atención, una cercana a la boca, la cual asimilaba una sonrisa.
—Puedo ofrecerle dinero si me da la información —intentó convencerlo.
Sasuke vio en sus ojos opacos un pequeño brillo que empezaba a crecer. Sacó su billetera y le tendió un par de billetes, junto al papel que tenía el retrato de la mujer que buscaba; el hombre sacó una pequeña libreta de notas de su bolsillo, donde apuntaba las deudas y fechas a pagar el alquiler.
—Sakura Haruno. Tercer piso. Apartamento B.
—¿Podría abrir la puerta? —preguntó con cuidado al hombre que estaba a punto de marcharse.
Sasuke comprendió la situación y le tendió otro billete. El hombre con la gran cicatriz en el rostro colocó la llave en la hendidura de la puerta y la abrió. Se marchó volviendo a revisar los billetes, y con una verdadera sonrisa en la cara.
Apenas entró al departamento, cerró la puerta tras de sí y observó el lugar. Había una escalera a su lado, y otra al fondo del pasadizo; solo un apartamento ocupaba el primer piso, supuso que sería la del casero avaro.
Subió las escaleras que estaban a su lado hasta el tercer piso. Las casas eran todas iguales, con el mismo color de fachada y con el mismo diseño de puerta, algunas decoradas con gustos particulares, pero todas llevaban una inscripción con una letra sobre esta. Pasó el apartamento A del tercer piso, y se detuvo en la puerta que decía ser el apartamento B. Notó que de la inscripción colgaba un pequeño llavero con la forma de una flor de cerezo. No había dudas, estaba frente a la casa de Sakura Haruno.
Tocó el timbre rápidamente, sin pensar si quiera en lo que diría.
Del otro lado, una joven se levantó del sofá con pereza, con la impresión de encontrarse con el casero. Abrió la puerta con mala cara; nunca era un placer encontrarse con aquel viejo tacaño.
—Sakura —pronunció Sasuke, tan sorprendido como la aludida —Sakura Haruno.
Lo atractivo que le resultó el hombre a Sakura pasó a segundo plano cuando lo escuchó pronunciar su nombre de forma tan… ausente, como si no estuviera frente suyo. Un escalofrío recorrió su columna vertebral, el hombre vestido completamente de negro era demasiado atractivo. ¿Cómo sabía su nombre y qué es lo que quería de ella?
—¿Sí? —preguntó con ojos curiosos y mejillas sonrosadas— ¿Se le ofrece algo?
Sasuke no lo podía creer, la mujer en persona era idéntica a la del papel. Sai había hecho un gran trabajo. Ahora sí estaba completamente seguro, esa mujer frente a él, era la mujer a la cual estaba destinado. Y él no tenía tiempo que perder.
—Te he estado buscando —comentó con naturalidad. La mujer frente a él se encogió en su lugar.
Sakura hizo memoria, ¿sería algún primo lejano, de esos que suelen aparecer de la nada? Pedía al cielo que no fuese así, aunque, no compartían ningún rasgo físico en común. Tal vez la piel clara, pero él era algo más pálido. ¿Quién demonios era ese atractivo hombre?, gritó su inconsciente.
—¿Disculpe lo conozco? —preguntó ella, intentando no escucharse grosera.
Por el contrario, él no pareció ofenderse; su rostro sin emoción alguna lograba poner nerviosa a Sakura.
—No... o tal vez sí. —Sakura arrugó la frente, con la mano sosteniendo fuertemente el pomo de la puerta.
De pronto, la mujer empezó a observarlo desde otra perspectiva. ¿Qué hacía un hombre frente a su apartamento cuando siempre se tenían que avisar las visitas? Kakuzu, el casero, era demasiado estricto respecto a ello, incluso quería cobrar por cada visita, sustentándose en la idea que la visita consumía tiempo en el apartamento. Además, su comportamiento no había sido el más normal, en algunos segundos parecía ausente, y en otros, la miraba como si quisiera apuñalarla con la mirada.
Cansada y confundida ante tan extraño suceso, Sakura resolvió despedirse de la manera más cordial posible:
—No entiendo a qué se refiere. Discúlpeme por favor, pero justo estaba haciendo algo importante. Lo siento.
Antes de cerrar con una sonrisa en su rostro, el hombre paró la puerta con una mano, provocando en ella un leve sobresalto.
—No entiendes —habló él con un tono de voz casi desesperado—, te he buscado años. No me he explicado bien, en unos años es muy probable que nos casemos…
Sakura aprovechó el descuido que tuvo y cerró la puerta de inmediato. Este asunto con el extraño estaba yendo demasiado lejos. En otra oportunidad tal vez se hubiera sonrojado ante ese comentario; pero el hombre quien lo dijo lo había hecho de forma seria y hasta aterradora. Escuchó el golpeteo en la puerta y la pronunciación de su nombre seguido de la acción.
Caminó unos pasos hasta el sofá unipersonal de su sala, tomó su bolso y sacó de allí su celular. Sus dedos estuvieron a un segundo de marcar a la policía cuando volvió a escuchar su nombre del otro lado de la puerta. Aquel hombre no se iba a retirar. Se acercó lentamente y dio un pequeño brinco al escuchar de nuevo su nombre. Tomó la lámpara que estaba al lado de la salida y abrió sigilosamente la puerta, dispuesta a usar la fuerza si era necesario.
El hombre le sonrió apenas, invitándola a confiar en él. Ella relajó inconscientemente la mano con que sostenía la lámpara, al igual que la otra mano la cual se aferraba al pomo de la puerta.
—Tendremos una hija.
Sakura cerró la puerta de inmediato. Su cara ardía y sus pensamientos chocaban entre sí. Con manos temblorosas apretó su celular el cual amenazaba con caerse.
El insistente golpeteo en la puerta no la dejaba pensar con claridad.
:_:
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N/A: No tenía pensado escribir otro SasuSaku, pero la idea no paraba de darme vueltas en la cabeza. En medio de una historia crack, mis dedos abrieron otra hoja en Word y empezaron a escribir esta historia.
Espero les interese, como siempre digo, me gustaría saber su opinión en un comentario.
Me faltó aclarar que, como dice en el summary, es una historia humorística y no de terror, aunque medio parezca xd.
¡Buen día a todos!
:B
