La vida en la tierra prácticamente estaba extinta, y las pocas personas que quedaban sobre ella tenían que pasar cada momento de su vida buscando comida, medicina o municiones para protegerse de otras personas, o de los caminantes.
Se habían escuchado rumores de que uno de los países había desarrollado una cura para todas las enfermedades habidas. Sin embargo esa cura se transformó en algo peor, un virus. Se propagó rápidamente como el fuego por ciudades, naciones y finalmente el mundo entero.
Los primeros años fueron los peores. Pero de alguna forma el grupo de Kuroro había logrado sobrevivir y formaron su pequeño cuartel donde se encontraban a salvo. Día tras día fue lo mismo, búsqueda por la supervivencia y enfrentamientos contra otros grupos por el territorio.
Poco a poco los conflictos disminuyeron, y cuando las personas comenzaban a creer que tendrían que vivir de esa forma para siempre, comenzaron los rumores.
En algún laboratorio de una cierta ciudad, se estaba desarrollando una cura y parecía ser que era un éxito.
¿Rumor o verdad? Kuroro sería quien descubriría la verdad que se ocultaban tras los muros de dicho laboratorio.
Con la ayuda de su equipo logró escabullirse dentro del laboratorio, al principio todo parecía completamente vacío. Pasillos oscuros, desordenados, con cosas tiradas por todos lados. Aún así no perdió su tiempo, encontró algunas medicinas y un par de cosas más. No era demasiado, pero tal y como estaban las cosas, eso poco hacia gran diferencia.
Siguió su curso, inspeccionando cada habitación, dos de sus compañeros le seguían ayudando a revisar cada área.
-No lo sé líder, parece ser que aquí no ha estado nadie desde hace mucho- Comentó Nobunaga
-Es verdad, pero hay algo muy raro en todo este asunto- comenzó a decir Shalnark - si en verdad este lugar estuviera desalojado, entonces la planta de energía no debería estar funcionando,mucho menos su sistema de seguridad. Y me tomo varios minutos poder desactivarlo.
-Este lugar debe ser una fachada- comento kuroro - convenientemente hemos encontrado medicamentos y otras cosas, cualquier persona común con curiosidad por este lugar, se iría satisfecho con lo que encontró sabiendo que no hay nada más aquí. Pero estos no son los verdaderos laboratorios.
-Estaba pensando justamente lo mismo lider.
-Sigamos buscando.
Pasaron un par de horas inspeccionando el lugar, sin encontrar nada fuera de lo común.
Hasta que Shalnark logro encontrar algo interesante.
-Mira líder- dijo mostrándole unos planos del edificio - se supone que nosotros estamos aquí- dijo señalando en el mapa- si seguimos este corredor, deberíamos de llegar a uno más, y al final de este unas escaleras. Pero he inspeccionando, y no hay otro corredor.
-Debieron cerrarlo, para que las personas no tengan acceso. Pero hay otra forma de pasarlo.- dijo Kuroro señalando la ventilación en el techo.
-Yo los esperaré aquí, vigilando- dijo Nobunaga, aunque la verdadera razón era que tenía cierta fobia a lugares pequeños.
-Bien. Si ves a alguien, mátalo.
Ambos, Kuroro y Shalnark siguieron los conductos de acuerdo a los planos y lograron llegar al pasillo "secreto".
Tal y como había señalado Shal, al final del pasillo habían escaleras.
-Tu ve arriba, yo iré abajo- indico Kuroro y Shalnark siguió sus instrucciones.
Y mientras kuroro se adentraba en aquel lugar oscuro y apartado, un sentimiento de éxtasis se apoderaba de él. Sentía que estaba cerca de descubrir algo interesante.
Al llegar al final de las escaleras se encontró con un pasillo con varias habitaciones. Revisó cada una de ellas, en algunas encontró camas con manchas de sangre; en otras, caminantes atados a estas, podría adivinar que no tenía mucho tiempo desde que algunos habían sido transformados en esos seres; en otra más se encontró con algo bastante peculiar, era un humano, estaba muerto pero no había sido transformado y no habían rastros de daño al cerebro. Continuó su recorrido, hasta que llegó al final de la última habitación. Vio la espalda de alguien, y algunos cabellos rubios. Entró en la habitación con cautela, si era una de esas cosas, podría atacarlo. Se acercó cuidadosamente y pudo notar que afortunadamente no se trataba de uno de esos monstruos. Parecía solamente una chica, de unos 18 años aproximadamente. Noto su respiración lenta, probablemente dormía o había sido sedada. Dejó de lado su cama, y vio sobre la pared una tabla con algunos papeles anexados. Los tomó y comenzó a hojearlos.
Todo era información médica sobre el paciente, un chico -se sorprendió con esto, ya que parecía más una joven- de 19 años de edad. Parecía que era el sujeto de prueba número 21, y el único que había sobrevivido hasta ahora. El informe era detallado e interesante, ya que cabía la posibilidad de que la sangre de aquel chico fuera la cura para acabar con ese virus. Kuroro no perdió el tiempo, mandó una señal por medio de un dispositivo que le había entregado Shalnark, lo que significaba que la misión había terminado y debían regresar a la base. Lo siguiente que hizo fue tomar el informe y lo guardó en su abrigo. Se acercó a la cama y cargó al joven, quien era mucho más liviano de lo que parecía y se apresuró a salir de aquel lugar.
-Lider, esta información es increíble, demasiado para ser verdad.- dijo Shal mientras revisaba los documentos que Kuroro había robado del laboratorio.
-Si, pero son demasiado detallados para ser falsos. Igualmente no perdemos nada con intentar- dijo Kuroro mostrándole a Shalnark algunas botellas con lo que parecía ser sangre. - solo necesitamos un conejillo de indias.
-¿De dónde las sacó?- preguntó el joven mientras inspeccionaba las botellas como si fueran una gema preciosa.
-Saque algunas muestras mientras aún permanecía inconsciente. Haz algunas pruebas shal, si es verdad que sí sangre puede curar personas, podríamos obtener una gran ventaja.
-Bien, me pondré manos a la obra- dijo el joven marchándose de la habitación.
Kurapika abrió sus ojos azules, no reconoció el lugar donde se encontraba, era completamente diferente al laboratorio.
Era una habitación pequeña, con una cama y una mesa con silla, había una pequeña ventana, pero ni siquiera él podría escapar por ella a pesar de su complexión pequeña. La única forma de salir de ahí era por la puerta, se acercó a ella y pudo escuchar voces fuera de ella.
Giro un poco el pomo, y notó que no estaba cerrada la puerta. Pero tal vez este no sería un buen momento para intentar escapar de sus captores. Esperaría al anochecer y escaparía.
En ese momento alguien entró en su habitación, un hombre con un poco de barba y bigote y con cabello largo negro, consigo llevaba una bandeja que dejó en la mesa.
-Es tu comida, así que más te vale no desperdiciarla.
Después volvió a salir rápidamente de la habitación. Kurapika no se movió de su lugar en ningún momento, solo observó a su captor entrar y salir.
-Comida, sí claro- pensó con sarcasmo - solamente quieren Sedarme otra vez, pero no lo permitiré.
Pasaron las horas en aquella oscura habitación, iluminada únicamente por la pequeña ventana. Y tras caer la oscuridad, Kurapika aprovechó el momento, preparándose para escapar.
El hombre que había entrado antes en la habitación para llevarle comida volvió a aparecer. Vio al chiquillo parado cerca de la cama.
-No has probado ni siquiera un bocado. - dijo un poco molesto - si crees que a mí me gusta estar cuidando de un mocoso, te equivocas. Si no quieres comer, no comerás. - dijo recogiendo la bandeja. La miro y noto algo - ¿Dónde está el tenedor y el cuchillo?
Lo siguiente que supo fue que tenía clavado el tenedor en su brazo. Dio un grito de dolor, y kurapika aprovecho para patearlo, y tumbar lo al suelo. Rápidamente lo amordazó con un trapo que había encontrado en el cuarto y le amarró brazos y piernas con una cuerda improvisada que había hecho con tiras de la sábana de la cama. Le quitó del brazo el tenedor que le había lanzado.
Espero un momento, para asegurarse si alguien más venía, y parecía ser que así era. Así que se ocultó detrás de la puerta, listo para atacar al siguiente que entrara por esa puerta.
Se abrió, y lanzó su ataque; lo que no esperaba fue que fuera detenido. Sus dos manos habían sido sostenidas por unas más grandes. Presionaron e hicieron un movimiento simple con el que Kurapika soltó el tenedor y el cuchillo.
Kurapika retiró sus manos, debido al dolor. Y pudo ver la cara de su captor. Un hombre de piel muy pálida, ojos negros y cabello negro. Era un poco más alto que él y tenía un tatuaje de una cruz en la frente.
El hombre entró en la habitación y dos más estaban detrás de él, Kurapika sabía que no podría hacer nada para escapar. Así que se retiró a la esquina más alejada de la habitación.
Kuroro miró al suelo, algo que se movía. Era Nobunaga quien se movía algo parecido a un gusano, tratando de liberarse de los amarres del Rubio. Kuroro se sorprendió un poco, fue bastante impresionante la tenacidad del muchacho.
-¿Así tratas a tus salvadores? - pregunto Kuroro al joven.
Kurapika no dijo nada, sus ojos azules le miraban con sospecha.
Un hombre sin cejas ya se había acercado para liberar al que había tumbado Kurapika.
-Maldito mocoso- replicó una vez liberado de sus ataduras - el líder te salva la vida, te trae a nuestra comunidad y así nos pagas.
Kurapika no dijo absolutamente nada ante esto, seguía sin confiar en ellos. No se creía nada la historia de que lo habían salvado, no tan fácilmente.
Kuroro sabía bien que el chico no confiaba en ellos. Pero no podía dejarlo ir, en tan poco tiempo había demostrado habilidades y destrezas interesantes y que podrían serle de utilidad a Kuroro, dejando de lado la sospecha de que su sangre podría ser una cura.
-Déjenos un momento a solas- pidió Kuroro y los otros 3 salieron de la habitación, Nobunaga aún quejándose -No tienes que temer nos, aquí estás a salvo.- comenzó a decir Kuroro.
-¿Entonces porque parece que me tienen cautivo?
-No, lo estás- respondió Kuroro - de lo contrario la habitación estaría cerrada con llave.
-Oh claro, y los dos sujetos fuera de la puerta son simples estatuas - respondió el rubio con sarcasmo, si creer en las palabras del pelinegro.
-Están ahí para protegerte, te sacamos de ese laboratorio y no sabemos cuándo pueden venir a atacar o tratar de recuperarte.
-No necesito niñeras, puedo cuidarme solo.
-¿Entonces cómo terminaste en ese laboratorio?
Kurapika lo observó molesto, como si le hubiera dado un golpe bajo.
-Ellos nos habían prometido protección, a mi grupo y a mí. - comenzó a contarle el rubio - nos dijeron que estaríamos a salvo en sus instalaciones y al principio fue así. Nos trataron bien, teníamos comida, agua, electricidad y estábamos a salvo de esas cosas y de otras personas tratando de sobrevivir. Se ganaron nuestra confianza. Lo que no sabíamos era que ya estaban experimentando con nosotros. Nos convencieron de que habían encontrado la cura, y nos inyectaron sustancias y otras cosas, poco a poco todos murieron, sólo quedé yo. Intenté escapar por mucho tiempo; pero era imposible, los pasillos estaban constantemente vigilados, había soldados por todos lados. Me comenzaron a sedar para evitar que tratará de escapar. Y me dices que solo entraron y me "rescataron"; lo siento pero no puedo creerte tan fácilmente.
Kuroro escucho cuidadosamente cada palabra del chico, y había algo muy extraño. El día que lo rescató, no había rastro ni de una sola persona; ni siquiera la habitación del chico había tenido seguro o un sistema de alarma. Absolutamente nada.
Parecía como si hubiesen querido que el chico escapara. ¿Por qué?
Kuroro decidió retirarse por ahora, el rubio estaba demasiado a la defensiva como para razonar con él.
-Me iré por ahora, pero como he dicho no eres un prisionero aquí, eres libre de salir de tu habitación. Si no deseas que ellos te digan a todas partes, entonces los retiraré; pero no debes salir de la comunidad hasta no saber que no vendrán por ti los sujetos del laboratorio.- termino de decir Kuroro y salió de la habitación. Si quería ganarse la confianza del rubio, primero tendría que demostrarle que confiaba en él. Además, Shalnark ya le había colocado un chip de rastreo mientras dormía, así que si escapaba sabría donde estaría.
-Espera, ¿porqué haces esto?
-¿El qué?
-Retirar a tus guardias para que pueda salir, bien podría escapar, ¿no tienes miedo de eso?- pregunto kurapika buscando alguna trampa en los ojos del pelinegro.
-Bueno, quiero que confíes en mí y para ello, alguno de los dos tiene que dar el primer paso.
Pasaron cinco días y el joven rubio no había salido de su habitación. O eso indicaba el chip. A su habitación únicamente entraban para llevarle comida y agua. Al principio el chico fue testarudo y no probaba ningún bocado, excepto por el agua. Poco a poco comenzó a probar la comida, como si se asegurará de que no tuviese sedantes o veneno. Y al ver que no era así, comenzó a comer mejor. Pero aún así, no salía de aquella habitación.
Kuroro fue un par de veces a verlo, y charlar con él; pero el joven solo lo miraría con ojos de sospecha y no decía palabra alguna.
Aquella tarde Kuroro volvió a entrar a su habitación. El chico se encontraba sentado en la cama, mientras lo seguía con la mirada.
-Me alegra saber que estás comiendo más - dijo kuroro al ver la bandeja de comida vacía - pero aún no has salido ni una sola vez de tu habitación. Cómo te dije no eres un prisionero.
-¿Para qué salir de aquí, si no puedo ir a otro lado?
-Es por tu seguridad, ya te lo había explicado.
-No trates de fingir, sé porqué tienes tanto interés en mi, es mi sangre ¿Cierto? No trates de fingir que eres diferente a ellos.
Kuroro permaneció en silencio, parecía que esta conversación no iba a ninguna parte.
-El mundo ya no es como antes, eso es algo que ya sabes muy bien. La gente muere, por falta de comida o medicamentos. Si en verdad tu sangre es la cura, podríamos obtener muchos de los suministros que necesitamos para salvar a nuestra gente.
-¿Y qué hay de los demás?
-No puedes esperar salvarlos a todos, las cosas no son así.
Kurapika se molesto, era verdad que no se podía salvar a todas las personas, pero aún así era muy bajo intentar hacer algo como eso.
-No soy una mercancía que puedas vender- le respondió Kurapika.
Kuroro estaba a punto de seguir con la discusión, pero pensó que tal vez lo mejor era retroceder por ahora, haría entrar en razón al joven tarde o temprano.
-Te traje un libro, si vas a estar aquí, al menos no tiene porqué ser aburrido.
Alguien tocó a la puerta de su oficina, y esperaba saber quién era. Shal había regresado y el solo ver su rostro sonriente, sabía que significaba excelentes noticias.
-Es increíble Líder, aún no puedo creerlo y eso que lo vi con mis propios ojos. He usado su sangre con un caminante que capture, en el no funcionó, pero volví a experimentar con una persona que había sido mordido y se curó. Es simplemente asombroso- comenzó a decir Shalnark muy entusiasmado y sin parar mientras le daba más explicaciones detalladas de su pequeña investigación. -¿Qué deberíamos hacer a continuación líder?
Kuroro permaneció pensativo por un momento: - por ahora lo mantendremos como un secreto.
-¿Eh? ¿Porqué? Podríamos obtener muchos suministros y cosas difíciles de obtener si vendemos su sangre- dijo un poco sorprendido, a Shal le parecía un poco extraño el repentino cambio de parecer de su líder.
-He estado pensando que hay algo muy extraño en todo esto- comenzó a explicarle a Shal- has visto estos reportes, son años de investigación, después cuatro años de prueba en 21 sujetos, de los cuales solo uno sobrevivió a la experimentación. Y de repente se esparce el rumor de una cura. Lo siguiente fue que entramos fácilmente y no había guardias, ni sistema de seguridad avanzado. También logramos salir de aquel lugar sin enfrentamientos o perseguidores. Si realmente este chico, es la "cura" ¿Porque lo dejaron tan desprotegido?
Shalnark escuchó toda la información que le estaba dando Kuroro, en verdad parecía demasiado bueno para ser verdad.
-Tiene razón, tal vez debería regresar con Nobunaga a inspeccionar mejor el lugar. Buscar más papeles o algo que nos indique porqué hicieron eso.
-Bien, háganlo. Si las cosas se ponen peligrosas regresen. Por ahora, mantendremos en secreto todo este asunto.
Con esto el joven se retiró, listo para cumplir con su misión.
Kurapika se pasó la tarde ojeando el libro que aquel hombre le había traído, había sido interesante. Tomó el libro entre sus manos, y pensó que tal vez debería devolvérselo.
Salió y se sintió aliviado de no encontrar a nadie esperándolo o vigilando lo, parecía que al menos el pelinegro sabía cómo mantener su palabra.
Camino por el edificio y estaba un poco vacío, aunque habían algunas personas por ahí convivían tranquilamente y cada quien se ocupaba de sus cosas, o al menos la planta en la que se encontraba. Se encontró con unas escaleras, y no sabía si debería ir hacia arriba o hacia abajo. En ese momento vio a un joven de cabello castaño bajando por las escaleras, si no mal recordaba había acompañado al pelinegro el día que fue a verlo.
-Oh, ¿por fin has salido de tu habitación?- dijo el joven con una sonrisa, al menos él no parecía ser tan malo.
-Solo quería devolverle esto a…- fue entonces que se dio cuenta que no sabía su nombre.
-Kuroro- le dijo el chico, como si supiera lo que estaba pensando - subiendo las escaleras la habitación del fondo.
-Gracias- respondió Kurapika y siguió su camino.
Al llegar a la habitación que le había indicado el joven, Kurapika tocó a la puerta y escuchó los pasos de alguien acercándose. Y al abrirse la puerta pudo observar con claridad el rostro sorprendido de Kuroro.
-Vaya sorpresa, ¿por fin decidiste salir?
-Solo vine a regresarte esto- dijo mostrándole el libro.
-Pasa- le dijo Kuroro caminando al interior. Kurapika solo había querido regresarle el libro, no entrar a su habitación. Aún así hizo lo que le indicó el mayor, era una habitación doble, en la primera parte de la habitación había un escritorio y varios libreros. Y aunque estaban llenos. Aún habían unos cuantos más ocupando el suelo u otros muebles en la habitación.
En la segunda parte de la habitación se encontraba la cama de Kuroro, y muebles comunes como en cualquier otra habitación.
-Lamento el desorden- comentó Kuroro- pero ya no tenía más lugar para guardarlos.
-Parece que al menos no es problema encontrar libros en una apocalipsis como esta.
Kuroro sonrió ante su audaz observación.
-Es verdad. Supongo que al menos es una fortuna para mí. Si deseas tomar algún otro puedes hacerlo.
Kurapika comenzó a inspeccionar los, varios de ellos parecían interesantes y aún no los había leído.
-¿Qué te pareció el libro que te presté? Lo terminaste rápido.
-Era interesante, una novela ligera de fácil lectura, además la trama fue interesante. Aunque a mí me gustan más otra clase de libros.
-¿Ah si? ¿Cómo cuales?
Después de aquello comenzaron a entablar una conversación sobre literatura, ciencias entre otras materias. Kuroro estaba bastante impresionado con el nivel cultural que poseía el chico, de hecho había que reconocer que ni siquiera habían demasiados adultos con tal nivel de conocimientos. La conversación fue bastante refrescante y pacífica comparado a sus otras de sus reuniones. Kuroro se sentía feliz de haber logrado un avance con el chico testarudo.
Después de un rato Kurapika tomó un par de ellos y regreso el que le había dado Kuroro a la estantería.
-Aún no sé tu nombre- dijo casualmente Kuroro mientras observaba al chico buscar entre los libros.
Kurapika dudo por un momento si debería decirle su nombre, aunque realmente no hacía ninguna diferencia el que lo supiera o no.
-Es Kurapika. Gracias por los libros- dijo Kurapika tratando de salir de aquella habitación lo más rápido posible, la mirada del hombre mayor le incomodaba un poco.
-Puedes venir cuando quieras.- escucho decir a Kuroro, pero salió rápidamente de la habitación. No logró sentirse a salvo hasta que estuvo de vuelta en su habitación.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había conversado con alguien tan largo y tendido. Y por una vez en mucho tiempo pensó que tal vez no estaría mal vivir así.
