Disclaimer: Junjō Romantica no me pertenece, es propiedad de Shungiku Nakamura, solo tomo prestado sus personajes para satisfacción mía y de mis lectores, obviamente, todo sin fines de lucro. Solo me pertenecen mis personajes.
Second Chance
Capitulo 1
Primer encuentro
"Sabes… tal vez sea tarde para decir esto pero…"
¿Por qué nunca me lo dijiste?
"A pesar de que él fue el amor de tu vida…"
Desde aquella noche dejó de serlo…
"Siempre te he amado, Hiroki…"
Lamento no haberte amado de igual manera.
El sonido de la alarma del reloj despertador lo saca de sus sueños como todas las mañanas, abriendo los ojos lentamente para que estos se acoplen a la luz del día. No se levanta de inmediato de la cama, si no se queda ahí mismo con la mirada perdida.
"Otra vez soñé con ese día…" piensa al recordar su sueño. "¿Por cuánto tiempo más?"
"¡Papi papi!" escucha unos pasos aproximarse a su habitación y la voz de una niña que lo llamaba con mucha emoción. Se sentó sobre su cama en el momento que la puerta se abrió dejando ver a una pequeña pelinegra de ojos grises, vestida de un camisón color rosa, quien saludó animadamente. "¡Buenos días!"
"Buenos días Miku," saludó a su hija mientras ella corría hacia él. Acarició el largo y lacio cabello de la pequeña mientras ella lo abrazaba fuertemente. "Me imagino que ya estas lista."
"Ehh… quería primero saludarte papi," dijo inocentemente soltando el abrazo.
"Anda termina mientras yo hago el desayuno."
Miku obedeció a su padre y regresó a su habitación para terminar de arreglarse para la escuela; él hizo lo mismo rápidamente para poder hacer el desayuno a tiempo. Se dirigió a la cocina cuando ya estaba vestido con pantalones y camisa de vestir, con una corbata que hacía juego; y peinado, su hija apareció en el comedor minutos después ya vestida con su uniforme escolar.
"Buenos días mami," saludó a la fotografía de una mujer que se encontraba en la mesa del comedor y después de dirigió a su padre. "¿Qué hay para desayunar?"
Hacía ya seis meses desde que la madre de Miku había fallecido de una extraña enfermedad y la pequeña de solo apenas diez años sufría ataques de ansiedad al igual que síntomas de asma. Todo empezó unos días después de la muerte de su madre. Su padre Hiroki batalló mucho al principio para cuidar de ella y de su reciente enfermedad. Aunque al principio los ataques eran muy frecuentes, a los pocos meses la niña pudo sobrellevar su enfermedad e iba mensualmente a sus chequeos.
"Te recogeré temprano de la escuela para llevarte a la clínica," le explicaba a su hija mientras se colocaban los zapatos y los abrigos para salir. "¿Llevas tu inhalador?"
"Si, ¡aquí esta!" le enseño el pequeño aparato y lo guardo en su mochila.
"Bien, entonces vámonos."
oOOo
"Nowaki-senpai, que gusto volver a verlo. ¿Cómo le fue en América?" preguntó una de las enfermeras encargadas de la clínica del hospital al ver al joven médico quien se acercaba al mostrador.
"Muy bien gracias Junko-san," contestó con una sonrisa.
"Creí que se iba a quedar dos años allá," comentó curiosa la enfermera.
"Terminé el programa en un año," le explicó. "No pensaba quedarme mucho tiempo allá."
"Entiendo, debe ser muy duro vivir por tanto tiempo en el extranjero," el joven solo asintió y tomó la carpeta que le entregaba la enfermera. "Por cierto, le aviso que la paciente Kamijou Miku viene a su chequeo mensual."
"¿Kamijō Miku?" se preguntó a sí mismo en voz baja. "La recuerdo, pero la última vez que la vi fue unos meses antes de irme a América."
"Cierto, lo olvidaba. Usted se encontraba fuera del país cuando pasó."
"¿Sucedió algo?" preguntó preocupado el joven médico.
"Kamijō Himeko murió hace algunos meses aquí en el hospital," le explicó con tristeza, asombrando al joven. "La pobre de Miku-chan empezó a tener ataques de ansiedad y de asma días después de la muerte de su madre."
El joven médico no puede evitar sentirse mal por la noticia. Recordaba muy bien a su paciente y a su madre, una mujer muy linda y muy alegre. Sentía pena que la niña tuviera que contraer una enfermedad al perder a su ser querido, era algo muy común entre las personas, pero le dolía más que una niña de diez años tuviera que cargar ese peso durante su vida.
"Por suerte Miku-chan ha mejorado," continuó la enfermera. "Y viene cada mes a su chequeo. Tsumori-senpai la ha estado revisando estos últimos meses."
Lo último lo alegró un poco y esperaba de ver de nuevo a su paciente. Se disculpó con la enfermera ya que tenía que empezar sus consultas en la clínica y así comenzó su día, trabajando en la zona de pediatría del hospital.
oOOo
Después de dar clases de literatura en la universidad, Kamijou Hiroki salió temprano de su trabajo para recoger a su hija de la escuela. Cuando salieron de ahí, tomaron el tren que los llevaría hasta el hospital donde trataban a la niña. Como era costumbre, Miku le comentaba a su papá que esperaba que un tal Kusama-san la atendiera hoy.
"Desde que la llevo a sus chequeos espera que ese doctor la atienda," pensaba mientras escuchaba a su hija, quien hablaba de lo que había hecho en la escuela. "Pero siempre esta ese doctor odioso que no soporto."
Recordó que su fallecida esposa hablaba maravillas de ese Kusama-san y ella esperaba que algún día conociera al pediatra de su hija; más él siempre tenía una agenda ocupada por lo que nunca podía acompañarlas cuando ellas iban a la clínica.
Al llegar al hospital, inmediatamente fueron a registrarse a la clínica y tuvieron la suerte de que no había mucha gente en la sala de espera. Así que tomaron asiento y esperaron pacientemente por su turno.
"Kamijō Miku," una enfermera llamó a la paciente minutos después. "Pueden pasar, el doctor estará con ustedes en un momento."
Padre e hija entraron al consultorio a esperar al doctor. Estando dentro, Hiroki ayudó a su hija a sentarse sobre la mesa y momentos después escucharon a alguien acercarse. El profesor de literatura miraba de reojo hacia la puerta con los brazos cruzados cuando esta se abrió, dejando ver a un joven vestido con una bata blanca.
Lo primero que vio al entrar Nowaki a ese consultorio era él y solamente a ese hombre de cabellos castaños. Por un momento creyó se había topado con un ángel al ver esa extraña belleza. Nunca se imaginó que el hombre del que la madre de su paciente hablaba tanto lo iba a cautivar en el primer encuentro. Lo primero que le llamó la atención fue esa mirada con el ceño fruncido que reflejaba un gran misterio… un misterio que estaba decido a descubrir.
"Buenas tardes," saludó el joven médico de cabellos negros con una tierna sonrisa.
"¡Kusama-san!" le saludó alegremente la pequeña, haciéndole recordar al médico que ella estaba ahí.
"Miku-chan, me alegra verte," saludó a su paciente y después se dirigió al padre, estrechándole la mano. "Soy el doctor Kusama Nowaki."
"Kamijō Hiroki," estrechó manos con el pelinegro, quien sintió pequeños escalofríos al tocar la suave mano del profesor.
Nowaki prosiguió a revisar a Miku mientras le hacía unas cuantas preguntas generales. Algunas las contestaba el castaño cuando su hija no sabía lo que le preguntaban, mientras veía como el doctor revisaba a su hija. Más tarde, una enfermera entró después para ayudar en el proceso y después de unos minutos, el joven médico terminó con el examen físico.
"Todo parece normal," concluyó mientras escribía en el expediente. "Que siga usando el inhalador en casos de emergencia. La enfermera les traerá más de la medicina que necesitan."
La enfermera antes de salir, le ofreció a Miku que la acompañara para así poderle dar un dulce como recompensa. La niña aceptó con gusto y salió del consultorio dejando a su padre con el pelinegro.
"Esta mañana me comentaron lo de su esposa… lo siento mucho, Kamijou-san."
"Si, gracias…" dijo quedamente el profesor, sin mirar al doctor a los ojos.
"Himeko-san me hablaba mucho de usted," le comentó sonriente. "Es un placer al fin conocerlo."
"Si, igualmente."
"Se nota que sigue dolido por lo de Himeko-san," pensó Nowaki al ver lo cortante que estaba siendo el castaño.
Después de la pequeña plática llegó la enfermera con la niña, quien saboreaba un caramelo. El joven médico les entregó la medicina y les dijo que ya se podían retirar. Llenaron un formulario en la recepción, para propósitos del seguro médico, y casi al llegar a la salida del hospital se toparon con una sorpresa.
"¡Tío Usagi!" Miku salió corriendo hacia un hombre alto y cabellos grises, quien la tomó en sus brazos para cargarla.
"Akihiko, ¿qué haces aquí?" preguntó Hiroki al ver a su mejor amigo.
"Recordé que mencionaste que llevarías a mi ahijada a la clínica," explicó refiriéndose a la pequeña Kamijō. "Vine a recogerlos para invitarlos a comer."
La pelinegra se emocionó con esas palabras y su padre suspiró resignado, era típico que el famoso escritor Usami Akihiko consintiera a su ahijada cada vez que la veía, cosa que eran visitas muy frecuentes. Eso afectaba mucho al profesor, pero hacía el esfuerzo de que su hija no lo notará; después de todo no podía negarle a su hija que viera a su padrino.
"Aún no puedo olvidar esos sentimientos," pensó tristemente. "Él sigue sin darse cuenta y con eso menos se da cuenta que me duele cada vez que lo veo."
oOOo
De lo que quedaba su turno, Nowaki no podía dejar de pensar en ese hombre de cabellos castaños. Se concentraba en su trabajo como siempre, pero el rostro de él no lo podía borrar de su mente. Solo de una cosa se lamentaba, que solo lo podría ver una vez al mes y solo cuando era chequeo de su hija. Después, las citas se irían alargando y poco a poco serán menos veces que lo podría ver así de cerca.
Jamás se había sentido así, tan ansioso por ver a una persona nuevamente. Y todo gracias a esos ojos que los cautivaron.
"Himeko-san tuvo mucha suerte," ese pensamiento lo entristeció.
Esos ojos mostraban dolor, tristeza y misterio, todo al mismo tiempo. Sabía que Kamijō Hiroki seguía dolido después de haber perdido a su esposa. Lo que lo llevó a pensar que no sería bueno buscar algo, posiblemente, íntimo cuando alguien acaba de perder a un ser amado. Además, cabía la posibilidad que el hombre no estuviera interasado en personas de su mismo sexo. Pero esos ojos marrones le gritaban que querían que el misterio lo resolviera él.
Decidido, se propuso que resolvería ese misterio detrás de ese dolor y tristeza, rezándole al destino que lo pusiera nuevamente en el camino de Kamijō Hiroki.
Continuara…
