Un mal calculo o poner su confianza en quien no debía lo tiene en esta situación en la que se encuentra. Atado en una cama de lujo, amordazado y desnudo.
El Capitán del escuadrón está admirando su valiosa figura fumando un abano mientras que en la mano izquierda sostiene una copa del más exquisito de los vinos
—Creíste que me habías engañado. No es así. Que caería como todos los ricachones a los que has robado— dejó la copa en la mesilla y el abano en el platillo escocés.
Se sento en el borde de la cama y volvió a mirarlo directo a los ojos. —No creías que con seducirme caería tan fácil. No te diste cuenta que Boki no era de fiar, que trabajaba para mí— Soltó las piernas del más joven y lo atrajo hacia sí.
Abrió sus piernas mientras su imponente figura se acomodaba entre ellas. —Pequeño e ingenuo Tony. No sabes lo que joder a otro lleva de consecuencia— Alzó una pierna mientras abría su yukata. Perfiló su enorme pene en la sonrosada hendidura.
—Joder Antony, conlleva la consecuencia de que también te jodan— se adentro en la renuente entrada consiguiendo un sollozo del pequeño amordazado y atado. Empezó a moverse a pesar de lo apretado del menor. Mientras lo embestía, le saco la mordaza que cubría los finos labios que saboreó al máximo. Devorando su aliento mordiéndolo. Marcando su territorio. Luego se sentó en el centro de la cama sentando al menor encima enterrándose nuevamente en él. Alzando las caderas que lo llevaran al limbo
—Pequeño Omega. Caíste donde quería. Estas a mi merced—
