Todo era un caos. Sentía como en mi interior miles de voces se alzaban contra mí exigiendo una explicación, mientras que sirenas de ambulancia y policía se oían a lo lejos dirigiéndose a lo que había sido la casa en la que había vivido por más de tiempo del que quise. Sabía que sería cuestión de tiempo que me atraparan, tanto unos como otros, pero aún necesitaba hacer una última cosa antes de que les dejara acercarse a mi.
La fachada de la tienda donde nos conocimos era mi objetivo. Aquel lugar mundano para algunos, sagrados para otros.; su nombre se alzaba en el centro como si de otro graffiti sin sentido se tratara. Pero sólo unos privilegiados sabíamos qué hacía allí, y yo era uno de ellos. Un escalofrío me recorría el cuerpo a cada paso que me acercaba más a mi objetivo. Apreté con fuerza el destornillador de mi bolsillo y dí los últimos pasos que me llevaron a la puerta de metal.
Observé su nombre escrito en letras blancas y el latir de mi corazón aumentó haciéndome sentir más vivo que nunca. Saqué el destornillador y lo moví con maestría entre mis dedos, lo iba a hacer. Por fín iba a acabar con esa farsa. Acerqué la punta de la herramienta a la primera letra y antes de que tocara el metal una voz en mi cabeza, lejana pero conocida, me preguntó por última vez. "¿Estás seguro?" Y aunque por un segundo dejé que la duda se instalara en mí, aclaré mi garganta murmurando un alto y claro: "Más de lo que he estado nunca"
Y cuando la punta del destornillador empezó a tachar las letras y los gritos en mi interior se intensificaron, sabía que el final estaba cerca. Nunca me había sentido más libre. Y como me gustaba esa sensación.
La policía me atrapó antes de que tuviera tiempo de terminar de tachar todo su nombre, pero aún así me dejé llevar sin rechistar; todo estaba saliendo como lo había planeado. Antes de meterme en el coche patrulla miré a la puerta metalizada por última vez y sonreí al ver su nombre medio borrado. La ofensa estaba hecha y no tardaría en enfrentarme a él. Y cuando eso ocurriera, estaba más que preparado para ello. ¿O es qué acaso un ángel caído no disfrutaba de las ventajas de los dos mundos?
