¡Bienvenido seas a este fanfic Marauders of Hogwarts! Para los que estaban esperando el reposteo, bienvenidos de nuevo!! Ya he corregido algunos capis, y algunas cosillas por ahí que los que ya habían leído lo que llevaba de historia, se darán cuenta en el trayecto (guiño un ojo maliciosamente)

Este fanfic se lo dedico a:

Mi mejor amiga SOR4. No podría jamás expresar suficientemente con palabras lo mucho que la quiero y que le agradezco todo, todo. Eres genial, y eres un magnífica escritora y lo sabes! This is for you, wuv uuuuu! ;3

Mary: Fiel lectora y reviewer. Eres la única que sé con certeza, después de SOR4, que ha estado esperando esta historia de nuevo. Por eso, Marauders of Hogwarts es tuya, Mary. Espero que te guste.

Ojalá todos lo disfruten y nos vemos abajo.


Chapter 1: La Fabulosa Idea De Sirius

-Estoy aburrido.

-Y yo estoy total y definitivamente aburrido.

Quejas típicas de sus dos mejores amigos, pensó un chico alto, delgado, con un espeso cabello castaño e inteligentes ojos ambarinos que había estado observando el paisaje del jardín y escuchando a aquellos dos antes de entornar los ojos dramáticamente. Esbozó una pequeña mueca sardónica mientras bajaba la vista a sus dos amigos que yacían en la hierba a la sombra de un antiquísimo roble en la noble mansión Potter.

-Nunca pensé que diría esto - comenzó James – pero ¡como desearía que Quejiquis estuviera cerca!- exclamaron James y Sirius al unísono.

-Estando tan desesperados, no sé como aún no se las han ingeniado para fabricar un Snape y dedicarse a torturarlo para toda la vida- comentó Remus vagamente, mirando a Sirius con una expresión hermética.

-Bueno, la verdad es que tampoco estoy tan desesperado- admitió James, frunciendo el ceño- Me basta con una sola desproporcionalmente enorme y grasienta nariz.

-Jamie tiene razón.- rió Sirius, lanzando lejos la colilla del cigarrillo que acababa de terminar e ignorando las miradas de sus amigos, sobre todo la que James le dirigía al oírle llamarlo por aquel horrible diminutivo que tanto aborrecía.- Lo demás siempre está demás. Mmm… ¿Qué podemos hacer, que podemos hacer?

-Por favor, James, haz que no intente pensar.- suplicó Remus, el horror reflejado en su cara- Siempre termina mal.

Sirius lo miró, el altanero sarcasmo transformando sus rasgos sólo haciéndolos aún más atractivos, antes de seguir concentrado en "pensar" que podían hacer para matar el tiempo. Mientras dirigía la varita a su boca y efectuaba un hechizo para refrescarse el aliento, su cara se iluminó y seguidamente rodó hasta quedar sobre su panza mientras agitaba los pies en el aire con la felicidad de un niño al que le acaban de regalar un delicioso helado en un caluroso día de verano.

-¡Ya sé, ya sé, Jamie!

James miró a Remus, irritado.

-¿Qué?- preguntó Remus, mirándolo con una ceja alzada- Tú también puedes hacer algo. Supuestamente también es tu mejor amigo.

-Tristemente, pero si no haces algo para que deje de llamarme Jamie, tendrás que prescindir de él.

-Sirius…- comenzó Remus

-No, no, no.- interrumpió el moreno, mirando a James de soslayo con entusiasta picardía- Escuchen. ¿Qué tal si vamos a visitar a Evans?

James se atragantó con el aire que había estado inhalando y Remus entrecerró los ojos.

-Sí¿y que tengamos que encargarnos de James cuando ella termine con él?- rió Remus sarcástico- No, gracias.

Sirius se rió a mandíbula batiente, provocando que James le lanzara una mirada furibunda. A Sirius se le atragantó la risa al ver su expresión.

-Lo siento.

-No lo sientas. Yo opino que visitar a Lily es una idea grandiosa.

Remus lo miró de soslayo, con las manos medio metidas en sus jeans. En ese momento, vio que se acercaba a ellos una mujer de elegancia y hermosura únicas, patentes aún en sus delicados rasgos a pesar de sus cincuenta y tantos años. Tenía el cabello muy negro que contrastaba con las canas que había estado acumulando recogido en una trenza que le llegaba a las caderas. Vestida impecablemente con una túnica de un azul profundo rematada con bordados de oro en el cuello y los puños y que resaltaba sus ojos también azules surcados por líneas que indicaban que la mujer reía mucho, Dorea Potter, la madre de James, llegó hasta ellos sonriendo contagiosamente.

-Muchachos¿qué les parece si vienen y me acompañan a almorzar?– preguntó con una voz cantarina y clara - Tú también Remus, cariño. Lizzie hizo ese guiso que tanto te encanta. Hoy tiene un aspecto particularmente delicioso.

-Gracias por invitarme, Dorea- agradeció Remus sinceramente, con una sonrisa tímida.- Me malcrías demasiado.

-Remus, te he dicho un millón de veces que dejes de agradecerme tanto las cosas- le reprochó Dorea, aporreándolo con un dedo en el brazo

-Lo siento, Dorea, es un hábito…

-Yo te sugiero que te aproveches de sus mimos- dijo James con una mueca- Ya ves que a mí que han privado del privilegio de consentirme todos mis caprichos.

-Exageras- contradijo Dorea, restándole importancia a las palabras de James agitando una mano- Pero si insistes, realmente podría enseñarte lo que es estar privado de…

-No, no lo harás aunque pudieras, mamá- dijo James con una sonrisita- Porque sabes que tu hijo es en verdad un buen chico y que se merece ser consentido¿no?

Dorea gruñó.

-Tú padre tiene razón cuando dice que estás cada día más imposible.

-Sí, bueno, todo eso está muy bien, ahora ¿podemos comer? Me muero de hambre- declaró Sirius abrazando a Dorea desde atrás y plantándole un sonoro beso en la mejilla, haciendo reír a la mujer.

Después del abundante y ameno almuerzo en el que los chicos comieron cantidades casi industriales animados por la madre de James, agradecieron por la comida y subieron a la habitación de James. Remus apartó libros y revistas de Quidditch con una ceja alzada para hacerse un poco de espacio en la cama y poder sentarse mientras Sirius se sentaba en el alféizar de la ventana y procedía a fumarse un cigarrillo mientras miraba al horizonte con aire distraído. La tensión en la habitación había estado aumentando drásticamente, sobre todo en el espacio comprendido entre Remus y Sirius, hasta que James que había estado buscando algo en su armario, habló, cortándola de golpe.

-¿A que hora vamos a visitar a Evans? – preguntó

Remus y Sirius intercambiaron miradas sombrías.

-Fue tu idea…- recriminó Remus

-Lo decía en son de broma, Prongs…- dijo Sirius en el tono que se le habla a un niño para hacerlo entender.- Ya sabes, algo con lo que salí en un momento de extremo aburrimiento, por no mencionar que estaba famélico, además.

James empezó a reír, y Sirius, aunque desconfiado al principio, también rió.

-Pues yo no– irrumpió James, mientras se ponía de pie abruptamente.– Vamos.

-¿Ahora?– gimoteó Sirius, largando la colilla por la ventana– Acabo de comer, no quiero ver sangre aún, que me enfermo.

-Muy gracioso, Sirius.

-James, Evans no te da ni la hora- intentó razonar Sirius- Te abomina. Le caes mal. Compréndelo. Acéptalo. Y mientras más pronto, mejor.

-No, no. Yo la quiero.

-Estás encaprichado con ella, querrás decir.

-No estoy encaprichado con ella- afirmó James firmemente, luego con gesto pensativo añadió:- Ella realmente me gusta. De hecho me gusta demasiado…

-Lo comprendo… Bueno, en realidad no, pero lo que quiero decir es que…

-Bien, me puedo ir yo solo.

-No seas estúpido, siempre soy tu relevo. Tengo que ir, para cuando te mate…

-¡No voy a batirme a duelo con Evans, Padfoot!- soltó James exasperado.

-Por supuesto que no- dijo Remus- Pero ella se pondrá tan contenta cuando te vea en su puerta que te maldecirá hasta que mueras, así que no te dará tiempo.

-Permíteme discrepar con respecto a como expresará su felicidad cuando me vea en su puerta- comentó James con una sonrisa arrogante

-¿Has estado fantaseando con que te recibirá de brazos abiertos? Reacciona, James- insistió Remus, agitando los brazos en el aire– ¿Ves lo que haces, Sirius? Eres un idiota. Tú y tus ideas fabulosas.

-¡No hablaba en serio! Bueno, sí hablaba en serio, pero pensé que se lo tomaría a broma!- admitió Sirius

-Pues ya ves.

-Bueno, adiós.

Crack. James desapareció. Sirius y Remus maldijeron y no les quedó de otra que desaparecer detrás de su amigo.

-Ahí está. – dijo Remus señalando a James, que acababa de tocar el timbre de una casa victoriana azul, mientras se alborotaba el cabello. Se aproximaron rápidamente.

-Imbécil- suspiró Sirius

-Shhh…

Una mujer de mediana edad, de baja estatura, rubia, con los ojos extraordinariamente verdes exactos a los de su hija y de aspecto bastante agradable les abrió la puerta.

-¿Sí?

-Buenas tardes, señora- dijo James – ¿Es esta casa de Lily Evans?

-Sí, claro, Lily es mi hija...

-Discúlpenos por molestarla, pero nos gustaría saber si ella se encuentra, por casualidad.

-¿Lily¿Quién la busca?- preguntó sonriente la Sra. Evans

-Soy James Potter. Somos… Compañeros en Hogwarts.

-¿Compañeros de mi Lily, dices?- preguntó ella medio excitada – Quiere decir… Entonces eres… Un mago.

-Eh… Sí, somos magos- confirmó James sonriendo- Estos son mis amigos, Sirius Black y Remus Lupin.

-Soy Rose Evans, la madre de Lily. Lily no está, pero por favor, pasen si desean.

-Este… De acuerdo, gracias…

Sirius y James miraban por la casa con mal disimulada curiosidad, ya que nunca antes habían estado en un hogar muggle, mientras eran conducidos por la madre de Lily hasta una acogedora salita y los invitó a sentarse.

-Al verla, me doy cuenta a quién Lily salió tan guapa.- dijo James con su sonrisa de héroe de Quidditch, mientras abandonaba su inspección de la casa y notaba algunos rasgos de Lily en las facciones de la Sra. Evans, como aquellos ojos que eran su perdición.

-Por favor, no es para tanto…- rió la Sra. Evans, modesta- Pero te tomo lo de mi Lily, que claro que lo es…

-Indudablemente, si no fuera de idiosincrasia tan endem…

-Fuerte- terminó James por Sirius, forzando una risa mientras fulminaba a Sirius con los ojos. Sorprendentemente, Rose rió ante el comentario.

-Lo heredó de su abuela. Mi madre era una mujer maravillosa, pero al igual que Lily, tenía un temperamento bastante… fuerte- comentó riendo y haciendo a los chicos reír- Pero mi hija es adorable la mayor parte del tiempo… No saben cómo me preocupo por ella cada vez que se va. Ella me ha comentado sobre un tal brujo siniestro que ha venido alzándose y ganando adeptos rápidamente.

-Le aseguro que no tiene absolutamente nada de que preocuparse.- afirmó Remus- Nuestro director, Albus Dumbledore es el mejor mago de este tiempo y con él estamos perfectamente seguros.

-Además, nosotros también cuidamos de ella- aportó James, hinchando el pecho, y haciendo que a Sirius se le escapara un bufido.

-¡Pues no saben cómo me alegra oír que Lily tenga tan buenos amigos! Ese otro chico, Severus, aunque siempre me pareció un poco extraño, estaba siempre merodeando por aquí, entre los arbustos, tratando de ver por sí mismo que ella estuviera bien. Creí que se llevaban muy bien, pero al parecer se han peleado hace un tiempo- confesó la Sra. Evans con gesto pensativo, mientras sus tres jóvenes visitantes la escuchaban súbitamente muy atentos- ¿No sabrán porqué? Ella no ha querido soltar ni prenda al respecto.

-Tal vez- comenzó James con el semblante rígido- , por que es un…

-No. No tenemos la menor idea de que pudo haber pasado entre ellos para que se hayan distanciado- respondió Remus con suave firmeza, lanzándole una mirada de advertencia a James y Sirius.

-¿Ustedes no le conocen?- preguntó Rose con una graciosa curiosidad

-Oh sí, le conocemos muy bien- respondió Sirius sardónicamente, entrecerrando peligrosamente sus ojos del color del más puro gris plata- Aunque no se podría decir que es amigo nuestro precisamente.

-Ah… Entiendo…- dijo Rose, parpadeando de repente- ¡Pero no les he ofrecido nada para tomar! Perdonen mi descuido, por favor… ¿Les ofrezco un té helado, tal vez?

-No gracias, madame. Acabamos de comer.- declinó Remus amablemente

De repente algo llamó la atención de James, haciéndolo olvidarse momentáneamente de la rabia que le provocaba la presunta, y con un poco de suerte tal vez desplazada amistad de Lily y Snape. Sobre la chimenea de la sala de estar en la que estaban. Fotos. Las miró con avidez desde su asiento. ¡Fotos de su florcita! Rose debió notar su interés porque lo invitó a verlas de cerca, invitación que él, y de paso Sirius y Remus no desaprovecharon. Luego se excusó por un segundo y abandonó la salita. Los chicos vieron divertidos fotos de Lily a diferentes edades más siempre encantadora: sola, con sus padres y con una chica con cara de amargada que Sirius describió como el desastroso resultado del cruce entre un caballo y una jirafa, y que no era otra que Petunia, la hermana de Lily. En otra, Lily no parecía tener más de 8 años y aparecía con unas chicas que debían ser sus amigas muggle. Las fotos más recientes eran mágicas con movimiento, desde las que Lily sonreía enormemente, apareciendo en una de ellas acompañada por sus mejores amigas de Hogwarts. Rose apareció sonriente con un gran libro con tapas de cuero que resultó ser un álbum de fotos.

-Les traje esto.- anunció- Son fotos de cuando Lily era pequeña. Supongo que les gustará verlas.

-No se imagina cuanto- dijo Sirius, esbozando una sonrisita maligna que Rose no captó.

James abrió la primera página, y se encontró con nada más y nada menos que una adorable bebecita de no más de seis meses, con unos enormes, hermosos, familiares ojos muy verdes, con una pelusilla de un rojo muy intenso cubriendo su cabecita y completamente desnuda, acostada sobre su pancita y dejando sus nalguitas al aire. La reacción no se hizo esperar. James se sonrojó vivamente, mientras imágenes de una Lily más, mucho más grande venían a su cabeza involuntariamente. Sirius empezó a carcajearse tan fuerte que lágrimas estaban empezando a caer, mientras Remus miraba la foto con una sonrisa y ojos cálidos y embelesados.

Siguieron pasando las páginas, y viendo fotos del crecimiento de la pequeña Lily Rose Evans con las intervenciones constantes de la orgullosa madre. James y Remus estaban completamente deslumbrados con ella, y hasta Sirius, aún después de la risa que le causó la primera foto, tuvo que admitir que la bebé Lily era encantadora, muy a pesar de cómo se comportara la actual Evans.

Cuando terminaron, la Sra. Evans cerró el álbum, y miró a los tres chicos.

-Le agradezco mucho que haya tenido la confianza de compartir con nosotros sus recuerdos- dijo James, con una sonrisa tonta, luego súbitamente recordó algo- Sra. Evans…

- No, no, no. Nada de señoras.- insistió Rose- Me hace sentirme vieja. Rose para ustedes, queridos.

-Bien, Rose- saboreó James- Tu compañía ha sido un verdadero placer, pero desafortunadamente no puedo quedarme mucho más tiempo. Salí sin avisarle a mi madre y no me gustaría preocuparla innecesariamente. ¿Podría saber donde está Lily? Me gustaría verla antes de volver.

Rose sonrió enigmáticamente al ver a James sonrojarse discretamente.

-La verdad es que Lily se mudó ayer con unas amigas…

-¿Qué?


Tadaaaaa! Ahí está el primer capi de la historia. De verdad espero que te haya gustado y que vuelvas a leer.

¡Deja review, s'il vous plaît!! Si la historia te gusta, debes saber que los reviews me animan mucho, y con ellos trabajo más rapido (sonrisa aaaaancha)

Si la historia no te gusta, también estás en todo tu derecho de opinar, pero pido que no seas grosera/o. Hay maneras de expresar que detestas un fic sin necesidad de llegar a lo personal. (guiño un ojo)

Biseaux,

MadeAnge