Disclaimer: Ni los personajes ni la ambientación me pertenece. Todo es propiedad de Ubisoft, creador de la saga Assassin's Creed.
Antes de nada, quiero decir que este humilde relato esta basado en el Assassin's Creed 1, el cual he estado jugando y me ha encantado y no he podido evitar escribir esto. Así que disfruten.
Esta historia narra la vida de una muchacha que es parte de la hermandad. Supongo que más adelante saldrá Altaïr. Esto lo voy escribiendo según juego (Así que, si por casualidad alguien lo lee, y le gusta, pls, sed pacientes que ahora con el instituto y eso no sé si podre hacer mucho)
Se acababa de despertar y estaba escondida en un montón de paja. ¿Se había quedado dormida? Pero que poca clase, una Asesina como ella que se encontraba en Damasco para asesinar a unos de los mercaderes más poderosos del mercado negro no podía permitirse eso. Salió de aquella masa de paja y en seguida notó como los guardias la miraban. Acababa de saltar desde una atalaya, con un salto, el salto de fe.
Lanzarse hacía abajo de cabeza como un águila y caer de espaldas. Evidentemente cayendo a algo que amortigüe la caída, por ejemplo aquel matorral de paja. Desde allí había podido localizar el zoco, donde aquel hombre haría su entrada triunfal. Además de otras atalayas que debería subir para conseguir más información pero primero iba a lo que iba. Tenía que hacer un hurto. Así que salió disparada hacia su destino. Allí vio a dos hombres hablando que decían:
—Esta tarde saldrá, ¿verdad? Para recibir a unos invitados o algo.
—Sí, tengo aquí, toda la lista de "invitados" —decía un hombre con aspecto bastante viejo mientras señalaba a su bolsa.
Entonces se separaron y el de la bolsa se fue andando. Ella cuidadosamente fijó su blanco, lo siguió sigilosamente y alargó el brazo hasta su bolsa. Este de repente se dio la vuelta y la vio pero ella se dio la vuelta.
—Oye tú, si no quieres acabar herida mejor piérdete.
Al menos no la vio intentando hurtarle la lista. Así en un intento de nuevo, alargo su brazo y fue más rápida y pudo robar la lista, se volvió de espaldas y se mezcló entre la gente.
Entonces el hombre ya bastante viejo, comprobó su bolsa y no estaba lista.
—¡Maldita sea!
Ella sonriente, fue a su próxima investigación, tenía que hacer tres para poder asesinar a aquel hombre...
Miró su mapa y fue hasta otra atalaya para recuperar más información. Esta era más alta de lo normal y estaba bastante protegida.
"Esto va a ser difícil", pensó ella.
Así pues, se escondió por un callejón y empezó a subir por unas casas para saltar directamente a la parte baja de la atalaya.
—Oye tú, no puedes estar aquí. ¡Lárgate! —le dijo un vigilante mientras le apuntaba con un arco.
Ella le lanzó un cuchillo y este cayó muerto hacia la calle principal donde se escucharon gritos de la gente por la espantosa visión que estaban teniendo. Normalmente esto no hubiera llamado la atención de los demás vigilantes del tejado, pero entonces todos se dieron cuenta de la existencia de la muchacha y empezaron a perseguirla y a disparar flechas contra ella. Esta saltó y se enganchó a unas de las ventanas de la parte baja de la atalaya y empezó a escalar subiendo hacia arriba, cogiéndose a múltiples decoraciones hasta que llegó a la parte más alta y allí se sincronizó y visualizó varios sitios donde tenía que llevar una investigación. Pero también vio como los guardias que vigilaban las calles, estaban "jugando" con los ciudadanos.
—Da igual los años que pasen... el pobre siempre pagará —dijo ella.
Volvió ha hacer el salto de fe y cayó en un matorral de paja.
Había siete guardias con un ciudadano al cual querían arrestar, según ellos por robo.
"Que sabrán ellos lo que es robo", pensó ella.
Se acercó entre la gente y un guardia le gritó:
—¡¿Qué quieres?! ¡Esto no es de tu interés!
Entonces ella sacó su espada y le rebanó todo el costado tirándolo hacia el suelo. Así se empezó a pelear con todos. Uno de los guardias empezó a atacarle y esta contraatacó lanzando su espada al suelo y clavando le la suya desde el hombro hasta el pecho.
Los guardias peleaban sucio, mientras ella estaba peleando con uno los demás atacaban por detrás, pero como buena asesina contraatacaba. Uno a uno los mato a todos, mientras los ciudadanos corrían. Ella se acercó al ciudadano y este le dijo:
—Muchas gracias, algún día te devolveré el favor.
Ella corrió hacia una muchedumbre de gente para no levantar sospechas. Como decía la segunda norma del credo:
Camúflate a plena luz del día, fúndete con la muchedumbre.
Después de esta acción tan heroica se fue a fisgonear a dos guardias. Se sentó en un banco cercano y empezó a escuchar atentamente lo que decían los dos guardias.
—¿Te has enterado? Parece ser que ese mercader no ha conseguido todo el armamento que le pidieron.
—Entonces estará en problemas ¿no?
—El mercader no, pero el que las fabrica si...
Se acabó. Ella había terminado su última investigación y se dirigía hacia la casa de Asesinos. Esta casa estaba en un tejado.
Tras ir saltando de tejado en tejado y escalar casas, llegó.
—Bueno, pero si es mi amiga Adler.
—Buenas. Ya sabes a lo que vengo.
—Sí, venga dime lo que sabes y tu plan.
—Pues… el mercader saldrá esta tarde al zoco, para encontrarse con sus "invitados" que por cierto aquí tengo la lista. Al parecer iba a entregar una cantidad razonable de armas, pero no ha podido conseguirlo, pero saldrá para hablar con el que las fabrica. Mi plan es ir al zoco y matarlo...
—Supongo que sirve, te doy permiso para ejecutar tu plan. Descansa aquí antes de irte.
—Oye… ¿sabes algo de Altaïr?
—Pues dijeron que estaba en un templo en busca de no se que cosa.
—Ah, vale gracias.
Así se fue a descansar un poco. Se tumbó y se quedó dormida.
¿Debería continuar?
