Este fic participa en el minireto de febrero para "La Copa de las Casas 2014-15" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Disclaimer: Potterverso perteneciente a la célebre J. K. Rowling.
Palabras: 400 sin contar notas de autor según Word.
Casa: Hufflepuff / Personaje: Tonks
Casa sorteada: Gryffindor / Personaje: Remus Lupin
Tonks bajaba las escaleras del número 12 de Grimmauld Place con los labios apretados. Su pelo era ese día de un apagado azul oscuro, tan melancólico como la expresión que su rostro lucía. Estaba preocupada: la Orden no había logrado interferir a tiempo en la destrucción sistemática que un escuadrón de mortífagos había aplicado sobre un grupo de pueblecillos muggles diseminados en la costa este de Inglaterra esa mañana. Y cinco aurores se habían sumado a las bajas del mes.
¿Y si él acababa siendo un integrante más de esa lista que no hacía más que crecer? ¿Y si un día no regresaba?
Tonks sacudió la cabeza, asustada por sus pensamientos. Llegó al pasillo de la segunda planta y giró sobre sus talones para seguir descendiendo por el siguiente tramo. Pero entonces, una puerta se abrió al fondo.
Y ahí estaba él.
Alto, con el pelo castaño revuelto y aún cubierto de polvo por la pelea. La continuidad de su piel pálida rota en ocasiones por cicatrices finas como relámpagos. Los ojos de miel espesa oscurecidos y fijos en ella.
Tonks tragó saliva, olvidándose momentáneamente de respirar.
Remus se aferró al pomo de la puerta hasta que sus nudillos se tornaron blancos.
Y el aire desapareció en aquel pasillo, dejándolos perdidos en un vacío que hacía que las paredes se combaran hacia dentro y sus cuerpos se atrajeran, impulsados por una fuerza mayor.
Tonks inspiró profundamente y se aproximó al mago, que se enderezó, tenso. Cuando llegó a su altura, alzó la mano y rozó la mejilla de Remus, quien cerró los ojos suspirando de placer sin poder evitarlo. Sin lograr ocultar cuánto anhelaba el más mínimo contacto con esa mujer.
—¿Y si esta vez no hubieras vuelto? —susurró la bruja. Bajito. Muy bajito. Sabía que Remus la oiría.
—No deberías estar aquí. Ni siquiera deberías acercarte a mí —la evadió él, desviando la mirada. Se retiró sutilmente y dio media vuelta para irse.
Ella cerró en el aire los dedos de la mano que había levantado y se mordió el labio inferior para no decir nada, para no detenerle. Pero entonces le escuchó murmurar:
—Siempre volveré. Siempre, solo para verte de nuevo.
Tonks se giró, sorprendida, pero ni una sola palabra salió de su boca, porque Remus la calló con un beso.
Después se apartó, mirándola con dolorosa y apasionada culpabilidad.
Y, sin más, corrió escaleras abajo, dejándola sola.
