HOLA!
AHORA SÍ EMPIEZO A SUBIR ESTA HISTORIA QUE INICIE PARA LA GUERRA FLORIDA 2010 Y QUE AÚN NO TERMINO. A PESAR DE QUE YA ESTA ESCRITA EN SU MAYORÍA, ESTARE SUBIENDO POCO A POCO LOS CAPITULOS PUES LA ESTOY EDITANDO. PARA AQUELLAS HERMOSAS NIÑAS QUE ME VIENEN LEYENDO DESDE QUE INICIÓ, LES CUENTO QUE A ESTA PRIMERA PARTE (O INTRODUCCION) LE HICE UNOS PEQUEÑOS CAMBIOS. ESTOS SON MAS QUE TODO DE FORMA Y NO DE FONDO.
UN ABRAZO Y BIENVENIDOS A ESTA HISTORIA QUE ESPERO LES GUSTE.
Los personajes de Candy Candy son propiedad de Mizuki e Igarashi, TOEI Animation, Tokio 1976.
Este fic ha sido escrito sin fines de lucro
Jardín Mansión Lakewood, Septiembre 30 de 1955
- ¡ABUELITO! ¡ABUELITO! – Una hermosa niña acababa de bajarse de un elegante auto y entraba corriendo por el Portal de las Rosas buscando a su amado abuelo.
- ¡Aquí estoy mi hermosa Rose! – Le respondió un elegante caballero que al escucharla había dejado su tarea en el jardín y se había levantado para recibir a su adorada nieta.
- ¡FELIZ CUMPLEAÑOS ABUELITO! - La pequeña Rose de un salto quedó colgada del cuello de su abuelo y lo besaba en la mejilla.
- Gracias mi hermosa princesa… ¡estoy feliz de que hayas venido a verme! – el elegante hombre la abrazaba fuertemente mientras al levantarla en sus brazos la hacía girar entre las rosas. Las diáfana risa de la niña se adueñaba del jardín.
- ¿A mi no me saludas? – La voz de una distinguida y hermosa dama se escucho mientras salía de entre los arbustos.
- ¡Abuelita!... – dijo la niña emocionada - No seas celosa… Hoy la fiesta es para mi Abuelito, no para ti… - Sin soltarse de su abuelo, la niña extendió sus brazos hacia ella.
Su abuelo en un gesto amoroso se acercó a su esposa para que la niña pudiera alcanzarla para abrazarlos a los dos al mismo tiempo.
Rosemary Browm era el nombre de esa hermosa niña, con cabellos rubios como el sol, la mirada azul como el cielo y muchas pequitas sobre su nariz. Hacía poco había cumplido los 7 años y era la adoración de sus abuelos.
- Abuelita, cuéntame otra vez la historia del Abuelo ¡por favor! ¿Siii? – La voz de Rosemary se volvió a escuchar mientras juntaba sus manos en señal de súplica.
- ¡Rosemary Browm! ¿Otra vez con lo mismo? ¿Qué hablamos antes de venir? - Dijo tras ellos un apuesto joven, mientras se acercaba a unirse al abrazo de grupo.
El era Alistear Browm, hijo mayor de la madura pareja. Un joven de 32 años, igual a su padre cuando tenía su edad. Lo único que los diferenciaba eran sus ojos, pues Alistear tenía los ojos verdes iguales a los de su hermosa madre.
- No la regañes Hijo… a mi también me gusta la historia – La voz de su padre salió en defensa de la niña.
- Vamos Papá… no seas tan condescendiente con Rose… siempre que viene solo quiere que Mamá le cuente la misma historia… - Alistear miraba seriamente a su hija quien estaba abrazaba fuertemente al cuello de su abuelo.
- ¿Acaso no te gusta la historia Stear? - Preguntó su madre haciendo un puchero…
- Claro que me gusta Mamá… ¿como no me va a gustar la historia que me dio vida a mí? – respondió el apuesto joven mientras abrazaba a su madre pasando su brazo por los hombros de ella.
- Jajajajaja - rieron todos en una sola voz.
Era el inicio del otoño de 1955 y la familia Browm Andley estaba reunida en el majestuoso jardín de las rosas de la Mansión de Lakewood celebrando el cumpleaños de Anthony Browm. La alegría inundaba el lugar como lo hacía desde hacía un poco más de 25 años cuando el matrimonio Browm llegó para hacer de la mansión la propiedad más alegre de todas las que tenía la famila Andley.
Se dirigieron a uno de los kioscos ubicados en el jardín para disponerse a escuchar la historia que tanto le gustaba a la pequeña. Rose se sentó en las piernas de su abuelo y se preparó muy atenta como lo hacía siempre para escuchar la historia que le contaría su abuela.
- Te la he contado tantas veces que espero no te quedes dormida, Rose… - dijo Candy al sentarse junto a su esposo.
- No te preocupes Mamá… es con la única historia que Rose no se duerme – Se escuchó la voz del apuesto hijo de Candy.
Todos volvieron a reír.
- Entonces comencemos… - Candy se envolvió en su elegante chal para protegerse del frío que empezaba a sentirse.
