Soy masoquista al colocar otra historia con todo lo que me falta de "Fría como el fuego" pero es que se me vino de repente y no sé, me gustó y la escribí. Espero que a ustedes también les guste y dejen su opinión.
Disclaimer: Ni Inuyasha ni ninguno de los personajes de la serie me pertenecen sino a Rumiko Takahashi.
"…": Pensamientos.
………….: Cambio de escena.
(…): Notas de autora, aclaratorias, significados, es multiuso para resumir.
Nuestra Dulce AventuraEn el siglo XVII yacía un imponente castillo sobre una colina que sobresalía a la vista por encima de un modesto pero gran poblado a los pies del montículo. El soberano de ese reino, Kurogane, era un hombre serio e inmutable pero que había regido con gran éxito a su pueblo, cada persona estaba en condiciones estables y no había problemas con los reinos vecinos. A pesar que la vida de este rey era totalmente indescifrable, lo que mayor causaba conmoción y curiosidad entre los pueblerinos era que poseía una hija cuya madre murió al momento de su nacimiento hacía unos 17 años, todo ese tiempo, la había ocultado de la sociedad y nadie, además de una sirvienta a la que poseía gran confianza llamada Kaede había visto el rostro de la princesa, que según los rumores, era de una belleza inimaginable. No se sabía por qué mantenía a su única hija en una especie de caja de cristal imaginaria. Sin embargo, un día, Kurogane anunció que se daría un baile dentro de un mes, en el cumpleaños de la princesa, en el cual, podría ir la gente de alta sociedad y donde se vería por primera vez el rostro de la tan custodiada princesa. Esta misma invitación fue recibida por familias nobles de otros reinos que poseyeran hijos varones con edad de comprometerse y casarse. Aún así, Kurogane no era un hombre amado por todos, poseía enemigos también, pero que no tenían otro motivo que la envidia por su éxito, por eso, las guerras entre su reino con otros no se había dado, aún así, siempre era merodeado por espías y gente de la misma calaña.
- Por favor, Kaede, déjame estar despierta un rato más. – pedía una hermosa muchacha mientras observaba como la sirvienta cepillaba su cabello preparándola para dormir.
- No niña, una princesa no puede ser caprichosa, ¿verdad? – Contestó la anciana.
- Ni tampoco humana. – Dijo amargamente mientras se cruzaba de brazos.
- Princesa Kagome, definitivamente, usted ha leído mucha literatura liberal, ¿no es así?
- No me acuse por hacerlo, recuerde que mi padre no me deja hacer otra cosa más interesante. – Decía mientras se recostaba en su mullida cama.
- Es cierto, pero luego de que todo el mundo la conozca, no se deberá preocupar por permanecer oculta.
- No entiendo las intenciones de mi padre para mantenerme en cautiverio pero al fin y al cabo, ni siquiera con todo el tiempo que tengo viviendo cerca de él, he logrado entenderlo. – Decía tristemente.
- Ya niña, no se atormente, recuerde que él siempre posee una buena razón. – Le dijo con un tono consolador
- Supongo que sí.- Dijo con una pequeña sonrisa mientras su nana le daba las buenas noches.
- Ahora duerma. – La envejecida mujer salió de la habitación y Kagome se quedó un rato en la cama tratando de conciliar el sueño, pero luego de unos minutos se dio por vencida y desechó esa posibilidad, se levantó aún con su pijama puesta y recordó que una vez pudo robarle una copia de la llave de la puerta de su balcón a Kaede, sonrió con orgullo por su ingenio y revolvió en la gaveta de su peinadora hasta que la encontró. Había mucho calor esa noche y no quiso colocarse más ropa, abrió con mucho cuidado la puerta, tratando de no hacer ruido, cuando logró su objetivo, salió afuera y admiró hipnotizada la luna, luego bajo su vista y podía ver a los guardias desde allí.
En un lado cercano a las murallas del castillo había un muchacho vestido totalmente de negro tratando de pasar inadvertido por los guardias que vigilaban la zona. Se le veía molesto y algo indeciso.
- "¿Cómo fue que me dejé convencer por mi padre de hacer esto?" – Se reprochaba el muchacho en sus pensamientos, recordando.
FLASHBACK
- Vamos Inuyasha, sabes que más que nunca necesito de tu ayuda. – Le decía el poderoso soberano llamado Inu no Taisho a su hijo.
- Pero ¿por qué no mandas a uno de tus guardias? sabes que no me gusta esa vigilancia hacia otros reinos.
- No lo hacemos con intenciones de arruinarlos, sólo es para ver que no estén cometiendo estupideces, créeme, no correrás ningún riesgo con todas tus habilidades. – le decía en un tono conciliador su padre.
- Aún así...no estoy seguro de esto. – Dijo mientras revaloraba todas sus opciones.
- No quería llegar a las amenazas pero no me dejas opción. O haces lo que te pido o te casas mañana mismo con la primera campesina que se me atraviese por el camino.
- Ah...está bien. – Decía resignado sabiendo que su padre hablaba muy en serio, conociendo su mal carácter.
- Ese es mi obediente hijo. – Dijo con una sonrisa sarcástica mientras observaba que su hijo lo veía con una mirada resentida.
- ¿Para cuándo?
- Esta misma noche, hijo.
- Bien. – Luego de haber concluido con su conversación, salió del recinto, exhalando un largo suspiro.
FINFLASHBACK
- Ya lo recuerdo. – Dijo quedamente y con resignación mientras burlaba la vigilancia de todos los guardias y trepaba con mucha destreza los muros del antiguo castillo, llegando cerca de los techos más altos, vislumbró una figura en uno de los balcones del castillo. Se quedó algo extrañado que gente de esa alcurnia tuviese ese atrevimiento, por eso, con mucha curiosidad se acercó para ver mejor. Cuando estuvo suficientemente cerca, para ser más específicos, sobre el techo que estaba encima de las puertas del dormitorio hacia el balcón, vio a una mujer esbelta, alta, con pelo largo color azabache que danzaba libremente al compás del viento, vestida con una túnica que dejaba a la vista unas largas y hermosas piernas blancas. Sin poder contener más su intriga, se movió hacia uno de los extremos sin hacer ningún ruido y observó desde su nueva perspectiva el rostro de perfil de una hermosa joven con los ojos color chocolates que se perdían el la inmensidad de las penumbras, con rasgos perfilados. Inuyasha pensó que estaba viendo un espejismo pero se convenció que era real, en ese momento, atravesaron por su mente, sentimientos lujuriosos que lo hicieron pensar de una forma práctica.
- "Sus labios...¿a qué sabrán?...creo que podría averiguarlo, después de todo, no la volveré a ver" – Sin meditar más, se acercó hasta quedar detrás de ella y la sujetó por la cintura y le tapó la boca. Kagome estaba sumamente asustada pero la fuerte mano no la dejaba gritar. Entonces, Inuyasha en un rápido movimiento la giró hacia sí y le quitó la mano de su boca sólo para sellar sus labios con los de él, mientras sujetaba su nuca para que no escapase. Kagome sintió miles de sensaciones juntas pero ninguna desagradable para su desconcierto. Cuando se separó de ella, Kagome tenía los ojos sumamente abiertos por su asombro, junto con las mejillas sonrojadas y sin aliento para gritar. El chico en frente de ella, sonrió momentáneamente para luego desaparecer de su vista en un rápido movimiento.
Kagome quedó en shock por unos cuantos minutos más, luego, cuando sintió que el alma le volvía al cuerpo, regresó a su habitación, cerrando con llave nuevamente aquellas puertas. Se acostó e intentó tranquilizarse para poder dormir pero sus intentos fueron en vano y pasó con insomnio toda la noche.
Al día siguiente no parecía muy bien pero la anciana pensó que era mejor dejarla tranquila momentáneamente, quitándose la oportunidad de interrogarla.
Kagome no lució en mejor forma lo que quedó de semana antes de la fiesta, pudo dormir en las noches pero siempre se encontraba taciturna y pensativa. Cuando llegó el esperado día, en el palacio había mucho movimiento organizándolo todo para la gran fiesta. Con lo respecta a Kagome, estaba siendo atendida por muchas sirvientas que no había visto antes, la vestían, maquillaban, corregían sus modales de protocolo cuando se equivocaba y le daban indicaciones para poder pasar como una excelente anfitriona durante toda la noche. Aún así, no se encontraba a gusto entre tanta carrera pero se mantuvo ocupada todo el día, algo que la consoló.
- Explícame otra vez por qué tengo que ser yo el que la vaya a sacar a bailar. – le preguntaba Inuyasha a su padre mientras caminaba a su lado cuando entraban al castillo de Kurogane, vestidos ambos de forma elegante y con todas las normas de alta sociedad.
- Me lo ha pedido Kurogane, algo a lo que no me podía rehusar porque sino daríamos una pésima impresión a pesar que a ti no te gusten estas fiestas, siendo un príncipe que claramente podría contraer matrimonio. – Le respondió su padre.
- De todas formas. – Decía ofuscado, adentrándose junto a su padre al salón principal. – "¿Dígame si es ella, no, no puede ser, estoy delirando" – Se auto convencía mientras trataba de mostrar una buena cara delante de los otros invitados.
Luego de unos minutos, salió Kurogane, parando la música y toda conversación, con todos los invitados mirándolo con atención. Inu no Taisho le hizo un ademán a Inuyasha a que se acercara, este obedeció, quedando cerca de las escaleras. Kurogane dio la bienvenida y unas palabras de cortesía, al momento de presentar a su hija, se mostró la figura de una joven en la cima de las escaleras, llevaba un vestido rosado, algo extravagante pero hermoso que dejaba al descubierto su cuello y hombros, junto con un velo que no dejaba ver bien su rostro. Ella bajó con mucho cuidado y elegancia las escaleras y cuando pisó el último escalón levanto su velo, dejando atónitos a todos los presentes por su gran belleza y mucho más sorprendido a Inuyasha, que rápidamente cambió su expresión de asombro por una falsa sonrisa mientras ofrecía su brazo a la princesa para empezar a bailar con el vals que estaba empezando a sonar. Kagome cuando lo vio se quedó tiesa como una estatua pero al ver la mirada interrogativa de su padre, aceptó la invitación del joven mientras lo observaba con recelo, pero con la misma sonrisa falsa que usaba él mientras se dirigían al centro del salón, ella con un gran nerviosismo y rabia, y él, tratando de controlarse y rogando a Dios que la muchacha no lo dejara en evidencia.
Me quedó la narración muy cuento de hadas y el capítulo está medio corto, aunque no era mi propósito, si a ustedes les gusta esta nueva idea que tengo, la continuaré pronto, pero todo lo dejo a su parecer, espero sinceramente su opinión y que les haya gustado el fic. Sayonara
