DISCLAIMER: UNIVERSO HP, ES Y SERÁ DE J. K. ROWLING POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE. Lo único que hice fue tomar prestados su universo y personajes y torcer un poco las cosas para darle forma a esta historia, no gano nada con esto.
Beyond the sun
-Prologo-
La vida suele ser una colección de decisiones tomadas. Eso es. No hay un destino, no hay una regla, no es más que el azar puro y bruto de cada individuo. Porque siempre hay una nueva decisión que tomar, porque uno debería meditar mejor las elecciones que debe hacer. Porque después, cualquiera culpa al destino, cualquiera culpa al azar, pero muy pocos en retrospectiva, entienden que la suma de sus decisiones ha sido la receta a la catástrofe.
Cuando Draco Malfoy tenía 16 años, no sabía o no comprendía, del peso de las decisiones a tomar. No lo supo cuando dio un paso al frente para ser marcado, y no lo supo cuando se negó a identificar a Harry Potter en su Mansión. Pero lo averiguó, cada pequeña mala decisión que tomó, o que fue instado a tomar para salvaguardar su vida y la de su familia, cayó sobre sus hombros cuando fue juzgado, aplasto sus sueños cuando su falsa libertad fue devuelta…. Pero rompió su cráneo, venciendo el manto de orgullo, cuando se encontró solo, borracho e impedido en una habitación oscura de su Mansión.
Cada decisión tomada en sus 25 años lo golpeó como un mazo. Reventó cada hueso y desparramó sus sesos en los tapices tejidos a mano de aquella habitación.
Poco supo entonces, que del otro lado del sol, alguien que había tomado las decisiones más correctas y razonables de su vida, sentía el peso de las mismas venciendo sus frágiles hombros.
Poco sabía, que muy pronto ambos se encontrarían, y que el infierno se congelaría solo por un poco de su calor.
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-I- Legeremens.
—Señora Malfoy—saludó la Medimaga. –Hemos traído a la mejor sanadora del mundo mágico, ha estado fuera del continente desde la guerra, trabajando en su especialidad, así que su hijo estará en buenas manos.
Narcissa Malfoy asintió, no muy convencida. Luego del desfile de medimagos por el que su hijo pasó los últimos meses, la esperanza de que se recobrara había ido muriendo lentamente. Estaba convencida, que la última morada de su único hijo, sería el ala de Janus Thickey.
La Medimaga se despidió y Narcissa entró en la habitación de su hijo. El blanco impoluto del ambiente le irritó la vista un momento hasta que sus ojos se anclaron a la figura recostada en la cama. Su niño, su único niño, su legado. La palidez de su rostro competía con sus cabellos demasiado largos. Sus facciones, otrora angelicales, tenían un rictus de amargura tallado. Los pómulos estaban pronto a atravesar la piel de sus mejillas. La locura había consumido a su hijo hasta los huesos. La depresión, estaba martillando su mente.
Los medimagos lo mantenían dormido, era más fácil así, pensó. Despierto, sus ojos de hielo estaban muertos, vacíos y carentes de toda vida. Despierto, luchaba para acabar con su vida. Despierto, le recordaba los horrores vividos en la guerra. Acercó su mano, y acarició su cabeza, su pequeño niño.
Sin querer, el recuerdo de cómo lo encontró reptó por su mente.
Los aurores habían ido a la Mansión. El final de la sentencia estaba cerca, y debían cerciorarse que se mantuvieran en el lado de la luz. Estaba sentada con ellos en el saloncito, esperando por Draco para comenzar la revisión de varitas. Pero pasaron 25 minutos y su hijo no aparecía. El intercambio de miradas de los aurores puso en palabras el miedo que comenzaba a carcomerla. Chasqueó sus dedos, y Winnie su elfina, apareció con un gracioso POP.
—Winnie, querida. ¿Podrías ir a buscar a Draco?—pidió con la voz temblorosa.
—Sí, señora, Winnie ira en un segundo. —Dijo desapareciendo con otro POP. Un suspiró escapó de los labios de Narcissa y un nuevo POP de Winnie la sobresaltó.
—Señora, el señorito Draco no está bien. —Los aurores se pusieron de pie. Y en un borrón, ambos le preguntaron a la elfina donde estaba Draco, desapareciendo ambos por la puerta del saloncito, dejando a la señora Malfoy congelada en su lugar.
Le tomó unos minutos notar, que la elfina tomaba su mano.
—Venga señora, debe ayudar al señorito Draco. —la instaba. Con otro POP, la elfina la había llevado a la puerta que daba a las habitaciones de su hijo. Escuchaba a los aurores murmurar en voz baja, pero todo lo que podía hacer era mirar con horror, la sangre en los tapices. Las botellas de Whiskey de fuego desperdigadas por la alfombra, y un bulto desarticulado tirado en el medio de la habitación. Un bulto sangrante. Un bulto con la cabellera rubia.
La puerta de la habitación se abrió tras ella, y la señora Malfoy se limpió disimuladamente las lágrimas que habían escapado de sus ojos. Un paso titubeante dentro de la habitación y se volteó para enfrentar al intruso. Frente a ella, una joven, de la edad de su hijo, la miraba fijamente como un animal asustado. De algún modo, conocía esa mirada, en ese rostro pero en otro tiempo. La joven abrió la boca, pero nada salió de sus labios. La vio apretar sus manos y dar otro paso en la habitación cerrando la puerta con sumo cuidado.
—Señora Malfoy—dijo en voz baja.
—No hace falta que bajes la voz, está dormido por las pociones. —le hizo saber con la voz neutra.
—Lo siento. Soy la sanadora Hermione Granger. – se presentó dando un paso más hacia la mujer mayor.
—Granger. La amiga de Harry Potter. Ahora te recuerdo. —La Medimaga observo al rubio en la cama, y volvió su atención a la madre.
— ¿Le importaría contarme que sucedió?—preguntó. Había leído el historial médico de Malfoy, sabia cada hecho. Pero necesitaba ganarse la confianza de su madre, sabía que aunque la señora Malfoy había ayudado a Harry al final de la guerra, y él la había ayudado a ella y a Draco en sus sentencias, la desconfianza estaría allí. Así como el centenar de cartas que Harry jamás le respondió a la mujer, el centenar de cartas pidiendo ayuda para su hijo.
— ¿Por qué estás aquí?—preguntó sin delicadeza.
—Me han llamado para tratar a su hijo, mi especialidad son la cura de las enfermedades mentales, he sanado los fragmentos de las mentes de los señores Longbottom, y estoy en proceso de sanar la mente del ex profesor Lockhart. –No le agradaba tener que recurrir a sus experiencias, pero le debía a la mujer, la esperanza de una cura para su hijo. No por ella, si no por Harry, y por su negligencia.
— ¿Harry Potter la ha enviado? ¿Ha tenido un cargo de consciencia y ha decidido ayudar?—la rabia en sus palabras eran filosas dagas atravesando el corazón de Hermione.
—No, Harry no me ha enviado. De hecho, Harry no sabe que estoy aquí. —comentó, mientras se acercaba al lado contrario de la cama de Malfoy.—No creo que le interese saber que estoy aquí, de cualquier forma.—agregó más para sí que para la matriarca Malfoy.
— Lo siento—dijo ella sin demostrarlo en su rostro. —Supongo que después de cada rechazo por parte de Potter, he perdido la esperanza en la cura de mi hijo. –Tomó aire lentamente y acarició nuevamente el cabello de su hijo. —Draco perdió un brazo en la guerra. Voldemort lo castigo, por no cumplir la misión de matar a Albus Dumbledore. Estaba impedido para luchar en la guerra, la mano que le quedaba no era tan diestra en la magia, y durante la última batalla, trató de defenderse usando magia sin varita. No fue suficiente. No, nada era suficiente, un grupo de Mortifagos lo encerró en un aula e hicieron estallar el techo, cuando la batalla terminó, cuando Voldemort fue derrotado, tardaron 4 días en dar con él. Su cuerpo había quedado aplastado bajo los escombros—los recuerdos le oprimieron el corazón, y sus ojos se llenaron de perlas de sal.—Para el juicio, ellos simplemente le dieron pociones para que no sintiera dolor y pueda mantenerse en pie. Pero sus huesos, todos ellos estaban rotos, y con el correr de los años, han ido soldándose como han podido. El señor Potter nos negó cualquier tipo de asistencia médica. La depresión hizo mella en Draco, el alcohol intercalado con las pociones para mitigar el dolor, fueron enloqueciéndolo. Perdí la cuenta la cantidad de veces que lo encontré inconsciente. –Los ojos de Hermione estaban casi tan húmedos como los de Narcissa, mientras observaba a quien había sido su peor enemigo durante el colegio. La depresión lo había consumido, podía verlo, estaba tan pálido y ojeroso como durante su juicio. Comprendía el recelo de la señora Malfoy, después de sus juicios, Harry había cambiado radicalmente, de ser conciliador y racional, se había vuelto como Ron, sediento de venganza.
—Señora Malfoy—dijo mientras se limpiaba las lágrimas de sus ojos. –Haré todo lo que este en mis manos. –sentenció.
Narcissa Malfoy la estudió unos minutos y finalmente asintió, la determinación en sus finos hombros reavivaron su esperanza. Una luz se encendía después de tanta oscuridad.
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Hermione acomodó las 10 pociones a su lado, miro a Narcissa y esta asintió, acariciando la cabeza de su hijo para luego agacharse a su altura y besar su frente. Salió de la habitación cerrando la puerta suavemente. Hermione volvió su atención a los viales y frascos. Cada una acomodada en el orden correcto. Al otro lado de la cama, una Medimaga esperaba la señal.
Un asentimiento, y la sanadora perforo la piel del muñón del brazo faltante de Malfoy, colocó una aguja y luego la retiro, dejando una vía para conectar el suero. Hermione, tomó el primer vial, y con su varita unió la boquilla al suero conectado a la vena de su paciente.
Poción a poción, fueron pasadas por sus venas, con cada nueva poción, Hermione aguantaba el aliento viendo los cambios en su paciente. Al principio, eran cambios muy sutiles, mayor actividad cardiaca, mejor semblante, optima oxigenación en sangre. Pero luego, los cambios fueron más llamativos, la piel de él ondulaba mientras sus huesos se licuaban, luego los espasmos musculares, cuando las pociones regeneraban los huesos a su modo natural. Una solo vial quedaba en la mesita, y Hermione despacho a su ayudante.
Esperó un momento a que se retirará y cerrará la puerta tras sí. Anotó, en su planilla los avances físicos del cuerpo de Malfoy, revisando con su varita que cada hueso este correctamente en su lugar. Diciéndose que recordara darle una poción tonificante para sus músculos atrofiados.
Tomó el vial de la última poción, y levantó hacia el cielo raso la cabeza de su paciente. Apretó sus mejillas para que abriera la boca y dejó que el líquido bajara por su garganta. Cuando no se ahogó, acercó una silla al lado derecho de la cama, y se sentó, acarició el muñón donde el catéter había dejado un moretón, y suspiró, su momento de arrepentirse había sido al entrar y encontrar a la señora Malfoy, ahora, ya era muy tarde para recular.
Colocó la punta de su varita en la frente de él.
—Legeremens—susurró y sintió un torbellino plagar su mente. Dolor, como si su piel se rompiera. Miedo, la oscuridad la asfixiaba. Enfocó su mente en pensamientos positivos, y trató de llevarle eso a la mente de él. –Prados verdes, el sol templando tus manos, la brisa arrastrando tu cabello. El viento en tu rostro, el mango de tu escoba, la adrenalina de cortar el aire a tu paso. –Imagen a imagen, retrato a retrato, la mente de Malfoy se dejó mecer, arrastrada por la luz que entibiaba su oscuridad, seducida por sus sueños truncados.
Hermione dejó la mente de Malfoy, sintiendo una congoja en su pecho cerró sus ojos con fuerza, para retener las lágrimas que le quemaban las retinas. No vio el mercurio líquido en la mirada desorientada de Malfoy.
Hola hola hola, he vuelto y no en forma de fichas, con una nueva historia para aclararme la mente antes de meterme de lleno con el libro 3 de mi saga.
Espero les guste, voy a ir subiendo capítulos semanalmente supongo o máximo cada 15 dias.
Les recuerdo que si les llega notificación de 30 escalones es porque estoy corrigiendo los capítulos!
Gracias por leerme!
Maiastra.-
