Hola a mis nakamas lectores, decidí hacer una revisión exhautiva de este fic y hacerle cambios, algunos ligeros, otros más explícitos, pero todos en función de que disfruten de la lectura. Los quiero!
I
"El alquitrán del camino, embriaga más que el suave vino del hogar"
Joaquín Sabina.
Había vivido lances de principio a fin, como para saciar al pirata más exigente, incluido el escape de Impel Down, y todavía aspiraba a más... Suspiró, recostado sobre la borda... Quizás se habría vuelto ambicioso, por eso, cuando decidió ponerse en manos de la providencia, el pacto pareció sellado. Tal y como estaban las cosas, era mejor fingirse muerto y así escapar de la sempiterna persecución por parte del Gobierno Mundial. No es que la idea le gustase, pero antes de caer exánime, Shirohige impuso su carácter… Por vez primera debió obedecer sin miramientos, aunque eso le costara dejar durante buen tiempo a un lado, el afán de hacer su propia saga.
Bajo protección de la celosa deidad, Luffy había echado por tierra la sentencia de Impel Down, pero en cambio, lo había condenado a pisar las costas de una isla del East Blue. Quizás para culminar la única aventura que años atrás dejara a la deriva y que su hermano ignoraba por completo.
Volvía al recuerdo por una razón poderosa. No lograba olvidarla, siquiera en los momentos más horribles de la prisión. Y en el último instante, cuando todo parecía perdido, vino a su mente para rebatir cuanto le había dicho a Luffy. Su mirada tan seria reprochándole cada palabra: "Bonita manera de negarme y negarte a ti mismo, Ace. ¿Así que nadie te ha querido salvo tu hermano?"
Había pasado poco más de seis años, pero… el temor de encontrarse con Ella superaba al de morir sobre la vieja plazoleta. Después de todo, la muerte solo podía traer consigo la tranquilidad, no una amalgama de sensaciones que amenazaban con limitar aún más su ya no tan libre albedrío. Y sabía por qué. Aunque odiara confesarlo, existía la remota posibilidad de que dejara caer el ancla ante sus playas. Se veía siguiendo los pasos del padre y nada le fastidiaba más que esa idea... Por otro lado, sentía que estaba siendo desagradecido, todo por culpa de un maldito prejuicio. El de reconocer que un pirata igual tenía su límite y una chica con suficiente aptitud podía marcarlo. No era algo que estuviera concebido, solo se daba en un momento cualquiera. Se había armado un lío con los hilos que ella se había atrevido a tejer sobre él y bueno, cuando la red estuvo completa, halló cuán difícil era salir.
Hundió la cabeza en el sombrero, como si con ello lograra aplastar sus pensamientos.
"Ojala y no la hubiese conocido nunca".
Lo mezquino de la idea le hizo volver el rostro hacia Luffy y Nami. Estaban en la proa, tan felices, que en su ansia por llegar a tierra confundían las nubes del horizonte con islotes.
"El amor debe ser ciego para que se ponga así la navegante", sonrió, "tan acostumbrada a tener siempre los pies sobre la tierra"
—¡Ouch! ¡Nami! ¿Por qué me pegas?
Era la primera vez que no podía intervenir para salvar a su hermano. Y esos sí eran puños de amor, dejaban bien marcadas sus huellas. Los de Garp se quedaban chiquitos.
—¿Nunca te ha pegado una mujer, Ace?
La pregunta inesperada de Luffy lo sacó de sus cavilaciones.
—Son las únicas con las que no puedes jugar al idiota… salvo cuando ellas quieren.
—¿Y cuándo es eso?
—Cuesta adivinarlo. Pero no son muchas veces.
Luffy quedó mirándole, intentando comprender la "sabiduría de los mayores" en esas palabras.
—Es simple —Ace se encogió de hombros—, a veces les gusta que hagas de niño tonto para sentir la necesidad de dar "cariño maternal".
—Vaya, ¿"misterioso cariño maternal" es otro nombre para los coscorrones?
—Puede ser, pero igual te sugiero no extender mucho tus modos infantiles… O nadie te reconocerá con tantos chichones.
—Ahk, mientras no me rompan el sombrero… —Luffy sonrió de oreja a oreja— ¡No tendrá importancia!
La carcajada de Ace fue bien acogida por el hermano menor. El mayor no dejaba de sorprenderse ante el hecho de que una vez conseguida la añorada gloria en la cumbre de la piratería, Luffy echara todo a un lado para aventurarse en un universo desconocido por completo, y que a él mismo le parecía el más incomprensible de todos. Pero como era usual cuando algo se le metía en la cabeza, lo tomaba como un reto más, del que también pretendía salir airoso.
Al menos, así parecía cuando volvieron a encontrarse, tras tantas andanzas, y Ace extrañado de que la proa del Sunny apuntara a casa.
/
—¿No lo sabes? —respondió Luffy a su saludo con el habitual choque de manos, y la carcajada que temían los shichibukais—… partiremos de vuelta hacia el East Blue.
—Con tanto tiempo sin vernos y yo sin poder hacer de las mías —sonrió Ace—, ¿pretendes que te siga en aventuras que no aumentan el precio de tu cabeza?
—Oh, Nami sí que lo pide, siempre que hago una tontería… pero esta vez será algo nuevo.
—Volverás tu espalda al mar y la bandera de los mugiwara quedará enrollada en su asta, justo ahora que diste paso a la Nueva Era.
—Kiá, serán unas vacaciones de pocos meses, Nami y yo no estaremos tranquilos por mucho tiempo.
En eso parecía tener razón, por cuanto la despedida a sus nakamas había sido una especie de "hasta pronto" o "hasta más ver".
—No tienes idea de lo que implica un vínculo familiar.
—Quiero vivir también esa aventura.
—Será la más compleja de cuantas hayas tenido.
—¡Oosú! No esperaba menos.
—Suerte, entonces —¿qué tanto podía tentarle esa vida vulgar en una casa de campo, fuese por el tiempo que fuese? Conociéndole, se aburriría de inmediato y sus vacaciones quedarían reducidas a unos tres días—. Supongo que pronto te veré de vuelta en el Nuevo Mundo.
—No quiero —salió a relucir el chico de cinco años—. Quiero que vengas conmigo.
—¿Qué? —lo sorprendió, no se lo esperaba— Tengo mucho que buscar para irme de veraneo al East Blue.
—¡Quién sabe! Puedes romper las reglas —con una sonrisa pícara en el rostro, se encogió de hombros. Mala espina. —¡Vamos, Ace! ¡Un viaje más, fuera del Nuevo Mundo, no te matará!
Podía decirle rotundamente que no, pero muy a su pesar, había logrado interesarlo con ese cambio de actitud. Quizás le avergonzó que se mostrara, en ese momento, tres veces más maduro que él. Luffy encaraba el mismo desafío que tiempo atrás se le había presentado… y del que no había podido salir victorioso.
—Iré contigo.
—¿Lo prometes?
—¿Cuándo he tenido que prometerte algo para cumplirlo? Además —sonrió irónico—… será mejor que te defienda de su familia, cuando vean tus modales a la mesa.
/
La pura verdad es que no se lo imaginaba congeniando con parientes y menos si éstos poseían el mismo carácter de su navegante. Le pareció algo indiscreto preguntar, y prefirió verlo por sí mismo. Hasta que un día en medio del viaje, Nami le contó que tan solo tenía una hermana esperándola.
Cocoyashi apareció como una mancha difusa en la distancia. Luffy señaló el destino escogido, mientras Ace cortaba el paso a la intuición, cansada ya de alertarlo.
"Al diablo con lo que pueda pasar", pensó, "no volveré la espalda… y aún no ha ocurrido nada".
