Buenas noches o días, antes que nada quiero agradecer a este 2017 por darme muchas cosas que han sido importantes para mí: al igual que espero que este 2018 esté lleno de aventuras y sorpresas.

Esta historia la tenía en mente hace meses, pero no había podido escribirla por diversas situaciones, pero ahora está ante ustedes y recién salida del horno. Esta es mi segunda comedia que espero les guste y tenga esa esencia del personaje al que le doy protagonismo. Para publicar esta historia tuve que borrar el remake de "Mi amigo" para así concentrarme enteramente en esta historia que solo será de cinco capítulo y una vez terminada esta el remake lo resubiré, espero que les guste tanto cómo ami al escribirlo.

Sin más preámbulos comencemos...


Capítulo 1

La gran mañana era prometedora, los habitantes del Valle hacían sus labores diarios, la energía que se expedía era magnifica, el sol iluminando la mayor parte del lugar, los niños jugando con sus figuras de acción de sus guerreros de kung fu favoritos. Pero había cierto escándalo en el restaurante-museo-tienda de recuerdos más famoso de toda China e histórico del Valle.

—¡Po si no me entregas mi pergamino juró que no volverás a comer fideos en tu vida! —gritó molesta cierta felina temperamental conocida por su poca paciencia referente a sus cosas personales, algo que cierto panda había desobedecido y ahora se encontraba en grandes aprietos dentro de su habitación.

—¡No!, ¡todo menos eso! —exclamaba temeroso el panda removiendo montones de cajas de su cuarto; hallando en el proceso dibujos, pinturas y viejos juguetes de él relacionados al kung fu. Tigresa examinaba estas cosas de él riendo en sus adentros por lo infantil de su amigo.

Tomó una caja de la quinta fila que había ahí, pero por un descuido la derrumbó haciendo que les cayera encima, Tigresa con sus reflejos bien desarrollados rápidamente esquivó el pequeño accidente, todo lo contrario a Po que no evitó que toda esa madera le aplastara. Tigresa quitó una caja y de ella cayeron cinco pergaminos que Po nunca había visto, todos de diferentes colores: rojo, amarillo, azul, blanco y negro.

—¿Qué extraño? —Tigresa arqueó una ceja por ello —, nunca había visto estos pergaminos.

—¿Estás seguro? —preguntó algo preocupada por el acontecimiento, él asintió con la cabeza —. Entonces debe ser algo de tu padre —dedujo lógicamente.

—O a lo mejor es un código para encontrar a Dumplingtantis la mítica tierra de los dumplings —Tigresa dibujó un semblante serio y arqueó una ceja por la dichosa explicación —, en dónde hasta los árboles son de dumpling y puede que seamos los elegidos para descubrirla y… —pero al ver la cara de Tigresa olvidó toda la ridiculez que estaba diciendo y tosió adoptando seriedad —, sí, debe ser de mi padre —ella asintió —, ¿pero que será?

—No lo sé y no me interesa, quiero mi pergamino —pero Po lo desenrolló y su mueca fue de asombro, Tigresa se golpeó la cara por esa acción —, Po son cosas de tu padre que —pero el panda tapó su boca con su pata haciéndola enfadar.

—Es una especie de diario, describe su primer día y es asombroso el detalle —Tigresa quitó su pata y preguntó:

—¿Qué tan interesante es escribir algo relacionado a los fideos? —Po abrió los ojos a más no poder y se quedó congelado, Tigresa arrugó el entrecejo extrañada, movió su pata frente a él para que parpadeara —. ¿Po?

—¿Estás loca? —exclamó molestando otra vez a Tigresa —, esto es lo mejor que he leído.

—¿Enserio? —él asintió.

—Es más te lo voy a leer para que veas.

—No, no…

Pero la negativa no funcionó para detenerlo y comenzó a leer…

Día uno: mediodía, sol tupido de nubes de diferentes formas y el clima es fresco.

Por fin, después de mucho tiempo de esperarlo en momento se presentó, el evento que cambió para siempre mi concepción acerca de la vida misma. No lo podía creer, me pellizqué para comprobar si estaba soñando y nada me puso más feliz que descubrir que no era así. La noche anterior había tenido el llamado: Sueño de los fideos.

Muchos se preguntan qué es, incluso yo llegué a preguntármelo y este sueño me dio la respuesta:

Yo era un marinero que aguardaba en la costa, con un pedazo de paja en mi boca y yo sentado en una silla cubriéndome del sol con un sombrero, y de pronto divisé una ola que se acercaba hacia mí. Yo subí y a mi bote y remé lo más rápido que pude para huir de ella, pero esa ola me alcanzó chocando con mi bote, pero no sentía que me ahogaba, abrí los ojos y miles de fideos flotaban alrededor de mí y yo por inconsciencia comía de ellos y bebía el caldo que era donde estaba sumergido, todo para subir a la superficie y toparme con manantiales de caldo que salían de montañas gigantes hechas de fideos y las nubes también eran iguales. El cielo naranja rojizo cómo el caldo con picante. Era simplemente magnifico y muy hermoso de ver.

—Ah, entonces ese es el sueño de los fideos —dijo Po para luego recibir un zape de Tigresa —, ¿y eso por qué fue?

—Continúa —Po sonrió ladino por eso —, no digas nada y continua —dijo algo sonrojada.

—Muy bien.

Bajé de mi cuarto con la intención de platicarle a mi padre que por fin debía cumplir con mi destino y heredar el restaurante. Así lo hice y cuando él supo su cara se llenó de alegría.

—Por fin hijo, que bueno que lo tuviste antes de que yo fuera un viejo —yo sonreí orgulloso por ello, me imaginé atendiéndolo, cocinando, formando una familia dentro y cosas banales por el estilo —, pero antes —eso me borró mi sonrisa, porque un pero siempre arruina las cosas o las hace tan difíciles que terminas odiando a todo el mundo.

—¿Qué papá? —dije con cierta frustración.

—Después de tener el sueño hay un reto que se debe cumplir para comprobar si realmente se es capaz de ser dueño de un negocio cómo este —eso me confundió.

—¿Y qué es? —pregunté interesado en ello.

—Deberás ser repartidor por un mes y completar tus entregas en un cierto tiempo dependiendo del lugar al que se te envíe, después de eso tú me sucederás y yo ocuparé el puesto de repartidor hasta que muera —eso acrecentaba más mi emoción, tener que viajar entregando pedidos y el reto era convertirme en un buen repartidor para poder ser el futuro: Sr. Ping.

—¿Entonces se hubieses tenido el sueño de los fideos serías un repartidor antes, y si completabas el reto tu padre sería el repartidor y te llamarías el señor Po? —Tigresa reventó a carcajadas generando una mueca de molestia en Po.

—Jijiji —dijo de manera sarcástica —, ¿ya terminaste? —Tigresa se detuvo.

—Espera —volvió a reír y con más fuerza que antes —. Ya —Po rodó los ojos y continuó leyendo.

Ese día el restaurante estaba a reventar, algo muy raro pues regularmente sobraban mesas, pero había clientes y era lo importante. En unos momentos partiría a entregar unos fideos: sería en el valle de al lado. Llevaba todo: agua, comida por si hacía falta y este pergamino para ir anotando las experiencias que ocurrirían ya que estos momentos lo guardaría para toda mi vida, todo cargado en una mochila.

—Ten hijo, cuatro órdenes de fideos picantes y diez dumplings para la familia Chung —asentí y con la vista en alto elevé el vuelo hacia el Valle Esmeralda.

El recorrido fue tranquilo, tanto que me desanimé de escribir algo, pues nada fuera de lo común ocurría. Llegué a mi destino: una casa grande hecha de roca labrada a mano en sus símbolos y con un bonito jardín. Golpeé la puerta y al ser abierta me quedé sin palabras.

Una hermosa leopardo del norte que vestía un qipao de color rojo, tenía unas curvas definidas y sus ojos azules podían hipnotizar a cualquiera, según tenía entendido era la hija menor de los Chung: Mey. Tragué grueso, pues era más hermosa de lo que imaginaba.

—Aquí están sus órdenes señorita, son cien yuans —dije lo más rápido posible para no seguir sudando.

—Vaya, quién diría que los fideos del señor Keng, tenían repartidos más apuestoo —me sonrojé al punto de parecer un tomate.

—Señorita que cosas dice, yo solo hago…

—¿Le gustaría comer conmigo? —propuso, yo no me lo podía creer, ¿otro sueño?, pero se descartó al recordar lo de la mañana.

—Me encantaría pero debo...

—Estoy sola en casa —con esas simples palabras fueron suficientes para entrar.

Ese día hice cosas que no mencionaré aquí, pues son demasiado fuertes para mi padre. Ese día pude haber perdido el reto por el tiempo, pero gracias al destino lo completé. Un día genial pues: tuve el sueño de mis ancestros, fue un repartidor excepcional y gané una muy buena "amiga", ¿qué más podía pedir que esto?

Terminó de leer y tenía un tic nervioso en el ojo, jamás hubiese imaginado eso de su padre.

—Oh por Dios —pudo haber tenido una madre mientras que Tigresa tenía la boca abierta por ello.

—Hay que leer otro —dijo emocionada haciendo que se estremeciera.

—Espera, debo ir a vomitar —y salió de su habitación directo al patio.


Espero que les haya gustado, los invito a que dejen sus comentarios que me alientan a seguir escribiendo, anhelo que esta idea les haya agradado. Con esto cierro el año de la mejor manera posible escribiendo:

Sin más que decir me despido.

Les deseo un feliz año nuevo y un prospero 2018, su amigo y escritor:

CARPINTERO IMPERIAL