Esto será un fic pequeño. Puede que de cinco o seis capítulos. Aquí tienen el prólogo. Espero que les guste.


Kizuna


Todos conocen al shinigami sustituto, Ichigo Kurosaki, y más cuando estaban pensando en promoverlo a una posición de capitán si superaba el examen y si el chico estaba de acuerdo con ello. Y la encargada de contarle aquella noticia al sujeto en cuestión, era la excelente teniente del treceavo escuadrón perteneciente a la familia Kuchiki, Rukia.

Ella también se volvió bastante conocida desde que empezó a actuar en misiones junto con Ichigo y enseguida se corrió la voz de que juntos eran imparables. No había enemigo que no cayera bajo la espada de ambos. En equipo eran muy eficientes por lo tanto, normalmente acudían a hacer las misiones juntos. Ante esto, la Sociedad de Almas estaba bastante de acuerdo en hacerlos capitán y teniente. Solo que Rukia no estaba muy convencida de todo aquello. Ichigo seguía siendo humano y no le gustaría tener que retenerlo allí por tener aquella posición tan importante. Es algo que ya discutió con su actual capitán, Juushiro Ukitake. Este también pareció compartir la opinión de su teniente sobre que era demasiado pronto, incluso ahora mismo le estaban quitando mucho tiempo al shinigami sustituto con su familia.

Volviendo a replantear todo, después de que Ukitake diera su voz en una reunión de capitanes, se decidió que no decidirían nada sobre Ichigo hasta que este fuera un alma más.

Rukia suspiró de alivio ante la noticia. Y pensar que por un momento casi lo ofrecen a un puesto tan difícil de ejercer como el de capitán. Además de que ese idiota era muy inmaduro aún, según ella. Aunque reconocía que últimamente estaba cambiando algo.

Juntos siguieron haciendo misiones. El asunto de capitán quedó en el olvido para ella, así que ni siquiera le contó lo que había pasado respecto a eso. Todo iba muy bien. Ambos estaban bien y contentos de trabajar codo con codo como en los viejos tiempos. Solo que… no siempre las cosas son de color de rosa.

Todo comenzó un día normal, con una misión normal, contra un hollow normal.

–Oh vamos, eso fue muy fácil –protestó Ichigo aterrizando en el suelo luego de haber deslizado su zanpakuto a través del cuerpo serpenteo del hollow.

–¿De qué te quejas? –Gruñó Rukia enfundando su zanpakuto–. Cuanto antes acabamos es mejor, ¿no?

–Sí, ¡sí eso lo sé! ¡Pero me molesta tener que arrastrarme hasta aquí para esta pérdida de tiempo! –devolvió a Zangetsu a su espalda y se rascó el cabello, enfadado.

–Si lo que quieres es luchar de verdad… ¿Por qué no le pides al capitán Zaraki una sesión de entrenamiento especial? –esbozó una sonrisa maligna mirando a Ichigo perversamente.

A Ichigo la recorrió un escalofrío y de su cara se fue todo el color de repente–. No, gracias. Creo que prefiero… Estas cosas sencillas.

Rukia sonrió y siguió a su amigo hasta donde estaban Chappy y Kon custodiando sus cuerpos. Ambos regresaron y empezaron a caminar de vuelta a la casa de los Kurosaki. Empezaron a conversar de cosas sin mucha importancia como: qué tiempo haría al día siguiente o qué habría preparado Yuzu de cenar.

De repente escucharon el sonido inconfundible de la alarma del móvil de Rukia, quien preocupada lo tomó enseguida. Un mensaje urgente de la Sociedad de Almas. Ichigo se posicionó cerca de ella para leer también el mensaje aunque ella ya lo estaba leyendo en alto.

–Se ha detectado a un Arrancar en la ciudad de Karakura. Actúen rápido –y el mensaje estaba firmado al final por Ukitake.

–Démonos prisa –apremió el Kurosaki usando su placa para sacar el alma de su cuerpo. Rukia imitó la acción tragándose la Gikongan.

Ambos siguieron la indicación que marcaba la pantalla del móvil de Rukia hasta que empezaron a sentir el reiatsu del enemigo. Saltaron frente a él. Era un Arrancar que vestía las ropas que llevaban los que estuvieron bajo el comando de Aizen, por lo que debía ser algún soldado restante. No pudieron ver mucho de él ya que este estaba cubierto por un manto.

–¿Qué hace un Arrancar aquí? –se preguntó Rukia poniéndose en posición y llevando su mano hasta su zanpakuto para desenvainarla en cualquier momento.

–No es tiempo de preguntarlo, acabemos con él cuanto antes –murmuró Ichigo llevando su brazo atrás para echar mano a Zangetsu.

El misterioso Arrancar esbozó una sonrisa y levantó un brazo. Tanto Ichigo como Rukia sacaron sus zanpakutos y se prepararon para cualquier ataque. Sin embargo, el enemigo no se movió más que eso, se quedó estático en el lugar. Los ojos de Ichigo estuvieron abiertos cuando se dio cuenta de lo que pasaba. Giró la cabeza para mirar a su compañera y como el enemigo original estaba a punto de herirla por detrás.

–¡Rukia! ¡Cuidado! –se impulsó con sus piernas y usó el shunpo rápidamente interponiéndose entre la espada del Arrancar y la espalda de su compañera.

–¡Ichigo! –Giró la cabeza y empezó a darse la vuelta– ¿Estás-? ¡Agh! –un fuerte dolor le recorrió el estómago y antes de que se diera cuenta estaba cayendo al suelo. Su cuerpo no la sostenía en pie y sentía como si su mente estuviera pasando a través de una capa de nieve muy espesa –No… no puedo… -intentó estirar el brazo hacia su espada, pero la oscuridad la rodeó antes de que pudiera hacerlo…


¿Qué haríamos si todo lo que conocemos desapareciera? ¿Podría nuestro lazo seguir estando unido?