Thank you, xXx-Koda Dear-xXx, for letting me translate your brilliant story. You ROCK!

Disclaimer: Emmett, Edward, Jasper, y otros personajes (Alice, Bella, etc.) son propiedad de la señora Stephenie Meyer. El mérito de esta historia tampoco me pertenece, lo único que hice fue traducirla desde su idioma original (inglés), con el permiso de su autora. Otra vez¡Gracias, xXx-Koda Dear-xXx! Si quieres leer la historia original, puedes revisar mis historias favoritas o buscar "Dear Mr. Diary" por Search.


Querido Sr. Diario

Capítulo 1: Emmett No Toca el Piano

Querido Sr. Diario:

Hoy rompí el piano de Edward. Traté de tocarlo… ¡Pero no tocó! Así que me volví loco solo porque NO tocaba lo que yo trataba de tocar. Así que lo rompí y luego lo mordí. Ahora tenemos un piano vampiro. Lo quemaremos al mediodía. Será dentro de 10 minutos. Tiré la ropa de Jasper por la ventana a las 6:30 AM. Fue divertido. Tuvo que ir afuera desnudo. Y tuvo que correr a velocidad humana porque teníamos visitas. Las chicas lo miraron fijamente y los chicos parecían celosos. Edward no quiso traerle la ropa a Jasper así que por eso tuvo que ir afuera. Luego Jasper pateó mi trasero. Pero a las 7:30 le puse sanguijuelas a Edward. Se volvió loco y empezó a tirar tijeras, gritando:

– ¡IDIOTA¡NO TENEMOS SANGRE! – Eso en verdad fue divertido. Y traté de empujar a Rose a un gimnasio y dijo:

– ¡Deja ya de fastidiarnos! – Y luego puso medias sudadas en mi boca. Tenían sabor a sudor. Así que no voy a fastidiar a nadie… Por ahora.

Eso es todo por hoy, señor Diario. Adiós.

Emmett Cullen

PD. No le cuentes a Edward que escondí su cinturón con tachas en Canadá.

– ¡SEÑOR DIARIO! – Grité – ¡LE CONTASTE A EDWARD¿CÓMO PUDISTE¡DESPUÉS DE TODO LO QUE TE CONTÉ! – Sollozo – ¿CÓMO PUDISTE HACERME ESO¡TE QUERÍA!

– No pude resistirme, Emmett. Edward me dio $12 por contarle. – Dijo el libro, encogiéndose.

– ¿Me ibas a engañar¡Al menos podrías haberme advertido! – Casi lloré.

– ¡Pero te engañé!

– ¡Oh¡No tenías mi teléfono entonces!

– Mmh… ¡Claro que no! – El libro se veía sospechoso.

– ¡Tú… Tú me mandaste un mensaje de texto! – Jadeé.

Los ojos del diario se agrandaron.

– ¡Oh, Dios¡Pensé que el mensaje era de Rose! – Continué.

– Bueno, volveré al cajón ahora – Sollozó el diario.

– ¡MALDITO CUADERNO LISO! – Dije, con el corazón roto.

Luego lo empujé al cajón.