Los personajes no me pertenecen. Pertenecen a la saga de Twilight de la autora S. Meyer

Disfruten de este primer capitulo de mi nueva historia, estoy segura que los atrapará. Es mi segundo Fic.

I. Foxy Lady

Un día antes de que Edward regresara a Seattle, se encontraba en Los Ángeles en busca de algo de diversión, que por supuesto seria efímera. Durante los últimos cuatro meses, sus noches de diversión nunca estaban exentas de encuentros fortuitos y pasionales. Esta noche no iba a ser la excepción. El apellido familiar le otorgaba ciertos privilegios que cualquier persona querría: Era un Cullen. Había sido educado en los mejores colegios, estudió en Europa, en donde también los Cullen tenían sus vacaciones familiares. Ahora a los 26 años tenía un auto de lujo, vivía en una zona exclusiva, y su familia era dueña de una de las corporaciones más importantes y rentables del país. Eran parte de la Elite.


El Mercedes Benz se estacionó en la entrada de la casa. El chofer bajó para cargar las maletas, y Carlisle descendió del auto negro. Todo ocurrió al mismo tiempo. Esme lo esperaba ansiosa ya hace unas horas, el vuelo privado se retrasó un par de horas, pero su esposo ya estaba de vuelta en Forks.

- Mi amor – dijo el. Y besó su frente. Ella lo abrazó.

- Vamos adentro, aquí hace frio. – dijo ella tiernamente.

- ¿Y los chicos?- Una mujer de baja estatura y cabellos negros se le aproximó.

- Papa, por fin llegaste. – lo abrazó.

- Alice, te extrañé. – Llenaba de protectores besos su frente.

- No es para tanto, te fuiste hace solo seis días.

- Papa. – dijo Emmett, mientras descendía las escaleras y colocaba su iPhone en su bolsillo derecho. Ocurrió otro abrazo fraternal.

- ¿Y donde esta Edward?

- Está trabajando en Los Ángeles, cariño. – dijo Esme.

- ¿Fotografiando en Los Ángeles? Un trabajo muy serio, sin duda… - dijo Carlisle sarcásticamente. El y Edward habían discutido varias veces el tema, pero acordaron que mientras el se responsabilice también de la parte de finanzas de la empresa, Carlisle vería con buenos ojos la afición de Edward por la fotografía. – Supongo que tu hermano vendrá mañana, no es asi? Emmett

- He hablado con el ayer. Pero no me aseguró nada. Déjame hablar con el, papá.

- Amor he preparado algo que te va a gustar y está en la cocina. – dijo suavemente Esme. Carlisle se aflojó la corbata y la siguió hasta la cocina. Alice se tiró sobre el sofá de cuero negro.

- Emmett llama de una vez a Edward. No creo que a estas horas siga fotografiando. Sabe el diablo con que mujer se este revolcando. – Emmett sacudió la cabeza, desaprobando el comentario de su hermana, aun así le hizo caso.


Jacob, su gran amigo tan rico como el, heredero de un imperio de las telecomunicaciones, compañero de fiestas, iría con él a hurgar entre la noche, que prometía ser salvaje. Se conocían desde que eran infantes, ambos coincidían y se parecían. Crecieron en familias adineradas, con las presiones familiares, tuvieron una adolescencia conflictiva, en la cual conocieron el alcohol, algunas drogas y por supuesto el sexo, aunque no así el amor. Ambos extremadamente atractivos y esta noche sería su noche, como lo habían sido todas las demás anteriores.

Veía su reflejo en el espejo retrovisor, y sintió su teléfono vibrar en su bolsillo.

- Emmett, hola - Contestó el teléfono

- Edward por fin te ubico, ¿Dónde estas?

- Llegando a un club. - Tenia acceso a cualquier club sin siquiera hacer cola.

- Era de esperarse. – Emmett sonrió - hermano mañana vienes verdad?

- En serio, sigues con esa idea?

- Quiero que ustedes la conozcan, ella es…

- Se lo que vas a decir 'perfecta'. – A Edward se le hacia tan imposible creer esa palabra, para el, nadie era quien parecía, también hace cuatro meses aprendió a desconfiar de todo aquel que lo rodeaba. Nunca más sería tan ciego como antes. – Emmett, te digo algo, me da mucha pereza manejar 18 horas hasta Seattle.

- Vamos Edward, si a ti te encanta la velocidad, además se que quieres hacerlo con tu nuevo Maserati. – Edward sonrió al comentario de su hermano. Su nuevo auto si era 'perfecto'. Mas ahora estaba sentado de copiloto en el auto de su amigo Jacob. – Tienes algo de razón, conducir 18 horas es agotador. Papa ya llegó a Seattle, y el jet privado esta disponible.

- ¿Carlisle llegó?

- Si, hoy en la noche, hace un momento.

- ¿Y la duende?

- Alice esta demasiado emocionada por conocerla, toda la familia lo esta, y por supuesto yo estoy muy entusiasmado con presentársela. Esme se encargará personalmente de la comida. – Edward y Jacob se encontraban a solo una cuadra del club, y ya se escuchaba la música.

- Oye Em, ya estoy llegando, supongo que iré mañana.

- Ok, no me falles.

- Adiós. –

- Saludos de la duende. Adiós Eddie. Usa protección, eh!– dijo con voz un poco juguetona. Edward se disgustó por el apelativo, pero inmediatamente rió por la broma.

Edward miró algo serio hacia la ventana, su seño reflejaba preocupación. Jacob preguntó un poco después:

- ¿Qué tal está Emmett? –con sincero interés.

- Esta demente. – Jacob rió ante tal respuesta.

- ¿Por qué?

- Esta enamorado, y quiere presentarnos a su novia, mañana por la noche en una cena familiar.

- Waoo, entonces va en serio. – abrió los ojos.

- Eso me temo, debe ser otra oportunista.

- Todavía quedan mujeres respetables en el país, Edward. – Jacob conocía la historia de Edward y comprendía que temiera a que su hermano le pasara como le ocurrió a él.

Ambos bajaron de la camioneta plateada de Jacob, quien a su vez le dio al empleado las llaves para que estacionara su última adquisición. Cuando se enteró que Edward cambió su Volvo por un Maserati, decidió no quedarse atrás y comprarse un Audi Cross Coupe Quatro. Los privilegios de tener una tarjeta sin límites.


Tenia una confianza maldita, pues sabía que era asediado por las mujeres que lo observaban desde la entrada. Una y otra mirada lasciva, y daba una que otra sonrisa torcida. Reconocía a una y otra que ya habían pasado por su cama. Pero el quería algo especial para esa noche. Jacob tomó su propio camino, pero se reunirían luego para presentarse a sus conquistas.

La luna llena de color marfil y las miles de estrellas adornaban la noche, que por cierto era bella y hasta cálida. Por eso ella llevaba un polo sin mangas, que dejaban al desnudo sus hombros y su cuello largo. Su belleza bordeaba la perfección: Ojos grandes e infinitamente azules, pómulos altos y firmes, nariz fina y recta y cabellos dorados, un cuerpo esbelto. Tenía un pantalón de latex negro pegado al cuerpo. Nadie se resistía jamás a ella, la miraban y admiraban, la observan y desean.

El no sería la excepción a la regla, la vio entrar el cabello suelto, rebelde, mirada arrogante, mirada intensa y azul, actitud de diosa. Ella sería la única para él, esa noche. Su objetivo de la noche. Quiso acercarse, pero temió que fuera algo precipitado para abordarla. Ella era especial, de lejos la persona físicamente más perfecta que él había conocido. Ella se acercó a la barra imponiendo e intimidando con su presencia. Edward tomó unos tragos y hubo de esperar que ella hiciera lo mismo. Con su maldita y torcida sonrisa en la cara, se le aproximo confiado y decidido. Al parecer ella no se percató de su presencia o si, pero la ignoró. Ella flirteaba con el bartender, una sonrisa corta , peo extendida, disimulaba muy bien ignorarlo, se sentó a su lado. Ella parecía feliz y un poco pasada de copas. Edward no esperó y cuando captó su mirada, fue directo.

- ¿Tu Nombre? – ella volteó al escuchar su voz perfecta y masculina.

- ¿Importa? – dijo casi inmediatamente, el solo sonrió – el anonimato hace todo aun mas interesante.- Edward prestó inusual atención a sus labios cuando ella pronunció interesante. Eran delicados, voluptuosos y seguramente, pensó el, voraces. Ella pasó una mano por su cabello. El no apartó ni un instante la vista de ella, su belleza era adictiva. Solo una palabra de su boca, había causado un gran impacto en el. Ella no tenía la intención de ser seductora, ella fue solamente ella. Le sonrió y le lanzó una mirada azul.

- Asi que ¿te crees dificil? – pronunció Edward.

- Soy difícil. – estaba sorprendido ante esta mujer de carácter y actitud imponente. Pero no se iba a rendir.

- Dos shots de tequila.- pidió el. Ella se había volteado y miraba a la pista de baile apoyando sus codos en la barra, una pose muy sensual. El la miró a los ojos y el tequila llegó.

- No me gusta el tequila –dijo ella casi sin verlo a los ojos.

- ¿Puedo saber que te gusta? – lo agarró del brazo y lo acercó a ella, lo arrastró hacia donde todos bailaban. Edward pudo entender a lo que se refería. Lo volvia loco con sus movimientos y sentía tocar el cielo al estar tan cerca de ella.

Ella tenia sus manos fijas en su cuello y el sus manos sobre sus caderas. La música la hacia contornearse y disfrutaba cada segundo. Bailaron muy de cerca, ella esquivó varias veces su rostro, aunque aun así, no alejaba su boca de la de el. Se hacia desear y seducir, Edward sentía su tibio aliento. Una vez mas intentó besarla, ella se echó para atrás riéndose. Edward quedó algo desconcertado por su reacción, y luego recobró su postura. ¿Quien se negaba a besarlo? Eso jamás pasó en toda su vida. Sin dudas ella era difícil.

- Tengo novio – le dijo al oído, casi en un jadeo. El se sorprendió, pero no quiso renunciar al momento.

- ¿Y? ¿Eso importa?- se atrevió a decir el. Sus bocas se juntaron al compas de la música, ella desordenaba aun mas su cabello, y el la acercaba más a su cuerpo, el quiso besar su cuello y así lo hizo, en un caminillo húmedo encima de blanca piel. Ella retomó su boca, exhortos en su nube, mezclaron sus lenguas. Pero ella se separó.

- ¿Qué pasa?- dijo él.

- Nada – el la tomó de la mano y Se condujeron a través de la gente, la guio a una salita VIP más tranquila y espaciosa, lujosa y sutilmente iluminada. llegaron y se sentaron, aislados un poco del bullicio. El la besó con mas tranquilad y sosego, era como una adicción quería mas y mas, como si nunca hubiera experimentado un beso. Acariciaba su cuello y brazos, seguían absortos en su propia nube. se separaron un momento. Ella tenía la mirada perdida.

- ¿Te sientes bien? – ella sonrió. Se recostó en su pecho, y el la vio caer dormida como un ángel. Acariciaba su rostro, suave y blanco. Era un hechizo, quería tenerla consigo, estaba hipnotizado por su belleza. Ella se sentía protegida y segura. - ¿me esperas un momento? Debo buscar un amigo y vuelvo, dejo sus cosas sobre la mesa de mármol, y salió.

Al volver ella se había ido. Solo dejó agendado en su Blackberry:

R - 997659011

Bueno eso fue, que les pareció? Dejen review, ya me falta poco para tener el segundo capitulo completo. Sugerencias y reviews. Ya saben Reviews son Previews; es decir a mas comentarios les adelantare como sigue la historia.