Otra vez volvía a estar llorando por las esquinas. La razón… la misma de siempre. Encontrarse a Ron y Lavender bebiendo el uno del otro, como si quisieran arrancarse el alma a besos; siempre le afectaba más de lo que quisiera admitir.

– Hermione… –dice una voz a mis espaldas.

– ¡Harry! –intento limpiarme las lágrimas sin que se dé cuenta, pese a saber que ya me ha visto– ¿Qué haces por aquí? Pensé que tenías clases particulares con Dumbledore.

– La clase acabó pronto hoy –respondió él–. ¿Qué ha pasado?

– Nada… Yo… –balbuceo.

De repente oímos risas a nuestras espaldas y toda explicación se vuelve innecesaria. Harry sabe de sobras qué me pasa. Desaparecemos con rapidez antes de que la nueva pareja de Gryffindor nos alcance.

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En pocos días será la fiesta de Navidad del profesor Slughorn. Había pensado invitar a Ron, como amigos, claro está, pero ahora no es opción. Tengo que encontrar una cita que reviente la burbuja donde vive ese idiota pelirrojo. Me debato entre dos candidatos… Zacharias Smith o… No, a ese chico no le aguanto. Decidido, iré con Cormac McLaggen. No tendría que ser un problema, me ha tirado la caña alguna que otra vez, solo tengo que hacer ver que he picado el anzuelo.

También tengo que hablar con Harry. No debería retrasar más el encontrar pareja, muchas quieren ir con él por ser "el Elegido", pero es mi mejor amigo, no quiero que se aprovechen de él, así que en cuanto tengo una oportunidad me lo llevo a parte para hablar del tema:

– Harry… –empiezo tanteando el terreno.

– ¿Sí? –pregunta él sin saber por dónde van los tiros. Ya podría quitar esa cara de miedo, ¡no me lo pienso comer!

– He estado pensando en la fiesta de Slughorn, esto de que tenemos que llevar pareja y… en fin…

– ¡Cierto! –me corta–. He pensado que podríamos ir juntos, ¿qué te parece?

– Mm… –me sabe fatal decirle esto, pero no es una opción– Lo siento Harry, yo ya tengo pareja.

– ¿En serio? – contesta pasmado. Ni que fuera algo tan imposible, ¿no?– ¿Con quién vas?

– ¡Oh, nadie importante! –cuando pienso en McLaggen siento retorcijones… algo me dice que es una mala idea, pero lo descarto automáticamente– A mí quien me preocupa eres tú, Harry. ¿A quién piensas llevar de pareja?

– Ah, mm… No se… Tranquila, llevaré a alguien… a alguien interesante, sí.

Estoy de todo menos tranquila, pero decido dejar el tema y cada uno se va por su lado. Él a entrenar, yo a la biblioteca.

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¡Luna Lovegood! Sí, definitivamente Harry ha venido con alguien interesante a la fiesta. Yo, en cambio, me esfuerzo por escaparme de mi pareja a toda cosa. Tendría que haber hecho caso a mi instinto, pero si quería molestar a Ron no tenía otra opción. Recuerdo su reacción cuando se enteró de quien sería mi cita hoy y una sonrisa se expande por toda mi cara. Desenterró su cara de entre los brazos de Lavender y por ella pasaron todos los colores del arcoíris. Intentó gritarme furioso, pero solo le salieron varias frases ininteligibles y se marchó como un huracán de la mesa del comedor, mientras su novia se ponía a cotillear con su inseparable amiga Parvati, como si mi cita con McLaggen fuera el acontecimiento más increíble de la semana.

¡Mierda! Aquí viene el muy plasta… otra vez. ¡Será pulpo! He perdido la cuenta de las veces que he tenido que escabullirme de esas manos desde que empezó esta estupidez. Intento pensar a toda prisa otra manera de escapar de él cuando de repente entra Filch tirando de Malfoy. Se ve que lo ha encontrado vagando por los pasillos o algo así según viene diciendo. Draco Malfoy… se me está ocurriendo una idea. Podría funcionar, si él la aceptara… ¿probabilidades de que eso ocurra? Mínimas, pero me permitiría escapar de Cormac a la par que molestar a Ron y eso me basta para intentarlo. Respiro hondo y me dirijo hacia donde está agarrado por Filch del brazo, impidiendo su huida. Cuando estoy cerca de Malfoy me inclino y le susurro al oído:

– Te ayudo a zafarte de Filch si tú me ayudas a mí.

Evidentemente algo se huele, no es normal que yo le ofrezca mi ayuda, pero sabe que soy su única vía de escape.

– Hecho –murmura secamente.

– Bien, sígueme la corriente –le contesto por lo bajo.

Me giro hacia Filch y le digo con voz entusiasmada:

– ¡Señor Filch, le ha encontrado! ¡Muchísimas gracias, empezaba a pensar que MI PAREJA se había perdido por el camino! –madre mía, parezco una niña de 5 años en una tienda de chucherías con dinero en el bolsillo… lo que tiene que hacer una por conseguir lo que quiere.

Todo el mundo se queda parado y el silencio empieza a apoderarse de la sala, cosa que aprovecho para tirar del brazo de Malfoy y alejarlo de las garras del celador. Lo único que se oye es la música, así que lo primero que me viene a la mente es:

– Ven Draco, vamos a bailar –¿acabo de llamarle Draco? Sí, acabo de llamarle Draco. Me va a matar, se lo veo en los ojos, pero un trato es un trato hasta para una serpiente como él, ¿no?

Fingimos ponernos a bailar y poco a poco la gente recupera la movilidad y empieza a cuchichear en un volumen cada vez más elevado. Genial, eso me facilita el poner al tanto a mi compinche por esta noche. O al menos durante unos minutos más, no necesito demasiado tiempo para llevar a cabo mi plan. Me acerco un poco a él para hablarle al oído y se pone aún más tenso si es posible.

– Tranquilo, no intento ligar contigo ni nada por el estilo, solo quiero evitar que nos escuchen oídos indiscretos, así que ¡relájate, por Merlín! –susurro entre dientes. ¡Me está poniendo nerviosa a mí!

– Vale –contesta también entre susurros. Parece que intenta relajarse, pero no lo consigue. Supongo que tener a una sangre sucia tan cerca le incomoda. Que se aguante, será un momento.

– Bien –empiezo–, he cumplido mi parte del trato, ahora te toca a ti. Esto es lo que tengo en mente… y antes de que me interrumpas, ya sé que te parecerá una locura, sólo escúchame hasta el final, ¿vale? –asiente rígidamente como toda respuesta… no, no voy a lograr que se relaje. Decido seguir antes de acobardarme– Por motivos que no vienen al caso, me serías de gran ayuda para molestar a alguien. Tendrías que haber sido mi primera opción, pero dada nuestra… relación, tuve que recurrir a otros métodos. No ha salido como esperaba y me debes una, así que se me ha ocurrido esto: bésame.

– ¿Qué?! ¡No pienso…! –empieza a protestar.

– ¡Shhhhhhhh! –le corto rápidamente–. Vamos, no te estoy pidiendo algo que no hayas hecho antes con más de medio colegio. Ya sé que no soy tu conquista ideal, pero venga, ni siquiera tienes que añadirme a tu lista, si es que tienes una. Sólo un beso que haga que parezca que esta velada está siendo única para los dos y vuelves a ser libre para deambular por el colegio.

– Soy libre para deambular por el colegio –me contesta entre susurros con el ceño fruncido.

– Lo sé, pero vamos, prometo que no será tan desagradable como crees. Además, es una oportunidad única para molestar a Ron, ¿de verdad la quieres desaprovechar?

– ¿Quieres molestar a Weasley? ¿Por qué? –pregunta suspicaz. No me extraña y supongo que tendré que darle una versión resumida si quiero que coopere.

– Digamos que desde que tiene novia se está comportando como un capullo conmigo. Más de lo normal –murmuro mientras pongo los ojos en blanco–. Así que quiero hacer algo que sé seguro que le molestará.

– ¿Y sólo se te ha ocurrido besarte conmigo? –contesta incrédulo a la vez que molesto.

– Él sigue comportándose como si tuviera algo que decir sobre los chicos que se acercan a mí cuando no es así ni de casualidad. No tiene ningún derecho. Y sé que si le llegan rumores de que me he besado con (y perdona que diga esto, pero es así) un chico que no sea de su agrado, le dará un infarto y se morirá de la rabia. Así que dime… ¿quieres verlo rabiar como nunca antes?

Lo tengo en la palma de la mano, puedo verlo con claridad. No porque parezca que le he aplastado con mis zapatos de tacón y esté por los suelos. No. Todo lo contrario. Sonríe con suficiencia, con esa sonrisa suya que dice que está a punto de disfrutar mucho con lo que va a hacer. No digo que vaya a disfrutar el beso, pero sus consecuencias valdrán la pena. Ha tomado esa decisión, lo dicen tanto sus ojos como su sonrisa ladeada. Se inclina hacia mi oído y me susurra:

– Espero que lleves bragas de recambio, Granger, porque las que llevas van a quedar empapadas –se inclina levemente y me besa sin preámbulos.

¡Y qué beso! Solo con sus palabras yo ya tenía la respiración entrecortada, pero este beso hace que todo mi cuerpo tiemble y me derrita aun sin quererlo. Mis piernas se vuelven de gelatina y él me agarra de la cintura y me aprieta más a su cuerpo. Si no lo hubiera hecho, ahora estaría por los suelos. Me coge del mentón y me inclina la cabeza para profundizar el beso, metiendo su lengua en mi boca sin pedir permiso, pero no me importa. Hace rato que todo ha dejado de importarme, ni siquiera soy consciente de la gente de mi alrededor. Poco a poco va bajando la intensidad del beso hasta que lo corta del todo. Se vuelve a aproximar a mi oído y me susurra:

– Vayamos a tomar un poco el aire.

Lo sigo medio en las nubes. Me doy cuenta de que todo el mundo se ha quedado mudo y mirándonos cuando de repente todos empiezan a hablar a la vez. Jamás pensé que Draco Malfoy me daría semejante beso de película… ¡y delante de tanta gente! Cuando nos hemos alejado suficiente de la fiesta se separa de mí y vuelve a poner su sonrisa de capullo arrogante.

– Mañana será la comidilla de todo Hogwarts –suelta él–. Espero ver la cara de la comadreja cuando se entere.

Esto me hace bajar de golpe a la tierra. Y menudo porrazo me doy. Pero es lo que yo quería, ¿verdad? Ahora me toca apechugar con ello.

– Sí –le contesto–. Ron no tardará mucho en saberlo, tanto Ginny como Harry estaban en esa fiesta. Y si no se lo dicen ellos, ahí había mucha gente y tiene una novia muy cotilla, tarde o temprano le llegará el rumor.

– ¿Y bien? –empieza con sonrisa burlona. No sé dónde quiere llegar, pero seguro que no es agradable– ¿Cuál es el estado de tus bragas, Granger?

No puedo evitar una carcajada. Me estoy riendo con Malfoy. Increíble.

– Te lo diría que lo comprobaras por ti mismo –contesto con voz sexy, ni corta ni perezosa–. Pero eso sería demasiado para ti. Otra vez será, tal vez. Buenas noches, Malfoy.

Me voy dejándolo ahí plantado, directa a la torre de Gryffindor. Realmente necesito cambiarme las bragas.