REGALO

DE LILY TENDO 89

Los personajes no me pertenecen, le pertenecen a la gran Rumiko Takahashi. Sólo los tomé prestados en un momento de inspiración.

Habían transcurrido algunos meses desde la boda fallida de la pareja más célebre de Nerima, y al parecer todos lo habían tomado particularmente bien, todos lo habían superado o casi todos… excepto por la mujer que tenía la ilusión de ver a su hijo felizmente casado con la mujer que ama, Nodoka Saotome.

Volver a ver a su hijo, aun descubriéndolo en una forma femenina tan peculiar hizo que el corazón de Nodoka Saotome renaciera una vez más, sobre todo al descubrir que su hijo amaba a cierta artista marcial de cabellos negros casi azulados, a quien no dudó en aceptarla como una hija, su familia se hacía más grande de lo que hubiera imaginado al volver.

La relación de la mujer con su nuera era de lo más especial, pero también descubrió que era algo muy peligroso, no por nada destruyeron su casa ciertas jovencitas, al creer que se le estaba entregando un anillo de matrimonio, quienes además osaron interrumpir la boda de su hijo, con bombas y un sinfín de atrocidades.

Mientras todos se concentraban en continuar con sus vidas de la manera más natural posible, Nodoka Saotome veía cada sueño que iba construyendo deshaciéndose nuevamente, perdió su casa, su hijo no definía sus sentimientos (lo cual no lo hacía muy varonil a su vista), pero ella SABÍA que su hijo amaba a la joven de cabellos oscuros y figura delgada, ella SABÍA que la joven lo amaba a él, lo descubrió en uno de esos momentos más inesperados, al ver la decepción de ambos al descubrir que su regalo no era más que un pastillero, en lugar de un anillo de compromiso, ¿cómo fue posible que no se diera cuenta de la confusión que causaría?, ¿cómo un detalle así le traería más problemas? Pero ella tenía un plan, y ésta vez no fallaría…

Era domingo por lo que las cosas en la casa Tendo estaban de lo más comunes, Kasumi preparaba el desayuno junto a su tía, Akane salió a hacer su ruta de trote como todos los días, 5 millas cuando menos, Soun Tendo leía el periódico, Nabiki hacía cosas que sólo ella y su mente maquiavélica podían entender y en el jardín central combatían en una lucha sinsentido un Panda y una chica pelirroja

-Viejo deja de decir estupideces- Musitó la pelirroja

Sacando un cartel el panda respondía –No es mentira, yo lo oí-

-Que te calles-

-No es mi culpa, tú lo dijiste-

-Que yo no dije nada-

-Ya es hora de que lo aceptes, hablabas dormido-

-Te mataré si lo dices-

-Decías Akane, no me dejes sólo-

-Akane, te amo-

¿Cómo lograba escribir tan rápido? Nadie lo sabe, el punto es que siempre decía las cosas más ciertas pero inoportunas, que lograban sacar lo peor en su hijo, la vergüenza combinada con una pizca de bochorno y un gran tumulto de furia.

Lo que nadie, o a su vez, todos entendían (a excepción de Ranma Saotome) es que el evento en Jusendo, dónde estuvo a punto de perder a Akane lo atormentaba en lo más profundo, cosa que sus padres no tardaron en comprender, al escucharlo hablar en sueños en distintas ocasiones.

El joven (por el momento chica) se abalanzaba sobre el panda con lo mejor de su arte marcial, patadas, técnicas, más allá de lo que un simple entrenamiento debería demostrar; de un puñetazo la chica arrojó al panda al interior de la casa, donde se encontraba el kotatsu, partiéndolo a la mitad como por enésima ocasión.

Justo al aterrizar el panda recorrió con su vista un largo kimono desde los pies, recorriendo unas amplias y conocidas caderas, hombros hermosos, hasta topar con una mirada fiera que lo calmaba y a la vez lo hacía tener el peor de los miedos, peor que un niño recién atrapado en una travesura, era la mirada de su esposa, quien no se veía muy contenta por el comportamiento de su esposo y su primogénito.

Con el porte que solo una descendiente de Geishas y una línea de samuráis lo puede hacer, sólo volteó su cuerpo y habló con voz fuerte y clara.

-Espero que pronto estén listos para el desayuno- e ignorando a su esposo dirigió su mirada a su hijo empapado, con un cuerpo femenino que dejaba mostrar todos sus atributos.

-Ranma, espero que en el desayuno estés más presentable, y después de eso tendremos una charla en nuestra habitación-

El joven sudó frío, entendía que a su mamá le molestaba esa falta de delicadeza, pero tampoco pensaba que hubiera sido para tanto ¿o sí?, sólo se limitó a responder –Sí, mamá- Volteando a ver su pies, rascándose la nuca, imaginando lo peor de esa charla que le esperaba después del desayuno.

El desayuno transcurrió en completo silencio, bueno, eso parecía hasta que Kasumi con esa amabilidad y ternura particular preguntó – ¿Y que fue todo ese alboroto en la mañana?, sonaban muy entusiasmados esta vez en su pelea tío-

Ranma casi se ahoga con el arroz que comía, lo pasó por su garganta tragando como si fuera un sorbo de agua y se río muy nervioso, tratando interrumpir cualquier palabra que saliera de la boca de su mal atinado padre.

-Nada, es sólo que apostamos que el que ganara comería el último plato de arroz- riéndose nerviosa y falsamente.

-Eso no es cier gob gob gob- Genma Saotome no terminó de hablar cuando Ranma, dio de tragar al hombre, más bien intentándolo ahogar con un tazón lleno de arroz, haciendo a su padre tan feliz que olvidó todo el asunto.

-Claro él ganó- dijo Ranma rascándose la nuca.

Todos en la mesa lo miraron sorprendidos, y no menos incrédulos, no sólo Ranma le daba de comer la última porción a su padre, sino que también aceptaba su derrota, algo seguro no andaba bien, pero no dudaron en seguir disfrutando esa paz tan sospechosa, terminando su desayuno armoniosamente.

Terminó el desayuno sin más pormenores, Nodoka subió a su habitación y Ranma entendía que era el momento de afrontar a su madre, sabía que le llamaría la atención por la pelea con su padre y le daría uno de esos sermones sobre el honor, la virilidad y el control de un artista marcial.

Al entrar a la habitación el silencio era abrumador, pero se adentró a paso firme, dispuesto a afrontar la desilusión de su madre una vez más.

Para su sorpresa su madre lo recibió con una sonrisa, esas cálidas que derriten al más frío de los hombres, diciendo –Pasa hijo, tenemos que hablar-

Él no respondió, no entendía, creía que su mamá estaba molesta, ¿entonces por qué sonreía? ¿Por qué le hablaba con tanta ternura?, sólo se limitó a sentarse a su lado, para ser el gran bocaza Ranma Saotome, esta ocasión estaba sin palabras.

-Hijo, sé por qué peleabas con tu papá esta mañana- Al joven sólo se le abrieron los ojos como dos canicas en sorpresa –Yo también he escuchado, sé que te preocupas aún por Akane en tus sueños-

-Mamá yo…- El artista marcial no pudo articular respuesta alguna, definitivamente no era lo que se esperaba, por lo que la matriarca continuó…

-Aunque no lo quieras reconocer aun entiendo tus sentimientos, soy tu madre, a pesar de pasar tantos años alejados puedo reconocer los sentimientos de mi hijo cuando lo veo a los ojos-

Pero ni siquiera el mismo Ranma entendía a qué se refería, o talvez no lo quería reconocer, ¿A qué hijo le gusta que su madre desnude su alma mejor que a uno mismo? aunque siempre tengan la razón.

-No tienes que decirme nada, sólo quiero que tengas algo, para el momento en el que estés listo, es muy valioso en mi familia, no solo en lo material, si no en lo que representa esto en la familia-

Ranma mantenía una cara de confusión, cuando observó que su mamá sacó algo de entre su cabello, era dorado, un poco opaco pero no menos hermoso, tenía grabado de ramas y unas incrustaciones de cristal azul que formaban una flor de nobilis, era lo más delicado y a su vez imponente que veía a su madre portar jamás (y eso es decir mucho de una mujer que anda por la vida cargando una katana).

Era un kanzashi de lo más peculiar, se veía viejo y hermoso, de esas cosas que sólo podían considerarse bellezas añejas.

-Era de mi tatarabuela, tiene más de 100 años en la familia, no tiene mucho valor, pero sí puede llegar a ser muy preciado, ya que está bañado en oro y sus piedras son muy preciosas, quiero que la conserves hasta que encuentres a la mujer con la que quieras compartir tu vida.-

-Mamá, no entiendo que tiene que ver esto con mis sueños- dijo Ranma habiendo salido de su estado de shock.

-Necesitas encontrar paz hijo, pero no podrás hacerlo hasta que hayas dominado bien tu corazón, un artista marcial no lo hace sólo la fuerza de sus golpes, mucho tiene que ver con el dominio de su corazón, tu amas a Akane, pero hasta que lo aceptes no encontrarás esa paz, si te doy algo tan especial es como una prueba de mi confianza, yo sé el valor que tienes en ti y no tardarás en encontrarlo, hasta entonces consérvalo, para recodártelo, y cuando estés listo se lo darás, pero no tardes tanto como para que un montón de chicas destruyan esta casa- terminó diciendo guiñándole un ojo.

El estado de Ranma pasó de helado, al de un hombre en estado de ebullición, las palabras de su madre resonaron no sólo en su cabeza, si no en su corazón, sus sentimientos ocultos, su valor, carajo, no se equivocó al pensar en el sermón de la virilidad, pero de qué manera ésta vez… también de su casa destruida ¿por qué no se preocupó de eso antes? tantas cosas que pensar, tanto que pudo responder y sólo se limitó a salirse por la tangente.

-Creí que no conservabas muchas cosas de tu pasado, ¿cómo hiciste para conservarlo, para que papá no te lo robara y lo vendiera por ahí?-

-Siempre lo he usado para sujetar mi cabello, él no nota los detalles, está demasiado ocupado buscando cosas grandes como para ver el valor en algo tan pequeño, aunque no lo parezca, puede valer hasta cien mil yenes. –

Ranma se admiró de que le obsequiaran algo tan valioso para la familia de su madre, ¿cómo es que confiaba en él aún después de lo que ha pasado? ¿Tan importante es Akane para ella? sin duda lo era para él, una y mil veces, ella era lo más importante.

-Gracias mamá, prometo cuidarlo mucho, y… pensaré en lo que me dijiste también, lo prometo-

Nodoka no necesitó más, lo envolvió en un cálido pero breve abrazo, no era muy femenino que la esposa de un artista marcial se pusiera llorar frente a su hijo.

Genma Saotome se consideraba a sí mismo el artista marcial más honorable que pudiera existir, tenía una esposa fiel, leal, amable, atenta y sometida de la que podía sentirse orgulloso, un hijo que a pesar de ser un completo ingrato, se congratulaba a sí mismo de su genialidad a la hora de repartir golpes en un combate marcial, lo llevó a los rincones más remotos del Japón en un arduo pero fructífero entrenamiento, pasaron fríos, hambre, sed, sudor, dolor, pero de todo eso ÉL lo sacó adelante, sí, sin duda era el mejor esposo, padre y artista marcial de todos, deberían hacerle un monumento.

Nada importaba que hubiera tenido que robar, mentir, vender a su propio hijo por comida y volverlo a robar, porque debía hacer honor a su escuela del Todo Vale, para conseguir sus intenciones tan nobles. Cuando veía una oportunidad de tomar algo de valor lo hacía, claro todo lo hacía por su familia, de eso no había la menor duda, y cuando por curiosidad escuchó a esposa e hijo hablar de un objeto que valía al menos cien mil yenes, se sintió muy ofendido por no formar parte de la conversación familiar.

Claro, había escuchado algo sobre un regalo viejo, algo de una tatarabuela y del valor, pero esas no son cosas de hombres, el deber de un artista marcial era aprovechar las oportunidades para hacer cosas grandes, sí, ahora Genma Saotome tenía un gran plan, esta vez sorprendería a su esposa y a su hijo.

Continuará…