Paint it Black
Capítulo 1
Cigarettes & Ritalin
Frank Iero
¡Maldito reloj despertador¡
Fue lo primero que pensé apenas abrí los ojos esa mañana. Otro año más en la secundaria, otro año más de torturas. No quería volver a ese lugar, no quería empezar una vez más con esa rutina; sólo me quedaban dos años más en este pequeño campo de concentración del cual, desde el primer día en que llegué, he deseado escapar. Es tan horrible pensar que la escuela sea sencillamente una constante disputa entre clases sociales y estirpes inútiles ¿A caso sólo por ser un grandulón cara bonita es que te puedes ganar el respeto de los demás? Pues creo que sí. Pero lo que más me aterra es que después de salir de ese lugar, la vida seguirá siendo una interpretación de la secundaria, donde los más astutos y patanes se salen con la suya, donde sólo las mujeres con excelentes "atributos" serán bien aceptadas… ¿Qué le pasa a éste mundo? Si la secundaria me daba miedo, no me quiero imaginar el resto de la vida.
Inhalé y luego dejé salir el aire violentamente. Nuevo día, nueva semana, nuevo año escolar… y las mismas costumbres. Al colocarme de pie a un lado de la cama, la cobija se deslizó hasta mis pies y quedé expuesto al intenso frio que había en mi habitación ya que anoche olvidé cerrar la ventana. Aaash. Eso me pasa por dormir en bóxers. Como cualquier otra mañana de escuela, fui al baño y me cepillé los dientes untando crema dental en mi dedo índice, se supone que hace dos semanas atrás compraría un cepillo de dientes. Bueno, como sea.
Luego de darme una ducha, vestirme y tomar mi morral bajé las escaleras rápidamente de dos en dos escalones. Mi madre estaba ahí, esperándome con una sonrisa en el rostro, clásico de ella. Sharon me abrazó con cariño y me dio un beso en la frente antes de mencionar: "voy a trabajar, que te vaya bien en tu primer día de clases, nos vemos en la noche mi pequeño muffin… ¡recuerda comer algo antes de salir!"
Sí, claro.
Desde hace unos meses Sharon, como madre sobreprotectora que es, me organizó una cita con el médico debido a que últimamente había notado que mi rendimiento académico había disminuido; el Doctor insistió que mi problema era un común caso de TDAH – trastorno por déficit de atención con hiperactividad – y desde ese día me recetaron pastillas de Ritalin, algo como una psicoestimulante que, según varias fuentes, tiene una composición semejante a la cocaína. Hoy en día acostumbro desayunar cada mañana un par de esas "pastillas tranquilizantes" y fumar un buen cigarro, cosa que quería cambiar, pero…
¡Diablos! Llegaré tarde. Tomé un autobús que me dejaba a una cuadra de la escuela, sólo era cuestión de mover rápidamente mi trasero y así lograría entrar al aula antes de que la campana sonase.
Bien, ya estoy aquí sano y salvo. Caminé por los pasillos como si nada, procurando camuflarme entre la gente. Mis ojos viajaban de rostro en rostro observando como la mayoría de los amigos se saludaban desde lejos y las chicas se abrazaban emocionadas por reencontrarse luego de las vacaciones de verano. Y luego la vi… tan hermosa como siempre. Amy, a la que con orgullo llamo mi novia, estaba ahí, a escasos pasos de mí, intenté pasar chocándome con la gente pero mi estatura insuficiente y los miles de estudiantes obstaculizando mi espacio fueron motivos por los que se me hizo imposible llegar y saludar a Amy, y cuando digo que habían muchos estudiantes en los pasillos no miento, esta pequeña escuela está capacitada para 2.000 alumnos, pero hoy en día somos más de 2.500 Opté por algo muy sencillo: me agaché como un cachorrito marica y empecé a gatear rápidamente pasando entre las piernas de las personas hasta que me coloqué de pie justo enfrente de ella.
-Hola Calabacita –le dije sonriendo.
-¡Hola mi pequeño bomboncito! –exclamó con su hermosa voz aguda y se abalanzó sobre mí dándome un fuerte abrazo. La odiosa campana sonó en ese preciso momento y Amy se separó.
-¡Oops! Tengo que ir a clases bomboncito –dijo haciendo un puchero con su perfecta boca.
-Pero…
-Chau! Nos vemos a la hora del almuerzo.
Me envió uno de sus besos voladores y yo hice como si lo atrapase y me lo pegase al pecho.
Debo decir que la única razón por la que la secundaria no es un total infierno, es por ella. Amy y yo somos novios desde hace unos 11 meses cuando en clases de carpintería le enseñé a clavar un clavo… Aaaahh, desde ese día ella calló a mis pies y, por mi parte, siempre he estado enamorado de Amy desde que me colaba a las prácticas del equipo de porristas y me quedaba observándola con detenimiento como un idiota, detallando su hermoso cabello rubio, sus ojos grises, sus labios pequeños y rosados, y su perfectamente excitante cuerpo. Amy era todo y más de lo que un chico idiota y marginado como yo podía merecer. Entré al salón donde sería mi primera clase. Genial, todos los puestos estaban ocupados a excepción del último de la parte final al lado del chamo raro.
Con resignación me senté a un lado de aquel extraño joven de cabello negro hasta los hombros, vestimenta negra, ojos delineados, y unas pulseras gruesas y grises que cubrían gran parte de ambas muñecas. El tipo no hizo absolutamente nada cuando al intentar sentarme, moví mucho la silla hacia atrás y mi trasero en vez de quedar acomodadito en el asiento, se estampó contra el suelo y obviamente todos voltearon y uno que otro soltó una risita burlona. ¡Excelente! Eso me pasa por despistarme al detenerme a observar a ese raro en lugar de poner atención al lugar donde se supone que debería haber caído mi trasero. Soy un marica.
No le presté nada de atención a lo que decía la profesora. Trataría de entablar una conversación con él. ¡Claro! Mi plan de ser sociable y hacer nuevos amigos sería cumplido; aunque nunca antes le había dirigido la palabra a "el tipo raro" creo que ahora es un buen momento.
-Hola, soy Frank –dije amigablemente extendiendo mi mano para estrecharla con la suya, pero él solo movió su mirada a la palma de mi mano y en menos de 2 segundos volvió a observar el pizarrón.
-Me suena haberte visto antes, pero no se tu nombre… Me llamo Frank ¿Cómo te llamas?
Esperé a que él dijese algo, aunque sea un pequeño ruidito, pero nada. Siguió ignorándome. Que grosero, pero de mi no se iba a librar, lo seguiré molestando hasta que se digne en hablarme. Comprendo que soy ignorado por los grandulones del equipo de fútbol americano, por las chicas populares… Pero ¿También ser ignorado por un Raro-asocial? Esto sí es humillante.
- ¿Estás en algún club? – no me responde- mmm… ¿Tienes hermanos o hermanas? –Continúa sin responderme- ¿Puedo sentarme contigo a la hora del almuerzo? –su silencio terminó por sacarme de quicio- Maldita sea… ¡¿Eres sordo o qué?
- Gerard Way, detesto esos clubes, tengo un hermano llamado Mikey, Si quieres hazlo… y no, no soy sordo.
Ok. Su voz baja y un tanto ronca me sorprendió. Respondió a todas mis preguntas rápidamente y en orden.
-Bueno yo… -¡Diablos! Esta es la segunda vez en el día que esa bendita campana me interrumpe. El tipo raro, que ahora al parecer tiene un nombre, se levantó, tomo su bolso y se fue al igual que el resto de los estudiantes. Yo me apresuré y guardé mis cosas. Durante las siguientes horas que tuve no pude hablar con nadie; y lamentablemente los lunes no comparto ninguna clase con mi hermosa novia Amy.
A la hora del almuerzo me dirigí a la cafetería, compré los extraños frijoles con arroz y vegetales que habían en el menú y busqué desesperadamente a Gerard. Fácil, ahí estaba sentado solo en una mesa ubicada en un rincón de la cafetería.
-Hola –le saludé mientras deslizaba la bandeja con comida sobre la mesa- ¿No vas a comer?
Gerard me miró y sacó una manzana que tenia oculta en su morral.
- ¿Sólo eso? No me salgas con que eres uno de esos vampiros; créeme que ya estoy lo suficientemente harto de esas películas.
Mi intento de broma no le resultó gracioso. Bueno, era de esperarse; podría traer al mismísimo Russell Brand y el tipo no mostraría una sonrisa en absoluto.
Me dediqué a devorar mi comida, pasaron algunos minutos y ya me empecé a desesperar porque él no hablaba, y yo tenía la boca llena.
- Mira a ese –dije señalando discretamente a un muchacho que estaba en la fila para comprar. Gerard dirigió su vista al lugar donde mi dedo indicaba- tiene unos lentes como los que usaba mi abuelo; seguro está en la tonta banda escolar ya que veo que lleva un estuche de alguno de esos estúpidos instrumentos de viento y… o Dios, sólo a ese se le ocurre permitir que los nerds del club de ajedrez pasen por delante de él en la fila, Jaja que idiota –hablé como lo haría una niñata chismosa pero en casos desesperados como éste tenía que sacar cualquier tema de conversación por más estúpido que fuese.
El idiota del que estaba hablando hace unos segundos, se acercó con su bandeja hacia nosotros y tomó asiento en frente de Gerard.
- Hola Mikey.
- Hola Hermano.
…Joder.
-¿Quién es ese? –preguntó el hermano de Gerard, el cual aparentaba ser menor que nosotros.
-Un idiota de la clase de álgebra –Bien, ahora soy insultado por un Emo, y humillado en frente de un nerd. Gerard me miró y dijo: Frank el es Mikey, mi hermano; Hermano, él es el idiota.
- Hola, mucho gusto –me saludó el muchacho.
Continuamos concentrados en nuestro almuerzo, excepto Gerard que nada más le dio una pequeña mordida a su manzana, hasta que el estrepitoso ruido de una bandeja llena de toda clase de alimentos chocó contra la mesa. Uno de los Grandotes del equipo de Fútbol de la secundaria tomó asiento al lado de Mikey.
Que… extraño.
-Ni se les ocurra hablarme –advirtió con voz autoritaria. Gerard lo miró y enarcó una ceja, no precisamente de duda, más bien expresa algo como: "Y que le pasa a este tonto creído"; el hermano menor de Gerard por poco y no moja sus pantalones del miedo.
-¿Qué haces aquí Ray? –me atreví a preguntarle. No es que lo conozca personalmente, pero si se perfectamente quien es, Ray Toro capitán del equipo de fútbol americano, grandote, musculoso y obviamente popular en la escuela, conocido como "el Toro" famoso mujeriego y abusivo/matón o como se le llame.
-¡Les dije que no me hablaran, perdedores! –respondió molesto. Tomó su muslo de pollo frito y comenzó a tragarlo como un león hambriento.
-Entonces lárgate –habló Gerard. Woow éste sí que es osado.
Ray alzó la mirada y dejó su comida para responder:
-No sé por qué, pero el equipo entero decidió expulsarme; mi novia, mejor dicho, mi ex novia me odia totalmente y ahora puso a todas las chicas de la secundaria en mi contra. Nadie me permite sentarme con ellos a almorzar, así que decidí comer por el día de hoy con ustedes. ¡Sólo por hoy!
-¡Bomboncito! –una voz suave y delicada se escuchó a mis espaldas.
-Calabacita, hola –dije parándome y dándole un pequeñito beso en los labios. Mi hermosa Amy había llegado en el momento justo para rescatarme.
-Hola, tengo que hablar contigo –dijo muy sonriente.
-Bueno ¿Qué me vas a decir?
-Le conté a mi madre lo del viernes pasado, cuando viniste a mi casa y me diste muchos muchos besitos –dejó salir una adorable risita- y ella se molestó mucho.
-Ah ¡¿Por qué?
-Verás… -vaciló unos segundos mientras tomaba un mechón rubio de su cabellos y lo hacía un rizo con su dedo- mi mami quiere que sea virgen hasta el matrimonio, y yo obedezco a mi mami y… estar contigo es un riesgo, bomboncito. Así que ¡Adiós! –dijo extremadamente sonriente, dio media vuelta y camino por donde había venido.
-¡Pero…!
-¡Bye bye! –y se fue agitando su mano.
Tome asiento con desgano.
¡¿Por Qué?
Los chicos me miraron sorprendidos, en especial Ray que había dejado el pollo a centímetros de su boca y sólo se quedó viéndome.
-¿Bomboncito? –pregunto Gerard con una expresión de asco.
-Amy Parker, la sexy porrista… te dejó. Jaja. –comentó Ray.
-Sarah Lee, la capitana… te ODIA. Imbécil. –contraataqué, y para mi sorpresa Ray se calló la boca. Nunca me imaginé respondiéndole al capitán de fútbol (ahora ex capitán) de esa forma. Pero bueno, las cosas cambian.
Perdí a mi novia, y gané tres nuevos "amigos" el día de hoy. ¿Qué otra cosa más me puede suceder?
-¿Quieren escaparse de clases? –ofreció Ray.
-¿Tienes cigarros? –pregunté con voz baja.
Él asintió con la cabeza.
-Huyamos de esta mierda –concluyó Gerard.
