Este ff esta hecho por Elísabeth
Los personajes principales son los de Rowling, los demas son mios!
Hola! he vuelto con algo nuevo, bueno, no tan nuevo, este ff es una Precuela, (Definición del Diccionario: consecuencia inevitable de todo libro de éxito. Consiste en situar la nueva trama en una época anterior a la que transcurre la obra de éxito, ofreciéndonos pistas sobre sucesos acontecidos en el libro original. Aunque finalmente acaba formando parte de una n-logía, su particularidad consiste en que ha sido escrita posteriormente a la novela, o novelas, originales pese a desarrollarse con anterioridad a éstas. Lo más habitual, como cabría temer, es que la calidad disminuya a medida que aumente el número de precuelas de la serie, pues cada vez resulta más difícil ser original sin faltar a la coherencia interna de la obra. La otra variante de estas continuaciones es la secuela que, a diferencia de la precuela, transcurre con posterioridad a la narración original), y advierto que sólo habra esta. Los personajes son los del ff "Es algo personal" y lo que cuento en este ff de muy pocos capitulos es como se enamoraron los adultos, es decir, los dos ultimos años de colegio de Elísabeth, Sirius, Kate, Remus, Lily y James. Como ya he dicho seran muy pocos capitulos, y todo contado muy brevemente, pero centrandome sobre todo en la pareja de Elísabeth y Sirius.
Espero que os guste.
Capítulo 1: Sólo es atracción... o no.
Ese día era el último del curso en el colegio, y todos los niños estaban felices y contentos, en cada clase se había organizado una fiesta, los niños llevaban los refrescos y algo para picar, más de uno se colaba en la clase de al lado para tomar algo. Por supuesto los mayores no se metían en el área infantil, no se podía decir lo mismo de los niños, que entraban en las clases de los mayores a escondidas y ponían petardos, después salían corriendo riendo por la pequeña explosión.
Pero es una clase en espacial la que interesaba al director del colegio, que se hacia camino a trabes del concurrido pasillo.
- Niños, niños... no corráis - dijo el director.
Como era comprensible, ninguno le hizo caso. Se acercó a la clase, niños de nueve y diez años se divertían jugando con una piñata. Hizo una pequeña señal a la profesora.
- ¿Qué ocurre? -
- Dígale a la señorita McCallister que venga - dijo el hombre seriamente.
- ¿Ha pasado algo? -
- Sus padres... - dijo con tristeza.
Una niña estaba sentada sobre una mesa, junto con sus amigas, riendo. Mientras que sus amigas iban con falditas y muy emperifolladas, ella iba a su manera, tenía sólo diez recién cumplidos años, dos coletas, unos pantalones vaqueros, y una sudadera verde con gorro y bolsillos tipo canguro.
- Elísabeth... por favor... ¿podrías venir? - dijo la profesora amablemente acercándose a las niñas.
- Si, claro... -
- Te vas a enterar... en la próxima partida te ganare yo -
- Albert... soy el mejor con las cartas... no podrás vencerme nunca -
- ¿Timas a muchos en ese internado al que vas? - preguntó Albert maliciosamente.
- Caen como moscas -
Tenían trece años, y eran amigos desde que tenían uso de razón, habían ido a la misma clase pero desde que Patrick tenía once había sido trasladado a un internado, lo que su mejor amigo no sabía era que en ese internado, Patrick, aprendía magia.
- Patrick... tu madre al teléfono - llamó una mujer desde la cocina.
- Voy... - fue hasta el teléfono y sonrió amablemente a la mujer - gracias señora Bradley - dijo cogiendo el teléfono, la mujer le sonrió tiernamente - ¿mamá¿qué pasa? -
Palideció, Patrick no podía creer lo que su madre le estaba contando.
- Patrick... - murmuró Albert entrando en la cocina y extrañado por la cara de su amigo - ¿qué ocurre? -
- Tengo... tengo que volver a casa... tengo que irme - dijo rápidamente saliendo de la casa.
- Pat... espera... -
Albert intentó correr detrás de su amigo pero no lo alcanzó.
- ¿Qué habrá pasado? - preguntó la señora Bradley.
- No lo sé -
Patrick tardó poco en llegar a su casa, estaba agitado y nervioso, seguía sin creer lo que había pasado. Entró en el salón, donde estaba su madre, llorando.
- Pat... -
- Mamá... ¿cómo ha pasado? - preguntó acercándose a su madre y abrazándola.
- Un camión se cruzó... no tuvieron tiempo de esquivarlo... - Farah lloraba - tu padre ha ido a avisar a Daniel -
- ¿Dónde esta Eli? -
- En el jardín... -
Se separó de su madre y salió al jardín, se sentó un momento en las escaleras que bajaban al jardín, intentando tranquilizarse, respiró hondo, y terminó de bajar las escaleras, se acercó a un banco, donde estaba Elísabeth. Se sentó a su lado, y durante un rato permanecieron en silencio, las lagrimas silenciosas caían por las mejillas de la niña.
- ¿Qué puedo decir para que te sientas mejor? - preguntó Patrick tristemente.
- No lo sé - murmuró Elísabeth - pero si me abrazas a lo mejor ayuda un poco -
Así lo hizo, la abrazó tiernamente mientras ella comenzaba a llorar.
- Ya... ya mi niña ya... tranquila... yo estoy aquí contigo... - dijo Patrick para intentar calmarla.
Estuvieron así durante un rato, intentando calmarse los dos, por que al final lloraron los dos.
Dentro de la casa, Daniel McCallister acababa de aparecerse junto con Linus Lavine.
- Dan... - dijo Farah acercándose a él.
- No me lo puedo creer - dijo Daniel triste y pesadamente.
- Tranquilo... nosotros estamos aquí apoyándote en todo -
- ¿Dónde esta Eli? - preguntó con voz ronca.
- En el jardín con Patrick -
Daniel se llevó las manos a la cara, intentaba aguantarse las lagrimas, pero no pudo evitarlo por mucho tiempo, a fin de cuentas, era su padre, y su madrastra, los que acababan de morir, no era fácil contener las lagrimas en esa situación, y menos cuando la que peor iba a pasarlo era su hermana Elísabeth.
- Dan... -
En la puerta del salón que daba al jardín estaban Patrick y Elísabeth. Daniel se levantó de su sitio, sin secarse las lagrimas, ya no importaba, se acercó a su hermana, la abrazó, la cogió en brazos y la llevó hasta el sofá, donde se sentó con ella sentada en sus piernas y la acurrucaba.
- Ya... tranquila -
Elísabeth no pudo evitarlo y volvió a llorar. Patrick se sentó al lado de ellos y agachó la cabeza para que no lo vieran llorar también, no podía evitarlo, adoraba a esas dos personas, las veía como sus segundos padres y ahora ellos estaban muertos.
- ¿Qué va a pasar ahora? - preguntó Elísabeth con una débil voz.
- No conoces Londres ¿verdad? - preguntó Dan intentado sonreír, ella negó con la cabeza - ¿qué te parecería venirte a vivir conmigo allí? -
Era lo más lógico, que Daniel se hiciera cargo de su hermana, y por lo tanto se le llevara a vivir a Londres, lo más lógico y lo que debía hacer. Patrick lo miró sorprendido, aunque se lo esperaba, no suponía que fuera tan pronto. Elísabeth, ella estaba entre dos sentimientos, por una parte no quería irse de su casa, no quería ir a Londres a vivir, a ella le gustaba Viena, pero por otro lado, tenía que estar con su hermano, él mejor que nadie podría comprender su dolor, y no podía dejarlo solo, era su hermano.
- Vale... -
- Pero... - intentó decir Patrick contrariado.
- Por supuesto podréis venir a vernos cuando queráis... podrás pasar algún verano allí con nosotros Pat... - dijo Dan rápidamente.
Elísabeth sonrió tristemente por la idea, Patrick alargó su mano y la estrechó con la de la niña, sonrió y asintió.
En pocos días todo lo relacionado con la herencia fue solucionado, durante ese tiempo estuvieron viviendo en la casa Lavine, pero llegó el día de ir a Londres, más concretamente al Valle de Godric, donde tendría lugar el entierro, en el panteón de la familia McCallister. La familia Lavine al completo estuvo allí, al igual que la familia Potter y los amigos más allegados de los fallecidos, fue una ceremonia bonita, un adiós muy emotivo. Esa misma noche, los Lavine tuvieron que volver a Viena.
- Cuídate ¿vale? -
- Y tu ten cuidado -
- Eli... aunque estemos tan lejos no quiero que se te olvide... te quiero mucho... y siempre vas a ser mi niña chiquita... - dijo Patrick tiernamente.
- No te preocupes... no se me olvidara -
Se acercó, le dio un beso en la frente, sonrió tristemente y se fue con sus padres para activar el trasladador.
- Tampoco estará tan mal vivir aquí en Londres... tu naciste aquí - dijo Daniel acercándose cuando todos hubieron desaparecido.
- Ya... - murmuró ella tristemente.
- Seguro que te adaptas... además James vive aquí al lado, es buen chico y espero que os hagáis amigos... venga... vamos a terminar de ordenar tus cosas... -
Y entraron en la casa.
Seis años después.
- Chicos... ¿podríais ir a la casa McCallister? -
- ¿Para qué? - preguntó James desconcertado.
James Potter y Sirius Black echaban una animada partida de ajedrez mágico, ambos animaban a sus fichas a luchar. Mientras, Remus Lupin estaba echado en el sofá leyendo un libro.
- Elísabeth esta allí sola... me da miedo que le pase algo... además.. Daniel tiene una misión esta noche así que de todas formas tendrá que venir a dormir aquí... id ya por ella y así puede merendar... he hecho galletas - dijo la señora Potter sonriente.
Los tres chicos a regañadientes salieron de la casa camino a la casa vecina, tuvieron que recorrer un pequeño sendero bajo los árboles, y era de agradecer que estuvieran ahí, pues hacia un sol de justicia. Hacia un mes y poco mas que habían vuelto del colegio, y pronto volverían a él, para cumplir con su sexto curso. Los tres tenían dieciséis años recién cumplidos en el caso de James. En el colegio se hacían llamar los merodeadores, y eran los chicos más populares y deseados por todas, bueno, casi todas, pero pocas eran las que se resistían a sus encantos, una de ellas era Elísabeth McCallister, y sus amigas, Lily Evans y Kate Rosenberg. Iban al mismo curso que los tres chicos, y no se llevaban ni bien ni mal, dependía de la ocasión.
Llegaron a la casa McCallister y James, que era el único que se conocía la casa como la suya propia y que tenía permiso para entrar en los cuartos, hizo una señal para que sus amigos le esperaran y después subió las escaleras hacia el cuarto de Elísabeth.
- ¿Eli?... ¿Elísabeth?... ¿estas? - dijo abriendo un poco la puerta de la habitación.
Miró dentro y tal y como supuso por la falta de respuesta, allí no había nadie. Bajó rápido las escaleras para encontrarse con los demás.
- ¿Qué? - preguntó Sirius impaciente.
- Nada... no esta en su cuarto... -
- Busquémosla... a lo mejor le ha pasado algo - dijo Remus preocupado.
Y así lo hicieron, fueron hasta el salón, la cocina, y demás habitaciones de la planta baja, nada por ningún lado, nadie.
- ¿Estará fuera? -
Salieron al jardín, un hermoso y gran jardín, a un lado un estanque con algunos patos, algunos árboles que daban sombra y todo el resto césped. Oyeron un ruido.
- Viene de allí - dijo Sirius señalando a uno de los lados del jardín.
Se acercaron cautelosamente y detrás de una verja de setos vieron una piscina, lanzándose a ella, estaba Elísabeth. Los tres se escondieron, y cautelosamente miraban por encima del seto.
- Vaya... hay que reconocer que ha crecido... y que bien le ha sentado el crecer... - dijo James.
- Eh... que tu vas detrás de la pelirroja... deja el resto para los demás... - le recordó Remus.
Elísabeth salió de la piscina y se acercó a las sillas para coger una toalla y secarse el agua que caía por su cuerpo. Los tres chicos la miraban embelesados, pues en el colegio nunca la habían visto con tan poca ropa y con tan buen cuerpo.
"Dios... es la cosa más bonita que he visto nunca... ya puedo morirme en paz, por que ya lo he visto todo" pensó Sirius mirándola absorto.
- Vaya... - dijo Remus alucinado.
- Eh... a ella la respetamos... que después Daniel al que mata es a mi si alguno de nosotros le hace algo - dijo James seriamente.
- Ya claro... pero si eres tu el primero que te la estas comiendo con la mirada - dijo Remus riéndose.
- ¿Yo?... yo tengo a mi pelirroja... -
- Callaros los dos - dijo Sirius muy seriamente - nos va a descubrir -
Él era el único hasta el momento que no se había pronunciado, es más, normalmente Sirius era el primero en decir cualquier piropo a una chica bonita, y había que reconocer que Elísabeth era bonita, pero él no había dicho nada, se mantenía callado, serio, y mirándola fijamente. Sus amigos lo miraron extrañados, era muy rara su actitud.
- Ya os he descubierto... - dijo Elísabeth asomándose al seto - sois muy escandalosos -
James y Remus se levantaron de golpe y nerviosos por que los hubiera pillado, Sirius lo hizo muy despacio y totalmente tranquilo.
- Estos dos... que no hay quien los calle - dijo Sirius muy serio.
- ¿Qué hacéis aquí? -
Estaba en frente de ellos, con la toalla cubriéndole el cuerpo, no le hacia ni pizca de gracia que los chicos la hubieran visto en bikini, más que nada por la fama que ellos tenían, no quería tenerlos detrás como moscas.
- Ya sabes como es mi madre... - dijo James en pocas palabras.
- Pensé que vendría ella misma a recogerme más tarde -
- Seguramente... pero es que ha hecho galletas para merendar... -
- Esta bien... me visto y nos vamos - dijo yendo hacia la casa - esperad aquí -
- ¿Y a ti que te pasa? - preguntó Remus a Sirius en cuanto estuvieron los tres solos.
- ¿A mi?... nada -
- Sirius... tu eres el primero en lanzarte a por una chica con buen cuerpo y poca ropa... y hay que reconocer que Elísabeth lo tiene... -
- No es mi tipo -
- Es verdad... Elísabeth tiene cerebro... se me olvidaba que a ti te van las tías con poca conversación - dijo Remus mordazmente.
Sirius le lanzó una mirada gélida y con mucho rencor. Estuvieron en silencio, esperando, sentados en el césped, durante un rato.
- ¿Nos vamos ya? - dijo Elísabeth llegando hasta ellos.
Pantalones cortos, camiseta un poco pegada al cuerpo, zapatillas de deporte, una mochila a los hombros y una gorra, así iba ella, que les sonreía dulcemente a los tres. A su lado apareció un elfo, que se escondió tras ella y miró con el ceño fruncido a los tres chicos. Ellos le habían dado un repaso de arriba a bajo, sobre todo a la corta ropa que llevaba.
- Si... vamos -
Y se pusieron en marcha hacia la casa Potter.
- ¿Te ayudo con la mochila? - preguntó Remus amablemente colocándose al lado de la chica.
- No hace falta... yo puedo - respondió ella con una sonrisa.
"Ahí esta Remus desplegando su encanto para conquistarla... bah..." pensó Sirius con coraje. Se había puesto muy serio desde que ella estaba allí.
- ¿Qué te pasa? - preguntó James para que sólo su amigo pudiera oírlo.
- Nada - gruño Sirius.
James se encogió de hombros y decidió dejarlo para que se calmara él solito, aceleró el paso y se colocó al otro lado de Elísabeth.
- ¿Has hecho ya las tareas? -
- No... siempre las dejo para el final - dijo ella pesadamente.
- Igual que yo... bueno, no... Remus nos obligó ha hacerlas el otro día - recordó James.
- Remus es un chico aplicado... - dijo Elísabeth solemnemente.
Sirius iba detrás, escuchando todo y mirando muy seriamente y con rencor a sus amigos, "pero si James va detrás de la pelirroja... ¿qué hace tirándole los tejos?".
Llegaron a la casa Potter, y la señora Potter los recibió sonrientes y con un gran plato de galletas. Merendaron tranquilos, charlando animadamente sobre diversos temas, y el principal, la escuela, hasta que apareció un elfo acompañado de un muchacho.
- Señora - dijo el elfo llamando la atención de todos.
Elísabeth se levantó rápidamente y se acercó al chico para abrazarlo.
- Pat - dijo sonriente.
- Fui a buscarte a tu casa y no estabas... los elfos me dijeron que estarías aquí -
- Un gusto volver a verte Patrick - dijo la señora Potter saludándolo cordialmente.
- El gusto es mío señora Potter... ¿cómo se encuentra? -
- Muy bien... - dijo la mujer sonriente.
Los tres merodeadores miraban la escena con el ceño fruncido, Sirius y Remus no tenían ni idea de quien era, y James simplemente pasaba del asunto.
- ¿Puedo ir con Pat al jardín? - preguntó Elísabeth.
- Por supuesto... - Elísabeth y Patrick salieron al jardín de la casa Potter para poder conversar - tengo que ir a hacer unas cosas... portaos bien... vuelvo en un rato - dijo la señora Potter a modo de advertencia a los tres chicos.
Ellos no dijeron nada pero en cuanto la madre de James abandonó la habitación se acercaron rápidos a intentar ver desde la ventana lo que Elísabeth hacia con el desconocido.
- ¿Quién es? - preguntó Sirius con una especie de gruñido.
- Patrick Lavine -
- ¿Y? - volvió a preguntar esperando más información.
- Por lo que se su familia vivía en la mansión que hay al final de la calle... se fueron a Viena a vivir... y Elísabeth le tiene mucho cariño -
- Más que cariño diría yo - matizó Remus mirando por la ventana.
Sirius gruñó al ver como Elísabeth y Patrick se abrazaban con cariño.
- ¿Celoso Sirius? -
- No digas chorradas - dijo apartándose un poco de la ventana pero sin dejar de mirar por ella.
- Lo que tu digas -
Tanto Remus como James se fueron a sentar a sofá mientras que Sirius permaneció mirando a través de la ventana.
- Si no esta celoso... ¿por qué la sigue espiando? - comentó James a Remus muy bajito.
Remus le contestó con una simple sonrisa de complicidad. Sirius seguía mirando por la ventana, pensando en sus cosas, sin hacer caso a sus amigos que seguramente murmuraban algo relacionado con él, pero en ese momento le importaba un comino lo que dijeran, sólo intentaba saber que se estaban diciendo los dos que estaban fuera.
"Ojalá yo la hiciera sonreír así" pensó mirándola embelesado al ver como ella sonreía dulcemente por algo que Patrick le había dicho "¿pero qué estoy pensando?... ¡si ella no me gusta!... Sirius deja de pensar esas cursilerías... no van contigo" se dijo a si mismo recriminándose.
Se apartó de repente de la ventana, escondiéndose para que no lo vieran.
- Te han pillado - dijeron Remus y James a la vez.
- Yo no estaba espiándoles... simplemente admiraba el paisaje - dijo el chico como excusa sentándose frente a sus amigos.
James y Remus sonrieron con complicidad por los recursos que tenía su amigo para inventar excusas y lo poco creíble que estaba resultando en ese momento.
Hacia bastante calor fuera de la casa, no por nada estaban en pleno verano.
- No me esperaba que vinieras -
- Te dije que vendría a verte... me alegro de que la sorpresa te haya gustado -
- Mucho... te he echado de menos - dijo ella abrazándolo con cariño.
- Yo a ti también mi niña -
Patrick correspondió al abrazo y sonreía al verla feliz.
- Cuéntame... ¿cómo van las cosas por allí? -
- Pues bastante bien... me han aceptado en la academia de aurores de Viena... y todo muy bien -
- ¿Y con Samantha? -
- ¿Te he dicho ya que el amor es maravilloso? - contestó el chico suspirando.
Elísabeth rió por la actitud enamoradiza que había adoptado el chico sólo con nombrar a su novia.
- Veo que bien... voy a tener que ir a ponerle los puntos sobre las ies y dejarle clarito algunas cosas - dijo amenazantemente pero con una sonrisa en la cara.
- Samantha es un cielo... y yo estoy enamorado... - dijo suspirando - voy a tener que ponerme al tanto de tus novios para aclararles un par de cosas - dijo el chico amenazante.
- Sabes que no tengo novios -
- Nos espían - dijo Patrick poniéndose tenso.
- ¿Qué? - preguntó ella sin entender.
- Potter y sus amigos... no mires -
Patrick sujetó a Elísabeth para que no se diera la vuelta.
- ¿Es el castaño? -
- No, moreno -
- ¿Tiene gafas? -
- No, no es Potter -
- Black - dijo Elísabeth dándose la vuelta y mirando fijamente al chico de la ventana que se escondió en ese momento - idiota - murmuró.
- ¿Qué es para ti ese chico? - preguntó suspicazmente Patrick.
- No se a que te refieres - dijo ella esquiva.
- Ya... claro... Eli... que nos conocemos... ¿por qué nos espiaba¿es tu novio? -
- ¡No!... Black es el casanova del colegio... a él le van todas... pero no te preocupes... yo no soy de su tipo... digamos que tengo demasiadas neuronas para su gusto -
Patrick sonrió pero pese a todo, tenía la extraña sensación de que pasaba algo, además, Elísabeth no le había respondido a la pregunta de que era Sirius para ella, simplemente había dicho que era ella para él.
- Me llegó tu carta... me alegro de que hayas aprobado todos los TIMOS -
- Tengo una potra impresionante... estudio antes de los exámenes... ya sabes que no me gusta... y apruebo... no son como para tirar cohetes pero mejor que un suspenso es... -
- Debes estudiar más... no puedes dejarlo todo para el final - le regañó cariñosamente Patrick.
- No todos somos unos superdotados como tu -
- Tu eres más lista que yo... sólo que no te aplicas... si estudiaras más sacarías mejores notas de las que yo saque -
- Bueno... intentaré estudiar más este año -
- ¿Entramos dentro?... pronto va a oscurecer... y ese chico tiene que estar que se sube por las paredes de los celos - dijo Patrick sonriente.
- Bueno... pero no esta celoso... - dijo ella encaminándose a la puerta de la casa.
- Si tu lo dices -
- Lo conozco... Sirius Black no siente celos -
En eso Elísabeth si se equivocaba, Sirius si estaba celoso, y muestra de ello fue la mirada de odio que le lanzó a Patrick cuando volvieron a enterar en la casa, claro que de esa mirada nadie se percató.
- ¿Y la señora Potter? - preguntó Patrick cuando entró.
- Ha ido a arreglar unas cosas -
- ¡Pat¡tengo una idea! - dijo Elísabeth emocionada.
El chico se separó de ella unos pasos y la miró con miedo.
- Miedo me das -
- ¿Por qué? - preguntó con el ceño fruncido.
- No por nada eras el terror de los profesores en Viena -
- Travesuras infantiles - dijo ella quitándole importancia a sus andanzas como el terror del colegio.
- ¿Quién le puso el petardo en la silla de la profesora de ingles? - preguntó Patrick triunfante.
- ¿Quién me dio el petardo¿quién me enseño a usar petardos? - respondió la chica.
Patrick frunció el ceño, él le había dado el petardo aquella vez, la verdad es que era el quien le había enseñado a ser el terror de los profesores. Los tres merodeadores miraban la escena sorprendidos, Elísabeth era muy buena en clase y no daba problemas, se les hacia difícil imaginar que era una versión femenina de ellos mismos.
- Ese es un dato irrelevante -
- Ya... claro... ¿vas a escuchar mi idea? -
- A ver... ¿qué se le ha ocurrido a este pequeña mente retorcida y maquiavélica que yo mismo me he encargado de adiestrar? -
- Me alegra que reconozcas tus meritos en mis maldades... ¿qué te parecería quedarte aquí a dormir? -
- ¿Aquí? -
- En mi casa... Daniel no viene hoy... trabaja... y si él no esta tengo que venirme a la casa Potter... pero si te quedas tu conmigo pues puedo quedarme en mi casa y tu conmigo... anda... di que si - pidió ella suplicante.
Las alertas de Sirius se dispararon y sus celos, dicho sea de paso, ella, sola, toda la noche, con un chico mayor, eso tenía que evitarlo sea como sea.
- No sé... no se... -
- Anda... por favor... - dijo ella poniendo la mejor carita de pena que tenía.
Patrick miró a los tres chicos que estaban allí, no le parecía correcto irse a casa de Elísabeth y hacer ese desplante a la amable señora Potter.
- Tengo una idea mejor... ¿por qué no nos vamos los cinco de acampada? - propuso Patrick.
- ¿Los cinco¿acampar? - preguntaron los otros cuatro algo impresionados.
- Si... Eli tienes una estupenda tienda de campaña... además aquí detrás tenemos un bosque precioso donde se puede acampar... mi padre me contó de una cascada con un lago precioso en el Valle de Godric... ¿qué os parece? -
Elísabeth frunció el ceño meditando, no era mala idea, pero soportar a James, Remus y Sirius no terminaba de convencerla. Sirius sonrió contento, sería una buena forma de tener vigilados a Elísabeth y a Patrick para así calmar sus celos. James y Remus no tenían ningún problema y la idea nos les parecía del todo mal, la verdad, necesitaban aire libre.
- Por mi vale -
- Yo también me apunto -
- Y yo -
Los tres chicos habían accedido, sólo faltaba Elísabeth.
- ¿Y bien? -
- Esta bien... yo también voy... -
- Estupendo... voy a Viena, tengo que hablar con mi padre y decirle que me quedare aquí... también voy hablar con Daniel y con la señora Potter... vosotros dos - dijo a Remus y a James - recoged todo lo que necesitéis... ropa y demás cosas para los tres... tu - dijo a Sirius - acompaña a Eli a buscar la tienda de campaña a su casa... vamos - dijo metiéndoles prisa a todos y desapareciendo.
- Olry - Elísabeth llamó al elfo que apareció enseguida - ocúpate por favor de preparar comida para la acampada - sonrió al elfo amablemente - vamos - le dijo a Sirius poniéndose en camino a la salida.
El camino a casa de Elísabeth para recoger la tienda de campaña era silencioso, ni ella ni Sirius hablaban, iban el uno al lado del otro, pero ni siquiera se miraban, cada uno iba demasiado concentrado en sus pensamientos.
Sirius, pensaba en ella, y en ese coraje que le daba cada vez que la veía al lado de algún chico, eran celos, eso le había quedado claro hace bastante rato, pero el por que de esos celos lo desconocía. "A ver... para sentir celos... tiene que gustarte... y a mi Elísabeth no me gusta... no me gusta... y no me gusta... hay que reconocer que tiene buen cuerpo... pero dudo que pudiera utilizarla para un revolcón y ya esta... no creo que se dejara... y aun así... soy yo el primero al que esa idea el parece horrible... ¿pero que coño me esta pasando?... me niego a pensar que sea eso... no... no me gusta... seguro que estos celos son por que en mi interior siento un deseo irrefrenable de hacerla mía... pero cuando sacie ese deseo con cualquier chica... los celos se acabaran... lo que pasa es que hace tiempo que no estoy con ninguna... y claro... esta ella aquí... con esa ropita tan corta... y uno no es de piedra... solo estoy... como diría Remus... encelado... sólo eso... no me gusta... no... no me gusta" pensó Sirius intentando auto convencerse.
Elísabeth iba pensando cosas totalmente distintas, "En que mierda momento se le tuvo que ocurrir a Pat que nos fuéramos todos juntos de acampada... no tengo bastante con aguantar a estos en el colegio que también aquí... vale... a veces son divertidos y me hacen reír... pero no hay ganas... y encima me hace ir con Sirius a mi casa... todo por que se le ha metido en la cabeza la estúpida idea de que Sirius siente celos... ¿celos de que?... ¡si yo no le gusto y en la vida le voy a gustar!... esto es una perdida de tiempo... que el idiota este estuviera espiándonos no significa que estuviera celoso... sólo significa que es un cotilla... sólo espero que estos tres se comporten durante la acampada y no tengamos que salir todos a hostias".
- Patrick y tu estáis muy unidos... - dejó caer Sirius como quien deja caer una bomba - ¿tenéis algo? - preguntó Sirius algo dudoso de la respuesta.
- No digas asquerosidades... para mi Patrick es como Daniel... mi hermano... y sería incesto por no decir algo totalmente asqueroso - contestó ella haciendo una mueca de asco.
Sirius suspiró aliviado, esa contestación le gustaba, que Patrick fuera sólo un hermano para ella le gustaba.
Llegaron a la casa y en silencio subieron hasta el cuarto de Elísabeth, que se puso a rebuscar entre la ropa para coger las cosa que se le había olvidado meter en la mochila, Sirius se quedó esperando apoyado en el marco de la puerta, mirándola fijamente, sin poder evitar sonreír, ella se dirigió hacia él.
- ¿Ya has encontrado la tienda? -
- Vamos al desván - dijo ella saliendo y yendo hacia las escaleras.
- Vale... - dijo Sirius siguiéndola.
Era un desván típico, lleno de polvo y cosas viejas, por suerte no tardaron mucho en encontrar la tienda de campaña, y en un par de minutos ya estaban de vuelta a la casa Potter con todo lo que necesitaban.
Patrick era muy rápido y persuasivo cuando quería conseguir algo y en cuestión de segundos tenía el permiso de su padre, de Daniel y de la señora Potter, y si le apurabas hasta podía conseguir que el Ministro de Magia otorgara un permiso especial a los cuatro menores para que pudieran usar la magia fuera del colegio durante ese verano.
Allí estaban los cinco, de camino a el lago que había en medio del bosque detrás de las mansiones, menos mal que Linus le había dado un mapa con el camino a Patrick para que no se perdieran, por que ninguno de ellos se habían nunca introducido tan profundos en el bosque.
Sirius, James y Remus llevaban cada uno su mochila, Patrick llevaba la tienda de campaña y Elísabeth llevaba su mochila y la de Patrick, al lado de ella iba el pequeño elfo con una pequeña cesta de comida.
- Pat... paremos... Olry esta cansado... y nosotros perdidos - dijo Elísabeth mirando al elfo.
- No estamos perdidos... - dijo Patrick distraídamente mirando el mapa.
Elísabeth soltó las mochilas y se sentó en la raíz de un árbol, rápidamente el elfo se le acercó y ella le sentó sobre sus rodillas mientras sonreía tiernamente. Todos se sentaron, menos Patrick que seguía mirando al mapa intentando descifrar las indicaciones de su padre, James y Remus se le acercaron e intentaron también averiguar donde se encontraban.
- Creo que es por ahí - dijo Remus indicando al norte.
- Pienso igual... esta bien... por allí... - dijo señalando a donde Remus le había dicho - andando - dijo Patrick.
Todos se pusieron de pie y cargaron con las mochilas y la chica con el elfo, Sirius se acercó a ella y le quitó de las manos las dos mochilas.
- Trae -
- No hace... -
Elísabeth se quedó con la palabra en la boca, no pudo decirle nada, Sirius le sonrió dulcemente y se fue, y ella se quedó paralizada.
- Vamos Eli... - dijo Patrick unos metros por delante de ella.
Por fin, después de más de dos horas andando por ese bosque, llegaron a la cascada y al lago, y en verdad, como les habían dicho, era un lugar fascinante.
- Es... -
- Fantástico... -
- No sabía que un lugar así estaba tan cerca de mi casa -
- Será mejor que montemos la tienda aquí - dijo Patrick descargando la mochila.
Había elegido un lugar cerca del lago, firme y seguro, después de examinar la zona rápidamente. En dos segundos, y a golpe de varita, la de Patrick por supuesto, la tienda de campaña estaba montada. Los chicos entraron para dejar las cosas a dentro y se sorprendieron al ver el interior, era como una casa.
- ¿Te gusta? - preguntó Elísabeth al elfo mientras miraba maravillada la cascada.
- Es un bonito paisaje - dijo Olry.
- Vamos a dentro - dijo ella sonriente.
La tienda de campaña por dentro era similar a una casa, unas cortinas correderas separaban cada una de las siete habitaciones, una cocina y un baño, además de un amplio salón.
- Bien... que cada uno elija un cuarto... que quede claro que al de Elísabeth no se entra bajo ningún concepto - dijo Patrick seriamente.
Ya había oscurecido cuando llegaron al lago, así que se sentaron a cenar, que por cierto cocinó Patrick, cuando tuvieron todo en orden para poder ir después a dormir.
- Vaya... estoy lleno - dijo James palpándose la barriga.
- ¿Cuándo has aprendido a cocinar? - preguntó Elísabeth sorprendida.
- Mi madre... - dijo Patrick pesadamente.
- No me digas más... se a lo que te refieres - dijo ella entre risas.
- Si... bien... a recoger -
Cada uno cogió su plato y lo llevó hasta la cocina, donde Olry chascó los dedos y todo quedó limpio. Se sentaron en el sofá y los sillones a descansar antes de irse a dormir.
- ¿Contamos historias de miedo? - sugirió James.
- ¿Quién sabe una buena?... pero buena de verdad -
- En Hogwarts esta la de la casa de los gritos... - dijo Elísabeth inocentemente.
Los tres merodeadores se miraron entre ellos sabiendo perfectamente de que iba esa historia, es más, ellos sabían la verdadera historia, allí se llevaban a cabo las transformaciones de Remus.
- Una casa donde hay fantasmas violentos... eso no tiene nada de terrorífico - dijo Sirius intentando quitarle importancia.
- Pues di tu una -
- ¿En Viena no hay ninguna de mucho miedo? - preguntó Remus a Patrick.
- Hay una de un fantasma... que... -
- Me voy a la cama - dijo Elísabeth poniéndose de pie - tus historias de miedo me dan pesadillas -
- ¿Ya? -
- Cagueta - dijo Sirius.
- Los fantasmas me dan miedo - dijo la chica tranquilamente.
- Buenas noches - dijo Patrick sonriéndole dulcemente.
La chica entró en su cuarto con Olry, se puso el pijama y se acostó, a su lado, en una pequeña camita, dormía el elfo.
Los chicos se quedaron fuera contando historias de miedo hasta altas horas de la madrugada. Esa noche, los cuatro chicos, entablaron una muy buena amistad, durante esas horas hablaron de todo y se lo pasaron bien, riendo y jugando.
Era ya muy tarde y pronto amanecería, Sirius se había despertado por el ruido que un animal salvaje había hecho, y no pudo recuperar el sueño después. Salió de la tienda y se fue al lago, no había mucho que hacer a esas horas, pero la verdad es que las vistas eran espectaculares, los últimos reflejos de la luna dando en el lago, el ruido del agua de la cascada al caer, era un paisaje maravilloso. Sirius se entretuvo cogiendo piedras pequeñitas y tirándolas al lago para ver hasta donde llegaba, no pudo evitar que sus pensamientos vagaran hasta Elísabeth, "No me gusta... no me gusta... no me gusta... no me gusta" se decía a si mismo intentando autoconvencerse.
- No me gusta - dijo tajantemente.
- Normal que no te guste... si no sabes tirarlas... - dijo ella a sus espaldas refiriéndose a lo mal que Sirius estaba tirando las piedras.
Sirius al escucharla de repente no pudo evitar pegar un salto del susto, lo que menos se esperaba en ese momento era que ella apareciera ahí.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó todavía asustado llevándose la mano al corazón para sentir sus veloces latidos.
- Asustarte... - dijo ella entre risas - no podía dormir y salí... te vi y me acerque... -
- No vuelvas hacerlo... casi me matas del susto -
- Eso es por que estabas muy concentrado en tus pensamientos... por cierto ¿en que pensabas? - preguntó Elísabeth inocentemente.
- En nada -
- Estas raro... no sé... no te comportas como siempre... normalmente eres bromista y estas todo el rato haciendo reír... pero no sé... ahora... no eres así... ¿qué te pasa¿estas bien? -
- Perfectamente - dijo él esquivando la mirada de ella - no puedo estar siempre con ganas de diversión - dijo lanzando otra piedra.
- Cualquiera diría lo contrario en Hogwarts -
- Allí tengo una fama... pero no soy así... - murmuró.
Elísabeth se acercó y se puso frente a él.
- Te prefiero así... pero echo de menos verte reír - dijo ella sonriendo dulcemente.
No pudo evitar mirarla a los ojos, no pudo evitar acercar su mano y acariciar su mejilla, ver como ella le sonreía de esa forma tan dulce, no pudo evitar acercarse y desear besar sus labios, poco a poco ir acortando la distancia, y ella seguía mirándole fijamente, una mirada extrañada de sus gestos, y cuando por fin estaba a punto de besarla, cuando por fin iba a saborear sus labios entreabiertos, sentir su aliento, la calidez que desprendía, cuando ya estaba tan cerca.
- Eli... Eli... -
Olry salió de la tienda de campaña y miraba a todos lados asustado, Sirius se apartó como si fuera un hierro ardiendo, ella seguía mirándole extrañada, sin atreverse a preguntar nada, el elfo los vio y se acercó a ellos rápidamente.
- ¿Qué? - dijo Elísabeth suavemente cuando el elfo reclamo su atención, pero sin apartar la mirada de Sirius.
- Me asuste al no verte en la cama - dijo Olry con voz preocupada.
En ese momento el contacto visual se rompió y Elísabeth se agachó para coger al elfo en brazos, le sonrió y le dio un beso en la frente.
- No podía dormir y salí a que me diera el aire... me encontré con Sirius y estábamos... charlando... - dijo al final un poco nerviosa por definir el tipo de charla que casi tenían, que en definitiva no era una charla, habían estado a punto de besarse, mejor dicho.
Miró a Sirius intentando buscar algo que le explicara por que se le había acercado de esa forma, por que casi la besa, algo, una simple explicación para ese comportamiento, y Sirius debió notar esa búsqueda de información por que apartó la cara para que no le pudiera ver.
Nervioso por lo que había estado a punto de hacer y más aun por las ganas de matar al elfo por haberlos interrumpido, no sabía a donde mirar, si la miraba a ella, le entraban ganas de besarla, si miraba al elfo, le entraban ganas de matarlo, y si miraba al paisaje, parecería un idiota, en definitiva, no sabía donde meterse para salir de esa situación.
- Me voy a la cama... a ver si recupero el sueño - dijo nerviosamente yendo hacia la tienda de campaña.
Ella se quedó allí, mirando como se iba, con el elfo en sus brazos, y su mente trabajando a mil por hora intentando encontrar una respuesta.
- ¿Pasa algo? - preguntó Olry inocentemente.
- No... nada - contestó ella poniendo rumbo a la tienda.
Cuando llegó dejó a Olry para que se acostara y ella se tumbó intentando comprender, "Casi me besa... casi... y yo no me apartaba... y él casi me besa... el mundo se esta volviendo loco...", segundos después se quedo dormida sonriendo y soñando como hubiera sido si se besaban.
Sirius se tumbó en su cama para intentar conciliar el sueño, pero no hubo manera, si antes de dar su paseo y casi beso, no podía dormirse, ahora, menos, "Dios... ¿qué me esta pasando?... casi la beso... casi... y ahora tengo más ganas de hacerlo... Dios... ¿por qué ha tenido que interrumpirnos el elfo?... esto no es normal... tengo que tener las hormonas revolucionadas para estar... sintiendo... esto... no... esto no es eso... no... esto simplemente es que no he estado con una chica en dos meses... y claro... ahí esta ella... a media noche... con la luna de fondo... y coño... uno no es de piedra... en cuanto llegue al colegio tengo que encontrar a una con la que quitarme este mono de hembra que tengo... antes de que aquí cometa una locura... por que tener algo con ella es impensable... no... imposible... no es mi tipo... no es... con ella todo tendría que ser distinto... ¿y por qué coño estoy pensando como serían las cosas con ella?... ¿por qué?... nunca va a ver un ella y yo... no puede ser... no... somos demasiado diferentes... sería un fracaso... Sirius, concéntrate en tus chicas fáciles y deja de complicarte la vida pensando en amores imposibles... ¿amores imposibles¿cuándo he considerado a esto amor?... Dios... me voy a volver loco..." pensó desesperado llevándose las manos a la cara.
En torno a las once los que habían dormido comenzaron a levantarse, unos con más entusiasmo que otros.
- Buenos días - dijo James en voz muy alta saliendo de su cuarto.
- Buenos días mi niña... - dijo Patrick abrazando a Elísabeth que también salía del cuarto despedazándose - ¿qué tal has dormido? -
- Bien -
- ¿Desayunamos? - preguntó Remus con un bostezo.
Sirius también salió y se sentó en la mesa mirando a todos, "Claro... ellos si han podido dormir... mientras yo me he debatido en una lucha hormonal y emocional por intentar explicar por que siento este amor por ella... ¡no es amor, es atracción!... ¡atracción¡sólo atracción!... nada más... atracción" pensó con algo de rencor mientras miraba a sus amigos.
- Si... podríamos ir después a bañarnos... -
Y así lo hicieron, tranquilamente desayunaron y en un rato cada uno se fue para su cuarto para ponerse el bañador y zambullirse en el lago. Aunque a ella no le hizo demasiada gracia que los tres merodeadores volvieran a verla con ese bikini, no tenía otro, y en bragas y sujetador no iba a bañarse, desnuda menos, así que no tuvo otra opción que soportar las miradas que los tres chicos le lanzaban, Patrick no era problema, él no la miraba como mujer.
"Dios... me muero..." pensó Sirius al verla.
El agua era clara y cristalina, tibia, se podía ver totalmente el suelo, de fondo el ruido de la cascada, y en ese día de verano apetecía más que nunca zambullirse y refrescarse con el agua.
Estaban todos fuera, contemplando las vistas, los chicos echaron una carrera para ver quien era el primero en meterse, Elísabeth corrió con ellos, pero se acordó de algo y volvió a la tienda, en pocos minutos salió con algo en las manos, se llevó a la boca el objeto y comenzó a soplar.
- ¿Y eso? - preguntó James desde la orilla contrariado.
- Un flotador para Olry - dijo ella alegremente.
Los chicos repararon entonces en la presencia del pequeño elfo, escondido tras su ama, que sólo llevaba un pequeño bañador azul. Ella hinchó el flotador y cuidadosamente se lo colocó.
- Vamos Olry... vente al agua - le animó Patrick.
- Ten cuidado - dijo Elísabeth cariñosamente acompañando al elfo hasta la orilla.
Los cuatro chicos se fueron a nadar al medio del lago, donde había algo de profundida, Olry por su parte no se movió de la orilla donde hacia pie, Elísabeth no se había metido todavía en el agua, se subió a una roca que estaba algo elevada y desde ella pudo ver que en la parte donde estaban los chicos jugando era todo profundidad, todo oscuro.
- Vamos... ven al agua - dijo Patrick nadando hasta la roca donde ella estaba.
- Donde estáis es muy profundo... sabes que no me gustan las profundidades -
- Has visto demasiadas veces "Tiburón" - dijo el chico con burla.
- Si... pero eso no significa que no pueda salir algo de la profundidad y sumergiros hasta ahogaros - dijo ella con malicia intentando asustarles.
- Que retorcida eres - admitió Patrick - lánzate... no hay cojones - la tentó para que se lanzara desde la piedra sonriendo con malicia.
- Cojones te aseguro yo que no... ovarios muchos... - dijo Elísabeth sonriendo con coraje antes de lanzarse desde la roca.
No había demasiada profundida, pero si la suficiente como para no dejarse los sesos desparramados contra las rocas del fondo, se lanzó y nadó hasta llegar a Patrick, que en ese momento no estaba en las profundidades.
- Vamos -
- Pat... yo no pienso meterme ahí... no... ni loca... -
- Buen salto -
- Vente -
James y Remus se acercaron a ella para intentar convencerla de que nadara en lo hondo. Sirius se quedó allí, sólo, esperando a que la convencieran y ella fuera hasta él, pensando en ella, cuando una idea fugaz cruzó su mente, algo que era bastante arriesgado, pero que sin duda conseguiría captar su atención.
"Y por mi... ¿vendrías?"
- Chicos - gritó Sirius alarmado.
Se hundió como si lo arrastrara algo desde el fondo, todos lo vieron desaparecer, y no subir más, asustados los chicos se acercaron nadando a donde había desaparecido y se sumergieron buscándolo. Ella se quedó paralizada del miedo, no era su intención que llegara un bicho y se llevara a Sirius, asustada, así estaba ella, aterrada por su propio miedo a la profundidades y por la idea de que algo le pasara a Sirius, poco a poco fue nadando hasta donde estaba el resto buscando, "Sirius... por Dios que esta bien... que este bien".
- ¿Lo habéis encontrado? - preguntó a Remus cuando salió a coger aire.
- No - dijo el chico nervioso - ni rastro -
Ella se sumergió, tenían que encontrarlo, no podía haberle pasado nada, debía estar bien.
- ¿Algo? - preguntó Patrick.
- No -
Los cuatro estaban nerviosos, se sumergían y volvían a salir para coger aire, abajo en la profundidad, sólo oscuridad, no se veía nada, y miedo, mucho miedo a que apareciera otra vez ese bicho y los llevara a ellos también.
- Elísabeth... señor Patrick - gritó Olry desde la orilla señalando algo.
Todos se giraron a mirar lo que el elfo señalaba, y en lo alto de la piedra de donde Elísabeth se había tirado estaba Sirius, sano y salvo, sonriendo, como riéndose de ellos, de su preocupación.
- Sirius... corre... por que cuando te coja te mato - gritó James nadando rápidamente hasta la orilla para ir a por su amigo y cumplir su amenaza.
Remus seguía a James en su carrera hasta la orilla para despellejar a su amigo, Sirius reaccionó rápido y corrió para que ninguno de los otros dos les alcanzara, comenzaron a reírse al no poder darse alcanze uno a otro, para ellos era un juego. Patrick ya había llegado a la orilla y los miraba seriamente como en ese momento estaban tirados en el suelo uno encima de otro haciendose cosquillas.
Elísabeth se acercó a ellos, seria, muy seria, eso no era bueno, con un par de pellizcos y clavandoles las uñas, quitó a Remus y a James de encima de Sirius, los tres chicos todavía riendo, consiguió poner a Sirius de pie frente a ella, todavía reía, y le pegó, le golpeó con todas sus fuerzas, y Sirius sólo pudo girarse para verla, palparse la mejilla y mirarla sorprendido, demasiado sorprendido, no se esperaba eso, pero en ella sólo vio odio, sus ojos sólo mostraban odio, simple y puro odio, ahí se dio cuenta de que había cometido un gran error al hacerse el ahogado.
- Lo siento - murmuró arrepentido, verdaderamente arrepentido.
Ella se fue, se metió en la tienda de campaña, y el elfo corrió entrando tras ella. Patrick se acercó y con una señal James y Remus se alejaron un poco.
- No es lo más conveniente explotar el miedo de las chicas... te puede salir el tiro por la culata -
- Sólo era una broma -
- Con el miedo no se juega - dijo muy serio - entrad y vestiros... nos vamos en quince minutos - dijo en alto para que los otros dos chicos pudieran escucharlo.
Los tres asintieron, y entraron en la tienda para recoger sus mochilas. En menos de diez minutos todos estaban fuera y Patrick, con un hechizo, hacía que la tienda se convirtiera en una mochila más. Cada uno con sus cosas se pusieron en camino de vuelta a las casas, en silencio, Patrick y Elísabeth abrían el paso, Olry iba correteando muy cerca de su ama, y los tres merodeadores iban detrás, cerrando el paso.
James y Remus lo miraban, y se miraban intentando comprender por que su amigo estaba tan serio, él normalmente no se ponía así por haber hecho una broma, normalmente se mofaba de sus bromas, se reía, pero ahora estaba, triste, serio, ausente. Sirius no levantaba la vista del suelo, estaba arrepentido de su broma, al ver el odio en los ojos de Elísabeth supo lo mucho que se arrepentía de haberla preocupado sabiendo que ella tenía miedo a la profundidad, "Mierda... mierda... mierda... no debí hacerlo... joder... se fue todo a la mierda".
Llegaron a la casa Potter rápidamente, el camino de vuelta se hizo con diferencia más corto que el de partida. La señora Potter los vio desde la vantana de la cocina y salió a recibirles.
- ¿Qué tal lo habéis pasado? - preguntó sonriente.
Todos hicieron el esfuerzo de aparentar que estaban bien, que no había habido enfado, que todo iba a las mil maravillas.
- Muy bien, señora Potter... muy bien - dijo Patrick educadamente.
- Vamos... vamos a dentro - murmuró James cuando paso al lado de su madre.
Los tres chicos entraron en la casa, en la puerta se quedaron Patrick y Elísabeth.
- Pasad vosotros también y tomáis algo - dijo la mujer amablemente.
- Muchas gracias... pero debemos volver pronto... a mi me esperan en Viena... y Daniel seguro que estara preocupado - dijo Patrick declinando la oferta.
- Tened cuidado - dijo la mujer.
Y se fueron, el camino de regreso a la mansión McCallister fue también silencioso.
- Fue sólo una broma... -
- No tubo ni puta gracia - dijo ella con odio.
- Eli... es una niñería... no puedes tomarlo en serio - dijo Patrick parandose frente a ella, intentando convencerla para que se le pasara el enfado.
- Pat... me preocupe de verdad... y él se estaba riendo de esa preocupación... no sólo de la mía... de la tuya... de la de James y Remus... ha demostrado que no le importa más que el mismo... reírse de todos... pues bien... que le jodan... por que ésta que está aquí no se vuelve a preocupar por lo que le pase... por mi como si se abre el infierno y sale el demonio para llevárselo de la manita - dijo con rencor y empezando a llorar.
Salió corriendo hasta la casa, llorando, nerviosa, Patrick la miró irse, oyó como Olry desaparecía y emprendió el camino más lentamente, reflexionando sobre las tonterías que haces a los quince años.
Sirius llegó a su cuarto, se encerró y se tumbó en la cama, no quería hablar con nadie, no quería ver a nadie, simplemente estar allí, a oscuras, intentando hayar una solución para que ella no volviera a mirarle con ese odio.
Remus y James estaban preocupados, nunca lo habían visto así, esto era serio, muy serio, y la idea de que Sirius pudiera sentir algo por Elísabeth y por eso estaba así, por la forma en que ella lo había mirado, les preocupó.
Elísabeth entró en la casa rápidamente, sólo pudo ver, mientras subía la escalera, que en el salón estaban Daniel, Farah y Linus. La mujer hizo un ademán de levantarse para ir a ver que le pasaba a su ahijada, pero la entrada de Patrick se lo impidió.
- ¿Qué ha pasado? -
- Nada... una broma pesada... y se ha enfadado... -
- Voy ha hablar con ella - dijo Daniel saliendo del cuarto.
- ¿Qué hacéis aquí? - preguntó Patrick a sus padres.
Daniel subió al cuarto de su hermana, era el que estaba justo al lado del suyo, abrió la puerta lentamente y asomó la cabeza.
- ¿Se puede? - preguntó con una tierna sonrisa, ella asintió - cuentame... ¿qué ha pasado? -
- ¿Por qué los chicos sois idiotas cuando tenéis quince años? - preguntó Elísabeth sentándose bien en su cama.
- Defecto genético... todos los hombres lo tenemos... después maduramos y se nos corrige... pero con quince... somos idiotas completamente... y más si hay una chica de por medio... - dijo Daniel intentando animar a su hermana.
- Lo tendre en cuenta... - dijo sonriendo, él se alegró de verla mejor - ¿por qué están mis padrinos aquí? - preguntó extrañada.
- Eli... sabes que la guerra esta aquí... y que yo quiero lo mejor para ti... que estés a salvo... sólo eso... - hizo una pausa en su explicación - ¿qué te parece pasar el resto del verano en Viena con ellos? -
- No quiero dejarte - dijo ella mirando a su hermano tristemente.
- Yo no puedo ir... tengo trabajo... y sólo quiero que estes a salvo... y allí estaras bien... además siempre te vas unas semanas con ellos en vacaciones -
- No quiero dejarte solo - volvió a repetir.
- No te preocupes... yo estaré bien... sólo será hasta que empiece el curso... iré a recogerte para llevarte directamente a la estación... -
- Si así lo has decidido - murmuró.
- Es por tu bien... no quiero que lleguen y te ataquen... los mortifagos son así de crueles... atacan lo que más quieres por que saben que eso es lo que más daño nos hace -
- Esta bien -
- Ya los elfos te han hecho las maletas... te iras hoy mismo con ellos... yo me encargare de comprarte el material escolar antes de que empiece el curso -
- Vale... - dijo ella tristemente.
- No estes triste... - dijo haciendo que ella levantara la cabeza - me parte el alma que te vayas así... -
La abrazó fuertemente, era cierto que Elísabeth pasaba parte de las vacaciones en Viena, pero siempre iba Daniel con ella, ese año, con tanto atentando de los mortifagos, los aurores habían tenido más trabajo que nunca, y Daniel no se pudo dar el lujo de unas vacaciones, ni de llevarla a Viena.
Bajaron al salón, se despidieron y los cinco, Linus, Farah, Patrick, Elísabeth y Olry, se fueron dejando a Daniel sólo y pensativo, se dejó caer en el sillón, "Es lo mejor para ella... salir de esta guerra... que este a salvo... no soportaría pensar que los mortifagos pudieran atacar el Valle y que le hicieran algo". Se apareció en la casa Potter, frente a la madre de James.
- ¿Ya se ha ido? - preguntó la mujer al ver la cara de pena de Daniel.
- Es lo mejor... allí estará a salvo... -
- Lo sé... - dijo ella comprensiva.
- Mañana tengo la tarde libre... ¿qué te parece si me llevo a los chicos a comprar el material para el curso que viene? -
- Es buena idea... ¿quieres quedarte aquí a dormir?... así no estaras solo -
- Gracias - contestó él asintiendo.
En su juventud, Harold Potter, Jonathan McCallister y Linus Lavine habían sido los mejores amigos del mundo, fueron a la misma casa en Hogwarts, los tres Gryffindors de pura cepa, estuvieron presentes en sus distintas bodas y en los bautizos de sus hijos. Los Potter eran los padrinos de nacimiento de Daniel, y los cinco, puesto que Linus fue el único que no se casó pronto, educaban, mimaban y atendían a Dan cuando era niño. Él siempre los quiso mucho a todos ellos, después, cuando fue grande, llegó esa mortifera enfermedad que se llevó a su madre, fue triste y doloroso para todos. Poco después, su padre, Jonathan, alentado por un consejo que su difunta esposa le dio antes de morir, buscó un nuevo amor, al poco tiempo se casó, y nació Elísabeth. Fueron momentos duros y a la vez alegres, y siempre, las tres familias estaban unidas por la amistad de años atrás, y aunque no lo pareciera seguían manteniendo el contacto.
A Daniel le dolía demasiado que su hermana se fuera a Viena, aunque sólo fuera unas semanas, siempre le dolía y se entristecía cuando se separaba de ella, cuando era pequeña era peor, por que ella lloraba al ver a su hermano irse a Londres y ella quedarse en Viena, pero ahora la situación cambiaba, era por su seguridad, por su bien, allí no se estaba librando una guerra, allí estaría a salvo.
Era la hora de la comida y Sirius bajaba las escaleras pesadamente, había estado encerrado en su cuarto desde que, hace una hora, llegaran de la acampada, ni siquiera tenía ganas de comer, pero no podía hacerle ese desplante a la señora Potter, llegó al comedor y se sentó en su sitio, allí ya estaban Remus, James y Daniel.
- Anima esa cara Sirius - dijeron sus amigos intentando animarle.
- ¿Alguno de vosotros me podría decir por que Elísabeth ha llegado enfadada de la acampada? - preguntó Daniel de forma casual.
Pero casual la pregunta no era, al ver el estado de animo de Sirius supuso, y no iba mal encaminado, que él había tenido algo que ver con el enfado de su hermana.
- Le he gastado una broma y se ha enfadado - dijo Sirius escuetamente.
- Eso no es bueno... Elísabeth suele ser muy rencorosa y vengativa... - comentó Daniel frunciendo el ceño - sino que se lo pregunten a su profesora de ingles en el colegio muggle... le toco tanto las narices que al final hizo que le explotara un petardo en las manos... pobre mujer... pero claro también esta el factor que la profesora era una amargada y una borde... se le daba muy bien sacar de sus casillas a la gente - dijo pensativo.
Sirius sonrió al saber la anécdota, no se imaginaba a Elísabeth de esa forma, normalmente era una buena chica que no se metía en lios, bueno, tampoco es que él se hubiera fijado tanto en ella como para saber como es, pero no tenía pinta de ser ese tipo de chicas que se meten en lios.
- A todo esto... ¿dónde esta? - preguntó James mirando a los lados buscando a la chica.
- En Viena... -
Sirius escupió el zumo que se estaba bebiendo.
- ¿En Viena? -
- Si... la he mandado a terminar de pasar las vacaciones allí con sus padrinos -
"Mierda" pensó Sirius frunciendo el ceño por la información.
- ¿Y eso? - preguntó Remus curioso.
- Estamos en guerra... allí esta más segura... a salvo - murmuró Daniel.
Los señores Potter entraron en el comedor y se sentaron cada uno en su asiento.
- Chicos... ¿qué tal en el bosque? - preguntó Harold sonriente.
- Bien... - contestaron los tres chicos.
- Mañana por la tarde ira Daniel con vosotros a comprar los utiles del colegio -
- Vale... -
No hablaron mucho, ninguno tenía demasiadas ganas de decir nada, cada uno pensaba en sus cosas mientras comían en silencio, al terminar, Daniel y Harold se fueron otra vez para el ministerio a seguir trabajando.
Al día siguiente, a primera hora de la tarde, salieron del Valle para ir al callejon Diagon, las compras fueron rapidas, además de las cosas para el colegio compraron otras tantas que la señora Potter les había encargado, el resultado fue llegar a la casa Potter cargados.
Los días fueron pasando y Sirius empezó a olvidar el estraño sentimiento que sentía cuando Elísabeth estaba cerca, sería por que ya no estaba, también olvido rápido ese remordimiento por lo que paso en el lago, por haberla preocupado sin motivo y haberla asustado de esa forma. Los tres chicos pasaban el día jugando e inventando bromas para el colegio despreocupados, con la alegría y vitalidad propia de los chicos de quince.
Sirius ya no pensaba en Elísabeth, ni ese deseo por besarla había vuelto a atormentarle, se auto convenció de que era una simple atracción y por lo rápido que la había olvidado tenía la pinta de ser sólo eso, o no. Era uno de septiembre, y los señores Potter los habían llebado a los tres a la estación de tren para coger el expreso a Hogwarts, iban caminando tranquilamente por el anden, saludando a las compañeras, principalmente, y a las chicas guapas les guiñaban el ojo o les sonreían descaradamente. James se concentraba en intentar encontrar una cabellera roja, más particularmente, la de Lily Evans, miraba a todos lados intentando encontrarla y así poder pedirle salir el primero de la larga lista de pretendientes que seguramente tenía. Remus simplemente vigilaba que sus amigos no se dieran contra los muros y saludaba cordialmente a la gente. Sirius se dedicaba ha hacer apuntes mentales sobre los posibles futuros lios amorosos y cual de esas chicas que estaba viendo era la más indicada para pasar un rato con el gran Sirius Black.
Pero claro, para Sirius toda esa teoría de que sólo sentía atracción por Elísabeth, por que era la única chica que había visto en vacaciones, se le desmoronó en cuestión de segundos, más concretamente, en cuanto la vio al final del anden, despidiendose de Daniel, sonriéndole y abrazándolo. En ese momento supo que por esa chica no sentía sólo atracción, ahí supo que sentía algo más, aunque no quisiera ni definir ese sentimiento, ni admitirlo.
Continuara...
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