Bueno, pues aquí está el primer capítulo del final alternativo de la historia de Myotismon. La verdad, a mi este final me gusta más, es más largo, más profundo, y espero que disfrutéis tanto leyéndolo como yo lo haré escribiéndolo :3

Desde que perdí a mi querida Angewomon dediqué mi vida a buscar a mi señora Ophanimon y a defender este mundo, aunque fuese desde las sombras. Este mundo era mi vida, y juré que moriría defendiéndolo, y así será.

Estos pensamientos vienen ahora a mi mente porque hace un par de semanas me había encontrado un extraño colgante rosa, que emitía una luz muy pura y diáfana. No sabía que era ni para que servía, pero estaba seguro de que era algo importante, y por esa razón lo había guardado muy bien, bajo llave, en uno de los lugares más escondidos de mi castillo. Hoy también me doy cuenta de que debe de ser importante porque cuatro digimon están asediando mi castillo, y como esto siga así este lugar quedará en ruinas. Tenía que saber que querían.

Salí de mi castillo y un Piedmon se acercó a mí. Había otros tres digimon con él, también de aspecto poderoso. Metalseadramon, Puppetmon y Machinedramon.

-Por fin el dueño de este castillo se digna a dar la cara. Y menuda cara, quien lo hubiese imaginado... Un Myotismon viviendo aquí, interesante -me dijo Piedmon.

-¿Qué es lo que queréis?

-Tranquilo amigo, solo queremos hablar contigo. Necesitamos tu ayuda.

-¿Mi ayuda para qué? -Fuese lo fuese lo que esos digimon querían de mí, no podía ser nada bueno.

-Estás muy a la defensiva, relájate. Verás, sabemos lo que fue este castillo en otra época, pero nunca hubiese imaginado que sus habitantes seguían aquí. Lo que queremos es simple. Ayúdanos a destruir a los digimon elegidos. En concreto, a uno de ellos.

-¿Digimon elegidos? No se lo que es eso, pero tampoco os ayudaré con eso.

-Los digimon elegidos son aquellos que necesitarán de los niños elegidos, es decir, de niños humanos, para evolucionar. Y su existencia interfiere con nuestros planes.

-¿Niños humanos? ¿Planes? No se de lo que me estáis hablando.

-Nosotros nacimos directamente del Área Oscura. Por eso, nuestros planes son destruir el Muro de Fuego para abrir la puerta del Área Oscura y...

-Espera, espera -no podía creer lo que quería hacer, era imposible- no puedo creer lo que oigo... ¿Me estáis diciendo que pensáis liberar a los Señores Demonio? No estáis bien.

-Los Señores Demonio hace mucho que no existen, idiota. Lo que queremos liberar es a Apocalymon, el digimon que nació de los datos de todos aquellos condenados al Área Oscura, aunque algunos de sus datos son de los antiguos Señores Demonio.

-No os pienso ayudar con eso. No haré daño a nadie.

-Tendrás que hacerlo, o te juro que destruiré hasta el último de lo habitantes de tu ridículo castillo. Vas a controlar esta zona, el continente Server, buscarás el octavo emblema y el octavo digimon y los destruirás, ¿me has entendido?

-¿Qué es un emblema?

-Esto -y sacó el colgante que yo había encontrado hacía un tiempo. ¿Cómo era posible? No habían conseguido entrar en el castillo, creo...

-¿Y si ya lo tienes, para que me dijiste que los buscase?

-Este no es más que una réplica -interiormente, suspiré aliviado- que te daré para que busques el original y al octavo digimon. Cuando te encuentres cerca de ellos, salvo que estén protegidos de algún modo, cosa que dudo, brillará y luego, una vez que los encuentres, se apagará.

-Vale -cogí esa réplica y la guardé en el interior de mi chaqueta- os ayudaré con esto.

-Eso está bien, pero no me fío de ti, Myotismon, cada cierto tiempo vendré a ver que haces. Si nos traicionas, tu vida y la de todos estos digimon llegará a su fin.

En silencio, observé como esos cuatro digimon se marchaban. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Demidevimon se acercó a mí.

-Señor, ¿de verdad va a hacer eso tan horrible que le han pedido?

-Claro que no Demidevimon, pero no podía consentir que os hicieran nada. Vamos a empezar un plan. Buscaremos al octavo digimon e intentaremos reunirlo con su compañero humano.

-Pero señor, en este mundo no hay humanos, ¿no? Al menos, yo nunca he visto ninguno...

-No, no los hay, ellos viven en su propio mundo, pero aquí, en este mismo castillo, hay una puerta que conecta con todos los mundos existentes, y, obviamente, también conecta con el mundo humano. Solo tengo que pensar el modo de abrir la puerta y de como hacer todo esto sin que Piedmon se entere.

Entré en el castillo y recorrí sus pasillos pensativo, hasta que llegué al lugar donde se encontraba el emblema. Lo cogí y lo guardé junto a la copia. Ahora mismo, yo era el único que sabía lo que estaba ocurriendo, y tenía que ser yo quien lo evitase a cualquier precio.