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Todo pertenece a Philip Pullman. Por cierto amo los romances como estos. Trágicos y necesarios.


Eternamente infinito

«Era como mi aire,

y sin embargo, seguí sin él»

Lyra nunca llorar porque eso no va con ella. Lyra no llora porque nunca está sola, porque eso es lo único que le aterra pero sabe que sin Pan, ella moriría. Y sin embargo siente las lágrimas caer rápidas y traicioneras por sus mejillas una vez más, mientras espera como por un milagro que Will vuelva a estar a su lado para mirarla con curiosidad y amenazarla con matarla, igual que cuando no eran nada más que dos niños, un espíritu con forma de gato roñoso y el otro invisible. Igual que cuando todavía estaban juntos, igual como esa noche en que Lyra no pudo dormir y observó las estrellas toda la noche, casi sin respirar y dejándole a Pantalaimon el trabajo.

Le quiere. Le quiso, le quiere y siempre le querrá.

Se quieren pero no está bien. Porque eso fue un error, porque nunca debieron conocerse, porque todo fue por una daga que podía cortar el mundo y llevarte a otro, porque todo fue por culpa de un destino aburrido y caprichoso. Porque ella nunca debió enamorarse, porque fue su primer amor, porque se enamoró de su alma gemela en otro mundo, porque nunca debió.

Se suponía que era un don y le terminó desgarrando el alma.

Ella quiere con todo. Entrega el alma, el cuerpo, el espíritu y la vida. Lyra nunca deja nada cuando ama, se entrega con todo lo que tiene, lo que no también. Regala sus sueños, fantasías, canta sus miedos y susurra sus sospechas. Silba sus gustos, corre sus deseos. Ella se lo dio todo a Will y al final acabó con el corazón roto en una mano y el alma luchando por no volverse transparente, invisible, y alejarse para siempre en la otra.

Sabe que no es su culpa. Sabe que él la quiere, sabe que la recuerda, sabe que sigue manteniendo su promesa de amor eterno. Pero también sabe que la Lyra de su mundo, aquella que no conoce, es considerada una mera sombra, un retazo, un intento. Sabe que no es suficiente porque se parece, pero no es. Porque a ella también le pasa. Porque mira ese hombre frente a ella, tan parecido a Will y sin embargo sigue sintiendo que le falta algo.

Porque nunca será William Parry y eso es lo que ella necesita.

Se muerde los labios para evitar sollozar, agazapada en la esquina de su habitación, vestida con un camisón ligero. Debería estar durmiendo pero es una de esas noches en que recuerda el momento en que juró amor eterno, y a veces desearía no haberlo hecho porque sabe que algún día su corazón va a volverse trizas y que su alma se le va a escapar del cuerpo. Entonces, finalmente Pantalaimon se morirá de pena y ella no va a tardar en seguirle porque es lo único que le queda. Porque no quiere sentir nada.

Porque lleva ese juramento eterno tatuado en el pecho, porque nunca va a borrarse. Porque mientras está con la persona que podría haber amado completamente en su mundo, a veces no puede evitar imaginar que es Will y hacerle el amor desesperada, porque si cierra los ojos todavía puede sentir sus besos, y si aprieta la boca para no soltar un nombre que nunca debió haber conocido, se los puede imaginar en lugares que no hacen sino darle un momento efímero de felicidad.

Inclina la cabeza hacia atrás, intentando que no se le rompa el pecho de la pena, mirando distraídamente hacia el techo.

¿Realmente pensó que podría vivir sin él?