N/A: ¡Hey! ¿Cómo se encuentran hoy? Yo vuelvo a traerles una historia de Canción de Hielo y Fuego, y como siempre, se trata de un reto del foro Alas negras, Palabras Negras. A decir verdad, disfruté bastante escribiéndolo; Cersei me gusta bastante como personaje, si bien no tanto como persona, y en algunas cosas me agrada su punto de vista, supongo. Aunque debo admitir que no estoy demasiado satisfecha con el resultado. ¡Espero volver a escribir pronto sobre ella!
Disclaimer: Todos los personajes -o sea, Cersei- pertenecen a George R.R. Martin. Esta historia está hecha sin fines de lucro, por fan para fans. Este fic participa en el reto 'Drabbles de Casas Mayores' del foro Alas Negras, Palabras Negras.
Leona.
Cersei mantuvo los ojos abiertos a pesar del cansancio que sentía. La septa llevaba horas y horas hablando de tonterías que, sinceramente, poco le importaban. «La mejor arma de una mujer son sus lágrimas», le repetía constantemente. «Debes ser sumisa». «Debes ser amable». «Debes sonreír con cortesía y aceptar todo lo que los hombres te digan». ¿Qué se suponía que era todo aquello? Estaba harta.
Por más que tratara de hacerlo encajar, era imposible conciliar las palabras de la septa con lo que ella sabía.
Su mente vagó distraídamente hacia su padre. Frío y genial, a Cersei siempre le había gustado verlo hablar de sus negocios. Extrañaba como nunca antes el fingir ser su hermano para ello, pero todavía había algo que podía rescatar.
«Los Lannister siempre pagan sus deudas», pensó, somnolienta. Sí, eso le gustaba más que aquellas tonterías de las lágrimas. «Escucha mi rugido». Aquella frase de alguna forma la hacía alzar el mentón e hinchar el pecho de puro orgullo, como dándole una fuerza desconocida. Sí, ella prefería mil veces ser escuchada que callar y dejar que alguien más hablara por ella.
La septa le llamó la atención y ella volvió a hacer como que escuchaba, pero en verdad no le interesaba nada de ello. Poco tenía que ver con lo que ella sabía de ser una leona.
