Hola a todos, este es mi primer Fanfic. Es sobre mis OCs, del mundo de MLP.
Espero que les guste la historia. Si tienen dudas o comentarios son libres de hacerlos. Me ayudaría a aprender.
Para ver una imagen de mis OCs que van a estar en la historia:
darkselia. deviantart /com/ gallery/60854216/MLP-OCs (borren los espacios y en vez de "/com" pongan ".com")
Capítulo 1: Memorias de una Cutiemark.
Era una noche muy fría de otoño en Cloudsdale. Golden Heart, un pequeño pegaso de color marrón claro con cabello corto y amarillo, estaba acostado en su cama, sumido en una intensa oscuridad y mirando una grieta del techo, aunque sin prestarle mucha atención. Eran las 3 de la mañana y no podía dormir. El único ruido que se escuchaba era la aguja del reloj despertador que estaba en su mesita de noche, aunque esto no le molestaba porque estaba prácticamente concentrado en las cosas que pasaron el día anterior.
Golden había conseguido su Cutiemark, y lo que debió ser el mejor día de su vida, se volvió una pesadilla, sobre todo para sus padres. Después de una severa charla, lo castigaron sin cena, enviándolo a la cama temprano.
Ese mismo día, Golden decidió finalmente arreglárselas por su cuenta con los potros de su escuela que lo molestaban en los recreos. Aquellos eran de una clase superior a la de él y se aprovechaban robándole el almuerzo, golpeándolo y lo humillándolo en frente de sus compañeros.
Los profesores no hacían nada más que darles una estúpida charla sobre "no molestar a los demás" y "somos todos amigos" que jamás funcionaban pues todos la ignoraban, inclusive Golden. Sus padres le habían dado el hermoso consejo de ignorarlos porque "así se van a cansar y te van a dejar de molestar" en vez de reclamar a la escuela o cambiarlo a otra. Golden tenía que sufrir en silencio, tragándose insulto tras insulto, varias palizas y las ensordecedoras risas de sus compañeros y las miradas de sus "amigos" que no hacían más que observar desde otro lado para no tener que ayudarlo y ahorrarse la vergüenza.
Después de mucho soñar con darles un golpe en medio de la cara y arrancarles las plumas de sus alas una por una para que sufran, finalmente hizo lo que tenía que hacer. Eso significaba para él, hacer justicia con sus propios cascos. Por lo tanto, a la salida del colegio, se vio con los tres bravucones y los enfrentó a una pelea en donde, increíblemente y para sorpresa de todos los que estaban mirando, resultó victorioso.
A diferencia de los otros, a Golden no le sorprendió en lo más mínimo. Su pequeño tamaño en comparación a sus oponentes, semanas de idear estrategias, entrenar y sus clases particulares de vuelo, le habían dado una gran ventaja sobre sus rivales, humillándolos y consiguiendo el hermoso y dulce placer de una fría venganza.
Descargar toda la ira acumulada de tantos años de sufrimiento golpeando sus caras despertó a Golden un sentimiento que nunca había experimentado. Un fuego interno que se extendió en todo su cuerpo le dio una adrenalina y se sintió más vivo que nunca, emocionado y con ganas de más. Fue hermoso ver esas tontas caras que se burlaban de él, heridas, con moretones y sangre saliendo de sus narices o bocas. Ya no se sentía pequeño, al contrario, se sentía poderoso, como si no hubiera nadie que pueda interponerse en su camino. Esa era una sensación embriagadora que despertó una chispa en su interior y finalmente apreció su Cutiemark.
Pero, a pesar de lo bien que se sintió hacer justicia por su propia cuenta y de ganar una hermosa Cutiemark con la forma de una espada y dos alas rodeándola, sus compañeros lo vieron como si fuera un monstruo, los profesores se sobresaltaron y llamaron de inmediato a sus padres y ellos se decepcionaron muchode él.
Golden golpeó la almohada con frustración. No entendía. Ellos eran los malos, los bravucones, aquellos que en todas las películas odiamos y todo símbolo de maldad. Mientras que él es el héroe. ¿Por qué el castigo fue suyo? ¿Por qué cuando ellos lo golpean no pasa nada y cuando Golden lo hace es un monstruo?
Los recuerdos de la pelea se arremolinaron en su cabeza. En ese momento fue que Golden Heart encontró muy emocionantes las peleas y, sobre todo, que otros sientan miedo de él y no al revés. Ser él el grande y fuerte al que todos deban respetar. Ese debía ser su destino, la grandeza. Crear su propia ley bajo lo que él considere correcto, seguir su propia moral. Pero nadie estaba de acuerdo.
A la vuelta del colegio tuvo que tragarse una charla con sus padres sobre "lo que es correcto e incorrecto". Aunque Golden no quiso escucharlos y sabía que esas cosas cambian dependiendo del punto de vista de cada uno, no existe una verdad absoluta, cada uno forja su propia verdad y decide que es lo moralmente correcto o no, dependiendo de cada caso. Era lo que había aprendido ese día, su Cutiemark estaba de acuerdo y para él lo correcto fue callar a aquellos que lo molestaban.
Golden se movió de la cama y se sentó en el borde. No podía dejar de pensar en el momento en el que sus padres llegaron a la escuela a retirarlo y a hablar con los directores. Hubo un momento único en el que los ojos de sus padres vieron su marca y su expresión cambió radicalmente.
Su padre tuvo un destello de ira en sus ojos, sus pupilas se achicaron, hizo una mueca y apretó los dientes con fuerza. Su madre abrió los ojos como platos por un segundo, abrió la boca para respirar con fuerza y buscó la mirada de su esposo, pero él estaba concentrado en la Cutiemark de Golden. Parecía que habían visto un fantasma, o algo muy malo que no querían recordar. Es más, pensándolo bien, su marca no se parece en nada a la de sus padres, ni un detalle. Es bien sabido que las Cutiemarks entre familias generalmente, si bien son diferentes, tienen algo en común. Pero la de Golden no se parece en nada. ¿Y si es adoptado? Era una pregunta que le estuvo dando vueltas todo el rato. Cuando su padre lo señaló y le dijo que era una vergüenza para la familia y que por su bien le de otro significado a la marca, fue cuando empezó a compararla con la de ellos. En nada se parece una espada con dos alas a un corazón y una nube o a un tornado.
Entre más lo pensaba, más le comía la cabeza. Si era adoptado, ¿Aceptaría de todas formas a sus padres adoptivos? En un momento de su vida a lo mejor hubiera pensado que nunca los cambiaría por nada, pero ahora no estaba seguro. Él no quería despreciar a sus padres por una pelea, pero definitivamente había algo que le estaban ocultando.
Un ruido en el techo lo sacó de sus pensamientos y llamó su atención. Hubiera jurado que era su imaginación si no fuera porque la pequeña grieta en el techo se hizo más grande.
Había alguien en el ático…
