Me presento ante los lectores para ofrecerles mis respetos y las gracias por estar leyendo esta historia. Los personajes a continuación presentados, no son míos, sino de Hatori Bisco-sama. Yo sólo los uso por mera diversión y sin fines de lucro. Es mi primer fic de Ouran, así que espero hacerlo bien.
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EL DESEO DE KYOUYA
Capítulo 1: El día en que empezó todo.
En el sótano del edificio norte, en un sombrío corredor; se encuentra el salón más oscuro y lúgubre quizás, del instituto. Abrir la puerta del Club de Magia Negra, podía convertirse, según los rumores, en una experiencia más que tenebrosa para un joven, inocente y millonario estudiante normal de la Academia Ouran.
Esa mañana, sin embargo, la sala parecía casi solitaria. Un profundo silencio que sólo era interrumpido por melancólicos suspiros que provenían de las sombras de aquel salón, como si de un alma en pena se tratara. No obstante, si uno se acercaba un poco más, podía ver que no era ningún fantasma, sino simplemente una joven de largos y negros cabellos, que miraba con adoración la foto de un rubio muchacho de rasgos casi infantiles, que posaba sonriente junto a su conejito.
-Haninozuka-san…ahora podré capturar tu alma – dijo susurrando la joven, guardando la foto en el bolsillo de su uniforme.
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Kyouya viajaba en su lujosa limosina, rumbo al instituto. El rey del mal ocultaba sus ojos aterradoramente fríos, bajo el reflejo de los lentes. Ese día se había levantado con una terrible jaqueca y en consecuencia un mal humor espantoso. Se había acostado tardísimo debido a que estaba revisando la posición de sus acciones en la bolsa, y las cuentas del Host Club, siendo la mayoría (estaba 100% convencido) nacidas por los estúpidos caprichos del idiota de Tamaki, lo que dejaba una utilidad de 35.48% para las arcas del Club, es decir, 0.03% menos que el mes anterior. A este paso, definitivamente irían a la bancarrota.
¿Cómo lograría invertir aquella situación?
No podía pedir a Honey-senpai que dejara de comer pasteles. Era parte de su encanto como loli shota y por lo tanto una efectiva, aunque costosa estrategia. Los gemelos simplemente pedían que la despensa estuviera llena de ese café de plebeyos, que no costaba ni siquiera la centésima parte de todas las cosas que pedía el auto nombrado 'King'.
Maldita sea. Simplemente tener que lidiar con una persona así, era un dolor de cabeza. Era cierto que algunas de las tonterías de Tamaki daban inesperados buenos resultados, (la idea de fundar el Club, por ejemplo) pero la mayoría definitivamente, era una pérdida total de dinero y de tiempo. Kyouya dejó escapar un suspiro de sus finos labios, mientras se subía los lentes, con aire cansado.
Al poco tiempo, el carro se detuvo y la voz respetuosa del chofer, indicó al menor de los Ootori, que ya habían llegado a su destino. Kyouya se ajustó la corbata antes de dar la orden de abrir la puerta del auto. A sus pies, se mostraba el camino hacia el más prestigioso instituto de Japón: El instituto Ouran. Pero Kyouya no estaba ese día para ver nada. A pesar de mantener el ritmo acompasado al caminar, propio de un hombre elegante y distinguido y aquella serena expresión que mostraba usualmente, el chofer, como todos los sirvientes de la casa Ootori, sentía que aquel día el señorito estaba de un humor terriblemente endiablado.
-"¿Tal vez algún problema con el señorito Tamaki?" - pensó el empleado, mientras cerraba la puerta para regresar a la mansión.
Por su parte Kyouya, caminaba intentando buscar algún tipo de solución. Persuadir a Tamaki no era lo difícil. Lo complicado era que Tamaki era un ser extrañamente voluble, que pasaba de una idea a otra 'casi' sin pensar. Sabía muy bien que el Host Club se regía bajo un modelo monárquico, con Tamaki a la cabeza, el cual si bien era fácilmente influenciable, era absolutamente impredecible. Claro que el reto de tener que luchar contracorriente había sido un juego bastante interesante, pero Kyouya necesitaba un descanso. Por más que se empeñaran en negarlo los demás, él también era un ser humano.
Si tan sólo tuviera el poder de elegir…Entonces no habría nada imposible para él. Si tan sólo tuviera el poder como el Rey del Host club…
-Kyouya-kun…Buenos días.
El joven Ootori se volvió al escuchar aquella siseante voz que lo llamaba. A pesar de estar bastante fastidiado esa mañana, sabía perfectamente ocultar sus emociones a la gente, producto del largo entrenamiento de todos esos años. Ladeando un poco la cabeza, saludó con su característica sonrisa de amable y frio hombre de negocios, a un alumno bastante peculiar, que ocultaba su uniforme con una toga negra y era el conocido presidente del Club de Magia Negra: Umehito Nekozawa.
- Buenos días Nekozawa senpai.
-Así que –dijo acercándose el senpai, sosteniendo en una mano a Beelzenef y en la otra un candelabro – Kyouya-kun está en problemas…
-No entiendo de que está hablando–replicó el joven subiendo por enésima vez en la mañana, la montura de sus lentes y disponiéndose a seguir su camino.
-Beelzenef me lo ha contado todo… Dice que no es bueno desear ser otra persona… Pero sobre todo dice que es mejor tener cuidado con lo que uno pide…- rió silenciosamente- porque puede volverse realidad…
Al escuchar las últimas palabras, Kyouya se volvió nuevamente, pero el oscuro senpai había desaparecido. ¿Qué habrá querido decir con eso? –pensó. Tras buscarlo un breve momento, se encogió de hombros, decidiendo que no era un asunto importante y se apresuró en llegar al salón. Aunque estaba un poco aturdido por el anterior encuentro, no significaba que su cólera había desaparecido. Esperaba no encontrarse inmediatamente con Tamaki, porque de ser así, alguien estaría definitivamente muerto. Y no sería él, desde luego.
Tenía que desahogar su ira de inmediato antes que llegara…
-¡¡BUEEEENOS DIAAAAAAAS KYOUYAAAAAAAAA!! – gritó una voz melosa desde el otro extremo del pasillo. Kyouya levantó los ojos y vio a un alto muchacho rubio corriendo a su encuentro, con una sonrisa de oreja a oreja y con los brazos extendidos.
Oh-oh. Demasiado tarde para huir.
-Rayos. Alli está ese idiota – pensó el chico, dirigiéndose a paso lento al salón, intentando ignorar en lo posible al hijo del director, maravillándose mientras tanto, en como un ser tan estúpido podía tener tanto poder en sus manos.
-¡Vaya! ¡Hoy tienes una mirada fatal! – dijo Tamaki sonriendo sin inmutarse en lo más mínimo por la lúgubre expresión de Kyouya - ¿Estás bien? ¡Seguro no has podido dormir! – al ver que no había respuesta, continuó hablando y dando vueltas alrededor del pelinegro, haciendo extraños ademanes con los brazos y tomando las más extrañas y 'elegantes' posturas jamás vistas - ¡Ah, Kyouya, tienes unas costumbres muy malas! ¿Y así dices ser miembro del honorable Host Club? Deberías seguir mi ejemplo, sabes; a las diez estoy en la cama, ya que acostarse más tarde es malo para la piel. Si continuas despierto hasta la madrugada, definitivamente acabarás con unas arrugas espantosas y con un genio aún más espantoso, además…
A medida que hablaba Tamaki, la irritación de Kyouya iba de en aumento. Tenía unas ganas terribles de golpear a aquel rubio que seguía hablando despreocupadamente sobre los cuidados de la piel, dándole insensatos consejos imposibles de seguir para él. ¡Si se había acostado tarde era precisamente por la culpa del idiota que tenía al frente suyo!
-…y es por eso, mon ami, que debes… - Tamaki se quedó helado al encontrarse con la mirada fulminante de Kyouya.
-Si vas a seguir hablando sandeces, entonces me voy al salón. Con permiso. – dijo fríamente el 'rey de las sombras', esquivando al rubio que debido a la impresión no podía moverse, ni modular la más mínima palabra de protesta.
-Kyouya… él está… realmente…oscuro…esta mañana – pensó Tamaki mientras se recuperaba gradualmente - ¿Qué podría haberle puesto así?
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El timbre del final de clase había sonado en el instituto Ouran. Los millonarios estudiantes, se empezaban a levantar, dispuestos a salir a divertirse, después de una pesada mañana de clases. Eso era lo que buscaban dos chicos, mientras se dirigían riéndose, hacia donde estaba un joven más bien bajo de cortos cabellos castaños, que en ese momento, estaba ocupado en colocar algunos cuadernos en su maleta.
-¡Hey, Haruhi! ¿Quieres acompañarnos? – preguntaron al unísono, los sonrientes gemelos Hittachin.
El estudiante (que en realidad era una chica) terminó de guardar sus cosas y los miró fijamente, antes de preguntar.
-¿A dónde?
-¡Averigüémoslo juntos! – gritaron los gemelos, en perfecta sincronía, cogiendo a la chica, a pesar de sus protestas, y prácticamente arrastrándola rumbo al tercer salón de música.
-¡Oigan, deténganse de una vez! ¡Hikaru! ¡Kaoru!– gritaba Haruhi, luchando por desasirse de los gemelos, sin éxito.
-¡Tenemos que llegar al club antes que nuestro señor! – dijo Hikaru en la carrera.
-Así es. Hoy tenemos preparada una gran sorpresa para él – continuó Kaoru.
-¿Y por qué tengo que ir con ustedes?- preguntó Haruhi, con un ligero tono de fastidio en su voz.
-¡Porque Haruhi nos cubrirá mientras preparamos la trampa para nuestro señor! – gritaron ambos gemelos, riéndose.
-¡¿Qué haré qué?! – protestó la chica, atónita - ¡Suéltenme! ¡Quiero ir a mi casa!
-¡Demasiado tarde para arrepentirse! – gritaron ambos, riéndose con malicia y acercándose al salón de música.
Al abrir la puerta, se toparon con un escenario totalmente inesperado. Honey-senpai ya se encontraba dentro, sentado en su mesa favorita, devorando pasteles junto a…
-¡¿Una chica?! – anunciaron los gemelos simultáneamente, con mal disimulada sorpresa.
El pequeño rubio al escuchar a los hermanos, volteó a saludarlos sonriente. En efecto, el pequeño host, estaba al lado de una hermosa muchacha de cabellos negros como la noche. Haruhi y los gemelos reconocieron en ella a Reiko Kanazuki, estudiante de primer año, una de las compañeras de clase de Kasanoda-kun, una de las fans declaradas de Honey-senpai e integrante del misterioso club de Magia Negra.
A pesar de ser considerada como una belleza, sus fríos ojos negros y su forma oscura de hablar, hacían que la mayoría de su salón, la temiera como si fuera una bruja, siendo estimada únicamente por sus amigos del club… lo cual no mejoraba mucho su imagen.
-Princesa Reiko… es un honor tenerla aquí…Aunque debo indicarle que aún no se abre el club – apuntó Hikaru, sonriendo forzadamente, intentando ignorar la pesada aura de la chica.
-No te preocupes Hika-chan – intervino Mitsukuni – Yo invité a Kanazuki-chan para conversar.
-¿Dónde está Mori senpai?-preguntó Haruhi.
-Takashi está practicando en el club de kendo. Me dijo que vendría pronto. – respondió el despreocupado chico, volteándose definitivamente para atender a su joven invitada.
-Wa-ah. Nuestro perfecto plan tendrá que esperar. – dijeron apenados los gemelos, entrando en el cuarto en donde estaba la despensa del club y cerrando la puerta.
Haruhi se vio entonces, libre de seguir con los gemelos y como Honey-senpai estaba ocupado con Kanazuki-san; decidió que no había nada que hacer por allí. Era la oportunidad perfecta para irse a su casa. Se despidió de su senpai y se dirigió apresuradamente a la puerta de salida, rogando no encontrarse con Tamaki-senpai ya que si eso sucedía, se vería obligada a permanecer en el club.
Estaba ya a punto de salir, cuando la puerta se abrió intempestivamente. La chica se hizo a un lado dejando pasar a Kyouya, sumamente molesto, perseguido por un lloriqueante Tamaki, que pedía a su amigo, le confiara el por qué de su enfado. Haruhi sabía más por sentido común que por experiencia que cuando Kyouya-senpai se ponía en ese estado, lo mejor era dejarlo tranquilo, hasta que gradualmente se calmara. Pero eso era algo que definitivamente no entendería jamás Tamaki-senpai. Se veía a la vista que el 'rey demonio' iba a explotar en cualquier momento con la aniñada actitud del rubio muchacho.
-Tamaki-senpai definitivamente seguirá molestando a Kyouya senpai hasta el final – pensó Haruhi saliendo del salón, aprovechando que la atención de todos estaba en los dos jóvenes.
-Pero, Kyooouya. ¿Qué he hecho yo para merecer tu retorcido desprecio? – sollozaba Tamaki, tras el irritado joven.
-Oh, Tama-chan y Kyou-chan ya llegaron – dijo Honey-senpai, saludándolos alegremente. Tamaki cambió rápidamente la actitud de bebé llorón por la de un chico encantador. En cambio Kyouya apenas si saludó.
- ¿Kyou-chan, estás molesto?- Mitsukuni se había dado cuenta de inmediato de la actitud del vicepresidente del club y no pudo evitar no preguntarle - Das un poco de miedo.
-Si a Haninozuka-san le da miedo, lo maldeciré para desaparecerlo – intervino la lúgubre Kanazuki, levantándose de su asiento. A duras penas, Honey logró contener a la chica.
-No, Kanazuki-chan, por favor. Kyou-chan es mi amigo – suplicó él, sonriendo nerviosamente, agitando sus manos, para evitar que la joven maldijera a Kyouya. Ella lo miró y después asintió, sentándose nuevamente, aunque no dejaba de mirar fijamente al joven pelinegro y al otro tipo que lo perseguía.
-Kanazuki-chan… Kanazuki-chan. ¿Estás bien?- preguntó Honey-senpai, mientras comía el octavo pastelillo. La imagen que daba el 'loli shota' host con la cucharita en alto y la cabeza semi inclinada, resultaba extraordinariamente irresistible para la joven, aunque no por ello, podía olvidarse de aquellos dos inoportunos que habían acabado con su cita personal con su querido Haninozuka-san.
-Parece que Kyou-chan está molesto por algo que hizo Tama-chan – dijo Mitsukuni, mirando pensativamente su pastel de fresas.
-¿Cómo lo sabes, Haninozuka-san?- preguntó Kanazuki, mirando a los chicos. Kyouya se había sentado ya en 'el rincón de mamá', como decía Tamaki al lugar donde el pelinegro revisaba las cuentas del club, y el joven rubio estaba sentado en otro rincón, en el mismo piso, bastante deprimido.
-Porque es siempre lo mismo – respondió el anfitrión – Kyou-chan es el encargado de asegurar el funcionamiento de este club, por lo que tiene frecuentes discusiones con Tama-chan. Aunque Tama-chan siempre gana, eso no impide que Kyou-chan se muestre molesto.
-Entonces, ambos no pueden entenderse del todo…
-¿Eh? –exclamó sorprendido el muchacho, permaneciendo en silencio unos instantes, para reírse después – No lo malinterpretes, Kanazuki-chan. En realidad ambos se entienden muy bien, sólo que a veces hay ciertas cosas en las que no están de acuerdo.
-Entiendo – dijo la chica levantándose – Disculpe, Haninozuka-san. Debo retirarme.
-¿Por qué? ¿No te estás divirtiendo? Usa-chan – dijo mostrándole su conejito – estará triste sin Kanazuki-chan.
La joven sonrió tiernamente y acarició al conejito de Honey-senpai.
-Regresaré pronto, Usa-chan. Te lo prometo.
-¡Wah! – exclamó riéndose Mitsukuni - ¡Entonces, te estaremos esperando!
Kanazuki se despidió con la mano de ambos, y al voltearse para salir, miró por última vez a Tamaki y Kyouya.
-Ambos deberían ponerse a pensar en la posición del otro... Creo que será divertido -pensó la chica sonriendo y saliendo definitivamente del lugar.
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Aquella noche resultó ser bastante extraña. Fuertes vientos azotaron sin piedad la ciudad, a pesar de no ser época de huracanes. Una inusual nubosidad, cubrió el cielo, ocultando la luna y las estrellas. Pero, muy pocas personas se dieron cuenta de tantos extraños fenómenos, debido a que la mayoría estaba durmiendo profundamente.
Tras aquel día agotador, en el que Tamaki le había puesto en prueba su paciencia; Kyouya había llegado exhausto del instituto. Apenas si logró cambiarse, antes de quedar profundamente dormido. Tamaki también había llegado a su casa con un estado de cansancio extremo, ya que perseguir a Kyouya era bastante dificil, sobre todo si el 'rey demonio' se encontraba con un genio digno de su apodo; por lo que se cambió rápidamente y se acostó pensando en el por qué Kyouya lo había tratado tan mal ese día. Poco a poco, el sueño empezó a invadirlo, y tras una última vista al retrato de su madre, se durmió.
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Tamaki abrió lentamente los ojos. Se sentía extraordinariamente pesado y con un terrible dolor de cabeza como nunca había sentido. Cerró nuevamente los ojos para relajarse un poco. Abrió nuevamente los ojos y se sorprendió en verlo todo borroso, como si de pronto se hubiera vuelto miope.
Se incorporó con pesadez, tratando de no hacer caso al punzante dolor de cabeza. Llamó a su querida perrita Antoniette, pero no ella no se apareció. ¿Qué habría pasado? Se sentó al filo de la cama, y examinó el lugar en donde estaba. A pesar de no ver muy bien, podía distinguir algunas cosas, como el color y la forma del cuarto.
Y esa definitivamente no era su habitación.
Pero por alguna razón se le hacía conocida.
Echó un vistazo a una mesita próxima a la cama. Forzando la vista, pudo ver unos lentes y un cuaderno de notas, que estaban junto a una moderna laptop.
-Lentes, laptop y cuaderno…- pensó Tamaki, buscando el vínculo entre esos objetos – Además la habitación, este ambiente frío, me resulta muy conocido.
Tamaki se levantó de la cama, buscando el baño, para lavarse un poco la cara y despertar completamente. Al intntar avanzar , casi cae al tropezar consigo mismo. Era como si no pudiera coordinar bien sus pasos, como si de pronto hubiera decrecido.
-¿Qué me está pasando?
Al llegar al baño, se encerró para lavarse un poco la cara, antes de bañarse. Abrió el grifo de donde salió un chorro de agua helada, que casi congela sus delicadas manos. Tiritando de frio, junto sus manos y se echó un poco de agua a la cara, para despejarse un poco. El agua fría, pareció despertar sus sentidos, y sintió que en dolor de cabeza desaparecía. Buscó la toalla y se secó la cara. Ahora no faltaba más que lavarse los dientes para proceder con el siguiente paso en su aseo personal.
Encontró el cepillo y puso un poco de pasta dental. Estaba disponiéndose a la cepillarse, cuando se topó con la imagen de un joven moreno cogiendo el mismo cepillo que tenía en sus manos, mirándole con una expresión de asombro.
-¿Kyouya? – preguntó Tamaki acercándose.
La imagen había hecho lo mismo que el chico. Tamaki se movió de un lado para otro, siendo imitado por aquella figura.
-¿Kyouya eres tú? ¿Qué haces aquí?
Cuando Tamaki intentó cogerlo, sus manos chocaron contra la superficie lisa del espejo. Retiró lentamente la mano, mientras procesaba toda la información recibida aquella mañana.
-Lentes…Laptop…Cuaderno de notas…El espejo.
-Eso significa que…
Empezó a hacer toda clase de muecas y extraños movimientos. Al ver que la imagen seguía fielmente todos sus movimientos, sonrió con nerviosismo y señaló el espejo.
Viendo el nervioso rostro del chico pelinegro, señalándolo, no había duda.
-Entonces eso significa que…
-¡¡¡NOOOOO!!! ¡¡¡AUXILIO!!!
A su llamada, dos sirvientes se acercaron rápidamente al cuarto y sin tocar entraron en la habitación, sorprendiendo al señorito en piyamas, gritando por todo el cuarto.
-¿Señorito Kyouya? – preguntó tímidamente una camarera - ¿está bien?
El joven se acercó a ella y le pidió con nerviosismo que repitiera su pregunta.
-¿Se encuentra bien, señorito Kyouya?
-¡¡¡NO!!! ¡¡¡YO NO SOY KYOUYA!!! – gritó Tamaki, corriendo por la habitación, dejando en un estado de shock a los empleados de la casa Ootori.
CONTINUARÁ…
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Fin del capítulo 1
BONUS EXTRA
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Ficha Técnica de los personajes.
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Kyouya Ootori. Tercer hijo de la familia Ootori. Estudiante de Ouran, segundo año, clase A, primer puesto en su salón y presidente (corrección: vice-presidente) del Host Club. Signo: Escorpio, tipo de sangre: AB. Dueño de un gran intelecto y una fría audacia, es conocido como el Rey de las sombras o el Rey demonio de sangre fría. En sus fases críticas, (es decir, cuando está en verdad molesto) puede ser fácilmente confundido con un namahage.
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Nota de la autora:
¡Hola a todos! En primer lugar, quiero disculparme con las personas que han leido este fic antes de corregirlo. Por alguna razón, los cambios que yo había hecho al escrito, no fueron guardados en el fanfiction, por lo que creo que fue un problema de la web. La verdad, estaba sorprendida al ver las tremendas fallas de redacción que ya había corregido con anterioridad, publicadas... Así que no puedo más que disculparme.
Quiero aclarar que esta idea es inspirada en uno de los pasajes del manga, en el extra: ¿Qué pasaría si Kyouya y Tamaki cambian de cuerpos? Aunque mucho antes de leerlo, ya tenía en mente esta historia, decido ponerlo en todo caso. Gracias por darse un tiempo para leer esta historia. Admito que aun me falta mucho por aprender, pero intenté redactarlo lo mejor posible... Espero que les haya gustado esta primera parte, de nuevo muchas gracias por leerlo. Hasta el siguiente capítulo!
Watashi lápiz.
