(Las fechas ordenan un evento respecto a otros, no indican fecha real del evento)

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Invierno. 19 Marzo (Saga)

El Viento del Norte

Fue como intentar cazar a una bestia salvaje. No tenía técnica, no tenía armadura, y no tenía nociones de combate honorable, pero tenía siete sentidos despiertos, y una rabia homicida que compensaba por todas sus desventajas. Se escurría, golpeaba, y corría por un bosque cubierto de placas de hielo que él conocía y nosotros no. Sagitario y yo teníamos las manos atadas. Lo queríamos vivo, y él ya había dejado claro que nos quería a los dos muertos. Estaba haciendo lo imposible por conseguirlo.

-Aioros, No puedes atravesarle la pierna con una flecha, de una vez?

-¿Estás loco? Es un crío!

-¡Un crío rabioso que ataca a la velocidad de la luz! Casi me revienta el cráneo!

La supuesta bondad de Aioros era memez galopante en algunas situaciones. Si no fuera por nuestras armaduras, ese "crío" ya nos habría matado. No podía mandarlo a otra dimensión, no nos serviría de nada allí. No podía usar un ataque directo, este maldito bosque estaba lleno de campesinos idiotas y niños perdidos y podría matar a uno de ellos. Y aunque ese no fuera un problema, o aunque decidiera olvidar que lo era, el crío no tenía armadura, y saber que podía atacar a la velocidad de un dorado no me decía nada del aguante que tenía. La contribución de Aioros a todo esto consistía en NADA, y en un casco que le dejaba el cráneo y el cuello mal cubiertos.

-¡Esto es absurdo Saga! ¡Deberíamos hablar con él!

-Oh, claro! Es muy comunicativo! No sabía que hablaras sueco!

-Tiene que hablar Griego, es un aprendiz !

-No sabemos si es un aprendiz, no encaja con ninguno de los aprendices que enviamos, ¡Y cúbreme la espalda mejor, maldita sea!

Los dos saltamos ante el aleteo de un pájaro, escapando de algo detrás nuestro. Saltamos ante la caída de una rama, y ante una mota de polvo. No importa lo superior que sepas que eres a él, un enemigo invisible en terreno desconocido, por días, y días, y días, te destroza los nervios. La jornada terminó con un balance de tres osos, dos ciervos, veinte ardillas y un centenar de abetos desintegrados, más de tres golpes por fuego amigo cada uno, y casi el hijo de un granjero. Hay que tomar otras medidas. El patriarca nos lo dijo, id a por la comunidad no a por él, pero Aiolos quería probar de otra forma, Oh, Aiolos!, por supuesto!

-No nos dijo que atacáramos la aldea ¡Diosa! ¡Dijo que el niño la protegía!

-Dijo también que era peligroso enfrentarlo en el bosque ¿Tú qué sacas de las dos cosas?

-Que el muchacho no es malo, solo protege a su gente. ¡Simplemente eso!

-¡Casi te mata, idiota!

-¡Está asustado!, ¡Saga no voy a quemar un pueblo de granjeros!

Bah! Como siempre, parecíamos vivir eventos diferentes. No tenía punto discutir.


Invierno. 20 Marzo (Saga)

Sol y Lluvia

Lo recuerdo como si fuera ayer. Llovía, siempre llovía en ese maldito lugar de sol moribundo y noches eternas. Lluvia que se congelaba directamente sobre la piel y abrasaba las hojas de los estúpidos árboles que insistían en seguir en pie. El pueblo estaba aterrado por nuestra presencia allí, pero no se atrevía a echarnos.

Si pudiéramos explicarles quiénes éramos, me decía yo, estarían felices de tenernos allí, aunque ahora, no estoy tan seguro de ello. Aiolos había sido una molestia, y nada más. Refunfuñaba como yo, se quejaba del frío, pero no aportaba ideas, solo rezaba mientras yo, solo, tenía que planear cómo resolver las cosas.

Una captura en poblado era más fácil que una captura en ese infierno boscoso y negro, nos dijimos, y decidimos esperar allí. El chico tendría que bajar a por comida antes o después . En este punto llevábamos ya tres meses y hacía tiempo que estaba claro que esa fiera carroñera no sacaba el alimento de donde habíamos pensado. No apareció, aunque juro que sentí su presencia algunas asquerosas noches, de esas sin lluvia. El pueblo entero lo negaba. Sabía que estaban de su lado, que estaban todos contra nosotros, estúpidos muertos de hambre que encima nos tomaban por idiotas...peor Aiolos insistía en esperar más, y luego cerraba los ojos en su silla correosa de vuelta a sus rezos, y no se sabía de él.

Cumplidas 256 horas de lluvia helada sin pausa perdí la paciencia, y supe que había llegado el momento de tomar cartas en el asunto. Si la situación era tan desesperada como Shion decía, si era tan importante atrapar al muchacho vivo y pronto, entonces tendríamos que quemar la maldita aldea para sacarle de su madriguera con humo, como la serpiente que era! No iba a ser quemar realmente! No soy un monstruo! No íbamos a matar a nadie! Solo lo asustaríamos lo bastante como para que acudiera, y luego reconstruiremos el lugar, eso era todo! La cosa era traerle allí, y alejarme de esas plantas miserables y esa lluvia, eterna y repugnante. Shion nos habló de las estrellas de Piscis, y si a eso nos enfrentamos, mi plan funcionaría.

Me levanté, orgulloso de mi determinación, y decidido a informar a Aiolos de lo que íbamos a hacer, le gustara o no. Justo cuando entré en su cuarto lo encontré con el culo fuera de su silla, una sonrisa amplia, y el cosmos ligeramente elevado, mirando la horrible lluvia a través de la ventana.

-Aquí está- Dijo, orgulloso, y señaló a la frontera entre el bosque y las miserables casitas de madera.

En la entrada del poblacho había un niño bastante más pequeño de lo que había esperado. Estaba descalzo, harapiento, y era aún más pálido de lo normal allí. Entorno a él había un aura suave de luz dorada, que le protegía de morir de frío y de que el agua que resbalaba sobre él se helara sobre su cuerpo.

-Cómo..? Como lo has….?

-Simplemente busqué su cosmos, y le llamé- y la sonrisa de Sagitario se ensanchó más- es dificil encontrarlo, no tiene control sobre su energía y no sabe activarla, pero sabía que su cosmos se encendería solo en las tormentas largas, si tiene que vivir ahí fuera. Vamos, Saga! Tenemos que hablar con él!

Fuera llovía. Sin truenos. Sin viento. Lluvia como llanto a oscuras. Los astros y nubes del mundo entero se escondían para llorar en esa esquina del fin del mundo, mientras brindaban sus sonrisas a Grecia.

-Dije que era una asquerosa serpiente? Me corrijo. Asquerosa serpiente de agua.

El ardiente buen humor de mi compañero me dan ganas de acabar con él, más en este clima. Él estaba tan orgulloso de que su plan hubiera funcionado! Y yo tan furioso por ello…!

El muchacho nos espera, irradiando desconfianza. Tenía varias lesiones. Fue lo primero que noté cuando nos acercamos lo bastante como para ver algo más que una manta de cabello sucio que le cubría por completo. Algunos de nuestros golpes no habían fallado, pero él se las había apañado para no emitir un solo sonido y mantenernos despistados. "Como un animal salvaje" Pensé sobre ese silencio, y esta vez no era un insulto tanto como un hecho. Nos acuclillarse a su altura, y él levantó el rostro, todo ojos y mofletes. Me derretí en ese instante, y recuerdo haber pensado que iba a ser muy mal patriarca si una mirada tierna me hacía olvidar tan deprisa que ese espigado saco de huesos había hecho lo posible por asesinarnos durante más de un mes.

Aioros se derritió también, sin remordimiento alguno. Sagitario puede permitirse esas blanduras, no va a ser patriarca, no tendrá responsabilidades serias. Levantó despacio la mano, usando su cosmo cálido como mensajero, y le acaricia la cara al crío, que eleva su cosmo prudencialmente, pero que no se aleja.

-Hola, pequeño, sabes quienes somos?

El criajo le mira fijamente. Ni se mueve, ni contesta

-Hey, estabas entrenando para una armadura? No me suena haberte visto antes.

De nuevo, no reacciona

-Sabes por qué estamos aquí?

Nada

-Oh, vamos Aiolos! Está claro que no habla griego! Será un milagro si no ladra como un perro!

Un perro rabioso, querría añadir. Era lógico! Si habla griego, está en shock, o tomándonos el pelo. No va a contestar y no va a reaccionar a nada que le digamos! Es momento de noquearlo y llevárnoslo a cuestas de allí! A qué estamos esperando?El arquero me ignoró totalmente, como de costumbre.

-Entiendes lo que te digo, pequeño? Sabes hablar este idioma?

El muchacho miró a Aiolos a los ojos en silencio, durante mucho, mucho, mucho tiempo. Mi compañero le sostuvo la mirada con gentileza, sin apartar la mano de su mejilla, mientras yo me me hartaba de perder el tiempo. Finalmente la fierecilla decide humillarme, la primera de muchas veces. Suspira, gira la cara para ahogar un puchero bajo los dedos de Sagitario, y asiente con la cabeza. Ailos repitió la pregunta, para estar seguro, y el niño asintió de nuevo, esta vez inmediatamente.

De vuelta en el barco, con nuestra carga al fin, Sagitario me dijo que el crío había roto a llorar contra sus dedos, que le había visto llorar todo el trayecto hasta el barco, caminando de su mano en silencio. Dijo que el crío se escondía y lloraba en los rincones del barco, que lo encontraba con la cara húmeda y los ojos rojos siempre que lo buscaba en su camarote, que no estaba seguro de que entendiera realmente lo que estaba ocurriendo. Ese animal silvestre no era capaz de llorar. Sagitario había notado simplemente lluvia. La maldita lluvia de ese maldito agujero.


Invierno. 21 Marzo (Saga)

Un Cadáver Más o Menos

Cargamos con las armaduras de cinco santos asesinados, cuyos cadáveres habían sido profanados, desmembrados, deshuesados...se habían arrastrado por el barro, se había orinado en cráneos...la experiencia de buscar todos los pedazos de nuestros compañeros caídos y darles sepultura digna no es un recuerdo que se vaya a abandonar fácilmente. Cargamos también con el perpetrador de esas atrocidades. La reacción más lógica frente a esa criatura, según Aiolos, era sentarla en tus rodillas, mecerla con cariño, hacerle cucamonas, contarle cuentos, y prepararle chocolate caliente durante todo el viaje de vuelta a Atenas. Era un niño muy bello, lo admito, pero no me dió el menor impulso de protegerlo. Era incluso demasiado bello para resultar cercano, y demasiado vigilante. No sonreía, no hablaba, no hacía ruido si lloraba, no jugaba, solo miraba todo con seriedad mortuoria y rabia contenida, vigilando con ojos fijos. Vigilándome muy especialmente a mí.

-No sabemos si es culpable o no- decía Aiolos, el memo, haciéndole carantoñas al niño, que las respondía sólo a medias.

-¡Oh, vamos! ¡Quién más podría haber sido?No hay nadie más con la fuerza necesaria.

-..quizás haya un motivo….- Sentía que el arquero estaba escupiendo sobre la tumba de nuestros compañeros. ¡Eran de menor rango! Pero compañeros al fin y al cabo!

-Así vas a honrarme si me matan?- pregunté con serenidad que ocultaba mal mis ganas de estrellarle contra el suelo del camarote. El crío fijó sus ojos vigilantes en mí, diseccionando mis intenciones con dedos invisibles. Aiolos solo sacudió la mano en el aire.

-No seas absurdo. Y no le acuses así. Entiende lo que dices.

-¡No hay motivos para profanar un cadáver!

Estalle, golpeé la mesa, y la mesa estalló también, más literalmente. La serpiente de agua se asustó, pegó un brinco y saltó al suelo, elevando su cosmo contra mí a modo de amenaza . Era el poder de un dorado, sin duda, y eso nos metía en un problema, porque obviamente el muchacho no tenía la virtud que requiere ser uno. Mire a Aiolos, esperando que esto le convenciera de que el crío era agresivo, y peligroso, pero el arquero solo se rió, alegremente, considerando que una amenaza de muerte contra un compañero, por parte de alguien con poder potencial igual al nuestro, era algo de lo más gracioso. Se levantó para volver a sentar al niño sobre sus rodillas, pidiéndole calma entre risas mal contenidas.

- Ves? Me está protegiendo! Tranquilo, Afrodita! Saga no quiere hacerme daño. Es un poco gruñón, pero es inofensivo- El maldito crío se dejó levantar y colocar sobre las piernas del arquero, pero no me sacó los ojos de encima un solo instante. Yo no daba crédito.

-¿Le has inventado nombre?- atiné a decir

-No sé el suyo, no quiere hablar...y de alguna manera tengo que llamarle, no?- y se deshizo otra vez en carantoñas no correspondidas, ignorando los insultos contra mí, la amenaza y el hecho de que el cosmo del niño aún estaba encendido. Lo único que no ignoró, al cabo de varios intentos, fue que el niño no le estaba haciendo caso- Eh. Oye Saga...eh...estaba pensando…¿No te importaría salir, verdad?, Creo que no está cómodo teniéndote a tí en el cuarto.

El portazo arrancó la puerta y el marco.