Disclaimer: Los personajes no pertenecen, de ser así Minerva no tardaría tanto en patearles el trasero a los Spriggans. Este fic corresponde a la actividad: Sobre gustos no hay nada escrito del foro: Cannon Island.

Advertencias: ¿Final horriblemente forzado? Errores y distracciones de edición: ortografía y puntuación. Me disculpo por los mismos, estoy trabajando en ello. ¿Cambios en el tiempo de narración? Oh, eso fue voluntario.

Notas de autora: Pobre mi vaca. Esta idea se sentía tan bien en mi mente y al escribirla fue como cofvómitoverbalcof. A decir verdad, me he forzado a escribir, pues aunque tengo el deseo, no las ganas y obviamente escribir así, no está bien. Pero es Minerva, yo realmente quería cumplir.

De todas formas, no estoy segura de que alguien vaya a leerlo, so, puedo quedarme con lo bueno de "cumplir" y no la vergüenza de escrirbirlo como mi cara xD

* Pathos: Es una palabra que cuenta con diversidad de interpretaciones. Sin embargo, en teatro la usamos para referir al sufrimiento del héroe o personaje principal, quien carga consigo el dolor de de la soledad, la falta de libertad y/o la pérdida. Lo creí apropiado para el pasado de Minerva, al cual hago mención en ambos drabbles.

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Sobre gustos no hay nada escrito: Viñetas de personajes.

Minerva Orland.

Le gusta: La atención.

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La señorita, una temible tigresa de Sabertooth. Una mujer tan fiera como astuta, cuya mirada afilada y sonrisa soberbia remembran al felino que tan gloriosamente representa.

Alguna vez, la despiadada hija del maestro; la diosa de la misma guerra, una obra del inframundo. La reina que con astucia y paciencia, le dio jaque mate a su Rey y liberó al felino cautivo de su vetusta prisión.

Una mujer tan temida, como respetada; cuyo pasado funesto tras bambalinas siempre ocultó, relamiendo heridas en silencio y sacando sus garras en respeto al libreto de su eterna función.

Pero la vida da vueltas y a su eterna tragedia un nuevo reparto se le añadió, acotando al monólogo forzado, de una protagonista que pierde el hilo en el desempeño de su cambiante rol. Protagonista en su propia historia, antagonista en la obra común, que casi al final del último cuadro, traiciona el guión y halla al fin su desenlace.

El público aclama de pie a la maga redimida, quien con tímidas reverencias hace su entrada al gremio donde todo comenzó. Y el tiempo pasa, y como emergente dramaturgo va añadiendo actos a su nueva creación, pero en su libreto ya no hay pathos y por primera vez aspira ser el héroe de la obra.

Trastabillar no es caída y del escenario sabe, que no pretende bajar. Porque aún improvisada, la función debe continuar.

No existen roles pequeños y si debe iniciar desde cero, lo hará. Regresará a la cima y esta vez con dignidad. Pues al final del día ella sabe que desea brillar, pero como villano, nunca más.

A Minerva Orland, siempre le ha gustado resaltar y la atención que eso conlleva, es de las pocas cosas de su pasado a las que aún no pretende renunciar.

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—303—

— Gracias por leer —

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