"Pasajeros con destino a Roma, favor de abordar el andén A3"
Era el momento de abordar el avión que lo llevaría a la península ibérica. Ludwig tomó sus maletas antes de levantarse del incómodo asiento de la sala de espera. Sus ojos azules cayeron sobre sus padres y su hermano que lo observaban con cierta preocupación oculta, preocupación que no había desaparecido desde que había anunciado que haría un viaje de intercambio a Roma.
Ludwig Beilschmidt tenía 20 años y estaba estudiando ingeniería automotriz en Berlín. Al ser el mejor de su clase, la universidad lo había postulado para que se fuera de intercambio a Roma. Sus padres se mostraron muy sorprendidos cuando aceptaron su traslado a la tierra italiana pero no pudieron evitar preocuparse. Su hermano mayor, Gilbert, se emocionó ante la noticia. Un cambio de aires le caería bien al rubio.
-¿Estás seguro de que quieres ir?-le preguntó su madre por millonésima vez mientras lo acompañaban al andén A3. La mujer se hallaba muy cerca de su hijo como si no quisiera separarse nunca del que fue su pequeño bebé- Es una tierra desconocida y tú nunca has salido del país.
-Vamos, mamá, ya es tiempo de que Luddy lo haga- la voz del albino estaba cargada de un tono burlón que le ganó una mala mirada por parte de su progenitora. El mayor de los hermanos se limitó a reír nerviosamente mientras se acercaban a los andenes.
-Madre, ya estamos aquí, ya no puedo arrepentirme- dijo finalmente el más alto del grupo mientras un suave tono rojo inundaba sus mejillas por la burla de Gilbert-Ya debo irme…
-Prométeme que me llamarás en cuanto llegues- dijo finalmente la mujer con un tono de derrota. En cuanto su hijo menor asintió, ella le lanzó los brazos al cuello para abrazarlo entre lágrimas- Cuídate mucho, por favor y estudia mucho.
-Sí madre- el menor sonrió con cierta tristeza. No le gustaba ver a su madre llorar pero en verdad no iba a arrepentirse. Abrazó brevemente a su madre y a su hermano antes de recibir un par de palmadas de apoyo por parte de su padre- Los veré en navidad…- el rubio de ojos azules se despidió de su familia mientras una repentina melancolía se instalaba como un nudo en su garganta. Aún no se había ido y ya los extrañaba.
"Estimados pasajeros, se les solicita que abrochen sus cinturones. Estamos a punto de aterrizar. Benvenuti all'Italia"
Ludwig miró a su alrededor, confundido. ¿Ya habían llegado? Vaya, dos horas habían pasado volando mientras repasaba su libro de "100 frases comunes en italiano". El germano guardó su libro en su mochila y se puso su cinturón antes de mirar por la ventana. El sol del medio día bañaba los grandes monumentos de la tierra romana. El rubio observaba todo con gran curiosidad. Había visto tantas fotos de Roma pero jamás se hubiera imaginado que la vería en vivo y a todo color.
En cuanto puso un pie en suelo italiano, su celular vibró demandando atención. Al parecer su madre no había podido aguantar más la ansiedad de saber si había llegado bien. El germano suspiró y le contestó a su agitada progenitora asegurándole que iría cuanto antes a la universidad a registrarse. Una vez fuera del aeropuerto, Ludwig tomó un taxi que lo llevaría a su futuro hogar por 3 años.
Tras 25 minutos manejando por las angostas calles de Roma, el vehiculo se estacionó ante un hermoso campus. Era un edificio bastante antiguo pero muy bien remodelado que destacaba entre las demás edificaciones de la ciudad. El rubio se tomó un momento para admirar su grandeza en todo su esplendor antes de entrar. Había estudiantes sentados en la hierba a la sombra de los numerosos árboles que se encontraban en la universidad. Otros corrían por lo que parecía ser una pista alrededor de todo el complejo.
Se sentía una vibra muy motivadora en ese lugar y el rubio no pudo evitar sonreír un poco cuando entró al edificio central. Tras presentarse y recibir su horario de clases, una chica decidió darle un tour por las instalaciones de la universidad. La joven parloteaba alegremente de todas las ventajas que tenía esa institución sobre sus rivales, o eso lograba entender el germano que aún estaba perfeccionando su italiano.
Al pasar por una de las muchas cafeterías, notó un par de anuncios pegados en una de las ventanas. Al parecer alguien estaba buscando a un germano nativo para poder practicar alemán. Justo al lado de esa nota había otra con el mismo texto, sin embargo la segunda persona buscaba a un español nativo. Ambas traían anotado un teléfono y un correo electrónico. Eran un tal Feliciano y un tal Lovino. El rubio tomó rápidamente una foto de los anuncios antes de seguir caminando tras la platicadora guía que comenzaba a fastidiarlo.
Al finalizar el tour, la joven le entregó la llave de su locker para que colocara sus libros y se marchó con una sonrisa. El alemán abrió una de sus maletas y comenzó a acomodar su material escolar cuando escuchó la campana que anunciaba el fin del día escolar. El barullo de los alumnos que comenzaban a salir a tropel de los salones no le impidió escuchar algunos comentarios por lo bajo. Era obvio que el alemán iba a destacar ahí, era bastante más alto que la media de los italianos y su cabello dorado contrastaba enormemente con los tonos castaños y negros de los estudiantes que lo rodeaban. Para terminar, su piel blanca lo hacía parecer un foco en medio de tantos tonos de piel clara y morena que tenían sus futuros compañeros.
Ludwig no estaba acostumbrado a desentonar, dado que nunca había salido de Alemania, él nunca había llamado la atención. Era bastante promedio en su tierra natal, en todo caso, quien siempre se robaba las miradas de todos era su hermano albino. Una vez que terminó de guardar todas sus cosas, comenzó a caminar hacia la salida tirando de sus dos maletas llenas de ropa y artículos personales mientras trataba de ignorar todos los cuchicheos que se arremolinaban a su alrededor.
Fue justo en las escaleras principales cuando sintió que alguien le quitaba una de sus maletas. Confundido y asustado, miró a su alrededor sólo para ver a un joven de cabello castaño oscuro que la sujetaba mientras le dedicaba una resplandeciente sonrisa.
-Oye, amigo ¿no quieres un poco de ayuda?-dijo el más bajo al tiempo que echaba a andar a los jardines rumbo a la reja principal. El alemán se apresuró a seguirlo, temiendo que intentara robarse su maleta- Vamos, quita esa cara, en verdad quiero ayudar. Me llamo Antonio y se nota que no eres de aquí…
-Ehm… jeje me temo que no, acabo de llegar- comentó el germano mientras sentía que un suave calor se instalaba en sus mejillas. En verdad resaltaba como un faro de luz. El moreno río divertido ante la obvia vergüenza ajena y le dio un par de palmadas en la espalda.
-Se nota que acabas de llegar, todo el mundo te está mirando-comentó el castaño sin dejar de sonreír logrando que el tono rojo de las mejillas ajenas se intensificara- No te preocupes, me pasó algo parecido cuando llegué aquí hace un par de meses…
-¿No eres italiano?-preguntó Ludwig con curiosidad. Encontrar a otro extranjero debía ser un enorme golpe de suerte. El contrarío negó con la cabeza antes de afirmar que venía del país de la pasión- ¿España? ¿Eres español?
-Nacido y criado ahí-comentó Antonio con orgullo una vez que llegaron a la calle. El ibérico miró a su acompañante por un momento antes de sonreír- Bueno, si acabas de llegar me imagino que no has comido. ¿Quieres comer conmigo? Ya luego te llevaré a tu casa o al departamento en el que vivas.
-Vaya, eso es muy amable de tu parte-contestó el joven de ojos azules con una enorme sorpresa, no esperaba hacer amigos tan pronto. El español echó a andar hacia el estacionamiento de la universidad- En verdad te lo agradezco…
-No hay de qué- el moreno metió las maletas ajenas en la cajuela de su vehículo antes de que ambos se deslizaran dentro del mismo. Unos minutos después se hallaban inmersos en el tránsito. El español sonreía y tarareaba por lo bajo al volante- ¿Y de dónde eres? ¿Qué haces aquí?
-Ehm… soy de Alemania y vine por un intercambio estudiantil-comentó el rubio sintiéndose algo incómodo. Socializar nunca había sido su fuerte, en realidad no parecía ser el fuerte de la mayoría de los alemanes, a excepción de su hermano- Estoy estudiando ingeniería automotriz ¿y tú?
-Vaya, así que Alemania, nunca he ido pero dicen que es genial-comentó el conductor distraídamente mientras daba vuelta en una glorieta- Yo estoy estudiando una maestría en gastronomía. Me encanta la gastronomía italiana, es tan perfecta que me hace llorar, pero se resiste tanto a que yo la aprenda, no logro encontrar mi sazón.
-Lo encontrarás pronto, ya lo verás-le aseguró el germano al ver que su nuevo mejor amigo apretaba con fuerza el volante debido a su molestia. El ceño fruncido desapareció de la cara ajena para que ésta volviera a iluminarse con una radiante sonrisa.
-¿De verdad lo crees? ¡Gracias, amigo!-el alemán estaba bastante sorprendido por el cambio de ánimo en el español pero agradecía mucho verlo sonreír otra vez- Y hablando de comida ¿qué vamos a comer?
-Pizza obviamente-dijo el castaño mientras se estacionaba ante un sencillo restaurante. Ambos bajaron del vehículo y entraron al local que anunció su llegada con el sonido de una campanilla. Era un lugar acogedor con un aire hogareño. El local estaba medianamente lleno. Un hombre maduro los saludó desde el mostrador cuando entraron- Ciao, quisiera una pizza margherita, per favore.
-Claro, tomen asiento-contestó el hombre con una amplia sonrisa. Parecía que todo el mundo sonreía en Italia, incluso Ludwig comenzaba a hacerlo de manera involuntaria. Los recién llegados se sentaron en la mesa más cercana al mostrador- Necesito una pizza margherita, per favore.
-Sale enseguida- anunció otra voz en la parte de atrás del local donde debía estar la cocina. Tan solo duró una fracción de segundo cuando los ojos azules de Ludwig chocaron contra unos enormes ojos castaños que parecían hechos de chocolate líquido y le robaron el aliento al punto de hacerlo perder el norte.
HOLA! Soy yo! Ghostpen94 que ha regresado con una idea muy loca. Tomé un poco de información de un libro, una película y un post de tumblr y he creado este fic que me emociona mucho y que moría de ganas por escribir.
Hace tiempo que no inicio un nuevo fic pero aquí estoy de regreso. Espero que les guste y que me acompañen a lo largo del mismo.
