AGENTE NOBI

20/05/26 Lugar desconocido 20:00pm

Tres días. Tres malditos días. 72 horas. 4.320 minutos. 259.200 segundos. Simplemente tres días de 24 horas. Eso fue todo lo que necesitó para acabar con la red de trata de blancas. En el primer día reunió todas las pruebas, en el segundo rescató a las esclavas y en el tercer día capturó y envío a chirona a todos y cada unos de los criminales de la banda desde la rata más humilde al capo más rico. Además de tener cogidos de los huevos a varios millonarios por ser clientes.

Definitivamente ese chico fue el mejor fichaje del CCPSM desde los sustitutos de fallecido agente Barna.

Y era por eso que ese mismo joven de solo 22 años estaba citado aquella noche. En esa sala sin puertas ni ventanas a la vista. Solo una mesa de cristal y dos asientos a cada lado.

Sentados en un lado un hombre de unos 63 años, caucásico, de un metro setenta encorvado, con una barba plateada recortada finamente y una cabeza rapada al cero. Lo único de su cuerpo que no iba a juego con su edad eran sus vivos y ágiles ojos azabaches detrás de las gafas de montura metálica. A su lado un joven de 24 años de pelo negro como la noche, al igual que su compañero caucásico, rasgos finos, piel morena, complexión delgada pero fibrosa, totalmente afeitado. Sus ojos mostraban el fuego de juventud, pero la fría y calculadora visión del general más experimentado. Ambos vestían un traje negro con camisa negra idénticos, la única diferencia era que el anciano llevaba una corbata color vino tinto y el joven llevaba el cuello abierto y sin corbata.

Enfrente de ellos el protagonista de nuestra historia. Un joven con un corte de pelo sencillo y práctico. Rasgos nipones marcados mostrando su origen de la isla del sol naciente. Su vestimenta era similar a la de sus compañeros salvo por la camisa que era blanca y llevaba una pajarita. Su ojos se escondían detrás de unas gafas rectangulares de varillas metalicas

Los presentes no intercambiaron palabra alguna hasta que el único objeto sobre la mesa, un reloj, marco las 20:01

-Agente Kaiju suponemos ya sabe el motivo de esta reunión- Comenzó seriamente el mayor para luego cambiar a un tono más distendido- No me puedo alegrar más por ti, por fin tus esfuerzos se ven recompensados.-

-Así es. Eres el mejor agente de tu rango y de otros rangos superiores. Por eso queremos que aceptes un ascenso que muchos desean.-Acompañó el joven con una sonrisa alegre y un tono amistoso.- Nos gustaría darte la bienvenida a las fuerzas especiales del CCPSM, los "Oreja de plástico".-El pobre nipón no pudo más que quedarse congelado en el sitio.

-Me estáis tomando el pelo ¿verdad?- Aseguró el sorprendido joven, incrédulo aún del cargo que había recibido. Los oreja de plástico eran agentes especiales los cuales tenían un implante en la coclea, una zona del oído, que les permitían estar en contacto constante con la central, recibir información, enviarla, hacer llamadas, además de que esta también tenia una conexión al nervio óptico de forma que también podía visualizar mapas y otros datos que le enviasen la central, y está podria oír y ver lo que el. Pero lo mejor del implante era que sólo funcionaba si el quería. Un pequeño sensor en el lóbulo de su oreja derecha le permitía apagarlo y encenderlo a voluntad.

Pero lo mejor del cargo era que no tendría que hospedarse en niguna base, sino que podía regresar a casa y hacer vida normal, que aunque no estuviese activo durante meses seguiría cobrando su sueldo que no era precisamente poco. Y cuando se requiera su presencia contactaban con el y listo.

-No es ninguna broma. Eres el mejor agente de campo que hay, claro después de mi.- Afirmó el joven con cierta arrogancia, que tenia merecida pues no mentía.

-Y además aunque fuera de las misiones eres más bien normalito en cuanto te encargamos una, pasas de doctor Jekeley a Mr. Hayde. La prueba son los resultados de tu última misión.-Secundó el anciano.

-Y por eso y en el nombre del Centro de Control de la Paz y Seguridad Mundial nosotros los agentes Barna Alfa y Barna Omega, orejas de plástico categoría 2, te nombramos a ti, agente Kaiju, oreja de plástico categoría 1 en este momento y con el consentimiento del Comandante.- Recitaron los dos agentes de mayor rango.

-Se siente pero ya no hay marcha atrás. Cuando salgas de aquí te esperará un equipo de cirujanos súper experimentados que procederán con el implante y después de que te recuperes de la operación partirás a Japón donde ocuparas tu nuevo hogar en tu ciudad de origen.-Explico el joven de alto rango.- Y ya fuera de formalidades te apetece un poco de licor para celebrar, tenemos vodka, whisky, ron, aguardiente, sake, mamajuana, orujo… tenemos de to' machote.- Enumeró con una sonrisa pícara.

-Con agua ,sin el ardiente, me basta.- Respondió el nipón. Mientras el anciano descorchaba una botella de orujo del 63, el año en que nació y el único de los tres sin gafas se mezclaba en una coctelera una tónica, un chorro de Ginebra y añadía un poco de limón.

Cada uno de los presentes cogió su respectivo trago y bebió hasta el fondo celebrado el nuevo nombramiento del más joven de los reunidos. Tras esto el nipón se dirigió hacia la pared detrás suya despidiéndose de sus superiores, sus amigos y quienes lograron sacarlo de el fango donde se estaba hundiendo.

-Agente Kaiju…- Llamo por última vez el joven Barna Alfa, a lo cual este se giro- Suerte amigo mio… suerte Nobita Nobi.

Nobita Nobi… Nobita… hacia tanto tiempo que nadie le llamaba así. Siempre era o Agente Kaiju o Sr. Nobi nunca Nobita. Quizás la última vez que oyó a alguien llamarle por su nombre fue a su madre cuando se despidió de ella en el aeropuerto destino Estados Unidos. Recordaba el orgullo que brillaba en la cara de su querida madre, las lagrimas mal camufladas de su padre… e incluso la cara de incredulidad de sus amigos horas atrás al enterarse de su suerte. Su destino era la empresa Apple, donde entraría a trabajar como uno de sus más altos directivos, o al menos esa era su cuartada, la realidad era que empezaría su trabajo de campo en una misión contra la mafia que se había instalado en Manhattan, y que día a día ganaba poder.Dejó para luego esos pensamientos, ahora tenía que someterse a una cirugía.

Aeropuerto.

Dos días después nuestro protagonista se dirigía a la puerta de embarque número 8, destino Tokio. Vestía un pantalón vaquero y una camisa manga corta amarilla. Aún podía sentir un poco el escozor de la operación, pero salvo lo que parecía una pequeña mancha en la piel del lóbulo, no había prueba alguna de que acabase de salir de una operación.

La única quizás era que en la operación aprovecharon para ayudarle con su miopía, de forma que había cambiado sus típicas gafas graduadas, a unas de sol que portaba con orgullo.

Una vez dentro del avión se relajo en su asiento V.I.P, pagado con su sueldo de "directivo Apple", saco el libro que había comprado en la tienda de recuerdos, y se relajo leyendo. Sus ojos seguían las líneas de letras, sus manos cambiaban las páginas cuando hacia falta, pero su mente se encontraba muy lejos en espacio y tiempo.

Hace diez años

-Nobita, inútil. No puedes sacar más que un cero en todos tus exámenes. Por favor hasta yo he sacado un siete en este examen. Ja ja ja eres un inútil Nobita. No sirves para deporte, para estudiar, y encima eres más feo que un mandril. -Se burlaba Takeshi Gouda, comúnmente llamado Gigante. A su lado Tsuneo se reía junto con el gigante de un preadolescente de 12 años, con pelo tazón, gafas redondas, escuálido, y un poco bajito.

El prepuber solo acertó a salir corriendo. Las lagrimas corrían por sus mejillas y sus pies tropezaban entre sí. Su único objetivo, llegar su hogar, o mejor a su cuarto, porque como su madre viese esa nota lo menos que le podría pasar era una muerte larga y dolorosa llamada regañina.

-¡¡Doraemon!!-Grito el chaval una vez estuvo en su cuarto, llamando a su amigo, consejero y ayudante del futuro. Pero para su desgracia se encontró también con su tataranieto con semblante serio y al gato azul con una pequeña maleta y una cara llorosa.

-Lo siento abuelo, pero el plazo que tenia para poder enviar aquí a Doraemon se acabó hace unos días, y ya no puedo postergarlo más. Doraemon tiene que volver al siglo XXII. Solo espero que con estos años que habéis pasado juntos puedas mejorar tu camino y mejorar nuestro futuro.-Nobita podía jurar que jamás había visto un rostro tan serio en un chaval de su edad. Pero también podía ver un brillo opaco y triste en los ojos de su descendiente.

-No… No puede ser, ¿Doraemon es una broma?, verdad que si, queréis gastarme una broma. No puede ser cierto. No por favor ¡No me quites a Doraemon!- y hasta aquí llego la fuerza del niño. Se desplomó un mar de lágrimas, mientras que el robot solo podía introducirse en el cajón que comunicaba con el espacio entre tiempos, pues si se atrevía siquiera a mirar atrás no podría dejar a ese niño que tantas alegrías, tristezas y aventuras le había dado.

-De verdad que lo siento abuelo, pero no puedo hacer nada. El tiempo es muy delicado, y la policía del tiempo extremadamente estricta. Solo pude enviar aquí a Doraemon por que se demostró que una alteración del espacio tiempo cambio las cosas aquí, pero sólo me dieron 2 años para solucionarlo. Si no podía el futuro se quedaría así y no podría hacer nada.- Entonces, solo entonces el descendiente se arrodilló junto con su antepasado y le dio un abrazo. -Lo siento, de verdad que lo siento, ojalá pudiera hacer más, pero no puedo.- Y con esas palabras se despidió de su abuelo.

Vuelta al avión

El joven sacudió esos pensamiento fuera esos recuerdos. Miro la hora y vio que habia pasado una hora metido en sus recuerdos, mientras su libro se encontraba abierto por más de la mitad. Solo pudo reírse de su descuido y decidió dormir el resto del viaje pues la hora de llegada se situaba a las 8:00 horas.

Japón

Una vez bajó del avión y recogió su escueto equipaje, que afortunadamente no se había extraviado, partió hacia la ya vieja casa donde vivían sus padres.

Claro que antes pasó a por su nuevo vehículo de empresa, que le esperaba en el parking del aeropuerto. Así pues sin dilación alguna, pero tampoco prisa, se dirigió hacia su viejo barrio. Tras un par de problemas con calles que habían cambiado de dirección, a al fin arribo a la casa de sus progenitores.

Aparco como pudo el coche en esa estrecha calle y paso a llamar a la puerta. Tras unos segundos apareció una señora de cerca de la tercera edad, con algunas canas en el pelo, pero con el mismo porte que la caracterizaba y que tantas veces había provocado un pánico en el joven, además de sus típicas gafas circulares.

-Si, ¿que quiere joven?-Pregunto amable.

-¿Tanto he cambiado para que no me reconozcas mama?-Respondió el chico con una sonrisa enorme en la cara, mientras los ojos detrás de las gafas se agrandaban tanto que darían envidia a un búho.

-No, no puede ser. Mi niño a vuelto, mi pequeño ha regresado.-Las lágrimas de los dos se agolparon en sus ojos mientras se fundían en un abrazo.

Pronto ambos, madre e hijo se pusieron al día. Y como el padre de el estaba en la oficina quedaron de darle una sorpresa en la cena. Y mientras el joven tenía tiempo de recorrer el barrio, e instalarse en su nuevo hogar.

-Adiós mama, estaré aquí a las 8:30. -Se despidió el hijo de la madre, mientras entraba en el coche.

-¿Ese coche es de empresa?- Pregunto la madre al ver el modelo.

-Si, es de empresa. Pero solo yo tengo las llaves. Además me lo cambian cada 1000km. -La mujer no pudo más que derramar unas lágrimas de alegría y orgullo, de tener un hijo tan fantástico.

Descampado

El joven se dirigió hacia el viejo descampado, curiosamente en todo este tiempo siempre pensó que no era de nadie, pero recientemente descubrió que pertenecía al señor tan gruñón que vivía al lado, y que era su voluntad dejárselo a los niños, aunque le rompieran las ventanas cada dos, por tres. Así pues fue a la vieja casa para disculparse con el, ya anciano, señor al que tantas dificultades le habían causado.

Con cuidado llamo al timbre. Y tras unos segundos que se le hicieron siglos, apareció una joven, poco más joven que el. De pelo rubio y atado en una coleta alta.

-Buenos días, ¿esta el Sr. Tashida?-

-No mi abuelo, ya no se encuentra aquí, hace ya un año que se fue.-

-Lo lamento, no sabía que había muerto.-

-Oh, no, no. Mi abuelo sigue vivo, lo que pasa es que debido a su edad, lo hemos dejado en un asilo cerca del consistorio. Nadie podía hacerse cargo de el en la familia. Pues todo viven al otro lado de Japón, la única que podía por cercanía era yo, pero hace un año enfermó de artrosis, y ya no podía hacer mucho por el, decidimos dejarlo en un centro con expertos. Pero eso sí, yo voy todos los día a verlo. Es más si no le importa, ahora iba a ir a visitarlo, si quiere puede acompañarme. Claro si no le importa usar transporte público.-

-Agradezco su ofrecimiento, y me alegro de que no halla muerto, aun tenía yo muchas cosas que hablar con tu abuelo. Y con lo del transporte público… yo tengo vehículo propio, si tu me guías puedo llegar.-Respondió alegre al saber que el viejo Tashida no había muerto. -Por cierto, mi nombre es Nobi, Nobita Nobi, ¿puedo saber el tuyo?-Pregunto amablemente, y con cierto punto galán que había adquirido de sus años en EEUU.

-Hikari, Hikari Tashida. –

-Un gusto Hikari-san, ahora si no le importa guiar a un desconocido por esta ciudad, estaré encantado de llevarla.-

Y con estas palabras, cuatro indicaciones apresuradas y un par de marchas atrás el dúo llegó al asilo.

El asilo en sí era como un pequeño hospital, donde tenían a los cuatro paciente con todo lujo de cuidados. Compuesto de un edificio blanco de dos plantas con un pequeño patio trasero donde los mayores podían tomar el sol, relajarse y contarse mutuamente batallitas.

El anciano señor Tashiba, se encontraba precisamente tomando el sol en su silla de ruedas mientras jugaba al solitario en una mesa de hierro.

-Abuelo, ya estoy aquí. ¿Que tal te tratan las enfermeras?

-Hikari, querida. Muy bien, muy bien. ¿Y quien es el apuesto joven que te acompaña?, no será tu novio, ¿no?-Respondió picaron el abuelo, mientras abrazaba a su nieta.

-¡Abuelo!, no es mi novio. El es un joven que ha venido a preguntando por ti, dice que tiene unos asuntos pendientes contigo.-Respondió indignada a la par que avergonzada la más joven.

-A decir verdad vengo a saldar una deuda pendiente con usted señor Tashida. No se si me recordará, mi nombre es Nobita Nobi, y yo junto con mis amigos le rompimos las ventanas de su casa más de 50 veces, y aún así usted jamás vendió el solar, todo para que los niños siguieran jugando ahí. Es por eso que quiero pagarle esa deuda con todos los intereses atrasados.- Y con esto nuestro despistado chico de noble, pero escondido corazón, sacó de su americana un cheque de 30.000¥.

-Vuelvo a pedirle disculpas y agradezco mucho el que usted nos dejase jugar aún con todos los problemas ocasionados.- Con esto los dos parientes con una generación de por medio solo pudieron congelarse en el sitio.

-¿De verdad eres tu?, ese flacucho llorón que siempre venía a por la pelota cuando rompía alguna ventana. ¿De verdad ahora tengo delante de mi a ese mismo niño?-cuestionó incrédulo el anciano.

-Si, si soy yo. Pero permitame hacerle una pregunta, ¿Por qué? ¿Por qué dejó que siguiéramos jugando allí con todos los gastos que le ocasionábamos?- Cuestionó el joven.

-Bueno es cierto que me ocasiones me molestabais, pero también es cierto que yo pase la infancia jugando en ese descampado, y mis hijos también. Ya que mis nieto os no podrían jugar en el descampado porque vivían en otra ciudad, que al menos hubiesen más niños que pudiesen crear sus mundos de fantasía en este lugar.-Respondió el anciano con nostalgia y una sonrisa.

Siglo XXIII

-¡¡Doraemon!! Ven rápido tengo buenas noticias-

-¡No quiero! No quiero, estoy muy cansado.

-Hermanito, ven por favor.

-¡Que no!

-Mapache gordo ven de una vez aquí.

-Me da igual como me llames, como si me dices que hay ratones en la Casa, no quiero salir.

Y la escena continuaba, desde que Doraemon volvió del pasado hace unas semanas, no había sido capaz de salir de su habitación, tampoco de sonreír, y apenas comía nada. Todos en casa estaban preocupados.

-Doraemon ven por favor, tiene que ver con mi abuelo. Con Nobita.- Ni tan siquiera acabó de pronunciar el nombre de su antepasado, el gran gato cósmico azul se presentó en la sala, és más se pegó tanto a la cara de Sewashi, que el joven podía oler el aceite lubricante que usaba el robot.

-Que le ha pasado a Nobita, és un vagabundo, gigante le ha dado tan fuerte que ha perdido la memoria, ha tenido un accidente….-

-Doraemon calma, no es algo mal… bueno es algo diferente. Las patrullas del tiempo han descubierto una nueva interferencia en el continuo espacio-tiempo. De momento no nos afectará aquí en el "futuro", pero si ha afectado en el pasado de forma que se está creando una nueva línea temporal, o sea que se está reescribiendo la historia. Y parece ser que tanto nuestro futuro basado en la vieja historia, como el pasado con la nueva historia están conviviendo juntos. Pero habrá un momento en que nuestro futuro cambiará, y no sabemos que pasará entonces.- Explico el niño del s. XXIII al gato cósmico.

-¡Queeeee! Pero, ¿no se supone que la policía del tiempo y sus patrullas en sucesos como estos, actúan de inmediato y viajan al momento exacto en que el tiempo se vio interferido y lo solucionan?- Pregunto confuso el azulado robot.

-Si, pero ahí está el problema, no saben cuando fue, ni tampoco tienen acceso a ese momento. El año en que tu te fuiste del pasado hasta los diez siguientes, son totalmente una incógnita y son imposibles de acceder a cualquier agujero o portal del tiempo. A cualquiera, menos el tuyo, y en una fecha muy exacta. Justos diez años en que tu te fuiste del lado del abuelo.- Explico el joven Sewashi.- Por eso, y teniendo en cuenta que parece ser una fisura temporal similar a la que nos permitió enviarte a ti al pasado… volverás a ver al abuelo Nobita. Pero antes te tengo que avisar de que quizás, el abuelo haya cambiado. Y más importante, solo tienes dos semanas para descubrir cuando y cual fue el cambio en la vida del abuelo para poder solucionarlo tu. Si no, quizás ni tu ni yo no existamos para ese entonces.-

El gato se quedó impresionado de la situación, por un momento tuvo miedo de no ser capaz de hacer algo al respecto, pero luego recordó a ese niño de corazón de oro y que tantas alegrías, y también preocupaciones, le había dado y sin pensarlo más aceptó la misión.

Notas

Muchas gracias por leer esta historia nacida de mi caótica cabeza. Por cierto, para poder imaginarnos mejor el estilo de la CCPSM, sería algo así como el MI6, Kingsman, MIB, y otras agencias secretas internacionales. Es más me basaré mucho en las anteriormente dichas para crear esta trama de agentes secretos. Espero que os guste y por favor dejad reviews