Hola, desde hace algún tiempo que vengo desarrollando esta historia en mi cabeza y finalmente decidí escribirla, a decir verdad soy un poco nueva con esto de escribir, este es mi primera historia, así que les pido disculpas por los errores que pueda cometer y espero ir mejorando un poco con el tiempo. Hasta ahora es mi único escrito aunque tengo otros proyectos en mente. Espero que les guste y las criticas son bienvenidas.
Capítulo 1.
Y así comenzó todo….
Mi nombre es Peter Johnson, hasta hace algún tiempo yo era un chico normal, bueno, normal dentro de lo que puede decirse, en realidad soy un mago, no lo sabía hasta que al cumplir 11 años recibí una extraña carta donde decía que había sido aceptado para estudiar en colegio Hogwarts de magia y hechicería, al principio creía que era una broma de mi amigo Daniel, la verdad no lo hubiera culpado, hacía solo dos semanas yo había hecho estallar un tanque de agua en nuestro salón de clases y lo habían culpado a él, ¿por qué?, porque yo no estaba cerca... Verán, el tanque estaba justo enfrente de la ventana de nuestro salón de clases y Daniel justo enfrente de él, yo no estaba cerca, ni siquiera quise hacerlo, yo simplemente lance una bola de papel a Daniel quien estaba molestándome y de alguna manera mi insignificante proyectil al golpear el tanque, lo hizo volcar, mojando así a todos dentro del aula, Daniel no pudo explicar cómo lo hice y tampoco probar que yo lo había hecho, así que claro, lo castigaron.
De modo que al llegar la carta, no podía pensar que fuera otra cosa, ¡no es como si fueras a creer algo semejante fácilmente!, para no hacer largo el asunto, un día un profesor de Hogwarts vino personalmente a mi casa para explicarme las cosas, ¿Qué si le creí?….¡claro que sí!, digo, es un poco difícil no creerle a un sujeto que puede explotar el sofá de tu sala y luego dejarlo como nuevo, ¡Incluso mejor que antes!
A mi madre casi le dio un infarto cuando el sofá estallo, realmente quería golpear al pobre mago con la sartén, pero antes que pudiera hacerlo, el mago se apresuró a repararlo y acabó por convencer a mis padres para que yo fuera a una extraña escuela de la que jamás habíamos escuchado hablar, supongo que mi madre esperaba que después de algún entrenamiento y con un poco de suerte, yo podría reparar toda la casa o algo así…
Los días pasaron y yo aún no podía creer que la magia existía y que yo fuera un mago, sin embargo eso podría explicar lo del tanque de agua y por supuesto otras muchas cosas de mi vida, como la vez que fuimos de excursión al acuario y el vidrio misteriosamente se rompió dejando salir algunos tiburones, nadie salió herido pero fue una experiencia aterradora para un grupo de niños de 10 años; o como aquella vez que me caí de un barco cuando fui con mis padres de vacaciones a una isla del caribe, al principio me asuste ya que por capricho no había querido ponerme el chaleco salvavidas a pesar que yo no sabía nadar, pero no me ahogue y de alguna forma misteriosa salí a la superficie; otra vez cuando mi madre trató de obligarme a tomar una sopa de guisantes, de alguna forma, la sopa desapareció cuando mi madre no estaba viendo, así que pensaron que si me la había tomado; o aquella otra vez que peleando con mi primo Stuart, se había estallado su juguete favorito sin explicación aparente. Mi vida siempre ha estado rodeada de situaciones inexplicables, que no tenían ningún sentido a menos claro que consideremos que la magia existe. De pronto me sentía completamente diferente de mis compañeros, como si no encajara del todo en este mundo; siempre me había dado esa impresión, pero ahora el sentimiento era mucho peor, ahora creía saber porque, yo pertenecía al mundo de la magia, yo era diferente y la magia era mi lugar. Al principio estuve completamente seguro que era al lugar al que pertenecía, hasta que me di cuenta de lo raro que eran los magos, lo cual ocurrió pocos días después de enterarme que era un mago y que mis padres accedieran a que fuera a Hogwarts, un profesor llamado Magnus me llevó a comprar mis libros, uniforme y cosas que necesitaría para aprender magia a un lugar llamado callejón Diagon.
El callejón Diagon era un lugar bastante peculiar, compuesto de un montón de tiendas pequeñas con todo tipo de artículos extraños como libros encerrados en jaulas que gruñían y se movían, incluso me pareció que uno de ellos me guiñaba un ojo; habían también unos libros invisibles que esperé no me tocará leer, ¿Cómo diablos haría mi tarea con un libro que no se ve?, también había vitrinas llenas de plumas brillantes de diferentes animales y frascos de tinta que cambiaban de color; había estantes llenos con escobas mágicas, no se veían muy diferentes a las que teníamos en casa, pero si eran mágicas debían hacer algo especial, "talvez barren solas" pensé, seguro que a mi madre le encantaría una de esas. Magnus me miró de reojo y debió notar mi duda porque empezó a explicar que "las escobas estaban hechas para volar" como si fuera la cosa más obvia del mundo, luego añadió rápidamente "es un hechizo complicado que lleva años perfeccionar" seguramente pensó que querría hechizar una escoba en casa, aunque lo que realmente pensaba era lo absurdo que me vería volando en algo semejante y lo incomodo que serían los viajes largos, "en lo personal prefiero viajar en Pegaso", le dije, pero Magnus se limitó a reír entre dientes y me aseguro que no existían tal cosa como los pegasos, al ver mi cara debió imaginar lo que yo estaba pensando porque añadió en un tono muy serio que sería ilegal ponerle alas a un caballo común.
Al fondo del callejón estaba un edificio blanco con columnas tan inclinadas que me pareció absurdo que el edificio pudiera mantenerse en pie, tenía un rotulo que rezaba "Banco de Magos Gringotts" ¡los magos debían estar locos para meter su dinero en un lugar así y pensar que estaba seguro!, pero sin duda lo más extraño era la forma de vestir de las personas, la mayoría de magos iba vestidos con ropas extrañas, túnicas de todos colores, algunas lisas y otras con toda clase de dibujos y símbolos en ellas, al parecer era de lo más normal, aunque para mí no eran más camisones largos, nada masculino que digamos. Había un mago en particular que llamó mi atención, llevaba una túnica que parecía una representación del cielo nocturno, con luces que se movían como si fueran estrellas reales, casi como si alguien hubiera tomado un video del cielo nocturno y lo hubiera puesto sobre la tela.
De todo el viaje lo que más llamó mi atención fue cuando compramos mi varita, llegamos a un lugar llamado Ollivander´s donde un anciano me dio a probar varios palos de madera de alrededor de 30 centímetros de largo, se suponía que debía agitar cada varita moviéndola de forma violenta, algunas no hacían nada, mientras que otras rompían cosas por todos lados, deseé que el señor Ollivander conociera el hechizo que había hecho el mago en mi casa para reparar el sofá o el pobre tendría que pasar el resto del día limpiando, o peor aún, ¡yo tendría que limpiarlo! finalmente una varita que emitió una luz azulada en cuanto la toque y dijeron que era la varita me había elegido, ¿Cómo un palo de 30 cm tiene conciencia propia? quien sabe, pero si iba a emitir una luz ¿porque tenía que agitar todas las otras varitas?, Según el señor Ollivander, el núcleo de mi varita había sido tomado de una especie de dragón marino, lo que me pareció que era bastante genial. Cuando terminaron de envolver mi varita, pague por ella…más bien, el mago que me acompaño pago por ella y salí de aquel lugar antes que el señor Ollivander recordará que tenía que ponerme a limpiar todo el desorden que había causado.
Al volver a casa no podía pensar en otra cosa que hacer magia y probar los hechizos de los libros, pero me advirtieron que era ilegal hacer magia fuera de la escuela, así que tendría que esperar hasta el 1 de Septiembre para hacer un poco de magia real.
Finalmente el día tan ansiado llegó: yo tenía todas mis cosas arregladas desde hacía varias semanas, pero decidí asegurarme una vez más de llevar todo: uniforme…listo; túnica…lista; pluma y tinta…listos; varita…lista; libros escolares…listos; caldero…listo; también revise de llevar mis objetos personales, un poco de dinero, un cepillo y mi libro favorito "Estrategias de guerra en la batalla marítima de Silaware" escrito por el Dr. Frederick Chase (La verdad es que nunca me ha gustado mucho leer, pero ese libro era diferente, desde que lo vi un día en la biblioteca sentí una extraña conexión con él, ¡incluso lo había leído!). Cuando termine de revisar mi equipaje, mi papá me ayudó a bajar la maleta y meterla al auto.
Mis padres me llevaron a la estación King Cross y me situé entre el andén 9 y 10, no parecía haber nada mágico o fuera de lo común, recordaba las instrucciones que me habían dado, pero tirarme contra la pared me parecía de lo más tonto, no había nadie en los alrededores y empecé a preguntarme si es que me habían visto la cara, hasta que vi a un muchacho de unos 16 años con chaqueta negra correr hacia la barrera y cruzarla sin ningún problema, detrás de él, otra chica con vestido azul también atravesó la barrera, aunque lo vi suceder dos veces seguidas no podía creerlo, ¡la magia era realmente genial! El tiempo se me acababa así que pensé que era mi oportunidad de cruzar la pared, me adelante y me puse en posición, pensando que era una de las cosas más extrañas que había hecho jamás. Respire hondo esperando que no hubiera sido una ilusión para hacerme creer que era posible estrellarse contra una pared solida sin sufrir ningún daño, sabía que la magia era real, la había visto, así que…porque no sería posible hacerle creer a alguien que algo era real solo para hacerlo quedar como un tonto, además aunque funcionara en la mayoría de magos, la verdad es que las cosas siempre han funcionado raro alrededor mío, los aparatos eléctricos no funcionan del todo bien y suelen averiarse, así que no me hubiera extrañado que las cosas que para otros funcionan a la perfección se arruinaran cuando yo estoy cerca. Volteé para asegurarme que nadie estuviera viéndome y vi acercarse una mujer con un grupo de muchachos con el pelo exageradamente anaranjado, casi como si se les hubiera prendido en fuego la cabeza y un poco atrás de ellos otro muchacho pequeño de cabello negro y lentes también se dirigía a mi dirección. ¡No podía dejar que me vieran!, si había algo que era peor que hacer el ridículo, era hacerlo con el mayor número de audiencia posible, de modo que agarré firmemente el carrito contuve la respiración y corrí hacia la pared… como era de esperarse la atravesé sin problemas, al abrir los ojos di un suspiro de alivio, ¡realmente había funcionado!, más no me quede a celebrarlo por mucho tiempo, me apresure en quitarme ante la idea que alguien podría venir justo detrás de mí.
Observe lo que me rodeaba, había un tren que parecía antiguo con un rotulo que decía "Expreso a Hogwarts, andén 9 ¾". A lo largo de la plataforma, había un montón de chicos entre 11 y 17 años junto con sus padres y amigos, ¡eran muchos más de los que había imaginado!, muchos de ellos vestidos con ropas normales, pero también habían muchos otros vestidos con ropas extrañas parecidos a los del callejón Diagon. Había otros acompañados de animales extraños, que normalmente no se considerarían una mascota. No podía dejar de pensar que este mundo era demasiado extraño, incluso para mí, ¿En qué diablos me había metido?, Sin embargo decidí ignorar todo y me subí al tren antes que este se llenara, busque un lugar vacío y me acomode, a los pocos minutos el tren comenzó a moverse, estaba tan emocionado, finalmente iba a emprender una aventura, algo interesante iba a pasar en mi vida….en ese momento no tenía la más mínima idea de cuánto iba a cambiar mi vida…
