Gracias a la cuenta de Instagram: siriuslymischief que dejó de fancast al actor Peter Capaldi como Lyall Lupin, comencé a imaginar cómo sería su reacción al enterarse que su hijo está saliendo con otro chico. Así que, ¡en parte los créditos van para esa cuenta!


Durante el viaje de vuelta a Londres desde Hogwarts en el tren, Los Merodeadores habían ido tramando lo que sería el resto de su verano, una vez que se reunieran en unas semanas más en la casa de los Potters, luego de que ellos volvieran de su viaje por Grecia.

Remus lo había consultado con sus padres y habían permitido que Sirius se quedara en casa junto a ellos durante ese tiempo. Los Lupin adoraban a Sirius y, Remus tenía eso bastante claro, pero desde hacía unos meses atrás, su relación con Sirius había cambiado por completo, desde que ambos habían admitido estar enamorado del otro durante una noche donde la botella de whiskey de fuego, que James había conseguido escabullir dentro del castillo cuando volvieron de vacaciones, se había desvanecido entre los ocupantes del dormitorio de sexto año de Gryffindor.

Hacía unos buenos minutos que Remus y Sirius habían dejado de oír lo que James y Peter discutían sobre algún partido de Quidditch porque tan sólo faltaban unos minutos hasta que el tren llegara a la estación de King's Cross y ambos habían estado de acuerdo de manera silenciosa, que besuquearse frente a sus mejores amigos de momento estaría bien.

—Son realmente desagradables —dijo James. Cuando Remus se separó unos centímetros de los labios de su novio, giró la cabeza para sonreírle a su amigo de lentes. James llevaba una expresión de disgusto, la que solamente hacía juego con la que Peter llevaba.

Sirius resopló.

—Vamos, no nos veremos en...

—Cuatro días —interrumpió James a su mejor amigo y rodó los ojos.

—Ustedes sigan discutiendo sobre ese buscador guapo de Hufflepuff mientras Remus y yo seguimos con lo nuestro y ya dejen de molestarnos. —Sirius volvió a girar la cabeza hacia Remus—. ¿Continuamos?

Remus rodó también los ojos y sacudió su cabeza pero aún mantenía la sonrisa en sus labios.

Tomó el rostro de Sirius con ambas manos y volvió a besarlo.

No había forma en la que sus cuerpos pudieran estar más cerca, pensó Remus.

—Ya estamos llegando —les informó Peter unos minutos después.

Remus de verdad quería separarse de Sirius, pero no podía negar que besar a ese chico se había vuelto en una adicción desde hace unos meses. Dejó escapar un quejido cuando intentó apartarse y en respuesta, Sirius sólo había profundizado el beso añadiendo su lengua.

—¡Merlín, son asquerosos! —exclamó James con disgusto.

Finalmente Remus tomó a Sirius por los hombros y se separó de él entre risas, cuando el tren se detuvo.

—Se verán sólo en unos días y además dormirán en la misma habitación —les recordó Peter mientras agarraba su maleta.

—Lo entenderán algún día —se burló Sirius, robando un pequeño beso más de su novio, quitándole el momento a James para volver a recordarles los avances de su relación con Lily Evans.

Remus negó con la cabeza una vez más cuando se distanciaron.

Aún sonriendo, se giró para ver por la ventanilla del compartimento, y toda la emoción y el sentimiento de alegría que había sentido en ese momento, se desvaneció por completo cuando vio a su padre de pie en el andén mirándolo con los ojos tan abiertos como platos en sorpresa. No había forma en la que el hombre hubiera malinterpretado lo que acababa de ocurrir ahí dentro.

A un lado de Lyall estaba su madre distraída mirando hacia otro lado.

Remus entró en pánico.

Escuchaba las voces de sus amigos llamar su nombre pero no podía reaccionar. Jamás había estado en sus planes salir del closet frente a uno de sus progenitores de esta manera. Lo que había planeado había sido presentarles a Sirius como su pareja en unos días más, y por supuesto que mucho menos había querido que además su padre lo viera besándolo así de la nada. Esto era malo. Muy, muy malo.

¿Por qué no pudieron detenerse cuando James se los pidió?

—¿Moony?

Sirius había agarrado su mano y lo miraba preocupado.

—Mi papá está afuera y nos ha visto —murmuró rápidamente al mismo tiempo que bajaba la cabeza y soltaba la mano de su novio, para ponerse de pie y agarrar sus cosas también. Se dirigió hacia la puerta pasando a un lado de Peter y James.

—¿Crees que se lo tome mal? —le preguntó Peter con curiosidad.

—No lo sé —respondió Remus. De verdad no sabía lo que su padre podría opinar al respecto, pero la expresión que había tenido cuando lo vio era de tanto impacto, que Remus temía lo que podía pasar. No se atrevía a mirar atrás por la ventana nuevamente. ¿Se lo había dicho ya a su madre?

Sentía sus mejillas hervir y sus manos sudaban como nunca. Sirius se había acercado a él. Ambos de pie frente a la puerta miraban a los demás estudiante apresurarse en el pasillo del tren.

—Debemos irnos en algún momento —les recordó James con suavidad.

—Sí, lo siento. —Remus giró la cabeza para mirarlo y asentir.

—Y, creo que tus padres se encontraron con los míos porque dejaron su lugar aquí afuera hace un rato —le informó además.

Remus maldijo en voz baja.

—¿Creen que se lo habrán dicho a tus padres? —preguntó Sirius, también preocupado.

—Bueno, mis padres estarían encantados, eso es seguro. —James se puso de pie, seguido por Peter, pero se detuvo cuando vio la expresión en el rostro de Remus—. Lo siento, no quise decir...

—Está bien. Será mejor enfrentar esto cuanto antes...

—¿Me escribirás para decirme lo que sucede, verdad? —le preguntó Sirius con nerviosismo en su voz.

Remus no se sentía capaz de decir algo más, por lo que sólo asintió con su cabeza.

Los cuatro chicos dejaron el tren. James y Peter no tardaron demasiado tiempo en retomar su conversación sobre el partido, pero Sirius y Remus caminaron en silencio el uno al lado del otro hasta que llegaron donde los Potters, Lupins y además los Pettigrews que charlaban alegres en el andén.

Hope fue la primera en reaccionar al ver a su hijo, lanzando sus delgados brazos alrededor del cuello de Remus.

—¿Cómo sigues creciendo tanto, querido? —dijo entre risas, poniéndose en puntitas para besar su mejilla.

Sus amigos se reunieron junto a sus familiares a su lado también, pero Remus continuaba con la mirada abajo.

—Dame eso, hijo —ofreció Lyall. Remus vio su mano estirada hacia su baúl y la jaula y obedeció inmediatamente, asintiendo suavemente con la cabeza.

Su padre no lo había saludado tan calurosamente como solía hacerlo, pero Remus tampoco le había dado la oportunidad.

Se despidieron de los demás con naturalidad. Su alegre madre recordándole a Sirius que se quedaría en casa en cosa de días.

Remus sintió un nudo en su estómago durante todo el trayecto a su casa en el auto. Estaba seguro que su padre lo miraba por el retrovisor cada cierto tiempo, poniéndolo aun más nervioso. Su madre, por otro lado, continuaba contándole algunas cosas que habían ocurrido en su ausencia.

Entre las muchas cosas que Remus agradecía de sus padres, era la regla de no hablar sobre la luna llena fuera de casa. Ni siquiera en el auto, porque nunca podrían estar demasiado seguros, por lo que eso era un peso menos en lo que Remus podría pensar ahora.