Título: Timeless Feelings

Fandom: Inazuma Eleven

Pairing: Varias (Hetero, Shounen Ai e incluso podría ser Shoujo ai)

Género: Acción/Drama/Romance

Warnings: Ninguno por ahora.

Rate: T (Puede subir con los capítulos)

Summary: Diez pacíficos años han pasado en ciudad Inazuma desde la final del FFI en los cuales todos han tomado diversos caminos; Pero una vez que el fútbol requiere del reencuentro de quienes alguna vez le llevaron al esplendor para volver a motivar los corazones de las personas, el carismático capitán deberá reunir a sus compañeros una vez más bajo un mismo equipo y una misma causa. [Parejas múltiples; Shonen Ai, Hetero]

Disclaimer: Inazuma Eleven no le pertenece a las autoras de este fic; solo nos pertenece la idea, pues ya ni nuestros cerebros nos pertenecen. [si los encuentran, favor devolverlos…]


Capítulo 1: A New Beggining

La tenue luz que se colaba a través de las desgastadas persianas no bastaba para iluminar las oscuras dependencias del laboratorio.

Los años habían causado estragos en la infraestructura de las instalaciones, mas no habían podido atenuar en lo más mínimo el sentimiento que invadía a cada uno de los presentes en aquel momento; por el contrario. Sólo lo había avivado.

Una voz se alzó en el grupo.

- Diez años han pasado desde aquello, y la espera finalmente ha terminado -Un murmullo general se generó entre los presentes– El momento de la venganza se acerca…-

Todos asintieron: Al fin y al cabo, estaban reunidos por el mismo motivo.


- ¡Vamos chicos, sólo un minuto más y terminamos!

Los cansados estudiantes suspiraron aliviados, en una actitud completamente opuesta a la que tenía el profesor, el cual trotaba con ellos (o, la mayoría del tiempo, delante de ellos) con una stamina inagotable.

- Sensei, ¿No cree que trotar una hora es demasiado? ¡Voy a morir! –proclamó uno de los estudiantes más cercanos al tutor.

El cual solo rió despreocupadamente.

- ¡Claro que no! Cuando yo tenía tu edad, corría todo el día tras una pelota -suspiró alegre, con un dejo de nostalgia- Que tiempos aquellos…

- Ah~ Sensei ya está hablando de lo mismo otra vez… -dijo otro estudiante entre divertido y cansado.

Repentinamente, el silbato sonó en la clase de Educación física en la secundaria Raimon.

- ¡Listo! Terminamos por hoy. No olviden ducharse o los profesores se quejarán luego… -dijo seriamente en contraste con su actitud anterior. Los estudiantes asintieron antes de dirigirse a las duchas.

- ¡Hasta pronto, Endou-sensei!

El aludido dedicó una última despedida a los niños sin poder evitar que la nostalgia le llenase nuevamente: rememorando tiempos en que había sido él el que se encontraba entrenando en aquellas dependencias de la escuela.

Una vez que todos abandonaron la cancha, el castaño emprendió el rumbo hacia la sala de profesores; Hoy era un día importante, así que tenía que retirarse temprano de la secundaria.

Subió las escaleras saludando en el camino a un par de chicos antes de, finalmente, llegar a su destino. Puesto que muchos aun estaban en clases, la sala se encontraba vacía y silenciosa. Avanzó hasta su escritorio; fácilmente reconocible por las cosas que lo decoraban: la infaltable foto de su abuelo, Endou Daisuke, recortes de diarios y revistas sobre fútbol y una antigua foto, algo desteñida por el tiempo, donde los miembros de Inazuma Japan sostenían la copa tras el triunfo en el FFI, la cual siempre lograba sacarle una sonrisa al verla, sintiendo nuevamente la nostalgia que aquellos recuerdos le traía.

Saliendo de sus pensamientos, observó rápidamente el reloj en la pared de la sala, notando que se encontraba atrasado.

- Rayos llego tarde… -soltó antes de coger su bolso y correr a tomar el bus que le llevaría a su destino.

Intentó mantenerse despierto durante todo el recorrido, mas sus párpados se sentían pesados y se encontró cabeceando al luchar contra el sueño en más de una ocasión; cansado de la rutina que suponían las clases. Desde que se había graduado de Raimon, sabía que su misión era volver ahí como profesor; Le debía mucho a la escuela y esta era su forma de pagárselo. Ahora, a sus 24 años, se encontraba en su segundo año como el profesor de educación física más enérgico de Raimon; intentando contagiar de su entusiasmo a los desmotivados chicos que veían los deportes como algo molesto. Los clubes escolares en general habían tenido una disminución en sus miembros y el club de fútbol, al igual que en tiempos anteriores, estaba en su mayor decadencia; pues las palabras de aliento de Endou no parecían ser suficientes para los pragmáticos chicos de esta época. Era algo realmente lamentable…

¿Qué pensarían sus compañeros de Raimon si le vieran en estos momentos, incapaz de motivar a un montón de chicos? Seguramente no lo creerían…

Bajó del bus a paso rápido, mirando el reloj en su móvil y notando que pese a su retraso inicial, estaba casi justo en la hora. Se adentró en el lugar, intentando no hacer mucho ruido y saludando a un par de guardias al pasar. Había hecho el mismo camino un par de veces, pero solía perderse en sitios como éste a pesar de todo.

Finalmente dio con el lugar, dejando su bolso a un lado para arrodillarse frente a la lápida que leía Hibiki Seigou y una fecha ocurrida el mismo día un par de años atrás. La enfermedad había derrotado al sabio entrenador, quien ahora descansaba aun en la memoria de quienes le habían seguido. Endou sonrió levemente limpiando con suavidad la empolvada lápida con sus manos.

- ¿Cómo está hoy, entrenador Hibiki? Es un día totalmente fabuloso, ideal para jugar fútbol… -a medida que hablaba, fue sacando de su bolso una pequeña cajita con tartas de arroz y un plato, los cuales depositó con cuidado sobre la tumba del hombre– Esta vez le traje estos, espero que le gusten… Ya han pasado dos años… ¡Extraño muchísimo su Ramen! No he podido encontrar uno similar… -sonrió con tristeza, sintiendo un leve ardor en los ojos– Tampoco palabras tan sabias como las suyas… -se quedó en silencio un momento, disfrutando de la compañía ausente del ex entrenador y de la suave brisa que recorría el cementerio cada día. Haciéndole compañía a aquellos idos olvidados que nadie iba a visitar nunca.

- ¿Endou?

El castaño se volteó rápidamente al escuchar su nombre en una voz conocida. Sus ojos se toparon con una silueta estilizada y subieron hasta apreciar el rostro delicado con una expresión de grata sorpresa medio cubierto por liso y brillante cabello azul grisáceo.

Su rostro se vio cruzado por una sonrisa inmediatamente, que iluminó sus facciones y le devolvió un aire infantil que en diez años no se había perdido del todo.

- ¡Kazemaru! –se levantó y se acercó al ojicarmín– ¿Eres tú, verdad? ¡Cuánto tiempo sin verte!

El pelilargo cortó tímidamente la distancia entre ambos para extenderle su mano libre al castaño.

- Ciertamente… ha sido mucho tiempo, Endou –respondió con una sonrisa tranquila. Kazemaru no había cambiado demasiado: Aun mantenía los mismos rasgos femeninos, el cabello hasta los hombros y el flequillo cubriendo uno de sus ojos: sólo se había hecho más alto y estilizado; vestido con ropa casual y sencilla que haría inferir que, si venía del trabajo, éste no debía ser uno extremadamente formal. En un brazo traía un arreglo floral.

El castaño tomó la mano de su viejo amigo y tiró de ella atrayéndole en un fuerte abrazo que sorprendió al ojicarmín.

- ¡E-Endou! -Kazemaru rió algo nervioso ante la efusividad del castaño– Se estropearán las flores…

- ¿Hm? ¿Qué ocurre? ¡No nos hemos visto en años, Kazemaru! ¿Pero aun somos amigos, no? –le soltó esbozando una gran sonrisa- ¡No imaginé que te encontraría aquí! ¿Vienes a ver a Hibiki-san también? Oh… y lamento lo de las flores…

El peliazul asintió.

- Es su aniversario de muerte después de todo; le debemos mucho a Hibiki-san… -se acercó a la tumba del ex entrenador para dejar en el florero un lindo arreglo floral de azucenas– No creo ser el único que viene cada año…-sonrió- Aunque es una suerte que justo podamos habernos encontrado…

- Probablemente Hibiki-san quería que nos reencontrásemos –respondió con normalidad el castaño– Me gustaría preguntarte un montón de cosas… pero no sé si sea muy adecuada tanta conversación en un cementerio…

Kazemaru sonrió de forma comprensiva. Habían un montón de cosas que el quería preguntar también. Desde que habían salido de Raimon, se había encontrado en el dilema si buscar a Endou o no; se había hecho demasiado dependiente del castaño, y la confusión le había llevado a apartarse. Ahora se preguntaba si habría sido lo correcto…

Se mantuvieron haciéndole compañía al difunto un momento más antes de decidir marchar. Ya era algo tarde y ambos debían volver a casa.

- Endou… -comenzó el peliazul, para verse rápidamente interrumpido por su castaño amigo.

- Te dejaré mi número Kazemaru, ¡Debes ir a visitarnos! Podrías ir a cenar con nosotros después del trabajo un día de estos, estaremos encantados de recibirte… -sonrió el profesor con entusiasmo escribiendo en un papel su número de teléfono y entregándoselo al ojicarmín– Bueno, ya debo irme. ¡Nos vemos! –dicho esto el castaño emprendió su viaje de vuelta a casa, dejando atrás rápidamente a su peliazul ex compañero totalmente intrigado por una pregunta.

-Cenar con ¿Nosotros…?


Ya había oscurecido cuando Endou llegó a casa. La humilde morada estaba iluminada por el farol de la calle y las luces que estaban encendidas dentro de la casa.

Buscó sus llaves dentro de su bolso un momento antes de que la puerta se abriese como si la persona responsable de ello hubiese previsto que se encontraba ahí.

- Te escuché llegar y pensé que te habías olvidado las llaves, Mamoru.

Endou rió algo avergonzado cerrando su bolso y acercándose a la chica al entrar a la casa.

- Thank you, Fuyuppe –cerró la puerta tras de sí y se acercó para darle un corto beso en los labios a la pelimorada a modo de saludo- ¿Qué tal el día?

La chica sonrió levemente y se adentró en la casa conduciendo a su prometido de la mano hasta el comedor.

- Muy tranquilo. Han venido un par de chicos a clases… están mejorando mucho -respondió Fuyuka con voz suave– Te serviré la cena, Mamoru. Ve a lavarte las manos…

- ¡Ah, Claro! Gracias de nuevo –respondió Endou rápidamente antes de cumplir con lo pedido por su pareja. Poco tiempo después de haber salido de Raimon, y después de una larga historia de amistad que había comenzado cuando eran niños, Endou y Fuyuka habían comenzado a salir, y recientemente, se habían comprometido y habían comenzado a vivir juntos. Todo iba a la perfección y sólo quedaban un par de meses para la boda. Eran una pareja de profesores casi estereotípicamente felices; Endou se dedicaba a enseñar en Raimon y Fuyuka hacía clases particulares de pintura en casa.

- ¡Listo! Ah~ ¡Esto tiene muy buena pinta! –comentó Endou al sentarse a la mesa y comenzar a degustar la comida preparada por la chica. La ojiceleste sonrió– Está buenísimo.

- Me alegra que te guste, Mamoru –la chica le observo comer en silencio- ¿Cómo te fue en el cementerio?

Endou tragó lo que estaba comiendo antes de hablar.

- ¡Ah, Muy bien! Le he dejado las cosas que preparaste, de seguro le encantaron –sonrió ampliamente– Además me he encontrado con Kazemaru.

- Oh, con Kazemaru-kun… me alegro -dijo la mujer sonriendo levemente.

- Le dije que viniese a visitarnos -sonrió emocionado. Hacía tiempo que sus ojos no brillaban de aquel modo- Ver a Kazemaru me trae tantos recuerdos de los tiempos de Raimon e Inazuma Japan… Me pregunto en qué estará el resto…

- Cuando venga a visitarnos prepararé algo que le guste –contestó sencillamente la pelimorada, guardando silencio ante sus siguientes palabras– De seguro están bien, Mamoru.

- Hahaha claro que si, Fuyuppe. No dudo de ello, todos eran maravillosos…-sonríe– ¡Pero poder volver a jugar una vez más con ellos… sería fantástico! ¡Quizá Kazemaru sepa del resto! Si volviésemos a jugar… ¡probablemente podríamos motivar a los chicos de Raimon con el club de fútbol una vez más! –dijo totalmente entusiasmado. ¡Era el plan perfecto! ¿Cómo era que no se le había ocurrido antes?

La pelimorada esbozó una sonrisa.

- Mucha suerte, de seguro resultará, es una idea muy noble.

-¡Yooooshi! Entonces mañana mismo hablaré con Kazemaru y le contaré mi plan! –terminó de comer y Fuyuka se levantó para retirar su plato. A medida que se dirigía a la cocina, un extraño sentimiento de preocupación la invadió. No sabría explicarlo, pero no podía sentirse totalmente feliz y tranquila con la idea de su prometido… ¿Por qué sería?...

To be Continued…

R&R~

Akai: -se cuelga por el mal que le hizo a Endou-

Sakura: -Espera nerviosa que la historia sea del agrado de todos-